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jueves, 12 de enero de 2017

LA CORONA [Fanfic]

LA CORONA [Fanfic]


LA CORONA [Fanfic]
by MarinaCarabS

ATENCIÓN: SI NO HAS LEIDO EL ÚLTIMO LIBRO DE KIERA CASS (LA CORONA) NO LEAS ESTE. POR FAVOR. 
Wendy Singer llega a palacio tarde, y sin saber lo que está pasando dentro. Lo que ella se encuentra es sin duda más de lo que jamás podría haber esperado. 
ESTE LIBRO LO ESCRIBO PORQUE ME HE QUEDADO CON GANAS DE MÁS DESPUES DE LEER LA CORONA. CASI TODOS LOS PERSONAJES PERTENECEN A KIERA CASS.



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INTRODUCCIÓN

¡HOLA! 
DESPUÉS DE TERMINAR DE LEER "LA CORONA" DE KIERA CASS ME QUEDÉ UN POCO :$ COMO SI ME FALTASE ALGO. LO QUE SÉ QUE ME FALTA ES SABER MÁS DE LOS PERSONAJES, EN CONCRETO NO ME GUSTÓ DEMASIADO COMO SE DEJA COLGANDO LO QUE PASA CON HENRI JAAKOPPI. PORQUE ES UN PERSONAJE QUE ME ENCANTA, ASÍ QUE HE DECIDIDO DARLE POR MI MISMA UN FINAL FELIZ DIGNO. SI NO HAS LEIDO EL LIBRO "LA CORONA" DE KIERA CASS, POR FAVOR, NO SIGAS. SI NO TE GUSTA HENRI, POR FAVOR, NO SIGAS LEYENDO TAMPOCO. 
¡GRACIAS!
NOTA: SIENTO LA "M" DE PORTADA QUE HE HECHO, PERO NO SE ME OCURRIA NADA DEMASIADO ORIGINAL NI BONITO... 


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1

WENDY CON 18 AÑOS (FOTO) 
Llego tarde. Es así, el maldito taxi está atascado en el maldito tráfico del día de hoy. No sé muy bien por qué hay tanta gente celebrando por las calles. Es decir, sé por qué estoy yendo a palacio, pero... la gente está demasiado entusiasmada. 
Recibí la invitación de los asesores de mi prima, Eadlyn Schreave, hace unos días. Apenas he tenido tiempo de encontrar un vestido apropiado para la ocasión, una peluquera y maquilladores. Es decir... he llegado esta madrugada al aeropuerto de Angeles, he tomado un taxi, me he preparado y he tomado otro para ir a la celebración del Report. 
Me he comprado un traje largo con el suficiente escote para estar sexy pero no escandalosa. El color también es adecuado, siempre me han dicho que el azul me sienta muy bien porque resalta el color de mis ojos, que es el mismo. También lo he escogido largo y con unos tacones de infarto, por lo visto va a haber una fiesta después, o algo así. Hace dos años que no encuentro una ocasión para ponerme un traje tan lujoso, volver aquí es el momento más indicado para ello. 
- Perdone, ¿queda mucho para llegar al palacio?- le pregunto al taxista inclinándome hacia su asiento. 
- Un poco, la verdad. El tráfico está horrible esta noche- me responde con pesar. 
El taxista comienza a pitar frenéticamente. Lo único que consigue es ponerme más nerviosa. Ya llego tarde. Es una vergüenza que llegue tarde. Eadlyn va a pensar que soy una maleducada. Su prima la maleducada. La prima que pone como excusa el maldito tráfico.

La prima que se salta el protocolo como si se saltara una valla de quince centímetros de alto. 
- ¿A cuánto estamos de palacio?- le pregunto al taxista inclinándome hacia adelante de nuevo. 
- Unas... cinco calles- responde mirando por la ventana para ver la distancia. 
- ¡Vale!- exclamo quitándome el cinturón con un rápido movimiento. Le lanzo todo el dinero al asiento delantero y me muevo hacia la puerta-. Puede dejarme aquí. Gracias por traerme. 
Salgo del taxi mientras el hombre grita a mis espaldas. Pero no debería quejarse, el dinero que he tirado en su asiento es mucho más del que se merece, teniendo en cuenta que no me ha llevado hasta mi destino. 
Me cojo el traje con las manos para no arrastrarlo por la acera y comienzo a correr con los tacones de forma que parezco una persona balanceándose en lugar de alguien corriendo una verdadera maratón. Una maratón en tacones. 
La gente que está celebrando por las calles me miran como si estuviese loca. Realmente no me reconocen, es decir, he pasado en la sombra los últimos dos años. Contrariamente a lo que quería mi padre, Kota Singer. 
A mi me da igual, sinceramente. A la sombra o justo en los focos de atención. Me desenvuelvo igual de bien en cualquiera de ellos, así que... 
De momento estoy en la sombra, pero creo que esta noche voy a volver a ser reconocida y no sé si estoy preparada para eso, no después de tantos años. 
- Señorita, no puede estar aquí- me advierte uno de los guardias levantando las manos frente a él. 
- Aquí

tengo la invitación- le digo enseñándole la carta con el sello y firmas y todos esos rollos de realeza que llevan las invitaciones. 
- Está bien, señorita Singer. Puede pasar- me dice el guardia haciéndose a un lado. 
Corro como una loca todo el camino hasta la puerta principal. Ostentosa, enorme e imponente. 
- Buenas noches- me saluda uno de los sirviente. 
- Buenas noches- saludo apresuradamente mientras sigo mi camino a paso acelerado. 
Él me persigue por el pasillo. El sirviente es algo mayor y parece que está sorprendido por mi extraño comportamiento. 
- Señorita, ¿puedo tomar su abrigo?- pregunta el sirviente mientras me persigue. Mis tacones resuenan contra el suelo y mi traje ya no está sujeto en mis manos. 
- Sí, claro- digo lanzándole el abrigo a la cara-. Llego tarde- me disculpo. 
- No se preocupe- dice el sirviente mientras me persigue-. Puedo hacer su introducción, si lo desea. 
- No, gracias. No necesito introducción ninguna- le digo mirándolo mientras camino acelerada por el pasillo.
¿Por qué no se va? Ya tiene el abrigo, ¿qué más quiere? Por dios, llego tarde, no necesito que me escolten. 
Justo antes de que el hombre vuelva a hablar encuentro a gente en el pasillo. 
Eadlyn está de frente a mi y junto a ella está Kile. Ella está preciosa, como siempre. Kile ha cambiado mucho desde la última vez que nos vimos, ahora tiene el pelo más corto y es mucho más alto que hace dos años, también más musculosos... un hombre hecho y derecho. De espaldas a mi hay dos chicos más, pero no sé quienes son. 
- Gracias por acompañarme- le digo al sirviente. Él se detiene en seco, confundido y me mira mientras me alejo. 
Camino hasta el grupito en el pasillo. No dejan de hablar animadamente. ¿Dónde están los demás? 
- ¿Wendy?- pregunta Kile cuando me ve. Primero está confundido y después esboza una gran sonrisa. 
Todos detienen la conversación y se giran para mirarme. Me acerco y me coloco en medio del chico con el pelo oscuro y del chico con el pelo rubio y rizado. 
- Hola- saludo con una pequeña y tímida sonrisa. 
Desde luego que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí. 


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2

WENDY SINGER (ARRIBA)
- ¿Qué haces aquí?- pregunta Kile confundido. 
- Veo que hay cosas que nunca cambian- digo irónicamente-. Los asesores de... la reina Eadlyn me han invitado. No pensaba que te molestara tanto, peque- digo recordándole su apodo de pequeño. Hubo un verano en el que yo superaba su altura, se ve que ahora ya no. 
- No le molesta- se apresura a decir Eadlyn. Después le lanza una mirada a Kile-. ¿Cómo...? ¿Cuándo has llegado? 
- Llegué de madrugada. Solo me ha dado tiempo a arreglarme y venir aquí. Por cierto, ¿sabes que hay un tráfico mortal? He tenido que bajarme del taxi y correr hasta aquí. La gente ha pensado que estaba loca. 
- Eso si que mola- señala Kile-. Apuesto a que mañana estarás en los periódicos. «La loca prima ha vuelto»
- Vaya. ¿Qué tal te ha ido?- pregunta Eadlyn desviando el tema. 
- No, no. Antes quiero saber sobre el desenlace de tu episodio con La Selección. ¿Qué ha pasado?- pregunto cambiando de tema. 
- He cambiado la forma de gobierno- responde sin rodeos. 
- Vaya- digo entre risas-. Tú si que sabes como gobernar un país. Y... ¿hay algún desafortunado que haya ganado La Selección?- pregunto de broma-. No será Kile, ¿no?- pregunto arrugando la nariz-. No sé si estoy preparada para tenerlo en la familia. 
- ¡Eh!- se queja-. A mi me ha echado de palacio. 
- ¿Qué?- pregunto confundida-. ¿A qué te refieres? 
- Me ha echado de palacio durante un año para que sea arquitecto- explica felizmente. 
- ¿Eso

significa que yo también estoy fuera? ¿Por eso no dejaba de perseguirme uno de los sirvientes?- pregunto super confundida. Ay, dios, que he roto las reglas. 
- No, no. Ha sido por el bien de Kile- dice Eadlyn alzando las manos frente a ella para que detenga mis divagaciones. 
Suspiro aliviada. Ahora que he vuelto no quiero que me echen. 
- Entonces, ¿quién es?- pregunto mirando a Eadlyn esperando una respuesta. 
- Él- dice Eadlyn tomando de la mano al chico a mi izquierda-. Wendy, te presento a Eikko Koskinen. 
Me giro rápidamente y envuelvo a Eikko en un fuerte abrazo. Él no se lo esperaba así que se mantiene algo rígido durante unos segundos. 
- Bienvenido a la familia- le digo. 
- Gracias- dice cuando nos separamos. 
- Por cierto, soy una maleducada- les digo-. Todo eso del protocolo se me da bastante mal- suspiro-. Me llamo Wendy- estrecho la mano de Eikko y después la del chico a mi derecha. 
Tiene el pelo rubio y rizado. Alborotado y me gusta. 
- Hola- saluda el chico mientras estrecha mi mano y no para de sonreír. 
- Hola...¿cómo te llamas?- le pregunto sonriendo también. Es una sonrisa contagiosa y algo infantil. 
- Henri- responde con acento. 
- Hola, Henri- vuelvo a saludar. Al oír su nombre se le ilumina el rostro. 
- Henri es de Swendway- dice Eadlyn. 
- ¿Es una broma?- pregunto sin poder aguantar la sonrisa de felicidad. 
- No- dice Eadlyn sin comprender. 
- He estado estudiando medicina en Swendway durante este año- le digo a Henri en finlandés. A Henri se le ilumina más la cara, si es que eso es posible. 
- ¿Qué has dicho?- pregunta Eadlyn confundida. 
- Estos dos últimos años- le digo-. Pasé en Italia uno y en Swendway otro- le explico. Después se lo traduzco a Henri rápidamente. 
- ¿Por eso no habías venido en Halloween, ni Navidades, ni en los cumpleaños?- pregunta Kile. 
- Exactamente- respondo moviendo las manos-. De verdad, cuando queréis se os olvidan las cosas muy rápidamente- los regaño de broma. 
- ¡Eadlyn!- llaman desde detrás de ella. 
Todos giramos nuestras cabezas hacia los lados correspondientes para ver a mis tíos salir por las puertas del salón. 
- Eadlyn, cariño. La gente os reclama en la fiesta- le dice mi tio Maxon. America se percata de mi presencia. 
- ¿Wendy?- pregunta mientras comienza a sonreír. 
- La misma- respondo abriendo los brazos para recibir su abrazo. 
- ¿Cómo has llegado aquí?- pregunta mi tía. 
- En avión, en taxi y corriendo como una loca por la calle- respondo entre risas. 
- La he invitado yo- dice Maxon. Así que fue él quien mando mandar la invitación para mi-. ¿Has llegado bien? 
- No me ha dado tiempo de nada, la verdad- respondo-. He tenido que correr hacia aquí, la gente está celebrando en la calle. 
- ¿Te has enterado de la noticia?- pregunta America. 
- Eadlyn me ha explicado algo- respondo encogiéndome de hombros-. Me gusta que haya tomado una decisión tan drástica. Es valiente. 
- Wow. Te estás pasando- dice Kile entre risas. America le lanza una mirada mortal y se calla. 
- ¿Por qué no venís todos a la fiesta?- propone mi tío Maxon haciéndose a un lado para que pasemos-. Pasadlo bien un rato. 


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3

Los invitados... o la gente que estaba durante el Report están desperdigados en el salón. Los sirvientes se pasean con bandejas en las manos para que la gente pueda beber. También hay mesas a un lado con comida sencilla para picar algo. 
- Tía- le digo a America mientras la tomo del brazo-. Me enteré en Swendway de tu operación. ¿Estás bien?- le pregunto preocupada y en susurros. 
- Sí, tranquila. Ya está todo bien- me dice dándome un apretón sobre los hombros. 
- ¿Incluso con todo el asunto de Ahren y su boda?- sigo preguntando. Aunque voy con cautela porque no quiero forzar más la conversación. 
- Por supuesto- responde con sinceridad. 
Aunque mi padre Kota lleva años enfadado con mi tía, y al contrario, a mi siempre me han acogido con los brazos abiertos en palacio. Lo cierto es que no me llevo demasiado bien con mi padre y estudiar fuera era la oportunidad perfecta para distanciarme un poco de él. Por eso ni siquiera lo he visto todavía. 
- Ve a divertirte- me dice con una sonrisa antes de irse junto a Maxon. 
Me giro y observo la multitud en la sala con una sonrisa. Un camarero me ofrece una copa con champagne y la tomo. Aunque tengo que tener cuidado, hace mucho que no tomo de esto. 
- ¿Señorita Singer?- pregunta una periodista mientras se acerca. 
- Buenas noches- saludo mientras ella me pone el micrófono directamente. Olvidaba lo directos que son los periodistas. 
- Hace mucho que no la vemos- dice la mujer. 
- Sí, bueno. He estado estudiando fuera estos últimos dos años- respondo

de forma educada. 
- ¿Significa eso que a partir de ahora la veremos más a menudo?- pregunta con cierta impaciencia. 
- Por supuesto- respondo complaciente. 
- Su estilo ha cambiado mucho desde la última vez que la vimos. ¿Está dejando a un lado su etiqueta de «El espíritu libre» de la familia real y sentando cabeza? 
- Bueno... no sé si esa es la forma más adecuada de llamarlo- respondo insegura-. Pero desde luego que sí ha cambiado mi forma de vestir, o al menos en las ocasiones que así lo requieran. 
- ¿Algún chico ha conquistado su corazón?- pregunta la reportera con una sonrisa tonta a la espera de jugosos detalles. 
- De momento no- respondo desinflando toda su idea-. Pero nunca se sabe, estoy abierta al amor. Solo hace falta que llegue. 
- La decisión de la reina Eadlyn ha sorprendido a todo el mundo, ¿sabía usted algo sobre esto con antelación?
- Como le he dicho, he estado estudiando fuera y, justo he llegado esta madrugada. Las noticias me han llegado, de hecho, más tarde que a todos los demás. 
- ¿Y qué opina sobre sus decisiones?- pregunta ella tratando de sacar más polémica. 
- Ella sabe lo que es mejor para su pueblo y para ella, creo que lo ha demostrado esta noche- digo como punto final. Después de eso me alejo de la periodista y me acerco a la mesa de aperitivos aunque no tomo nada. 
- ¿Wendy?- pregunta Kaden mientras llega hasta mi junto a Osten. 
- Hola, chicos- saludo acercándome a ellos. Me agacho un poco y envuelvo a Osten en un abrazo. Después

cambio para abrazar a Kaden. 
- ¿Qué haces aquí?- pregunta Osten. 
- Vuestro padre me invitó- respondo con una sonrisa-. ¿Es que no os alegráis de ver a vuestra prima? 
- Yo sí- responde Osten levantando la mano. Alzo la mia y la choco con la de él. 
- Os he echado de menos- les digo. 
- Nosotros también- admite Kaden-. Sobretodo en Navidades. 
- Ya...- murmuro-. Pero ahora estoy de vuelta. Me vais a ver por aquí más a menudo. 
Me coloco frente a Osten y extiendo la mano hacia él con una sonrisa. 
- ¿Me concedes este baile?- le pregunto entre risas. Él toma mi mano y me mira confundido. Lo arrastro a la pista conmigo para comenzar a bailar. 
- ¿Por qué quieres bailar conmigo?- pregunta Osten mientras nos movemos de forma divertida por la pista. Más como un juego que como un baile de verdad. 
- Porque una chica sabe cuando es el momento de irse- levanto la cabeza y señalo a Kaden. Josie se ha acercado a él y los dos están hablando. 
- Ahhh- entona Osten-. Seguro que después no dejan de besarse- susurra tapándose la boca y sonriendo. 
- ¡Oye!- le digo dandole una vuelta por debajo de mi brazo como él haría conmigo si fuera más alto que yo-. Lo que hagan juntos no es asunto tuyo- bromeo. 
- Ya. Pero eso es lo que van a hacer, ¿verdad?- pregunta colocando su mano en la parte baja de mi espalda para volver a bailar. 
- No lo sé, Osten. Eso depende de cada persona. Hay gente que tarda más en hacer ese tipo de cosas- respondo. Aunque yo no soy la

más indicada para hablar de este tema, pero bueno-. Pero dejémonos de tonterías... ¿Sigues teniendo tanta cosquillas como antes?- pregunto agachándome y llevando mis manos a los lados de su cuerpo para hacerle cosquillas. 
- Sí, para- dice mientras se retuerce y ríe-. Para, por favor. 
- Está bien- digo dejándolo. Le doy un beso en la mejilla y lo acompaño hasta la mesa de aperitivos donde se dispone a acabar con las existencias. 
Veo a Henri apoyado en una de las paredes del salón y observando a la multitud. Kile está hablando con sus padres y Eadlyn baila con Eikko por lo que él se ha quedado solo. 
Paso las manos por el traje para colocarlo bien por si tengo alguna arruga. Doy un suspiro y camino hasta él. Se despega de la pared cuando me ve llegar y sonríe de oreja a oreja. 
- Hola, Wendy- dice en inglés. Sonrío abiertamente. 
- Hola, Henri- respondo en inglés-. No hace falta que hables en inglés. Podemos hablar en finlandés. 
Eso hace que se le ilumine la cara. Coge aire y después lo suelta lentamente. 
- Gracias- dice aliviado. Por fin en finlandés. 
- Sé perfectamente como te sientes rodeado de toda esta gente hablando en otro idioma- comienzo a decir-. ¿Quieres que demos un paseo y te explico toda la historia? 
Henri parece dudar durante unos segundos, pero da una última mirada a Eadlyn y a Eikko y después asiente en respuesta. 
- He pasado este último año estudiando medicina en Swendway- le explico en finlandés-. Llegué allí

sin saber nada del idioma. 
- ¿Nada?- pregunta con una leve risa. 
- Nada- declaro sonriendo-. Cuando aterricé allí tuve que pedir a un taxista que me llevara a la casa que me iba a acoger. Imagínate la situación. El hombre no entendía nada de lo que decía y yo trataba de explicarle lo que quería con gestos. Fue una situación terrorífica. 
- Puedo imaginarlo. 
- Tenía miedo de tener que quedarme en el aeropuerto para siempre. Pero de alguna forma me las arreglé y el hombre pudo llevarme a la casa. En Italia me quedé en una residencia, pero esta vez quería que fuera inmersión total- le explico mientras cruzamos las puertas para salir al jardín-. Además la estancia me salía gratis. Estudiaba por la mañana y cuidaba de Irja y Lars por la tarde. 
- ¿Irja y Lars?- pregunta confundido. 
- Los hijos de Brita, la dueña de la casa en la que me quedaba. Era un encanto. La mujer me preparó todos los platos típicos del país, en serio. Eso era una fiesta en mi boca todos los días. No sé como voy a ser capaz de volver a comer algo de aquí- digo entre risas-. He visto la mesa de aperitivos en la fiesta y se me ha quitado todo el apetito. 
- Yo era cocinero- dice sonriendo. Me detengo en seco y lo miro levantando una ceja. 
- ¿En serio?- pregunto con una gran sonrisa-. No es una broma, ¿verdad? 
- No, no. Mi plato favorito son los korvapuusti - asegura entre risas. 
- ¡Madre mia! Moriría por unos ahora mismo- digo alzando las manos al aire y riendo-. Solo llevo aquí unas horas y ya los hecho de

menos. 
Cuando por fin vuelvo a relajarme, seguimos caminando por el jardín. 
- ¿Puedes esperar un segundo?- le pido mientras me siento en el banco-. Los zapatos me están matando. 
Henri asiente y espera junto al banco. Levanto un poco el traje y me quito los zapatos. Se los enseño a Henri. 
- Son una tortura- le digo con una sonrisa antes de tirarlos hacia atrás. 
Henri se lleva una mano a la boca y comienza a reír. 
- ¿Los vas a dejar ahi?- pregunta volviendo a recomponerse. 
- Seguro que alguien los encuentra tarde o temprano- respondo encogiéndome de hombros y con una sonrisa inocente. 
Siento la hierva en mis pies y estos comienzan a dejar de doler. 
- Entonces, ¿llevas mucho tiempo sin venir a palacio?- pregunta cambiando de tema. 
- Dos años- respondo lentamente-. Cuando era pequeña pasaba mucho tiempo aquí junto con mis primos, pero a los diez años mi padre comenzó a alejarme de aquí y solo me dejaba venir para las celebraciones. 
- ¿Eadlyn y tu erais muy... amigas?
- ¿Amigas?- repito la pregunta para mi misma-. No sé si yo diría amigas. Más bien... aliadas. Yo odiaba a Kile más que ella y la ayudaba normalmente a mantener a Josie lejos de ella. Era como... su guardia o algo así. Ella siempre estaba más unida a Ahren, pero a mi no me importaba, él es su hermano. La verdad es que pasar tanto tiempo junto a Kile me hizo más cercana a él. 
- ¿Cuál es tu... peor recuerdo en palacio?- pregunta mirándome. 
- Vaya. ¿Mi peor recuerdo? Es una pregunta un

poco rara e inesperada, pero bueno- digo sonriendo lentamente-. Sucedió cuando yo tenía... unos seis años. Los reyes de Alemania habían venido a hacer una visita. Mis primos estaban en el interior del palacio...y yo como siempre he sido el espíritu libre de la familia estaba en el exterior. Con un traje suelto, largo con estampado de flores-. Hago una pausa-. Y descalza- suelto entre risas-. Encontré a la hija de los reyes sentada sola en un banco a la sombra. Pensé que la niña estaba muy triste. Iba vestida de negro y llevaba la cabeza gacha. Me acerqué a ella y me senté a su lado. Trate de preguntarle varias veces si quería jugar conmigo, pero no me entendía. La tomé de la mano y la lleve hasta... esa fuente-. Alzo la mano y señalo la fuente de piedra en medio del jardín. Henri asiente-. Nos pusimos a correr por el borde de la fuente. En algún momento nos chocamos y caímos dentro. Estábamos empapadas, pero riéndonos. Hasta que aparecieron sus padres y mis tíos. Dijeron que era mi culpa que su hija se hubiese caído dentro. Dijeron que era una niña mala y obligaron a mis tíos a castigarme. Yo ni siquiera sabía lo que era un castigo, nunca había estado castigada en mi vida, así que imagínate. Estaba aterrada, creía que iban a matarme. Mis tíos llamaron a una sirvienta para que me cambiara de ropa y después la sirvienta me dejo en mi habitación. Comencé a llorar, mis primos llegaron y me abrazaron hasta que mis tíos volvieron a aparecer. Me dijeron que no iban a castigarme, que solo había sido porque estaban delante los reyes de Alemania, pero que no iban a hacerlo. 
- Una

experiencia un poco traumática para una niña de seis años- comenta. 
- Ya te digo. Sobretodo porque no sabía lo que significaba "ser castigada". Pero dejemos de hablar de mi. Quiero saber más de ti. ¿Estabas en La Selección? 
- ¿No sabes nada de lo que ha pasado aquí?- pregunta confundido. 
- No- respondo esbozando una media sonrisa-. Estaba al otro lado. Estudiando medicina y aprendiendo el idioma. 
- Entonces... mi respuesta es sí. Estaba en La Selección. 
- ¿Y ha ganado Eikko?- pregunto lentamente. 
- Es más complicado que eso. Él era mi traductor. 
- ¿Es una broma?- pregunto entre risas y llevándome la mano a la boca. Pero no puedo aguantar, la risa se me escapa igual-. Lo siento, lo siento. Qué maleducada soy. Dios, soy incorregible- le digo entre risas. Doy un fuerte suspiro y recupero la compostura-. ¿Te ha dejado delante de todas las cámaras o cómo ha sido?
- Bueno, puede que yo no los entendiera hablando en ingles, pero no estoy ciego y veía que estaban enamorados. Le dije a Eadlyn que no me casaría con ella. Debía estar con Eikko, no conmigo. 
- Porque ella no te amaba de verdad- susurro. Él asiente-. Lo siento mucho, Henri. Debes de sentirte fatal... y aquí estoy yo riéndome de todo. 
- No pasa nada. Eikko es mi amigo, más que un traductor. Estoy feliz por ellos, eso es lo que importa. Supongo que habrá más oportunidades en un futuro. 
- ¡Por supuesto!- exclamo apoyando mi mano en su hombro-. ¿Cuándo te tienes que ir?
- No lo sé. No me han dicho nada, pero todos los demás candidatos se fueron al día siguiente- responde con una leve sonrisa apenada. 
- Oh, bueno. A lo mejor te dejan un día más. Si todavía no te han dicho nada es que entonces no lo saben... ¿Tienes hermanos? 
- Una hermana pequeña. Annika. Es un ángel- cuando habla de su hermana es como si estuviese hablando de la cosa más maravillosa del mundo. 
- A mi me encantaría haber tenido una hermana o hermanos... pero mis padres no han querido más hijos. 
- ¿Qué tienes pensado hacer después de estudiar?
- Eh... de momento tengo que buscar un hospital o algo para hacer practicas. 
- ¿Vas a hacerlas en la enfermería de palacio?- pregunta levantando una rubia ceja. 
- Sé que me lo van a ofrecer, pero voy a declinar la oferta. Aunque trabajar en palacio suena muy bien no es lo que quiero hacer. Por eso he ido a Swendway. Quiero ir a uno de los hospitales cercanos a una comunidad para que puedan ir al médico sin tener problemas con el idioma. 
- Eso es muy considerado. Seguro que te lo agradecen de corazón. 
- Bueno, ahora sólo falta que me den el trabajo- le recuerdo soltando una risita. 
- ¿Wendy?- llama una voz chillona desde lejos. Me doy la vuelta y veo a Josie moviendo la mano frenéticamente desde una puerta. 
- Mi peor pesadilla- digo abriendo los ojos de par en par. 
- ¿Qué?- pregunta Henri mirando hacia Josie. 
Lo tomo de la mano rapidamente y echo a correr. 
- A las cocinas- le digo mientras corremos-. Como Josie me encuentre no me va a dejar en toda la noche. Va a comenzar a hablar sobre tiaras, vestidos, por qué no llevo zapatos... ¡Todo! 
Henri solo es capaz de reírse a mi lado. 










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4

La cocina de palacio está abarrotada de cocineros y camareros que no dejan de ir y venir. Aun así, no nos impiden la entrada desesperada a Henri y a mi. 
- ¿Señorita Singer?- pregunta una voz de mujer frente a nosotros. 
- ¡Doris!- exclamo cuando la reconozco. 
Han pasado dos años desde que vi por ultima vez a mi cocinera favorita de palacio. Ella ha sido siempre la que me consentía cuando venía a la cocina a escondidas de pequeña. 
Doris, que debe de terne más de cincuenta años, se acerca a mi con una gran sonrisa y me envuelve en un fuerte abrazo. Ella siendo una mujer ancha y yo más bien muy delgada, hace que me pierda un poco en su abrazo. 
- Cuanto tiempo sin verte, Wendy- dice en mi oído, aunque usa un tono de voz un poco demasiado alto y eso me duele en mi tímpano. 
- Estaba estudiando- explico mientras nos separamos y me encojo de hombros dandole una mirada un poco apenada. 
- Oh, entonces es perfecto. La educación es muy importante- dice Doris utilizando un tono muy maternal. 
-¿Tienes aquí los ingredientes para hacer mi receta secreta?- le pregunto a Doris mientras busco con la mirada alrededor de la cocina. 
- Por supuesto, cielo. Ya sabes dónde encontrar las cosas. Aquí nunca cambiamos la distribución.- Antes de volver a su trabajo Doris aprieta mi mejilla y saluda a Henri. 
- Vamos, Henri. Te voy a hacer mi receta especial- le digo mientras camino hacia la zona de congeladores. 
Abro uno de ellos y tomo una tarrina de nata. Lo dejo sobre la encimera mas alejada del

ajetreo que está teniendo lugar cerca de las puertas de la cocina. Después busco una cuchara grande en los cajones, cuando no la encuentro levanto la mirada y Doris agita la cuchara que busco en el aire. 
- Gracias, Doris- digo tomándola de su mano y volviendo junto a Henri, quien me mira con interés. 
- No es la receta de un gran chef-le advierto en finlandés-. De hecho, ni siquiera puede considerarse una receta... pero te va a gusta. 
Encuentro dos cuencos de cristal y los apoyo en la encimera. Sirvo el helado en los cuencos. 
- Ahora falta el toque especial- le digo a Henri con una gran sonrisa. 
Me alejo de nuevo hasta el pequeño mueble de esquina del final de la cocina. Si Doris dice que las cosas siguen en el mismo lugar, mi ingrediente especial debe de estar donde estaba hace dos años. 
¡En efecto! Encuentro la botella con la bebida azul en el armario y la saco. 
- Tranquilo- comienzo a decirle a Henri cuando su cara muestra algo de preocupación-. No lleva nada de alcohol. No intento emborracharte. 
Eso hace que se ria. 
Abro la botella y vierto un poco de bebida encima de los helados de nata. Las lineas azules comienzan a teñir de celeste la nata blanca helada. Le paso su cuenco a Henri y después tomo el mío. 
- Hora de que pruebes la receta más tonta jamás inventada- digo con una gran sonrisa. 
Los dos clavamos la cuchara y probamos mi mezcla. Es una mezcla bastante extraña a lo mejor a simple vista... pero está muy bueno. Todo es dulce y el sabor de la bebida le da un toque distinto a la simple

nata. 
- Está bueno- dice Henri-. Es diferente a cualquier cosa que haya probado o cocinado, pero está bueno. 
- Es muy de Illéa- aseguro-. No es para tirar cohetes, pero sirve para soportar los veranos de Ángeles, créeme. 
- Sí, aquí hace mucho más calor que en Sota- declara. 
- Y ni hablemos de Swendway, allí si que hace frío- digo entre risas-. Es mucha diferencia con respecto aquí. 
- Los dos sitios tienen sus cosas buenas- apunta Henri con una dulce sonrisa. 
- Sí, supongo que sí- digo antes de que escuchemos un estruendo al otro lado de la cocina. 
Me giro hacia el sonido. Alguien ha caído un montón de copas vacías al suelo de la cocina. Dejo mi cuenco de helado sobre la encimera y camino hasta el otro lado para ver lo que pasa. 
Todo el suelo está repleto de cristales, por lo que tengo que quedarme a cierta distancia para no pisarlos con mis pies descalzos. De todas formas puedo ver a la camarera con el brazo sangrante. 
-Tienes que ir a la enfermería de palacio para que te curen la herida- le digo a la chica desde la distancia en la que estoy.
- No, no puedo. Todo el mundo está en la fiesta. No quiero molestar a nadie- dice la chica sin levantar la vista del desastre que es el suelo. 
- Vale... Entonces al menos deja que te la cure yo- le digo extendiendo la mano tanto como puedo. 
- Señorita Singer, usted...- la chica se detiene a media frase mientras Doris tira de ella hacia arriba por sus axilas. 
- No se hable más, querida- le dice Doris-.

Si la señorita Singer puede curarte, lo hará y seguramente con más cuidado que cualquier otro doctor. 
Ese cumplido hace que mis mejillas se pongan rojas de vergüenza. Doris arrastra a la chica hasta la encimera más cercana. 
- Siéntate en la encimera, por favor- le pido a la chica amablemente. 
- ¿Qué necesitas?- pregunta Doris mientras la chica toma asiento en la encimera de la cocina. Es un fallo no tener sillas. Tal vez deberían añadir algunas. 
Me giro hacia la chica y examino la herida abierta de la forma más profesional posible. Va a necesitar cuatro puntos, como mínimo. 
- Necesito... vendas, unas pinzas pequeñas, aguja e hilo y desinfectante- le digo a Doris. 
- Voy a ver si encuentro esas cosas en nuestro botiquín- dice ella antes de alejarse hasta los demás-. Vosotros será mejor que recojáis el suelo antes de que alguien más se haga daño- ordena Doris a los demás. 
Henri aparece junto a mi. 
- ¿Se va a poner bien?- pregunta mirando un poco la herida de la chica. Ella no nos entiende, pero en este momento está más concentrada en la sangre que baja por su brazo que en nuestra conversación. 
- Sí, no es grave. Sé lo que hay que hacer- respondo con una pequeña sonrisa. 
Doris vuelve apenas un minuto más tarde cargando con todo lo que le he pedido. Las luces de la cocina son los suficientemente intensas para ver bien los cristales incrustados en su herida. Incluso ha encontrado un pomada para dormir la zona y que no sienta los puntos. ¡Perfecto! 
- Primero voy a limpiarte

la zona exterior, ¿vale?- le explico a la chica. Su cara está un poco blanca. Hago que apoye su brazo sobre su muslo mientras le traduzco la frase a Henri. 
Limpio la zona externa. Después tomo las pequeñas pinzas y con mucho cuidado comienzo a quitar todos los trozos de cristal de su herida. 
- Tranquila, ya solo me queda hacer una cosa- le comunico-. Puedes mirar hacia otro lado si quieres o... hablar conmigo o con Doris. 
Doris junto a nosotros comienza a relatarle un poco sobre sus nietos. Vaya, que la mujer se pone a hablarle a la chica de su vida. 
- ¿Has hecho esto más veces?- pregunta Henri. 
- Sí, llevo practicando un tiempo- respondo sin desconcentrarme. En realidad no le digo que esta es un tarea sencilla, realmente. Comparadas con otras cosas que tendré que hacer cuando sea doctora. 
Coso la herida de la chica y después se la vendo suavemente. Le doy unas sencillas indicaciones y le pido a Doris que le traiga un vaso con agua para calmarla. 
- Ya está- le digo a Henri con una sonrisa de satisfacción. 
- Será mejor que volvías a la fiesta- apunta Doris-. Un camarero me ha dicho que han preguntado por vosotros. 
Le traduzco a Henri lo que ha dicho Doris. 
- Gracias por el aviso, Doris- digo antes de despedirme de ella abrazándola-. Nos veremos mañana. 
- ¿Me harás un visita?- pregunta la mujer ilusionada. 
- Por supuesto- aseguro sonriente antes de tomar salir con Henri de la cocina. 
- ¿Por qué no han atendido los médicos de palacio a la chica?- pregunta Henri mientras caminamos de vuelta a la fiesta. 
- Ella no quería molestar e interrumpir la fiesta- respondo con pesar-. Pero si yo no hubiese sabido cómo ayudarla habría molestado a todo el mundo con tal de curarle la herida- declaro con seguridad. 
Entramos de nuevo en el salón y continuamos con lo que queda de fiesta. Permanezco todo el rato con Henri y con Kile. Kile incluso me arrastra una vez a la pista de baile porque según él es hora de que saquemos nuestras banderas blancas. Pero en cuanto termina el baile vuelvo junto a Henri para seguir hablando de Swendway y de su familia. 
Eikko y Eadlyn han desaparecido definitivamente del panorama, pero a los demás no parece importarles. 
La festa se disuelve más o menos una hora más tarde y todos comenzamos a irnos poco a poco. 
- Ha sido una noche muy entretenida- le digo a Henri mientras subimos las escaleras hasta nuestra habitaciones. 
- Algo emocionante- apunta. 
- Sí, desde luego ha estado llena de emociones- concuerdo con una risa leve. 
Camino por el pasillo junto a él. Mi habitación, por lo visto, es una de los antiguos candidatos de La Selección. La de alguno que fue... expulsado al principio. 
- Buenas noches, Henri- me despido con una sonrisa mientras él se detiene frente a la puerta de su habitación. 
- Buenas noches, Wendy- dice en mi idioma. Es muy gracioso cómo suena mi nombre cuando lo dice con su acento de verdad y no trata tan duramente de pronunciarlo como los demás. 
- Espero verte mañana- le digo antes de alejarme de allí y creo que antes de irme veo la cara de Henri iluminarse. 
LA RECETA DE HELADO DE NATA CON LA BEBIDA ESA ME LA HE INVENTADO, POR FAVOR, SI LA INTENTAIS EN CASA ATENEOS A LAS CONSECUENCIAS. 


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5

WENDY EN PIJAMA (ARRIBA) 
Cuando llego a mi habitación encuentro mi pequeña maleta sobre la cama. Mandé mi equipaje un día antes de tomar el vuelo así no tendría que cargar con todas las maletas, dado que no iba a ir a casa de mis padres y después a palacio. Básicamente, no tendría tiempo de hacer las dos cosas y no quería cargar con todas las maletas que he estado usando durante un año. 
Como no sé cuánto tiempo me voy a quedar en palacio, la maleta no es pequeña. 
No tengo ni idea de a qué candidato le perteneció esta habitación durante La Selección, y de todas formas no me voy a enterar porque han limpiado todo. 
Apoyo la maleta sobre el escritorio. La abro y tomo mi pijama y ropa interior limpia. Lo llevo todo al cuarto de baño. Es increíble lo diferente que es el palacio de la casa de mis padres. Nosotros vivimos en un moderno edificio, en un apartamento muy abierto y con ventanales, la decoración es muy minimalista, de hecho solo tengo en mi habitación una cama, un escritorio, una silla, una mesilla de noche y un espejo grande. No tengo nada decorando las paredes y tampoco tengo cortinas que cubran todas la ventanas... En cambio aquí todo rebosa color y estampados diferentes. 
Salgo del baño nuevamente y abro las puertas que dan al pequeño balcón. La vista a los jardines es muy bonita, pero ahora por la noche no está iluminado y... la luna no se ve desde este lado del palacio. Aunque supongo que de esta forma no va a molestarme. 
Me doy una ducha expres y salgo renovada. Como recién nacida

y sin nada de maquilla o cualquier otro potingue en la cara. La maquinadora realmente se pasó usando tantas cosas, ni siquiera sé para qué porque mi cara está bastante bien sin maquillaje. Las ondas que me hicieron en el pelo están completamente caídas ya, por lo que reorganizo mi pelo en una larga trenza. Con suerte mañana tendré algunas ondas... aunque se ve como una misión imposible. Liso como una tabla, no como el pelo de Henri. 
El recuerdo de su pelo hace que sonría hacia el espejo mientras me cepillo los dientes. La espuma se resbala de mi boca. ¡Asqueroso!
Me visto con mi pijama. Muy a mi pesar es de mangas largas, por eso he abierto las puertas del balcón de par en par al menos así entra algo de brisa. Afortunadamente la parte de abajo son uno pequeños pantalones cortos y bastante sueltos, no me aprietan los muslos para nada, es como si tuviese una especie de volante... pero sin tenerlo. 
Deshago la cama, me tumbo, suspiro y cierro los ojos para tratar de dormir. 
***
Algo me despierta. Una especie de mala sensación. Y de presión en las muñecas. 
Cuando encuentro la silueta oscura de una persona en mi habitación chillo de terror. 
- Como hables te disparo- me amenaza la voz. 
Cierro la boca fuertemente al momento en el que oigo la advertencia. El hombre en cuestión tira de mis muñecas juntas hacia arriba y me obliga a levantarme. Miro hacia abajo y veo mis muñecas unidas fuertemente

con una cuerda. Levanto la cabeza hacia el hombre con terror. 
- Tampoco se te ocurra hacer nada o te disparo- me amenaza. 
Me da un tirón fuerte de mi brazo y me obliga a darme la vuelta. Noto el cañón de la pistola apuntado sobre mi columna vertebral. No hace falta decir que si me dispara ahí, acabaré presumiblemente muerta. 
- Andando, Wendy- ordena el hombre. 
Clava el cañón de la pistola en mi espalda con más fuerza y me obliga a avanzar hasta la puerta de salida de mi habitación. Con otro empujón de su pistola sé que tengo que abrirla y avanzar por el pasillo. Este sigue iluminado, pero la familia real no duerme en esta planta, duerme en la superior. 
- Vamos a llamar a todos para que vengan, ¿vale?- dice con malicia a mi espalda justo antes de activar la palanca de la alarma de incendios. 
Las pequeñas luces rojas de las esquinas comienzan a brillar y a girar sobre sí mismas. La alarma no empezará hasta dentro de unos treinta segundos. 
El hombre en cuestión hace que baje las escaleras de palacio. 
- Ni se te ocurra hacer una tontería, Wendy. No quiero que mueras...- sus palabras mueren lentamente. Creo que iba a añadir la palabra «todavía» al final de la frase, pero se ha dado cuenta de que si lo hace tal vez yo prefiera acabar con esto rápido. 
La alarma de incendio comienza a sonar en cuanto llegamos

al final de las escaleras. El hombre me coloca una mano por delante de mi cuello y me atrae hasta su pecho mientras cambia la pistola de lado hasta apuntar a mi sien derecha. Un sollozo sale por mi boca mientras él me arrastra hasta las sombras junto a las escaleras. 
- Ni se te ocurra abrir la boca- me amenaza pegando la boca a mi oído. 
Ni siquiera podría decir algo. Estoy tan asustada que noto como las lágrimas calientes se derraman fuera de mis ojos en silencio. Estoy tan asustada que no sería capaz de decir algo coherente. 
Comenzamos a oír el murmullo de zapatos, de gritos familiares y después algunas sombras pasando por nuestro lado. Todos hablan apresuradamente mientras corren escaleras abajo. 
- ¡Eadlyn!- grita el hombre a mi lado mientras me empuja hacia delante para salir de entre las sombras. 
Mi... captor me guia hasta el frente donde todos los demás se encuentran con sus pijamas puestos, caras de sueño y asustados. America ahoga un grito, pero ni Marlee ni Lucy son capaces. Josie, Osten y Kaden están juntos en un lado, los tres asustados y Osten tratando de no llorar. 
- Marid- gruñe Eadlyn dando un paso al frente de los demás. Pero Eikko, que es ahora su prometido, tira de su brazo para que no se acerque. 
- Te dije hace unas horas que no sería la última vez que oirías sobre mi- declara, quien ahora sé que es Marid. 
Al principio de la monarquia de Maxon y America sus padres trataron de llevarse bien... pero tenían visiones diferentes de futuro por lo que la cosa salió mal. Yo no sé

mucho sobre eso... Además tener una pistola apuntando a tu cabeza directamente sobre tu piel no facilita el tema intelectual. 
- ¿Qué haces aquí?- pregunta Maxon bastante enfurecido. 
Bajo la mirada hasta mis manos mientras una lágrima se desliza por mi mejilla. Están temblando. Trato de controlarme antes de volver a levantar la mirada. 
- Bueno, más o menos lo que busco es venganza- Marid declara esto sin ninguna vergüenza o remordimiento. Eadlyn gruñe con enfado y da un paso adelante-. Ah, ah, ah- niega Marid mientras aprieta su brazo alrededor de mi cuello y mantiene mi cabeza mirando al frente-. Yo que tú no intentaría nada- advierte con chulería. 
- Wendy no te ha hecho nada- se queja America. 
- Es verdad. En realidad esperaba que en esa habitación se alojara uno de tus últimos seleccionados... pero me he llevado una sorpresa. 
Marid aprieta el cañón de la pistola sobre mi sien con más fuerza, como si quisiera atravesarme la cabeza sin usar una bala. Más lágrimas caen por mis mejillas mientras miro a todos los que están frente a mi. 
Henri ha perdido del todo la sonrisa y sé que no entiende nada de lo que están diciendo, y si entiende algo... no le va a gustar lo que oiga. 
- Puedes dejar al menos que los pequeños se vayan- pide Marlee con valentía. 
Marid guarda un momento de silencio. 
- Está bien- declara-. No quiero traumatizarlos de por vida. Que vayan arriba. 
Unos segundos después, Kaden, Osten y Josie corren escaleras arriba asustados. El llanto de Osten se oye incluso

desde aquí mientras se alejan por los pasillos de arriba. 
- ¿Por qué no sueltas también a Wendy?- pide Maxon controlando el tono de su voz-. Ella no tiene nada que ver con esto. 
- Oh, no, no. No me gustaría tener que matar a una chica tan preciosa. Pero esto solo puede acabar de dos maneras: o yo salgo ganando y me cedéis el trono o ella acaba muerta. 
- No la matarías- asegura Eadlyn con los ojos entrecerrados. 
- ¿Wendy?- pregunta Henri. Fijo mi mirada en la suya como puedo-. ¿Estás bien?- pregunta en finlandés. 
- Tú, silencio- le advierte Marid-. Tradúcele- ordena Marid a Eikko-. Wendy no puede hablar, si lo hace muere- les comunica Marid. Eikko traduce entre dientes sus palabras-. Quiero asegurarme de que todos entienden esto. No me pongas a prueba, Eadlyn-. Marid gira la pistola en mi sien apretándola de nuevo. Eikko sigue traduciendo pero sin dejar de mirar al frente-. Soy capaz de todo. Matar a tu prima es algo mejor que matar a cualquier otro de los seleccionados, es de la realeza. De todas formas si sale viva de esta puede que la haga mi reina. Ha demostrado que sabe cuando debe de estar
Un fuerte sonido interrumpe la frase de Marid. Él se aparta de mi lado y me deja libre. Cuando me giro, me doy cuenta de que no es que Marid me haya dejado libre... sino que le han disparado en la cabeza. La sangre sale a borbotones por el orificio de salida de la bala. 
- ¿Wendy?- pregunta Aspen llegando frente a mi. No aparto mis ojos del cadaver mientras me empuja lejos de Marid-. ¿Wendy?- su voz más insistente. 
Noto

sus manos tratando de soltar las cuerdas que unen mis muñecas en el frente y que me tenían muy limitada. 
- Que alguien comience a limpiar este desastre- ordena Maxon por encima de todos los murmullos. 
- ¿Wendy?- vuelve a llamarme Aspen. Cuando no respondo coloca sus manos en mis mejillas y me obliga a desviar la mirada del cadaver de Marid. La mancha de sangre es más grande que su cabeza-. ¿Puedes decirme algo? Wendy, habla. 
El frío se instala rápidamente y me siento tan fría como un cadaver. Incapaz de decir nada. 
- ¿Aspen?- llama Lucy más allá. Lucy... ella se asusta mucho, eso es lo único que sé y no está pasando un buen momento ahora mismo. Necesita a Aspen con ella. 
- ¿Estás bien?- pregunta Aspen agitando un poco mis hombros. 
Asiento de la forma más leve posible. Cuando recibe la respuesta se aleja de mi corriendo. 
Giro y comienzo a caminar sin atender a los demás. 
- ¿Wendy?- pregunta Kile acercandose a mi y rozando mi brazo-. ¿Estás bien? 
No respondo a su pregunta, ni siquiera le doy una mirada. Tan solo camino hasta las puertas del jardín sin atender las voces que me llaman ni la gente que me sigue preguntado cosas. «¿Necesitas un médico?» «¿Estás bien?» «¿Te ha hecho daño?» Los más mayores están bastante enfrascados en todo eso de la limpieza del cadaver y averiguando como ha roto la seguridad. 
Salgo al jardín y me dejo caer de rodillas mientras comienzo a llorar. Claramente es el resultado de toda la maldita tensión acumulada. Alguien me envuelve en sus brazos

y sin pensarlo apoyo la cabeza en su pecho. 
- Ya está- reconozco la voz en finlandés de Henri. Repite las mismas palabras una y otra vez hasta que me voy calmando. 
Mi garganta se seca y la tensión se libera del todo. 
Permanecemos en silencio unos minutos más después de eso. Noto una mano subiendo y bajando por mi espalda en un ritmo constante. 
- ¿Wendy?- me llama la voz de Maxon. 
Levanto la vista del suelo y lo veo frente a nosotros. Me separo de los brazos de Henri y me levanto sacudiéndome el pijama. 
- ¿Necesitas que te atienda un médico?- pregunta con preocupación. Seguramente America esté por ahí calmando a los más pequeños. 
- No- respondo mientras me seco las lágrimas y esbozo una sonrisa-. Estoy bien... no me ha pasado nada. 
- Vale- responde algo inseguro-. ¿Quieres... quieres algo?
- Un vaso con agua, por favor- le pido con voz débil. 
- Vale, voy a hacer que lo traigan.- Comienza a girarse pero se detiene-. ¿Quieres entrar dentro?- pregunta. 
- No, todavía no- respondo cambiando el peso de un pie a otro. La hierva se siente fría bajo mis pies. Soy la única de todos que no llevo zapatos. Puede sonar algo estúpido, pero Marid ni siquiera me hizo ponérmelos. 
- Ahora mismo vuelvo- promete antes de irse. 
Examino mis muñecas unos segundos y veo las marcas rojas que han dejado las cuerdas. 
- Se quitaran en unos días- le aseguro a Henri. 
Antes de que tenga tiempo para pestañear Henri ya me ha envuelto en sus brazos.

Mientras él me estrecha tiernamente yo me agarro a él como si me fuera la vida en ello. Cierro los ojos y trato de concentrarme en no llorar de nuevo. 
Un sirviente me entrega un vaso con agua y después Maxon nos dice que será mejor si volvemos a nuestras habitaciones y que los guardias se encargaran de arreglar todo. 
Cuando volvemos al interior ya ha desaparecido todo el mundo. Lo más seguro es que estén en su planta consolando a los pequeños y volviendo a sus habitaciones. 
Henri y yo tenemos que hacer lo mismo, ir a nuestra planta y dormir. 
- ¿Puedes... puedes venir conmigo a comprobar mi habitación?- le pido nerviosa a Henri-. Quiero ver si hay alguien... más. 
Henri asiente con firmeza y toma mi mano antes de encaminarnos hasta mi habitación. 
La puerta de mi habitación de invitados está entreabierta. Henri camina en el frente con ademan protector, aunque su cara le da un aspecto infantil. 
Pulsa el interruptor junto a la puerta y la habitación se ilumina. Las sábanas están derramadas por el lado de la cama del que me sacó Marid. Las puertas del balcón siguen abiertas de par en par. 
- Voy a cerrar las puertas del balcón, ¿vale?- pregunta Henri suavemente mientras comienzo a moverme hacia el interior con cautela. 
Henri cierra las puertas del balcón lentamente y después se detiene mirando la maleta abierta sobre mi escritorio. Alza una mano en dirección a la maleta, pero la detiene en el aire antes de tocarla. 
Doy unos cuantos pasos más para ver lo que ha visto en

la maleta y le ha llamado tanto la atención. Espero que no sea mi ropa interior o... mi estetoscopio personal. En lugar de esas cosas veo que se ha detenido viendo una fotografía que está sobre mi ropa. Él me lanza una mirada avergonzado por haber mirado, pero yo tomo la foto en mis manos y después se la doy. 
Le explico brevemente la foto. En ella salgo yo con los hijos de Brita, la dueña de la casa en la que me quedé en Swendway, Irja y Lars. Estamos Irja, Lars y yo en la nieve. Irja está sentada en mi regazo y muy sonriente. Lars está sentado pegado a nosotras, también sonriendo. Brita fue quien hizo la foto. 
Recuerdo que me estaba congelando el culo, literalmente, porque nunca había conocido temperaturas tan bajas, teniendo en cuenta que en Ángeles siempre hace calor. 
Henri vuelve a entregarme la foto y la devuelvo a la maleta. Después tomo el estetoscopio y lo miro algo nerviosa. 
- ¿Me dejas?- le pregunto. Él asiente algo inseguro y puedo ver la incertidumbre en su rostro-. Tranquilo, no es nada malo. 
Esbozo una pequeña sonrisa mientras acerco el estetoscopio hasta su cara. Con delicadeza lo coloco en sus oídos y después tomo la parte de la campana para llevarla hasta su corazón. Deslizo una mano hasta la suya y después la alzo para que la apoye sobre la campana y él mismo pueda aguantar el estetoscopio. Me mira intensamente cuando comienza a escuchar el sonido de su propio corazón. Esboza una gran sonrisa ha medida que pasan los segundos y sigue anonadado escuchando sus propios latidos. Después lo aparta de su pecho y lo pone rápidamente encima del mío. Al principio me toma por sorpresa, pero después me quedo quita y trato de que el latido de mi corazón se ralentice un poco, porque ahora va a lo loco. 
- Es increíble- suspira de felicidad. Una media sonrisa se me escapa. Casi puedo olvidar lo que ha pasado esta noche. Casi. 
Un pequeño bostezo se me escapa, por lo que me tapo la boca rápidamente para ocultarlo. 
Henri separa el estetoscopio de mi pecho y se lo quita. Me lo tiende amablemente mientras dice: 
- Es muy tarde. Deberías descansar...- Creo que quiere añadir algo, pero se calla. 
- Gracias... por todo, Henri- digo mientras guardo el aparato en mi maleta-. Gracias por acompañarme a mi habitación y comprobarla. 
- De nada. Ya sabes dónde está mi habitación si necesitas algo- asegura mientras se mantiene junto a la puerta medio abierta. 
- Tranquilo, te dejaré descansar. No querría molestarte- aseguro. 
- Da igual. A cualquier hora. 
- ¿Incluso si estás dormido?- pregunto con una pequeña risita. 
Él asiente en respuesta. 
- Gracias, Henri- digo acercándome a él y abrazándolo por última vez-. Buenas noches. 
- Buenas noches. 






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6

Me tumbo en la cama y me paso horas intentado dormir. Horas y horas dando vueltas en la cama hasta que comienza a salir el sol por el horizonte. Me doy por vencida cuando la claridad irrumpe en mi habitación y me levanto de la cama sin haber pegado ojo desde que Marid irrumpió en mi habitación a punta de pistola. Ahora él está muerto. Eso sigue siendo difícil de digerir horas después de que haya pasado.
Cambio mi pijama por un top negro de tirantes y unas mallas para correr que dejan al aire la mitad de mis pantorrillas. Me preparo un poco en el baño lavando mi cara, recogiendo mi larga melena en un moño bajo pegado a la nuca y con mechones sueltos que enmarcan mi cara, me lavo los dientes y salgo de nuevo a mi habitación. Me pongo mis zapatos de deportes y abandono la habitación. 
Es demasiado temprano para que alguien esté despierto, a parte del servicio que estará preparando cantidades descomunales de desayuno, por lo que los pasillos permanecen vacíos. 
El suelo donde ayer murió Marid está tan limpio como siempre, como si nunca hubieran tenido lugar esos fatales momentos. Saludo a los guardias en mi salida al jardín y ellos devuelven el saludo cortésmente. Caliento un poco los músculos y comienzo a correr por los jardines. Hay mucho terreno de jardín alrededor de palacio, uno puede llevarse un montón de tiempo corriendo sin aburrirse porque los caminos te llevan a zonas ajardinadas con diferentes plantas, fuentes y setos. Corro a un ritmo de trote, no es una carrera solo... un ejercicio matutino mientras todavía hace fresco. 
Cuando voy llegando a la puerta

de nuevo para entrar en palacio me encuentro con el guardia que ayer abatió a Marid de un tiro en la cabeza. 
- Usted...- comienzo insegura-. Usted me salvó la vida ayer- le digo. 
- Ese es mi deber- me recuerda el hombre con una pequeña sonrisa. Es un guardia un poco mayor, comparado con algunos de los que están aquí. 
- ¿Puede enseñarme a defenderme?- pregunto de sopetón. Ni siquiera yo sabía que iba a decir eso. Pero supongo que es una buena idea. No quiero que se repita lo de ayer. No quiero que alguien vuelva a tener la oportunidad de sorprenderme de esa forma y que yo no sea capaz de hacer nada. 
- Señorita...- comienza responde el guardia moviendose nerviosamente-. Hay guardias más jóvenes que yo que también podrían ayudarla. 
- Pero usted está aquí ahora, por favor. No le pido una clase como una instrucción, solo una pequeña clase para saber defenderme. Por favor- le estoy casi rogando. 
- Está bien- accede el hombre finalmente. 
Me traslado con él hacia la zona del césped y comienza a enseñarme algunos trucos. Le pido que me enseñe a liberarme si me volviese a pasar lo de ayer. Él titubea un poco, pero lo hace. Es un hombre más mayor que el rey o que mi padre... pero tan fuerte como un joven. Sin embargo, no usa la fuerza para enseñarme, sólo son simulacros. He de decir que más de una vez el hombre me derriba y caigo al suelo, lo que significa que lo he hecho mal. Nos pasamos así un ratito más hasta que domino los trucos que me ha dado para derribar a un atacante. 

que todo el mundo debe estar desayunando en el comedor pero... estoy bastante sudorosa y en ropa de deporte. Ya he roto el protocolo más veces de las que me gustaría admitir por lo que quiero fervientemente descartar la de «entrar en el comedor en ropa de deporte después de pasar unas cuantas horas corriendo y derribando a un guardia». Aun así tengo hambre por lo que me cuelo en la cocina y le pido a los sirvientes una manzana para disminuir un poco el apetito. Salgo de allí con la manzana en la mano y camino de vuelta a mi habitación. Llevo la manzana a mi boca para darle un bocado justo cuando me encuentro con Kile y Henri en el pasillo. 
Me quedo paralizada con la manzana en los labios y los miro. Pillada infraganti. 
- ¿Por qué no te has unido al desayuno?- pregunta Kile. 
- Quería darme una ducha antes- respondo apartando la manzana de mi boca-. Protocolo, ¿recuerdas? No se puede ir a desayunar en pijama o... en ropa de deporte. 
- Nadie te hubiese culpado por saltártelo- dice Kile encogiéndose de hombros. 
- De todas formas se me había pasado la hora- digo como excusa-. Estaba haciendo cosas. 
- Ya me lo ha dicho Henri- señala Kile.
Frunzo el ceño un poco. ¿Henri? 
- ¿Cómo sabes que estaba haciendo?- le pregunto a Henri en finlandés. 
- Te vi desde el balcón de mi habitación- responde sonrojándose y sonriendo a la vez. 
- Necesitaba estar un rato al aire libre... y hacer algo- trato de explicar. Pero ni siquiera yo sueno convincente. No he podido dormir, no podía

estar en esa habitación, he decidido salir a correr para así despejarme un poco. 
- Está bien- dice Kile lentamente-. Henri y yo vamos a jugar al tenis... ¿quieres venir después a vernos o vas a ir a tomar un desayuno tardío? 
- ¿No... no os tenéis que ir de palacio?- pregunto tratando de no sonar como que quiero echarlos. 
- No, al parecer quieren que nos quedemos por aquí hasta que se solucione todo el asunto de ayer por la noche- explica Kile con un suspiro-. Solo será un día más, probablemente- asegura.
- ¿Van a querer hablar con nosotros?- pregunto preocupada. No quiero que nadie me haga hablar sobre lo que pasó ayer por la noche. 
- No lo sé- responde Kile-. Espero que no. 
- Os veré en la pista de tenis- digo antes de alejarme de allí y subir hasta mi habitación. 
Me termino la manzana antes de llegar a mi habitación. Me doy una ducha express. Me aplico el maquillaje más básico que puedo, me cepillo el pelo a toda prisa y tomo la ropa que me voy a poner. Sé que Eadlyn se pasa un montón de tiempo todos los días escogiendo el modelito perfecto, pero yo soy más rápida y descuidada en ese aspecto. Ya se sabe, yo era el «espíritu libre» de la familia real cuando era pequeña. Aunque la periodista tenía razón, mi estilo ha cambiado un poco en estos años. 
Elijo unos vaqueros negros que se adaptan perfectamente a mi cuerpo, una blusa blanca que me recuerda a mi estilo de antes y unos zapatos de tacón negros que le dan un toque elegante. Seguramente mis tíos se alegraran de verme usar algo que

no sean trajes florales e ir descalza. Exacto, era un «espíritu libre» ¿Qué se le va a hacer? Estoy tratando de cambiar, pero el cambio lleva tiempo. 
Camino hasta la pista de tenis y saludo a Henri y a Kile mientras me siento en las pequeñas gradas. Podrían haber ido a montar a caballo o ver una película... pero supongo que quieren estar al aire libre tanto como yo. 
- No querrás jugar vestida así, ¿no?- se burla Kile. 
- No, tranquilo- respondo como si su pregunta no fuera una broma. No tengo ganas de devolverle la pelota a Kile y seguir con el juego de molestarnos mutuamente. 
Kile entrecierra los ojos hacia mi y después sigue jugando. Una sirvienta llega minutos más tarde con una bandeja con limonada. Le doy las gracias y sirvo los vasos de Kile y Henri. Ellos dejan de jugar cuando se cansan y se sientan cada uno a un lado. 
- Osten no ha querido venir a jugar con nosotros- comienza a decir kile. Le traduzco la frase a Henri-. Sigue todavía asustado y ha pasado la noche durmiendo con America.- Vuelvo a traducir. 
- Ya, supongo que debe ser un trauma para un niño de diez años- comento. Traduzco de nuevo. 
- Es un trauma para cualquiera- apunta Kile con una risa amarga. Vuelvo a traducir-. No sé como todavía no has enloquecido. 
Traduzco sin mirar a Henri. Un recuerdo de ayer se cuela en mi mente. Me muerdo el labio para no llorar. 
- Tu espera... todavía hay tiempo- aseguro en un susurro. No le digo que no quiero volver a dormir en esa habitación, o que ayer cada vez que trataba de dormir sentía

que alguien estaba al acecho esperando por mi. 
- Lo que te pasó ayer no debería de haberte sucedido- asegura Kile-. En realidad deberíamos de haber sido uno de nosotros. 
Traduzco su pequeño discurso y Henri asiente enseguida. Apoya su mano en la parte baja de mi espalda y suspiro. 
- Estaba en el sitio equivocado, en el momento equivocado- les digo. 
- ¡Exacto!- exclama Kile-. No iba a por ti... aunque eso no significa...- se detiene. 
- No significa que el no estuviera dispuesto a matarme- completo con pesar. Y traduzco todo. 
- No tienes porque traducir todo- me dice Henri. 
- No me importa, Henri- aseguro girando mi cara para mirarlo y sonreír. Bueno, en realidad, ver a Henri ya me hace sonreír. Ni siquiera tengo que esforzarme en hacerlo-. Me gusta ayudarte. 
- Bueno- comienza a decir Kile mientras se levanta-, tengo que irme a trabajar en algunos planos que quiero poder hacer realidad en cuanto salga de aquí. 
Lo miro sin comprender pero, de todas formas, le traduzco a Henri. 
- Voy a tratar de ser el mejor arquitecto de Illéa, con mucha suerte incluso del mundo- suelta como si tal cosa. 
- Buena suerte- le digo con una sonrisa-. Tal vez vaya a alguna de tus inauguraciones. 
- Oh, seguro que solo querrías ir para abuchearme. 
Cuando traduzco eso, Henri se echa a reír. 
- Tranquilo, puede que esa vez te ganes unos cuantos aplausos desganados por mi parte- bromeo. 
- Qué gran honor- declara llevándose una mano al pecho-. Bueno, lo dicho. Seguramente mi madre

ya me esté buscando para despedirse otra vez de mi. Ahora está excesivamente cariñosa. 
- Adios, amigo- le despide Henri en inglés. Escuchar su gracioso acento hace que se me agrande la sonrisa. 
Vemos a Kile alejarse y después nos quedamos en silencio mirándonos. 
- ¿Has dormido bien?- pregunta sonriendo. Esbozo una sonrisa algo triste. 
- No- respondo-. No he dormido nada después de lo que ha pasado. 
- Pero estabas cansada- recuerda. 
- Lo sé, Henri- le aseguro sin dejar de sonreír-. Es que...- me detengo de repente y me aclaro la garganta- ¿Te apetece ver una película? 
Su expresión cambia un poco y parece asombrado por el cambio tan repentino de tema aun así me sigue la corriente. 
- ¿En ingles?- pregunta con una nueva gran sonrisa. 
- Tienes razón. A no ser que quieras que te traduzca todo. Eso sería un buen entretenimiento, puedo incluso hacer las voces- bromeo. 
- En lugar de eso... ¿podrías ayudarme con el inglés? Me gustaría seguir aprendiendo y ahora que Erik está con Eadlyn ya no es mi traductor- me dice con entusiasmos.
- ¡Por supuesto!- le respondo con el mismo entusiasmo-. Me encantará ayudarte. 
Minutos después estamos en su habitación. Es una copia de la mía y está casi tan ordenada como la mía. Mientras que en mi escritorio está la maleta que he traído conmigo, el suyo está repleto de papeles y libros de gramática inglesa. Ese es un pequeño desastre. 
Él tiene un mayordomo, eso no lo esperaba. Pero claro, teniendo en cuenta que él era uno de los seleccionados y que ello siempre cuentan con alguien del servicio a su disposición no me extraña. También sabiendo que a mi no me gusta tener a nadie del servicio encargándose de mi. 
Hay otra silla junto a su escritorio por lo que la tomo para mi y me siento junto a él. Lo ayudo con algunos ejercicios y después hago que lea un pequeño texto mientras corrijo su pronunciación. Apoyo la cabeza en la palma de mi mano y cierro los ojos para escuchar. 
- James... trabaja como... bombero...- continúa diciendo Henri. 
Sí que estoy cansada. Es como si me hubiesen colgado pesas de los párpados y luchara por mantenerlos abiertos. La voz de Henri hablando en ingles es muy graciosa, le añade un toque particular a cada palabra y también es bastante tranquilizante... casi como un dardo o unas pastillas para dormir. Pero, ojo, no es porque sea aburrido, es porque tengo sueño. Mucho... sueño. 




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7

- Como hables te disparo- amenaza la voz de Marid. 
Me incorporo rapidamente en la cama jadeando. Tardo unos minutos en enfocar la habitación antes de encontrar a Henri caminando hacia la cama. Eso me deja un poco desconcertada, pero... todavía estoy demasiado metida en el sueño para pensar en eso. 
- Solo era una pesadilla.- Me dice Henri mientras se sienta en el borde de la cama y pasa un brazo por mi cintura.
Trato de tranquilizarme un poco y de recuperar la cordura. Marid está muerto, no hay nada de lo que preocuparse ya. Él se fue, yo sigo aquí... ¿en la cama de Henri? 
- ¿Qué ha pasado?- pregunto girando mi cara para mirarlo a los ojos. Si a alguno de los dos se nos ocurre inclinarnos, vamos a vernos envueltos en una situación un poco íntima. 
- Te quedaste dormida mientras leía- responde señalando el escritorio y esbozando una pequeña sonrisa. 
- ¿Y me has traído hasta la cama?- le pregunto asombrada. 
- Apenas hay unos metros de distancia y, no es que peses demasiado- responde ampliando la sonrisa. 
- Podría haberme despertado y seguiríamos con tus clases. 
- Estabas cansada. No quería despertarte. 
- Tenías miedo de que me pusiera como una loca, ¿verdad?- bromeo y comienzo a reír-. ¿Creías que iba a tirar todos los jarrones de la habitación y que iba a ponerme a gritar?- continuo bromeando entre risas. 
- No- dije Henri terminando de reir y apoyando las yemas de sus dedos en mi mejilla. 
Mi risa muere rapidamente y me quedo quieta. Cierro

los ojos mientras apoyo mis manos en la pierna de Henri que está sobre la cama. Doy un pequeño suspiro mientras sus dedos hacen cosquillas en mi mejilla y esbozo una pequeña sonrisa. 
- Antes...- comienzo a decir en un susurro- antes, después de que se fuera Kile, quise decirte por qué no había podido dormir. Quería decirte que...- trago saliva- que cada vez que cerraba los ojos en mi habitación tenía la sensación de que alguien me observaba. 
Los dedos de Henri se detienen y abro los ojos. La he fastidiado. ¡Genial, Wendy, eres la reina del drama! 
- Lo siento.- Me adelanto a decir tratando de enmendar la situación. Solo puedo pensar en que mis ojos se ven tan suplicantes como suena mi voz-. Lo siento, no pretendía molestar. Solo pensé... 
Henri no me deja terminar la frase porque posa un dedo sobre mis labios. Cuando me mantengo callada él desliza las manos y las posa sobre mis mejillas. 
- Wendy, él ya no va a volver- dice tranquilamente-. Ya no te va a hacer daño. 
- Yo lo sé- aseguro-. Pero a mi mente le cuesta recordarlo. 
- Tal vez pueden poner a alguien para que esté contigo en tu habitación- sugiere. 
- No, no- rato de negar, pero como las manos de Henri se mantienen en mis mejillas no puedo mover mucho la cabeza-. Los sirvientes se pasan despiertos casi toda la noche... no quiero a ningún desconocido durmiendo conmigo para vigilarme. Imagina que me despierto asustada... ellos se sentirían incómodos sin saber qué hacer o decir. 
Henri se queda pensativo durante un momento antes de que

alguien golpee la puerta. Henri se separa de mi y camina hasta la puerta.
- ¿Está la señorita Singer aquí?- pregunta la voz de un sirviente en ingles. 
- ¿Wendy? ¿Aqui?- pregunta Henri en ingles. 
- Sí, señor- responde el hombre. 
- ¡Bien, bien!- exclama Henri dejando pasar al hombre. 
El sirviente se para frente a mi vestido con su uniforme y una postura recta. 
- La reina solicita su presencia para hacer una declaración de lo ocurrido anoche, señorita Singer- me comunica. 
- Está bien, gracias. 
- Si me acompaña la llevaré hasta la reina. 
- Por supuesto- digo levantándome de la cama y alisando mi ropa un poco. Encuentro mis zapatos en un lado de la habitación y los tomo para ponérmelos. Me cepillo el pelo con los dedos mientras sigo al sirviente. 
- Nos vemos después, Henri- digo mientras tomo su mano y le doy un suave apretón y una sonrisa. 
- Hasta luego, Wendy. 
***
No sé cuanto tiempo paso declarando lo que pasó anoche. Ni siquiera sé exactamente en qué momento de mi declaración comienzo a llorar y a respirar pesadamente. Pero es importante, según dice Eadlyn (y sé por como me mira que no le gusta hacerme hablar de esto), que la primera parte de la historia es importante. Sobretodo para saber cómo entró Marid en palacio. 
Salgo de la sala con un pañuelo en la mano y secándome de las lágrimas. 
- ¡Wendy!- me llama Eadlyn desde atrás. 
Me giro para esperarla mientras llega a mi apresuradamente. 
-

¿Estás bien?- pregunta apretando mi hombro. 
- Sí, gracias por preguntar- digo terminando de limpiar mis surcos de lágrimas saladas-. Henri ha pasado todo el día conmigo. Y está mañana estuvimos con Kile jugando al tenis. 
- Henri es muy dulce, ¿verdad?- pregunta ella sonriendo con cariño-. Tiene un corazón de oro. 
- No hace falta que lo jures.- Eso hizo que yo ría un poco-. Me da pena que no haya ganado tu corazón. 
- Seguro que hay alguien para él- declara seriamente. 
- ¡Vaya! No sabía que tú creías en esas cosas- digo asombrada-. Nunca has sido especialmente romántica. 
- ¿Así es como tratas a tu reina?- pregunta agrandando su sonrisa y llevándose una mano al pecho. 
- Lo siento, majestad- digo haciendo una ostentosa reverencia. Cuando me levanto pregunto-: ¿Cuándo debe irse Henri? 
- Mañana antes del almuerzo. No quiero que esté lejos de su familia mucho más tiempo y, tú tampoco deberías- responde con tristeza. 
- Oh, sí, lo estoy deseando- digo sarcásticamente. 
Volver a casa no es lo que más me apetece, la verdad. De ahí viene el que haya pasado dos cursos en otros países. Ese era preciado tiempo lejos de mis padres. Mi madre, Leah, es la que de vez en cuando está de mi parte. Pero mi padre, Kota, es otra cosa. Él trató de convertirme en una famosa escultora, como él, pero lo de esculpir no es lo mío. Siento que el arte no ayuda a la gente de la forma en la que yo quiero ayudar y, cuando intente explicarle eso y decirle que quería ser doctora, no se lo tomó

muy bien. Nos hemos distanciado más desde aquello y mi madre se ha quedado un poco en el centro como mediadora. Ella es nuestra arbitro en ese partido. 
***
Tomo el almuerzo en el comedor con todos los demás y me siento junto a Henri. Dado que las cosas se han puesto un poco raras toda la familia real, incluido de momento Henri, nos hemos sentado en esta mesa. No iba a dejar a Henri solo sentado en otra, ahora que La Selección se ha terminado. Puedo notar que esta situación lo tiene un poco nervioso por lo que aprieto su mano bajo la mesa durante unos segundos y le sonrío. 
Le traduzco a Henri toda la conversación que se lleva a cabo, hasta que la conversación se desvía a mi. 
- Ya nos hemos planteado que no te apetece trabajar en palacio, así que... ¿dónde quieres trabajar, Wendy?- pregunta America. Eikko comienza a traducir entonces. 
- Estoy abierta a muchas opciones- responde con sinceridad-. Tengo que tener una mente abierta porque sé que va a ser difícil. 
- No quieres que tu nombre influya en la decisión, ¿verdad?- pregunta Maxon. 
- No, quiero que si me contratan sea porque soy buena... no de la realeza, supongo. 
- En realidad ni siquiera tendría que trabajar- apunta Osten moviendo su tenedor para señalarme-. Como has dicho, eres de la realeza. 
- Eso ya lo sé, Osten. Pero no me voy a quedar sin hacer nada toda la vida- le explico con voz calmada-. He estado estudiando para ser doctora, y eso es lo que voy a hacer. 
- ¿Cuánto te queda para terminar?- pregunta

Eadlyn. 
- Seguramente termine la primavera que viene. Ya sabes, voy adelantada. 
He intentado adelantar tantos cursos como he podido en poco tiempo, tomando más asignaturas que los demás y pasándome horas y horas estudiando todos los días. Creo que no veo el momento de irme de casa, sinceramente. No es que no pueda soportar estar con mis padres, de hecho van bastante a su bola... pero son un poco pesados conmigo tratando de convencerme para que cambie de opinión sobre el rumbo de mi vida. 
- ¿Y justo después de eso quieres ponerte... manos a la obra?- pregunta Kaden levantando una ceja. 
- Bueno... sí, supongo. Estoy contando con que me llevará un tiempo encontrar trabajo- respondo algo incómoda. 
Después de eso la conversación vuelve a desviarse fuera de mi. 
***
- ¿Qué tienes planeado hacer esta tarde?- le pregunto a Henri mientras caminamos por el pasillo después del almuerzo. 
- ¿Te apetece aprender a hacer una tarta Runebergintorttu?- pregunta entusiasmado. 
- ¡Sí!- respondo abriendo los ojos de par en par y sin poder dejar de sonreír. A este paso me van a doler las mejillas-. Me encantaría. 
Poco después entramos en la cocina. 
- ¡Señorita Singer!- exclama Doris mientras llega a mi corriendo y me envuelve en un apretado abrazo. Los grandes pechos de la mujer chocan contra todo mi torso, prácticamente.
- Hola, Doris- saludo entre risas. La mujer es un encanto. 
- Me he enterado de lo que pasó anoche, cielo-

dice mientras me separa y me toma de las mejillas-. ¿Estás bien? ¿Te paso algo? Si yo hubiese estado allí ese...- deja de hablar cuando se da cuenta de la presencia de Henri. 
- No te preocupes, Doris. Estoy bien... ya se encargaron de todo y Marid no tuvo la oportunidad de hacerme daño. 
Aunque ha perturbado mi sueño de forma aterradora. 
- Me alegro por ti, cielo- dice pellizcando mis mejillas. 
Eso me deja un poco dolorida por lo que retrocedo junto a Henri mientras me las froto. 
- ¿Qué os trae aquí?- pregunta con una gran sonrisa y colocando sus manos sobre sus anchas caderas-. ¿Os habéis quedado con hambre y venís a por un poco de comida de contrabando?
Traduzco todo lo que dice Doris porque Henri merece saber esta parte. Lo miro a los ojos y los dos nos echamos a reír enseguida. 
- Henri va a enseñarme a hacer tarta de Runebergintorttu- le explico-. Estoy muy entusiasmada- digo antes de traducir. 
- ¡Perfecto!- exclama ella-. Avisadme si necesitéis algo, ¿vale?
- Gracias, Doris- digo antes de que ella se pierda entre el resto del servicio de cocina-. Todo tuyo, Henri- le digo señalando la cocina-. Dime lo que quieres que haga. 
Y así es como empezamos a hacer la receta. He probado la tarta de Runebergintorttu en Swendway pero no sé cómo se hace. Yo tan solo fui a la tienda y compre una. Sí, una, porque son pequeñitas... para una persona. 
Ayudo a Henri con la receta y se la sabe de memoria. ¡Madre mia! Eso es asombroso. ¿Cómo puede recordar todas las

cantidades? ¿Y todos los pasos? 
- Eadlyn me ha dicho que me voy mañana- dice Henri mientras esperamos a que las pequeñas tratas se hagan en el horno. Tengo la mejilla llena de harina y los pantalones negros tienen las marcas de haber sacudido mis manos en ellos. 
- Lo sé, también me lo ha dicho- comento mientras inclino un poco mi cuerpo hacia él-. Podrás ver a tu familia- le digo con una sonrisa-. A tu hermana pequeña Annika. 
La sonrisa de Henri se ensancha pero sigue pareciendo algo triste. 
- Voy a echar de menos esto- dice. 
- Lo sé- digo apoyando mi mano sobre la suya-. Yo también me voy mañana. Es hora de que vea a mis padres... Hace como nueve meses que no los veo. 
Los ojos de Henri se agrandan recordando que he estado fuera estudiando. 
- Tranquilo, yo no los he echado tanto de menos- añado entre risas-. La relación que tenemos es un poco difícil... Pero son mis padres, claro. Aunque parezca mentira- digo señalándome la ropa-, no vivo en palacio. 
Henri sonríe y levanta una mano hasta mi mejilla para quitar la harina de ahí, levanto los ojos para mirarlo directamente y sus mejillas se ponen un poco rosas. Aunque bien podría ser por el calor que hace. 
- Gracias, Henri- susurro mientras él baja su mano de mi mejilla. 
El horno suena unos segundos después y sacamos las bandejas con las mini tartas. La parte de la decoración es muy divertida y Henri se coloca detrás de mi y pasa sus brazos por mi alrededor para enseñarme a usar la manga pastelera... porque soy

un maldito desastre de cocinera. Y después colocamos la mermelada de frambuesas por encima de eso. 
- Creo que es hora de que compartamos esta obra maestra- sugiero mientras tomo una de las bandejas. 
- No hace falta que lleves una de las bandejas- dice Henri. 
- No importa, no la voy a caer. Te lo prometo- le digo a Henri con una sonrisa. Sé que no es por eso por lo que él no quiere que la lleve, es porque cree que siendo de la realeza no me gusta ensuciarme las manos y resulta que es lo que más me gusta. Bueno, y los pantalones, y la cara... 
Después de repartir las mini tartas en todas las personas del servicio que están allí recibimos besos por parte de Doris, quien por poco no nos deja sin cara. A Henri no parece importarle en lo más mínimo que la mujer le sobe la cara, creo que incluso disfruta con ello. 
- ¡Doris!- digo entre risas-. Lo vas a dejar sin cara.
Le traduzco a Henri lo que he dicho mientras ella se parte de la risa y se aleja feliz con su pastelito. 
Henri y yo tomamos los dos que sobran (porque hay gente que ha cogido más de uno) y nos apoyamos en la encimera para probar el resultado. 
Es como una fiesta en mi boca. Parece que todo está perfecto. 
- Es mejor de lo que recordaba- le digo a Henri después de tragar el segundo bocado, porque no podía hablar después de haberle dado solo uno. Cierro los ojos y miro hacia arriba mientras disfruto del sabor-. Ojalá pudiera comer esto todos los días- suspiro-. Claro está, me pondría gordísima- Henri se ríe a mi lado y su mano roza la mia. 
- Creo que nos ha salido muy bien- dice él con una sonrisa satisfecha. 
- Te ha salido muy bien, yo solo he ayudado- apunto-. Tú eres el cerebro de esta operación secreta culinaria. 
Los dos nos reímos a carcajadas después de eso. Doris nos sorprende con dos tazas de té y nos manda al jardín a tomar el aire. Casi echándonos de la cocina, pero con una gran sonrisa. 
Henri y yo nos sentamos en uno de los bancos bajo el sol de media tarde y tomamos el té hablando de cualquier cosa que nos guste, nos interesa o nos fascina. Seguimos llenos de harina, para que mentir, pero no me importa lo más mínimo. 
- Creo que deberíamos cambiarnos- le digo mientras volvemos al interior del palacio-. Estamos cubiertos de pruebas de nuestra misión secreta. 
- Sí. Son pruebas demasiado evidentes de nuestra intrusión a las cocinas- bromea. 
Me río sutilmente mientras volvemos a las habitaciones. 
- Nos vemos en la cena- le digo mientras lo dejo en la puerta de su habitación de invitados. 






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8

COMO ME IMAGINO A HENRI (ARRIBA)
Me doy una ducha a fondo y a conciencia. Eadlyn se baña muchas veces, o al menos es lo que hacía antes, pero yo siempre he sido de duchas. Después comienzo a trabajar en mi cara. Las noches en palacio son el momento en el que la gente se pone más elegante, además es mi última noche aquí, no quiero defraudar a nadie y aparecer con mi típico vestido suelto y en colores crema. Qué es genial, pero no para palacio. 
En su lugar escojo una falta corta, bastante y temo por ello, de tablas color azul marino con una franja ancha blanca en el borde. Me pongo una blusa blanca de seda y la meto por dentro de la falda. También me pongo una chaqueta azul marino con mangas francesas y bolsillos encima del pecho. Todo el conjunto se ve muy elegante. En lugar de ponerme tacones escojo unas simple bailarinas azul marino muy especiales, porque no son las típicas que se les pone a los niñas pequeñas o que llevan muchas de las mujeres de Illéa, estás son de un diseñador un poco más exclusivo... pero no demasiado, tampoco soy vanidosa. Son tan bonitas y se ajustan tan bien a mi tobillo con la tira que tienen. Mucho más cómodas que los tacones, desde luego. 
Cuando termino de prepararme recojo la maleta y dejo sobre la cama el pijama que me voy a poner esta noche. Dejo todo de la forma más ordenada posible para mañana no tener que entretenerme con eso y poder disfrutar las últimas horas al máximo. 
- Hola, Henri- lo saludo cuando me lo encuentro en el pasillo. 
Él me dedica una gran sonrisa y saluda con entusiasmo. Le

comento que no estoy muy segura de si me va a caber la comida después de haber comido esa deliciosa mini tarta. Él dice que seguro que soy capaz de comer algo, lo que me hace reír. 
Durante la cena Eadlyn propone un brindis por Henri, porque se va mañana de vuelta a Sota. Todos nos levantamos para escuchar su discurso. 
- Henri- comienza Eadlyn, cuando Henri escucha su nombre sonríe. Mi prima asiente hacia mi para saber si estoy lista para traducir-, los dos meses que has pasado aquí han sido especiales para todos. Sé que has hecho amigos- continua mientras yo traduzco-. Y aunque... La Selección no ha terminado como tú querías te voy a llevar en mi corazón toda la vida. Estoy segura de que hay alguien muy especial para ti, que te querrá con todo su corazón y a la que le encantará tu comida- toda la mesa rompe a carcajadas-. Espero que cuando hagas el pastel de nuestra boda... ya la hayas encontrado. Así que, Henri.- Él sonríe ante eso-. Gracias por haber formado parte de esta aventura... y gracias por haberme empujado hasta Eikko. Sin ti esto no habría sido posible. 
Todo el mundo alzamos las copas hacia el centro y las chocamos con delicadeza. Eadlyn se levanta una segunda vez después de eso y me parece algo raro. 
- Wendy, también quiero hacer un brindis por ti- anuncia Eadlyn mientras se vuelve a levantar. 
- ¿Por mi?- pregunto confundida mientras me quedo sentada en mi sitio. Todos me miran y noto mis mejillas calientes. Ella asiente en respuesta y Henri me tira de la mano para que me levante. 
- Quiero desearte mucha

suerte, porque sé que todo lo demás ya lo tienes- apunta con una sonrisa y le traduzco a Henri con algo de nerviosismo-. Eres constante, trabajadora, graciosa, cariñosa, valiente... una Singer en toda regla- declara. Todo el mundo se ríe de eso y yo trato de traducir lo más rápido posible-. Estoy segura de que vas a conseguir todo lo que te propongas en la vida y sé, que aunque nos veamos poco, estás de mi parte y de la de nuestra familia, la de tu familia. Espero que sea donde sea a donde te lleven tus sueños, encuentres el amor también. 
- Y que nos visites con más frecuencia- añade tía America. 
- ¡Eso!- declara Osten. 
Los miro y sonrío ampliamente. 
***
- Será mejor que llames a tus padres- me pide Eadlyn mientras salgo del comedor-. Se han enterado de lo que ocurrió ayer y quieren hablar contigo. 
- Gracias- le digo antes de comenzar a alejarme. 
- Espera- dice agarrando mi brazo-. Vamos a procurar mantener a la prensa lejos de ti cuando abandones el palacio, pero va a ser un poco difícil. 
- Vale- digo algo triste mientras me alejo de allí y camino a mi habitación Lo último que quiero es tener un montón de periodistas persiguiéndome para tener todos los detalles de lo ocurrido e inventarse unos cuantos más. Les encanta especular a los malditos. 
***
Unos minutos más tarde estoy caminando de arriba a abajo por el pasillo hablando con mi padre. 
- Si no hubiese ido de viaje esto no habría pasado- declara mi padre

enfadado. 
- Esto no me ha pasado en Swendway o en Italia, papá- digo rotundamente-. Ha sido en Ángeles. Deja de enfadarte porque no te guste que haya estudiado fuera.
- Ha sido en palacio, Wendy- apunta severamente-. Si hubiese venido a casa directamente...
- Me invitaron a venir. Es de mala educación rechazar una invitación y, además, me gusta estar aquí con mi familia- declaro molesta. 
- Nosotros también somos tu familia- me recuerda. 
- Sí, pero no me apoyáis. Estoy harta de discutir con vosotros porque no me entendéis- le digo apoyando la espalda contra una de la paredes del pasillo. Estoy cansada de dar vueltas. 
- Cuando vuelvas a casa hablaremos de esto y de cómo vas a afrontar a los medios. 
- No, no vamos a hablar sobre como afrontar a los medios. Los voy a ignorar y ya está. No voy a hacer entrevistas para las revistas ni nada de eso. No voy a hacer castings para películas, ni para modelo... Soy doctora, papá. Eso es lo que quiero ser. Si tan solo entendieras eso... 
Estoy tan frustrada que una lágrima se me escapa por la rabia. 
- ¿No puedes entender que casi muero ayer y que solo quiero volver a casa para que me deis abrazos y me digáis lo mucho que me queréis? Ni siquiera te preocupaste cuando le dio el ataque al corazón a tía America. 
- Hablaremos de esto en casa- declara antes de cortar la llamada. 
Me quito la lágrima de frustración de un manotazo mientras escucho una puerta abrirse. Los rizos rubios de Henri se asoman por la puerta de su habitación y mira

en todas direcciones hasta dar conmigo. 
- ¿Todo bien?- pregunta con sonrisa triste. 
- Sí- respondo suspirando. 
- ¿Sabes que mientes muy mal?- pregunta Henri ampliando su sonrisa. 
No me queda más remedio que devolvérsela porque es algo contagioso. 
- Gracias por decírmelo, trataré de mejorar para la próxima-. Hago una pequeña pausa-. Solo eran asuntos de familia un poco... delicados. 
- ¿Tienen solución?- pregunta sin salir de su habitación. 
- Sí, supongo que sí. 
- ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?- pregunta sinceramente. ¡Vaya! Realmente está dispuesto a ello. 
- Gracias, Henri, pero creo que no- respondo con pesar. Él se encoge de hombros-. Creo que debo irme a la cama. Nos veremos mañana. 
- Buenas noches, Wendy. Y recuerda que estoy a unas habitaciones de distancia. 
- Puedo molestarte a cualquier hora, lo pillo- digo riendo-. Gracias, Henri. Ya me has hecho sentir mejor, en serio. Buenas noches a ti también. 
Me cambio al mi pijama azul marino con bordes blancos y no dejo de pensar en cómo demonios he escogido este pijama y no me he dado cuenta de que iba conjuntado con la ropa que he llevado a la cena. Esta vez es de mangas cortas por lo que no abro las puertas del balcón, y no creo que las abriera ni aunque me estuviese muriendo de calor. Dejo mi pelo suelto. Tan soso como es mi pelo al natural, la verdad y me acuesto en la cama dispuesta a tener una noche de sueño reparador. 
***
Ingenua de

mi si creía que iba a poder dormir toda la noche placenteramente. Me despierto jadeando y con lágrimas cayendo de mis ojos. No estaba llorando solo en mi sueño, sino también en la realidad. Maldito Marid, no solo tenía que apuntarme con una pistola, también tenía que instalarse en mi cabeza de forma permanente. 
Me tambaleo hasta el baño y vomito en el inodoro. Cuando por fin siento que ya no tengo más que dar, me levanto y me lavo los dientes. También me lavo la cara con manos temblorosas. 
En vez de acostarme otra vez mi mente tiene otros planes secretos que mis pies siguen sin rechistar. Abro la puerta y salgo al pasillo. Iluminado por la luces aunque sea de noche. Camino de forma insegura y sintiendo el mármol bajo mis pies hasta estar frente a la puerta de Henri. Golpeo una vez suavemente, por si acaso no está dormido y la abro. La habitación está a oscuras y las puertas que dan al balcón cerradas. 
- ¿Henri?- pregunto insegura mientras paso al interior. 
Henri se mueve en la cama y después se apoya en los codos mirando hacia la puerta. 
- ¿Wendy?- pregunta soñoliento. 
Esto ha sido mala idea, Wendy. ¿Por qué siempre se te ocurren los peores planes? ¿No podías quedarte en tu habitación llorando hasta que saliese el sol? ¡Idiota! 
- ¿Te pasa algo?- pregunta frotándose los ojos. Puedo ver un poco más que solo la silueta de su cuerpo gracias a la luz que entra por las ventanas del balcón-. ¿Has tenido una pesadilla?.- Hace una pausa y retira las sábanas de su cama-. Ven aquí- dice todavía

medio dormido. 
Me retiro de su puerta y camino lentamente hasta su cama.
 ¡Wendy eres idiota, de verdad! Tu nunca te has acostado con un chico. Ni siquiera has ido a un colegio normal para conocer chicos. Claro, no he ido porque mis padres creían que un tutor era mejor por somos de la «realeza». Ni siquiera te acostaste con un chico en Italia y estabas en una maldita residencia. Ibas de fiesta, mucho, conocías gente...¿te acostabas con alguien? No, por supuesto que no. ¿Por qué con Henri? Los dos os vais mañana, idiota. 
Es como tener a un pequeño diablo en mi cabeza que cuestiona todas mis decisiones, es como mi demonio silencioso (porque nadie más que yo lo escucha). 
Me siento en la cama de Henri y me quedo con las manos unidas en mi regazo. Tengo tantas ganas de llorar y tantas ganas de no hacerlo... 
- ¿Era una pesadilla?- vuelve a preguntar él tomando mis manos con delicadeza, como si creyese que si me aprieta demasiado voy a romperme o a asustarme y salir corriendo. 
- No- miento. Puedo escuchar como una pequeña risa escapa de él. 
- Sigues mintiendo fatal- bromea-. Vamos, acuéstate. 
Hago lo que me dice sin pensarlo ni un segundo. 
- Estoy trabajando en ello- aseguro mientras me giro para mirarlo y sonrío. ¡Maldición! ¿Cómo consigue que sonría cuando quiero llorar?
Estamos tan cerca que si me muevo unos centímetros nuestras narices chocarían y eso que la mía es muy pequeña. Es una cercanía tan abrumadora que tengo que pestañear varias veces para poder concentrarme.

Maditos rizos rubios, malditos ojos, maldita sonrisa dulce, maldita cara de niño bueno, maldita personalidad de niño bueno y maldito corazón de oro. ¡Maldigo todo y lo adoro igual! ¿Cómo? Solo han pasado dos días desde que nos conocimos, la gente tarda... Vale, no. Eadlyn se ha enamorado en dos meses y ella solo habrá visto a Eikko unas cuantas horas de todo ese tiempo. 
Levanto una mano y la apoyo en su mejilla. Está suave cuando muevo un poco los dedos. Nunca he visto a Kile, Henri o Eikko con barba. Me gusta que sea suave. Mucho. 
- Voy a echarte de menos, Henri- susurro de la forma más dulce que puedo. O sea, una forma que no me haga acabar llorando porque parece que me he vuelto una llorona desde que he vuelto a Illéa. 
Henri alarga los brazos y me rodea la cintura para arrastrarme hasta abrazarme. Su barbilla apoyada encima de mi cabeza y mis manos han bajado para rodearlo también. 
- Yo también te voy a echar de menos, Wendy- dice con su perfecto acento en finlandés. 
No quiero preguntarme si él sigue enamorado de Eadlyn, no quiero tan siquiera planteármelo. No es justo que yo piense que no le duele que Eadlyn está enamorada de su amigo. Y aun que sé que él quería estar con Eadlyn también sé que está feliz de que ella esté con Eikko. 
Y ni siquiera he tenido que preguntarle para saberlo. 
Escucho el latido de su corazón bajo mi oreja y me quedo un poco hipnotizada. Ni siquiera necesito mi estetoscopio para oírlo en este silencio tan cómodo. Sus manos se mueven por mi espalda hasta acariciar

mi pelo y suspiro de felicidad. 
- Gracias, Henri- separo la cara de su pecho y me muevo para mirarlo a los ojos-. Gracias por ser tan bueno, dulce y considerado conmigo. 
Estaba sonriendo pero su sonrisa está desapareciendo. Lo primero que se me viene a la cabeza es «la has cagado» por lo que trato de retroceder. 
- Lo siento- comienzo a decir mientras me alejo de él torpemente y me enredo un poco con le finlandés-. No quería ofenderte... 
- ¿Ofenderme?- pregunta tirando de mi nuevamente-. Creo que si quieres ofenderme tienes que usar otras palabras del vocabulario finlandés. Esas eran más bien halagadoras. 
- Es lo que pretendía- respondo en un susurro y bajo la mirada-. Pero creo que no te han sentado muy bien. 
- No, Wendy- dice agarrando mi barbilla y tirando hacia arriba suavemente-. En realidad sólo estaba pensando en decir unas cosas tan bonitas en tu idioma... pero es difícil.
- Lo sé, Henri. Y también sé que no tienes que decir nada- esbozo una pequeña sonrisa. 
- Bueno, en realidad tampoco sabría exactamente como expresarlo en mi idioma- bromea y sonríe de manera que llega hasta sus ojos. Mi propia sonría se amplia. Toma una de mis manos y la guía hasta encima de su corazón. La deja descansando allí y noto el latido bajo la palma de mi mano. 
Con el golpeteo del corazón de Henri bajo mi mano y la forma en la que me mira, vuelvo a quedarme hipnotizada. Tal vez sea porque estoy excesivamente cansada. La mano de Henri moviéndose hasta mi mejilla hace que vuelva un poco

a la realidad. Pero si alguien me dijera que esto es un sueño me lo creería. 
Puedo ver que Henri está nervioso, pero aquí el determinado de los dos es él, porque mi noche está siendo como una montaña rusa. 
Cuando me besa sé que nunca en la vida me han besado de esa forma, nunca nadie me ha besado con tanta delicadeza ni ha hecho que quiera derretirme en la cama como si fuera un helado al sol. Nunca en mi vida he sentido tanto afecto y amor. Desde luego, no por parte de mis padres. 
Nos separamos cuando necesitamos tomar algo de oxigeno para no morir y apoyo mi cabeza en su pecho de nuevo. 
- Duérmete, Wendy- susurra Henri mientras me abraza y me acaricia el pelo. Oigo el latido de su corazón de nuevo y cierro los ojos. 
***
- ¿Wendy?- oigo preguntar a Henri-. Hay que prepararse para desayunar. 
Abro los ojos poco a poco y después pestañeo muchas veces hasta acostumbrarme a la luz del sol. Henri tiene la cabeza apoyada en una mano y el codo en la cama. La otra mano descansa sobre mi cintura suavemente, como si fuera una pluma. 
- Buenos días, Henri- saludo esbozando una sonrisa de tonta. ¡Genial! Ahora tengo ganas de darme una bofetada. Por supuesto mi sonrisa no vacila a causa de estos pensamientos tan derrotistas. 
- ¡Buenos días hoy!- exclama Henri en inglés mientras tira de mi cintura para acercarme. La risa se me escapa al oírlo hablar en ingles. Mis piernas desnudas chocan contra las suyas cubiertas por sus pantalones largos de pijama. 
- Sí, son buenos- le digo en finlandés. 
Henri me besa en una mejilla delicadamente, después en la otra y al final en los labios. Nos besamos más de una vez y siento ese calor en mi pecho, esas ganas de derretirme aunque no sea posible y la inmensa determinación a alargar el momento. Es como cerrar los ojos, sentir sus labios contra los míos y hacer desaparecer el mundo por arte de magia. Pero nada dura para siempre y el desayuno nos espera. 
Me levanto y me aliso un poco el pelo con los dedos esperando que no esté echo un desastre por la noche que he tenido. ¡Menuda noche! 
- ¿Te voy a recoger a tu habitación?- propone Henri acercandose a mi y tomando mis manos. 
- ¿Por qué no el que acabe primero de arreglarse?- pregunto a cambio. 
- Eres muy lista- dice antes de abrazarme con suavidad y besarme la frente. 
- Nos vemos después- le digo antes de salir de allí sabiendo que voy en un maldito pijama de pantalón corto. 
¡Bien, Wendy! Tu primera noche durmiendo con alguien. ¡Felicidades! No es como si él no hubiese visto tus piernas desnudas antes, ¿recuerdas? Tío con pistola, tú en pijama... Eso no cuenta de todas formas, nadie se estaba fijando en mi poca ropa sino en la pistola apuntada a mi sien derecha. 
Dentro de unos años todo esto quedará en un recuerdo que me provocará risas. 




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9

Por primera vez en la vida quiero estar guapa. No guapa como todos los días sino... especial, especialmente guapa. Y, también por primera vez en mi vida, escojo algo que no suelo llevar. Unos pantalones que no son de tela vaquera, unos pantalones con una especie de tela cosida de una forma que es particular de esa marca y que son los pioneros en hacerla. Tengo el conjunto de chaqueta y pantalón por lo que solo necesito un top blanco y simple que no destaque. El trenzado es rosa y blanco, lo cual también es un pequeño cambio. Elijo mis zapatos de tacón blancos con los dedos al aire una tira por el empeine y otra alrededor de mi tobillo. Después me traslado al baño y me cepillo el pelo a conciencia y me aplico un poco de maquillaje sutil sin siquiera pintar los labios. 
Soy la primera en terminar por lo que salgo de mi habitación para buscar a Henri. Golpeo su puerta suavemente una vez y espero a que abra. 
- Buenos días- saludo jovialmente-. De nuevo. 
- Bueno días- responde mirándome de arriba abajo. Su expresión cambia un poco y me mira de forma divertida-. ¿Vas a algún lado? 
- Voy a desayunar- respondo confundida. Es una broma, ¿verdad? Sí, seguro que sí. 
- Yo también- dice cerrando la puerta detrás de él con una sonrisa dulce. Bueno, él es dulce en general. 
- Menuda coincidencia- digo agarrando su mano y continuando con la broma. 
- ¿Has dormido bien?- pregunta antes de besarme en la mejilla suavemente. 
- Sí, gracias por dejar que me quedase.- Mejillas rojas en 3, 2... ¡rojas!-.

He dormido genial gracias a ti. 
- Ha sido un trabajo en equipo- dice Henri encogiéndose de hombros. 
- No, no- niego-. Esta vez el mérito es todo tuyo, en serio. 
- Está bien- declara-. Aunque yo he disfrutado mucho. 
- Yo también- digo antes de aclararme la garganta-. ¿Vamos a hacer algo hoy? 
- Tengo que hacer la maleta después del desayuno- responde apenado-. ¿Tu ya tienes la tuya hecha? 
- Sí, la hice ayer antes de la cena- respondo con una sonrisa orgullosa. 
- Tan lista como antes. 
Me dedica una sonrisa y nos acercamos a las escaleras para bajar al comedor. Me separo de Henri para agarrar la barandilla antes de escuchar como nos llaman. 
- Buenos días- saludan Eadlyn y Eikko mientras llegan de la mano. 
- Buenos días- respondo dandole un vistazo a sus manos unidas. 
No creo que me hubiese gustado que nos hubieran pillado a Henri y a mi cogidos de la mano. No cuando solo es el tercer día después de que se anuncie que Eikko va a casarse con Eadlyn. No tres días después de que Henri no fuese el... seleccionado o lo que sea. 
- Hace una preciosa mañana, ¿verdad?- pregunta Eadlyn. Le traduzco la pregunta a Henri mientras le echo un vistazo a los ventanales. Sol radiante, día perfecto para estar fuera. 
- Parece que me has sustituido- comenta Eikko tímidamente. Él se traduce a si mismo y todos reímos.
- Sí, es que me... me moría por el puesto recientemente vacante. Para qué nos vamos a engañar- bromeo encogiéndome de hombros.

Me traduzco a mi misma. 
- Se le da bien- añade Henri. Le doy una mirada dulce mientras Eikko lo traduce. 
- ¿Vais a salir después para aprovechar la mañana?- pregunta Eadlyn. Traduzco. 
- No, tenemos que hacer las maletas- respondo. Eikko traduce y Henri frunce durante un segundo el ceño. 
- Es una pena que tengáis que pasar las últimas horas haciendo las maletas- dice Eadlyn con pesar. Eikko traduce todo-. Seguro que el almuerzo se siente más vacío. 
- Y más tranquilo- añado entre risas. 
- Eso es una tontería- dice Eadlyn-. Nos vemos tan poco que parece mentira que vivas a cinco minutos en coche de aquí. 
- Questa è la vita, amico- digo con mi mejor acento italiano. Gracias al año en Italia, por cierto. 
- Y ahora responde en Italiano. Como hables en francés...
- Vous voulez que je dise en français?- le pregunto en ese idioma. Henri no deja de mirarme mientras Eadlyn hace una mueca de asco. 
- ¡Me recuerdas a Camille!- gruñe ella. 
- ¡Eh!- me quejo de broma-. No me compares con la mujer de tu hermano, eso es asqueroso- digo arrugando mi pequeña nariz. 
- Pararé de compararte con ella si dejas de hablar en francés o... en italiano- asegura-. En serio, para. 
Asiento mientras sonrío de oreja a oreja. Eadlyn toma a Eikko de la mano y lo arrastra lejos de su amigo. 
- ¿Cuál es tu secreto para saber tantos idiomas?- pregunta Henri esperanzado. 
- No haber tenido infancia- le digo mientras camino hacia el comedor. 
Henri

tarda unos segundos en reaccionar. 
- ¿No has tenido infancia?- pregunta deteniéndome antes de que entre en el comedor. Casi me caigo de culo por eso, pero Henri me agarra a tiempo. 
- Digamos que estaba demasiado ocupada con mis tutores como para poder hacer amigos o salir a jugar- respondo brevemente. 
- Lo siento- dice Henri suspirando. 
- No es tu culpa. Ni la mia, la verdad- lo consuelo-. Venga, vamos. Me estoy muriendo por un desayuno en condiciones. 
***
- Le dije a Eadlyn que teníamos que hacer la maleta para así poder ayudarte con la tuya y que no se vea raro- le explico a Henri mientras entramos en su habitación. 
- ¿Vas a ayudarme con mi maleta?- pregunta con una sonrisa de infarto. 
- Trabajo en equipo, ¿recuerdas?- digo tomándolo por las mejillas-. Además, entre los dos terminaremos más rápido. 
- Por eso eres lista- dice antes de depositar un ligero beso en mis labios. 
Henri y yo hacemos su maleta a buen ritmo. Han sido dos meses enteros por lo que tiene ropa de sobra. Cuando terminamos estoy sobre el escritorio de su habitación y Henri entre mis piernas, pero la conversación no es para nada fácil, ni apasionada, ni sexy... es seria. 
- ¿Qué va a pasar cuando nos vayamos?- le pregunto a Henri apenada. 
- Podemos escribirnos, todavía es verano y estás en vacaciones, ¿cierto?- pregunta mientas mete una y otra vez mi pelo detrás de la orejas. Él movimiento me da escalofríos de placer. 
- Sí, tal vez pueda ir a Sota- le respondo un poco

ilusionada. Tampoco es como que me quiera quedar aquí todo el verano, menos con mis padres. 
- ¿En serio?- pregunta Henri iluminándosele los ojos. Azul claro... ¡qué bonito! Son diferentes y parecidos a los míos, todo a la vez. 
- Puedo intentarlo- le digo sin llegar a prometer nada-. Pero tendría que encontrar un hotel para quedarme que esté cerca de donde vives o una casa para alquilar- explico todos los puntos para que así vea que no es tan sencillo como aparenta. 
- Le preguntaré a mis padres si te puedes quedar con nosotros- propone antes de besar mis labios una y otra vez con alegría renovada. 
- Espera- digo alejando sus hombros-. Incluso si eso funciona así de bien, todavía tengo que pasar por un curso más de medicina. 
En ese aspecto tenemos suerte, solo es un curso más, cuando en realidad deberían de ser dos más (como mínimo). 
- Encontraremos una solución, Wendy- asegura antes de volverme a besar lentamente como si yo fuese un sueño que no quiere que acabe. 
Coloco mis pernas alrededor de su cintura y él me levanta de la mesa para llevarme hasta la cama y dejarme caer de espaldas. Suelto una risita cuando choco contra el colchón. Me arrastra al centro de la cama con sumo cuidado sin dejarme de besar. Sus labios se trasladan a mi cuello, mejillas, oreja... Me muevo un poco para quitarme la chaqueta a juego con el pantalón y Henri me ayuda con delicadeza. 
- Todavía tenemos mucho tiempo- dice Henri mirándome a los ojos. Sé que no se refiere al tiempo que nos queda hasta que

nos vayamos, sino al tiempo que tenemos después de eso: el resto de nuestras vidas. 
- Lo sé- digo mientras paso mi brazo por detrás de su cuello. 
Él junta su frente con la mía y respiramos el aire entre nosotros. El peso de Henri sobre mi no es más que calidez y cariño, él latido de su corazón contra mi pecho es como... el ritmo más bonito del mundo. 
Los besos dejan de ser tan apasionados y se convierten en algo casi tan dulce como los pasteles que hace Henri. Llenos de amor, esperanza, cariño... 
Son el principio de algo especial y único. 
***
- Han llegado sus taxis, señor Jakkopii, señorita Singer- nos comunica el sirviente de que siempre está en al puerta principal para recibir a las personas. 
- Gracias- respondemos a la vez. 
Todos se han despedido de nosotros y me han pedido por enésima vez que venga más a menudo a visitarlos. Eso me recuerda que también tengo que ir a visitar a la abuela Magda o me matará. 
Las despedidas de Henri no han sido menos dramáticas, creo que han superado a las mías con creces. La despedida con Eikko ha sido realmente emotiva y todavía más teniendo en cuenta que he sido la única que ha entendido lo que se decían el uno al otro. 
Dos sirvientes llevan nuestras maletas hasta los taxis. 
- Voy a echarte tanto de menos- le digo a Henri fuera del palacio con los ojos llorosos y la voz entrecortada. 
Los sirvientes siguen hacia los taxis llevando nuestras maletas mientras Henri tira de mi en un fuerte abrazo y oculto mi cara en su pecho. Mis brazos se aprietan alrededor de su cintura y los suyo por encima de mis hombros. 
- Nos veremos pronto- dice Henri también con la voz vacilante-. Lo sé- asegura. 
Levanto mi cara para mirarlo a los ojos y darme cuenta de que están brillantes por las lágrimas sin derramar. 
- Muy pronto- aseguro antes de darle un beso que nos deja sin aliento y jadeando por aire, aunque no de forma exagerada, tampoco quiero que piensen que lo estoy matando. 
- Y más besos- dice Henri en inglés. 
Eso hace que comience a reírme incluso sin tener demasiadas ganas. 
- Todos los que quieras- le aseguro en finlandés. 
- Querer venir a Sota, ¿verdad?- pregunta Henri en inglés y de repente serio. 
- ¡Por supuesto!- exclamo en inglés sin comprender. 
- Bien, bien- dice con suma felicidad en inglés-. Yo estudiar todos los días- asegura antes de besarme la mejilla lentamente como si quisiera dejar una huella en ella. 
- Hasta luego, Henri- digo mientras me alejo hasta mi taxi sin dejar de mirarlo y despidiéndome agitando la mano levemente. 
- Hasta pronto, Wendy- la forma en la que pronuncia mi nombre, lentamente y procurando detenerse en cada pequeña parte de él es como sencillamente perfecto. 
No hay nada que se vaya a interponer entre mi objetivo y yo. Ni siquiera mis padres. 


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Capítulo especial

Hoy es el día. Maldita sea, menudo vuelo. No he podido dormir en todo el viaje por los nervios. He tenido que secarme las manos en mis pantalones vaqueros tantas veces que tengo miedo de que haya quedado una mancha de sudor en mis muslos. 
Estoy segura de que he traído todo lo necesario y también estoy segura de que he ignorado a mis padres las suficientes veces como para convertirme en la peor-mejor hija de Illéa. La mejor hija por perseguir mis sueños y sacar buenas notas, la peor porque esos sueños no coinciden con los de mis padres y no me importa. 
Visité a la abuela Magda un día después de salir de palacio. Después de eso he ido varias veces durante este último mes para visitar a mi familia y tener un agradable almuerzo al aire libre. 
Un mes. Ese tiempo es el que ha pasado desde la última vez que vi a Henri. Lo he echado tanto de menos que hasta duele, es como si me doliera físicamente. Le he enviado cartas dos veces por semana y he recibido incluso más de él. 
He elegido ropa cómoda, no solo porque iba a viajar en avión hasta la otra punta del país, sino porque siempre me visto así, vaya. Así soy yo. 
He elegido unos vaqueros claros de talle alto, un top blanco con un cordón por debajo del pecho y un escote en "v" y mis bailarinas azul marino de la otra vez porque quiero estar cómoda. Al principio me puse unos tacones negros... pero era demasiado. Cinco horas de avión, nada más y nada menos. Cinco horas sin dormir y el hombre de negocios sentado a mi lado ha estado dormido desde que se sentó. 
***
Salgo

del avión junto al resto de la multitud. Ya me reconocieron cuando entré en el avión y fue un momento muy incomodo. «¿La realeza no viaja en su propio avión?» «Estamos sacrificando un poco nuestros lujos» Fue lo único que se me ocurrió responderle a la mujer. La mujer cotilla. No iba a decirle que este vuelo no es precisamente con permiso real. Es decir... ¿Eadlyn sabe que me voy? Sí ¿Sabe que es para ver a Henri y conocer a su familia? No ¿Sabe que tengo planeado hacer en Sota? Más o menos. 
Encuentro a Henri buscándome con la mirada entre la multitud de gente que salimos del avión. Cuando sus ojos se encuentran con los míos una inmensa sonrisa se extiende por su cara. Sin pensármelo salgo corriendo hacia él mientras mi pequeño bolso cruzado me golpea la cadera. ¿Veis? Zapatos cómodos. Importante para correr a por un abrazo que llevas echando de menos un mes. 
- Henri- digo mientras llego hasta él y salto a sus brazos. 
Él me coge en el aire y anclo mis piernas alrededor de su cintura. Paso mis brazos por detrás de su cuello y lo miro a los ojos antes de besarlo en las mejillas un montón de veces. 
- Te he echado de menos. Te he echado tanto de menos...- digo antes de recibir un suave beso en los labios. 
- Yo también- dice mientras me agarra de la cintura para bajarme. 
Algunas personas que se nos habían quedado mirando comienza a dispersarse, por suerte. De todas formas no creo que hayan entendido nada de lo que hemos dicho. He hablado en finlandés solo en las cartas que le he mandado. Intenté llamarle

a veces pero mi padre, Kota Singer (la oveja negra de la familia), me lo prohibió. 
- Estoy tan nerviosa- comento mientras vamos de la mano a por mis maletas. 
Me he traído dos, una más pequeña que la otra. Se supone que vengo para quedarme una semana, se supone. 
- No tienes por qué- asegura Henri posando un beso sobre mi frente antes de tomar una de mis maletas. La más pesada en realidad. Para qué mentir, soy una floja-. Saben que vienen y están más nerviosos que tú, créeme. 
- Imposible- aseguro mientras caminamos hacia la salida del aeropuerto. 
Tomamos un taxi para ir a su casa y Henri me explica que su padre no podía venir a buscarnos porque estaba ayudando a preparar las cosas y como Henri se mudó aquí hace un año... todavía no ha intentado sacarse el carnet. Tampoco es como si lo necesitara realmente. 
Dos horas después estamos en frente de su casa bajándonos del taxi. 
- Es preciosa- le digo a Henri. 
La casa es de un estilo clásico que ya apenas se ve. Tiene tres plantas y es estrecha. Toda la calle está llena de las mismas casas, pero ninguna tiene la fachada igual. 
- Esta es una especie de comunidad de gente de Swendway- explica Henri mientras toma mi mano para caminar al interior-. Por aquí solo se habla finlandés. 
- Lo que hace más difícil que aprendas inglés- apunto. 
- Sigues siendo muy lista- dice con una sonrisa. 
- Tu familia está ahí dentro, ¿verdad?- pregunto nerviosa. 
Henri asiente lentamente mientras me observa. Suspiro y me paso la mano

por la parte de arriba para planchar las arrugas invisibles. 
- Tranquila- dice mientras se acerca a la puerta para abrirla-. Yo estoy aquí. Ellos ya te adoran, de verdad. 
Esas frases tan tranquilizadoras no consiguen realmente nada. Pobre Henri, le ha tocado un día difícil conmigo. 
Henri me deja que pase primero y entramos en el pequeño vestíbulo. El suelo de madera, las estrechas escaleras de estilo antiguo, paredes color crema. 
- Voy a dejar las maletas aquí de momento, ¿vale?- me dice Henri mientras pega mis maletas a la pared. 
- Sí, claro- respondo tocándome la oreja porque no sé qué hacer con las manos. 
Henri me toma de los hombros y me conduce por el pasillo hasta la segunda puerta de la planta baja. En realidad no es una puerta, es un arco de madera... o como se llame esas cosas que no tienen forma de arco ni nada, pero tampoco tienen puerta. 
En cuanto entro en la habitación me llevo una mano a la boca cuando mi mirada hace contacto con la comida servida en platos sobre la mesa de comedor. Comida de Swendway... ¡Cómo la echaba de menos también a ella! 
Tres personas se inclinan en una reverencia y me quedo paralizada con los ojos como platos. 
- Oh, no, no- digo mientras me acerco a ellos-. No hay que hacer reverencias- digo con las mejillas rojas como tomates-. Por favor- les pido. 
Henri se enoje de hombros cuando lo miro. 
- Señorita Singer es un places tenerla en nuestra casa- dice la madre de Henri. Todos son iguales de rubios que Henri y tiene

la piel poco bronceada. Tampoco es como si yo la tuviera morena, la verdad. 
- Por favor, llámeme Wendy, señora Jaakoppi- digo mientras me acerco a ella para estrechar su mano suavemente. 
- ¿Estás segura?- pregunta la mujer. 
- Por supuesto... yo no soy tan de la realeza como mis primos. Yo no vivo en un palacio, solo en un edificio- bromeo. 
- Encantado de conocerte, Wendy- saluda el padre de Henri mientras me estrecha la mano suavemente-. Una pregunta, si no te importa. 
- Por supuesto- le digo. 
- Aunque no vivas en el palacio eres de la realeza, ¿verdad?- pregunta tímidamente. 
- Sí- respondo asintiendo-. Pero no me llaman majestad, ni tengo tiaras, ni visto vestidos todos los días... En realidad soy un poco lo menos real que hay dentro de la realeza. 
- Y quieres trabajar- recuerda la madre de Henri. 
- Sí, ese es el plan- digo con una sonrisa. 
- Hola, soy Annika- dice la hermana de Henri mientras se acerca a mi. Es de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. Es como una muñeca real de diez años, pero una muñeca de las que cuestan un montón porque son preciosas. 
- Hola, Annika. Henri me ha hablado de ti- digo mientras me agacho frente a ella. Sus mejillas se ponen rojas mientras sonríe como su hermano. 
- Él también habla de ti- confiesa Annika mirando hacia su hermano. 
Me rio ante eso mientras me levanto. Todos nos sentamos alrededor de la mesa de comedor para cenar. 
- Te hemos preparado el cuarto de Annika para ti- comenta la

madre de Henri. 
- Oh, bien. Vamos a compartir cuarto- le digo a Annika. 
- En realidad pensábamos que preferirías dormir sola- dice su madre confundida. 
- Y entonces, ¿dónde duerme Annika?- pregunto aun más confundida. 
- Con nosotros- responde el señor Jaakoppi. 
- No me importa dormir con Annika si a ella no le importa dormir conmigo- les digo.
- ¿En serio?- pregunta Annika ilusionada mientras sus rizos se agitan por su entusiasmo. 
- Claro que no. Es más, creo que me encantaría- le aseguro. 
Ella salta en su silla. 
- Bueno, está bien- dice la señora Jaakoppi-. Si a la... perdón, a Wendy no le importa entonces esta bien con nosotros. 
El almuerzo es exquisito porque todo el mundo en esta casa es un maldito genio de la cocina. 
***
- ¿Por qué me estás trayendo aquí?- pregunta Henri mientras lo arrastro de la mano hasta estar frente a un nuevo local. 
- Porque...- digo colocándome frente a él. Me muerdo el labio-. Esta es tu nueva tienda de repostería.
- ¿A qué te refieres?- pregunta agrandando la sonrisa. 
- Me refiero a que este local es tuyo para montar una pastelería o como quieras llamarlo. Puedes montar lo que quieras. Es tuyo. 
Henri ahoga un grito. 
- ¿Pero cómo....?- se queda a la mitad mientras me levanta del suelo y comienza a darme vueltas en el aire. 
Después se detiene bruscamente y me baja. 
- ¿Lo has comprado?- pregunta seriamente. 
- Sí- respondo sacando la llave del bolsillo de mi chaqueta. 
- Con dinero tuyo- no es exactamente una pregunta. 
- Sí, tengo dinero ahorrado. Pinté durante un tiempo cuando era pequeña y vendí muchos cuadros- le explico-. Quería ahorra dinero para estudiar medicina, pero me ha sobrado... un montón- confieso. 
- No puedo aceptarlo- dice Henri tomándome de la manos-. ¿Por qué lo has hecho? 
- Porque te quiero y sé que te gusta cocinar pasteles y creo que todo el mundo se merece poder comprar tus pasteles...- tartamudeo de la emoción. 
- ¿Qué has dicho?- pregunta sonriendo. 
Sonrío. 
- Que te quiero. 
Antes de que pueda pensar en lo que está pasando Henri tiene sus suaves labios sobre los míos y parece que no va a dejarlos ir nunca. Me separo en busca de aire y apoyo mis manos en su pecho. 
- Espera- le digo jadeando-. Esa no es la única noticia. 
- ¿Hay más?- pregunta Henri levantando solo una media sonrisa graciosa. 
- Sí. Voy a terminar la carrera en la universidad de aquí- digo mientras las mejillas comienzan a dolerme de tanto sonreír. 
Y... ahí van mis pies fuera del suelo otra vez. Y ahí llegan mis labios hinchados de tanto besar a Henri. Bienvenidos a mi nueva vida. 




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SORPRESA 



¡¡¡¡¡AQUÍ TENEIS EL VIDEO DE LA BODA DE HENRI Y WENDY!!!!! 
https://youtu.be/UmVmHKjq--M


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Seis años después

ESTO COINCIDE CON EL "BONUS EPILOGE" DE LA EDICIÓN DE ESTADOS UNIDOS SOLO QUE DESDE EL PUNTO DE VISTA DE WENDY. 
http://theselection.wikia.com/wiki/User_blog:Mina18/The_Crown_Bonus_Epilogue (este es el enlace al Bonus Epiloge en inglés)
FREDRIK (ARRIBA) 

La maldita entrada del palacio está abarrotada. Entre la familia, las damas de honor y los amigos casi no cabe un alfiler. Fredrik no deja de dar vueltas por el lugar y de jugar con Kerttu. Parece mentira que tenga cinco años ya. Me quedo junto a Henri quien sujeta el cochecito con Adda dentro de él dormida. Fredrik tiene el pelo rizado como Henri y hace unos días estuvimos en la playa jugando con la arena y disfrutando del sol de Ángeles. Adda tiene solo tres meses por lo que estar con ella en la playa siendo tan pequeña fue toda una odisea. Se pasó casi todo el tiempo dormida a la sombra. 
- Äiti- dice Fredrik en finlandés mientras se acerca a mi corriendo y vestido con su pequeño traje elegante. Kerttu lleva un traje que hace parecerla un pastelito con crema muy esponjoso-. Äiti- repite mientras me agacho y lo envuelvo en un abrazo. 
- ¿Te lo pasas bien, peque?- le pregunto. Él salta hacia arriba para que lo coja en brazos. Eso me va a matar en tacones, pero a él le gusta estar a nuestra altura. 
- Isä, isä- llama ahora Fredrik mientras tiende los brazos hacia Henri-. Quiero quitarme el traje- le dice Fredrik mientras se tira de la pequeña corbata. 
- Solo un ratito más, ¿vale?- le pide Henri quitándosela de las manos con suavidad. 
Fredrik

sabe hablar en finés y en ingles, pero entre nosotros solemos hablar en finés porque es más natural para Henri y así él puede expresarse mejor. 
- Además, estás muy guapo- digo yo pasándole una mano por la mejilla-. Seguro que quieres estar otra vez en pijama, ¿a que sí?- le pregunto con una sonrisa. 
- Sí- responde él ilusionado. 
- Pues si te dejas el traje puesto hasta que te avisemos, te prometo que mañana pasaremos todo el día en pijama, desayunamos en la cama y jugamos con los cojines- le pellizco la nariz y después le hago cosquillas. Él se retuerce bajo mis dedos durante unos segundos. 
- Para, mami- me pide entre risas. Dejo de hacerle cosquillas y él se pone serio-. Baja- le ordena a Henri para que lo deje en el suelo. 
En cuanto tiene los pies sobre la superficie echa a correr junto a Kerttu. 
- Ella no parece que tenga ningún problema con el vestido- observa Henri hablando sobre Kerttu y atrayéndome hacia él. Envuelve su brazo en mi cintura, dejando el otro libre para sujetar el cochecito, y yo apoyo la cabeza en su hombro. 
- Ahora no, pero espera a que llegue la hora de quitárselo- le digo mientras veo a Eadlyn llegar hasta Kerttu y Eikko. 
Después de ver a Kerttu hablarle a la pequeña barriga de Eadlyn se acerca corriendo a nosotros con su traje super pomposo de princesa. 
- ¿Puedo ver a Adda?- pregunta levantando los brazos para que la coja. 
- Por supuesto- digo mientras me agacho para cogerla. Pesa menos que Fredrik, lo que es un punto a favor. 
-

Le he dicho al bebé que quiero que sea niña- nos dice mientras se asoma al cochecito-. Mamá ha dicho que puede ser un niño. 
- Bueno, tendrás que esperar un poquito para saberlo- le digo-. A lo mejor se cumple tu deseo- le digo con una sonrisa. Ella deja de mirar a nuestro bebé y me besa la mejilla. 
La gente no sabe todavía que Eadlyn está embarazada y ella intenta ocultarlo lo mejor que puede, de momento. Esperamos que Kerttu no se vaya de la lengua. 
- Si es un niño... ¿os lo puedo cambiar por Adda?- pregunta Kerttu inocentemente. 
- Cariño- dice Eikko llegando hasta nosotros-. No creo que acepten el intercambio- le comunica mientras la toma de mis brazos. Él me da una sonrisa de disculpa y yo solo me río-. Adda es su bebé. 
- Pero ellos ya tiene un niño, ¿qué más les da tener otro?- pregunta triste. 
- Porque es su bebé- le dice Eikko. Ella se desliza fuera de los brazos de su padre-. Ve con mamá, te está esperando para que veas a la novia. 
Kerttu sale corriendo hasta llegar a Eadlyn. 
- ¿Tu no vas, Wendy?- pregunta Eikko en finlandés. 
- Ni muerta- digo rotundamente-. Prefiero quedarme con los chicos y ayudar a Henri. 
- Puedes ir si te apetece- dice apretándome la cintura. 
- Lo sé- digo con una sonrisa y mirándolo con cariño-. Pero quiero estar contigo. -Envuelvo mi mano en la suya y después miro a Adda. 
Mis padres no van a la boda y... sigue sin ser una sorpresa. Ya pienso que es mejor así. Después de que me fuera de casa, eso no les sentó nada bien. Ni hablar de lo raro que fue todo en mi boda. Fueron a la ceremonia e hicieron «acto de presencia» en el banquete. Fin de la cuestión. Es difícil viajar hasta aquí desde Sota, mucho más ahora que somos cuatro, la pastelería de Henri va viento en popa y yo trabajo en el hospital con los casos más difíciles. 
Henri y yo hacemos pasteles en casa algunas veces... bueno, yo ayudo y a mitad del proceso siempre acabamos bailando por la cocina cubiertos de harina y besándonos. Llevamos haciendo lo mismo desde que me mudé a Sota, la "tradición" comenzó en casa de sus padres. Algunas veces Fredrik nos ayuda a decorar los pasteles y... después se los come. 
Kile y su mujer, Alice, van a compartir coche con nosotros. Ella es un encanto y... una decoradora de interiores tan buena como lo es Kile siendo arquitecto. Ayudaron a rediseñar la pastelería dos años después de la apertura. 
Mientras caminamos hasta los coches oímos a Kerttu cantar, America riendo, Fredrik agarrando la mano de Henri, mientras a la vez empuja el cochecito con Adda dentro, y pregunta si estará la tarta de su papá en la boda. 
Y siento que todo lo que había planificado está hecho, a la perfección. Mejor que en cualquiera de mis maravillosos sueños. 


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Wikia: Wendy

WENDY CON 24 AÑOS (FOTO)
Esta es la información que debéis saber sobre Wendy recopilada. Wendy (arriba)

WENDY SINGER
Alias
Cielo (Doris)
Mamá (Fredrik)
Äiti (Fredrik) (mamá en finlandés) 
Género
Femenino
Estado
Viva
Edad

18 (La corona)
24 (Epílogo) 
Cónyuge 
Henri Jaakoppi
Familia
Fredrik Jaakoppi (hijo)
Adda Jaakoppi (hija)
Kota Singer (padre) 
Leah Singer (madre)
Magda Singer (abuela)
Shalom Singer (abuelo fallecido)
Señor Jaakoppi (suegro)
Señora Jaakoppi (suegra)
Annika Jaakoppi (cuñada) 
Un montón de tíos.
Un montón de primos. 
Ocupación 
Artista (anteriormente)
Doctora (actualmente)
Miembro de la familia real (actualmente) 
Provincia
Ángeles (anteriormente)
Sota (actualmente) 
Idiomas 
Inglés (lengua materna)
Finlandés/finés 
Italiano
Francés 
Casta 
Uno (si siguieran existiendo) 
Apariencia 
Wendy tiene el pelo rubio, muy largo e increíblemente liso. Sus ojos son azules. Su nariz es pequeña. Wendy es de la altura de Eadlyn. Su apariencia física proviene más de la familia de su madre, Leah. 
Curiosidades
-

Al principio Wendy se iba a llamar Gwendoline alias "Wendy" pero deje solo Wendy porque resulta ser un nombre en sí mismo.
- Según la wikia de La Selección Kota Singer vive en Carolina, pero yo lo he trasladado a Ángeles. (Ea, porque me ha dado la real gana) No, es broma, no sabía que no se había mudado. 
- Al principio la hija de Wendy y Henri se iba a llamar Veera, pero acabé poniéndole Adda. 
- Wendy no es buena cocinera, por lo que solo cocina con Henri. 
- Fredrik significa "soberano pacífico". Adda significa "noble y agraciada". Wendy significa " blanco, justa y bendito" Henri significa "gobernante de la casa". 
- Fredrik tiene el pelo rizado como Henri y Adda lo tiene liso como Wendy. 
- Al igual que todos los Singer, Wendy no cuenta con un segundo nombre. 
- La idea era que Wendy fuese hija de Gerad, pero él tiene 27 años durante La Heredera y La corona, por lo que las cuentas no salían para él. Además no está casado. Por estás razones Wendy terminó siendo la hija de Kota (39 años) y Leah. 
***BONUS***

ADDA (10 AÑOS)

ADDA (18 AÑOS)

FREDRIK (18 AÑOS)

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