
Lo mejor de mi vida
by ienede
¿Será casualidad que después de 6 años, te encuentres con una persona y cambie completamente el rumbo de tu vida? Conozcan la historia de Alejandra, una joven con apenas 16 años, loca, libre, soñadora y de carácter fuerte. Un día de verano, no tan común y corriente, se convertirá en el inicio de la mejor historia de su vida gracias a una persona no tan desconocida que le da un giro inesperado de 360 grados...
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1. Después de 6 años
-¡¡¡¡ALE!!!!- quería ignorar esa voz -¡Alejandra levántate! Es cuatro de julio, vamos para la playa a divertirnos!!!!!!- abrí mis ojos con dificultad y miré a la rubia de ojos marrones en frente de mí
-Isa, Isa... Por favor, déjame dormir un rato más- dije apartándola y colocándome la almohada en la cara
-¡No!- dijo quitando la almohada y abriendo las cortinas que dejaban entrar la brillante luz del día -Levántate, colócate tu traje de baño y vámonos ya por favor, no quiero llegar tarde...
-Ya voy, ya voy- me levante con dificultad y pesadez de la cama de Isabela y fui directo al baño
Mis ojos estaban completamente adormecidos, mi cara tenía marcas de la almohada y mi cuerpo se sentía demasiado pesado.
¿Quién soy? Bueno, mi nombre es Alejandra Collins, dieciséis años, hija de Albert Collins y Camila Jones, padres separados, una hermana con la cual peleo todos los días, una mejor amiga con retraso y complejo de autista y un novio ausente hace un mes. Soy todo un fenómeno, nótese el sarcasmo, mi vida es más común que las novelas que dan por la tele. Cabello oscuro, ojos oscuros, piel trigueña y de estatura media, nada extravagante.
Mi mejor amiga, Isabela Grey, es completamente contraria a mí, padres casados, sin hermanas con la cual pelear, sentimental, novio no ausente, aunque invisible e inexistente, rubia (aunque de ojos marrones), piel blanca y estatura media, muy extravagante.
Vivo literalmente en su casa. Mi vida es una guerra constante con mi madre y mi hermana, por lo que esta es la manera que utilizo para distraer la mente.
Hoy, es cuatro de julio, un día completamente movido especialmente aquí en Miami. Mi amiga, tuvo la brillante idea de ir a South Beach temprano en la mañana... Y aquí íbamos, de camino al lugar favorito de Isa, que no es mi preferido...playa.
-¿Y qué se supone que haremos?- le pregunté a Isabela, que estaba al volante
-¿Es una pregunta válida de hacer?
-¿Podrías dejar de contestar mis preguntas con preguntas?
-¿Lo hago?
-Ay, olvídalo- puse mi vista en la carretera -Quería dormir Isa, dor-mir, ¿porque no podías dejar esto para otro día?
-Porque no todos los días es cuatro de julio... Además, no te molestaría ver unos cuantos chicos allá...
-Isa...
-¡Ya sé! Pero él se fue hace un mes, no puedes seguir pensando en una persona que probablemente no vuelva Ale, tienes que distraerte, conocer nuevas personas y salir.- mi amiga tiene razón, pero una persona no se olvida de un día para otro
Lucas, fui su novia durante ocho meses que fueron los mejores meses de mi vida. No fue mi primer novio, y seguramente aunque lamentablemente no será mi último, pero definitivamente, fue la mejor historia que me pasó en la vida. Hace un mes se mudó para Los Angeles, dejando como despedida una sola carta que explicaba toda la situación. La tengo guardada, eso nunca va a ser arrebatado de mí. Aún lo extraño, aunque no haya comunicación, lo amo y quisiera volver a verlo de nuevo, pero... El destino sabrá, ¿no?
Llegamos a la abarrotada playa y casi no encontrábamos en donde estacionarnos. Por lo menos Isa y yo llevamos dinero para
comer fuera, por lo que teníamos un solo bulto con ropa y toalla y no era problema estacionarnos lejos y caminar, eso era lo de menos.
Bajé el cristal y el olor a mar me alivió. Después de todo, este no podía ser un mal día.
-Me estacionaré allí- Isabela señaló un espacio donde cabía perfectamente su Montero
Cuando se hubo estacionado, recogimos nuestro bulto y caminamos unos 7 minutos desde el auto hasta la playa, en donde conseguimos un buen lugar para poner nuestras toallas y acostarnos.
-Iré a bañarme- comenté levantándome y bajando mis pantalones cortos dejando al descubierto la pieza baja del traje de baño color blanca y cuando me quité la camisa, un top color rosa vivo.
-Voy contigo- Isabela hizo lo mismo que yo y nos dirigimos hacia el agua
Estaba demasiado fría... Demasiado. El viento estaba soplando fuerte y mi pelo oscuro se despeinaba (mucho más de lo que estaba).
-¿Alejandra?¿Isabela?- nos volteamos y nos encontramos con una amiga de la escuela, Kiana. Estaba completamente ebria, se le notaba en la voz. -¿Como están? No esperaba encontrarlas aquí...
-Pues aquí nos tienes- sonreí y ella se volteó sin decir nada más
-Gracias a Dios que ya se graduó- dijo Isa y tuve que reirme
-Creo que sería bueno caminar, ¿no?
Isabela asintió y salimos del agua. South Beach es precioso. He vivido y recorrido casi todos los estados de los Estados Unidos, pero Miami, Miami es mi verdadero hogar. Pertenezco aquí.
Caminamos sin rumbo, todo directo, queríamos llegar a lo último de este maravilloso lugar. Habían muchas
personas haciendo lo mismo que nosotras, por lo que habíamos más de 50 personas caminando hacia una misma dirección. Delante de nosotras, caminaban cuatro chicos, dos demasiado altos y dos de estatura promedio. De un momento a otro se desviaron y entraron al agua.
Isabela y yo continuamos caminando. No queríamos detenernos pero el cansancio se estaba apoderando de nosotras, por lo que decidimos entrar al agua.
-Oye Isa, ¿qué hay de Kevin?
Kevin es un chico que lleva toda su vida detrás de Isabela, pero ésta quiere quedarse monja toda su vida.
-Nada. Es un presumido. No podría estar con una persona como él.
-Entiendo...
-¿Hasta cuándo estarás en mi casa?- preguntó cambiándome el tema
-Hasta que la ropa de mi bulto se acabe- me miró
-Quiero que te quedes hasta que finalice el verano Ale. Es horrible estar sola todo el tiempo.
-Hablaré con mamá- sabía que no me diría que no, pero mi madre era demasiado impredecible
-Vale...- Isa se quedó mirando fijamente en algo
-¿Qué miras?- le pregunté
-¿No es ese uno de los chicos que estaba caminando frente a nosotras hace unos momentos?- me volteé y exacto.
Uno de los chicos que estaba caminando frente a nosotras estaba caminando dentro del agua a nuestra dirección.
-¿Hola?- se acercó el chico de tez morena y nos extendió la mano -Mi
nombre es Raymond, mis amigos y yo queríamos conocerlas- dos chicos más se acercaron a nosotras.
No puedo mentir. Estaban todos ¡BUENÍSIMOS! Pero, ¿no eran cuatro?
-Hola, soy Isabela, pero me pueden
decir Isa, todos me llaman Isa.- mi amiga estaba muy entusiasmada, en cambio yo, estaba igual de seria que hace minutos. Isabela me miró -Y ella es Alejandra, pero le pueden decir Ale- le agradecí internamente por presentarme
-Ellos son Fran y Elliot, amigos de toda la vida- Isabela y yo no hablamos
-Bueno chicas, y ¿qué edad tienen?- habló el que se dice llamar Raymond
-Diecise...- no terminé de decir la palabra que ya Isa me había pisado el pié bajo el agua
-Dieciocho- dijo Isa- ¿Y ustedes?
¿QUÉ? Isabela estaba cometiendo el error más grande de su cabrona vida. Tenemos 16 y, ¡acabados de cumplir! Nos está metiendo en un gran problema.
-Yo, veintidós- dijo Raymond -Él- señaló a Fran -diecisiete, y él- señaló a Elliot- veintiuno.
Perfecto, gracias por cagarlo Isa. Ahora tres mayores de edad literalmente, están creyendo que nosotras también lo somos.
-Y bueno, ¿qué me cuentan chicas?
Dejé que Isa hablara, ella fue la que mintió, así que ella iba a ser la que seguiría con ese jueguito.
(...)
Mientras Isa decía mentiras y mentiras, sin darme cuenta ya estaba bastante lejos de ella y de los chicos con los que hablaba animadamente. Seguí recorriendo el agua y nadando. El agua salada endurecía mi oscuro y largo cabello, pero no quería salir de ella.
Sumergí mi cuerpo completo en el agua, y sin importar el ardor que iba a causarme el abrir los ojos, lo hice. Abrí mis ojos debajo del agua y todo lo que se veía era una gran nube de arena, lo que me obligó a sacar mi cabeza y limpiar mis ojos.
Cuando mi cabeza
estuvo afuera, choqué contra un cuerpo y mientras limpiaba mis ojos, le pedía disculpas una y otra vez.
-Perdona, lo siento, no fue mi intención chocar contra usted- dije mientras restregaba mis manos en mis ojos por el ardor que me había causado el abrirlos
-No se preocupe...- una voz masculina habló -¿Te arden? Tengo gotas por si necesitas.
Abrí mis ojos y la persona que vi en frente de mí era ridículamente impresionante. Su cabello negro y peinado hacia arriba imperfectamente, con ojos terriblemente oscuros y tez blanca, era completamente bello. Vi un tatuaje en su hombro de una calavera, y una sonrisa radiante en su rostro.
-No, gracias, estoy bien- dije terminando de restregar mis ojos
-¿Segura?
Asentí.
-Veo que te aburriste del monólogo que les estaba dando Raymond a ti y a tu amiga.
Oh, ya lo entendía todo. Este era el cuarto chico, el que nunca llegó.
-Un poco, la verdad- reí
-Esos tres las tenían en la mira hace horas, ya veo que no descansaron hasta que les dirigieron la palabra, yo no quise molestarlas, por eso dejé que fueran ellos y yo vine a nadar más tranquilamente.
-Creo que son chicos simpáticos- no mentía. Eran simpáticos
-¿Cómo te llamas?- preguntó
-Alejandra, me llamo Alejandra- me coloqué mis gafas de sol ya que me molestaba un poco -¿y tú?
-Leo, la verdad es Leonardo, pero es largo y aburrido, por eso prefiero Leo- reí
-Esta bien, Leo. Un placer conocerte.- estreché mi mano
-Lo mismo digo...- sonreí -¿Sabes? Tienes una linda sonrisa.
Me sonrojé.
Nunca nadie, en la vida me había dicho que yo tenía una linda sonrisa... bueno, sí, una vez, hace muchos años.
-Gracias...- creo que era lo único que tenía que decir
-¿Cuantos años tienes Alejandra?- la pregunta difícil
No difícil de contestar, es que Isabela ya le había mentido a sus amigos diciéndole que teníamos dieciocho años, y si yo le decía a Leo que tenía dieciséis, iba a ser un pequeño problema. Opté por la peor opción, pero, no quería que mi amiga quedara como mentirosa. Después de todo, era muy poco probable volver a encontrarnos con ellos.
-Dieciocho, ¿y tú?- alcé mis gafas pero el sol me obligó a ponérmelas otra vez
-Veinte- sonrió -Tienes unos lindos ojos, con las gafas te ves bien, pero sin ellas te ves mucho mejor- sonreí y quité las gafas de mis ojos -Mucho mejor- sonrió, su sonrisa era impecable
-Y, ¿eres de Miami?- pregunté para montar conversación
-Hace muy poco, solía vivir en Chicago, pero por motivos de mi trabajo, tuve que lamentablemente mudarme.
-¿De verdad? Yo también viví en Chicago, hace mucho claro... Pero viví en Stickney...- me acuerdo muy bien, tenía 10 años cuando tuvimos que irnos de ahí
-¡Soy de Stickney! Vivo ahí desde que tengo memoria, hasta hace unos meses que tuve que mudarme.
-¿En serio? Que pequeño es el mundo- me agradaba
-Es demasiado pequeño...
Muchos recuerdos vinieron a mi mente, muchas historias de mi vida en Chicago, y muchas personas que marcaron mi existencia, !de mis mejores años sin duda alguna!
Entonces me acordé de algo... Un chico, de unos
catorce años, vestido de mujer en Halloween, ¡LEO! Ya yo había visto a este chico muchos años atrás...
-¡Lina!- Leo me miró sin entender nada -Tu mamá, ¿se llama Lina cierto?
-Sí... Pero, ¿cómo sabes eso?- preguntó sin aún entender
-Bueno, la verdad es que tú y yo ya nos habíamos visto años atrás, un treinta y uno de octubre, en Stickney precisamente, estabas vestido de mujer...- reí
-Sí- río casi a carcajadas -Que vergonzoso, me acuerdo perfectamente de ese día, pero lo siento Alejandra, no me acuerdo de ti...
-No te preocupes- sonreí
-Bueno, con más razón, que pequeño es el mundo... Un placer haberla encontrado después de...- se quedó pensando aunque sabía que por más que pensara, no iba a saber
-Seis, seis años- le recordé
-Para entonces, yo tenía unos catorce o quince años y tú unos doce- en realidad yo tenía diez. Me sentía culpable
Asentí.
-Ya veo que conociste a Alejandra- dijo una voz detrás de mí
-Sí, al igual que yo, estaba tratando de escapar de ustedes- dijo Leo y rieron -¿Y la otra chica?
-Aquí estoy- Isa venía hacia nosotros y pude ver en sus ojos lujuria por Leo -Mucho gusto, soy Isabela, pero me puedes decir Isa, todos me dicen Isa- estrechó su mano. Isa tenía que cambiar su forma de presentarse
-Leo, mucho gusto- dijo él
-Los chicos me dijeron que los acompañáramos hasta donde estaban ellos, ¿qué piensas?
Ay Isabela Grey, quisiera matarte, no sabes...
-No hay problemas- no quise parecer descortés
Todos salimos del agua (incluyendo a Leo) y emprendimos
una larga caminata hacia donde ellos se encontraban.
-Isa- me le pegué para que los chicos no escucharan -Vámonos, nuestros teléfonos están en nuestros bultos y tenemos que tener unas mil llamadas perdidas de tu mamá- le dije casi en un susurro
-¡Que va!- estúpida
Vi que Leo estaba buscando la manera de estar a mi lado y hablarme, mientras Isabela hablaba animadamente con Elliot y Fran. ¿Qué ya no habían hablado lo suficiente?
-Y, Alejandra, ¿cómo va tu vida amorosa?- preguntó Leo logrando posicionarse a mi lado
Pensé: es uno más del montón. De los que quieren saber sobre tu vida amorosa para saber que es lo que fue mal, conquistarte, enamorarte y luego dejarte...
-Nada especial. Hace un mes que no sé nada de la persona de la cual estoy enamorada- le dije. Quería ser sincera. No quería mentir acerca de nada (además de la edad, con eso habían sido mentiras suficientes)
-Oh, lo siento mucho. Yo hace unos seis meses que estoy solo, sufriendo claro...
-¿Porqué?
-La verdad, era la primera persona que sabía que me quería por mi personalidad, no solo por mi físico o mi buen trabajo. No, ella sí me quería por lo que era... Pero su madre era un gran impedimento, no nos quería juntos. Y es una estupidez en realidad porque somos adultos ¿no? Dime, tú con dieciocho años, ¿permitirías que tu madre decida por ti?- es una pregunta difícil porque NO tengo malditos dieciocho años
-No, claro que no...- me limité a decir
-Pues ella lo hizo, y nos alejamos día a día hasta que ya no hubo más comunicación. No sabes lo
mucho que he sufrido por esa mujer... La amaba, la amo. Seis meses no han sido suficientes para arrancármela del corazón, pero ya se me fueron las esperanzas, ya no volverá nunca- sus palabras eran demasiado penetrantes, su dolor se expresaba a través de ellas...
-No sé que decirte... Pienso que mereces algo mejor- no era buena en estas cosas
-Con el hecho de que me hayas escuchado, me ha ayudado lo suficiente. Gracias Alejandra- sonreí
-Ha sido un placer Leo...- creo que me sentía bien conmigo misma
Cuando llegamos al lugar en donde ellos se encontraban, Leo y yo nos sentamos en la arena con vista al mar.
-¿No crees que las mejores cosas pasan por casualidad?- preguntó, lo miré y su vista estaba fija en el horizonte
-¿Porqué lo dices?
-Por nada...- me miró y sonrió
-¡Leo! ¿Cerveza?- preguntó Raymond a nuestras espaldas
-Claro- contestó
-¿Y tú Alejandra?- preguntó
-No, estoy bien. Gracias- asintió y se dio la vuelta
Miré hacia atrás y vi a Isabela con una cerveza. Iba a matarla. ¿Bebíamos? Claro que bebíamos, pero no con extraños acabados de conocer.
Me levanté de la arena y me dirigí hacia allá.
Cogí a Isabela por el brazo.
-Deberíamos irnos ya Isa- le dije pegada al oído
-Esta bien, esta bien. Chicos, ha sido un placer conocerlos- dijo Isa despidiéndose de ellos, yo me limité a decir adiós con las manos
Me lleve a Isabela lejos de ahí.
-¡Alejandra!¡Alejandra! Espera- escuché una voz masculina un poco fatigada y me volteé
Leo estaba doblado tratando de recuperar aire.
-¿Estás bien?- pregunté
-Sí, solo, quería agradecerte de nuevo y saber si podrías darme tu número de teléfono. Me hace bien una amiga como tú...
He aquí el problema. Habíamos mentido acerca de nuestra edad y ahora uno de esos chicos quería mi número. Y no cualquier chico, Leo. Ahora iba a ser casi imposible salir de esta mentira en la que Isabela me había metido.
-Perfecto- sonreí
La verdad es que quería dárselo. Me agradaba. Es una persona con la que sé que podría hablar horas sin cansarme.
Le dicté mi número y lo guardó. No tenía mi celular encima, por lo que no pude guardar el de él.
-Creo que tienes nuevo galán- dijo Isabela cuando Leo se encontraba bastante lejos de nosotras
-Por Dios Isabela, ya la bebida te está haciendo efecto. Vámonos.
Llegamos al lugar en donde estaban nuestras cosas y cogimos nuestros bultos. Caminamos de nuevo hacia la camioneta de Isa y cuando nos montamos abrí mi bulto y saqué mi teléfono.
Número desconocido: Ale, hola. Este es mi número. Muchas gracias por hoy. Espero verte pronto. Leo.
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2. Problemas
-Tú solita me vas a sacar de ésta mentira Isabela Grey, ¡Tú!- Isabela reía a carcajadas sobre su cama -¡No es nada gracioso! Dime, ¿qué voy a decirle? "Ay, tengo dieciséis años, perdona por mentirte"
-¡Él no tiene que enterarse Ale! No seas exagerada.
-¿Cómo que no tiene que enterarse?- dije sentándome a su lado -O sea, ¿quieres que sostenga esta mentira?
-Mira, la verdad es que es muy poco probable que se vean de nuevo. ¿Cuál es el problema con seguir fingiendo que tienes dieciocho? Ninguno. Él no va a pedir tu seguro social...- dijo Isa
Esto era increíble. No había hablado con Leo hace una semana, pero la idea de que me hablara y seguir fingiendo mi falsa edad, era horrible.
-Tranquila. No pienses en eso. Si no te ha escrito, seguramente no lo hará nunca más.- es cierto. No creo que me escribiría así que dejé de pensar en eso
-Bueno, voy a darme un baño- me levanté de la cama -¿Me llevas a mi casa?- pregunté dirigiendo la mirada hacia mi amiga
-Sólo si es para que te quedes de nuevo...
-Isa, llevo casi dos semanas fuera de casa. Estoy segura de que a mi madre le gustaría estar conmigo aunque sea dos días. El sábado vuelvo, ¿si?
-Esta bien.
Mi amiga siempre que yo no estaba, estaba sola. Sus padres solo trabajaban y nunca le hacían compañía. Pero, no podía quedarme, aunque mi vida es una constante guerra con mi mamá, sé que el que me quede en casa unos días es adecuado.
Entré a la bañera y mientras el agua caliente bajaba por mi cabello negro y mi cuerpo desnudo, reflexioné. Sabía que no era
correcto el mentirle a un chico desconocido que me encantó, eso era algo que jamás se me habría pasado por la cabeza, especialmente cuando le mentí acerca de mi edad. Era algo grave. Es injusto de mi parte mentirle a una persona que al parecer fue demasiado honesto conmigo y vio en mi una persona de confianza.
Cerré mis ojos bajo el chorro de agua y me trasladé a aquel 4 de julio, al día en que sonreí verdaderamente después de casi un mes... No puedo creer que después de tantos años, volviera a encontrarme con una persona, y de una manera tan rara como hace día...
(...)
-¡Mamá, no por favor, no quiero ir al centro comercial!- le pedía casi en suplica
-No te vas a quedar aquí sola Alejandra Collins, ya te dije- sentenció
Isabela me había dejado aquí en mi casa hace unos 30 minutos y lo único que quería era dormir, no quería hacer nada. Mi hermana y mi mamá querían salir para el centro comercial y yo ¡NO QUERÍA! ¿Es que no entienden? Pero no...
Salí de mi casa con una cara de mil demonios y me monté en el auto de mamá. Odio, ODIO, salir con ella. Literalmente, lo aborrezco. Mi hermana salió corriendo de la casa casi matándose para montarse en el asiento del frente, algo que sinceramente no me importaba.
Llevé los auriculares puestos todo el camino, no quería escuchar absolutamente nada de lo que tenían que decir, solo quería perderme un rato en mi mundo.
Después de varios minutos en la carretera, mamá se estacionó y pude ver el centro comercial Island en frente de mí. Era gigante. Amaba venir aquí, no con mi mamá claro
está.
No seguí ni a mamá ni a Jenna, mi hermana, sino que me fui y caminé sola para sentir un poco más de tranquilidad. En realidad, ellas no se darían cuenta de mi ausencia.
Caminé y caminé, horas muertas, entré a las mismas tiendas una y otra vez. Amo estar aquí, la verdad es que es como un calmante. Entré a Forever 21 y vi unos gorros de playa, así que fui directo a ellos y me coloqué uno. Me miré en un pequeño espejo que estaba en la pared y sonreí, me gustaba. Era color crema y tenía una cinta negra en el medio. Mi teléfono vibró en mis manos y miré la pantalla. Leí:
Leo: Me gusta como te vez con ese gorro...
Mi corazón se aceleró. ¿Leo estaba aquí? Y, ¿me estaba viendo? Esto no podía estar pasando. Me miré en el espejo y me arreglé el cabello despeinado por culpa del gorro que me había puesto segundos antes.
-¿Sabías que te vez bonita así, con el cabello desarreglado?- mi corazón se aceleró mil veces más. La voz de Leo sonó en mi oído como un susurro. Estaba a mi lado y ni siquiera tenía el valor de voltearme -Y, nerviosa también...
Me volteé.
-Hola Leo- sonreí
¿HOLA LEO? ¿Serás idiota Alejandra Collins? ¿Es lo único que se te ocurre decir?
-Hola Ale- sonrió con su sonrisa perfecta -Creo que la casualidad quiere que nos encontremos- dijo divertido y lo miré riendo
-Creo que sí, ¿cómo estás?- pregunté
¿Que si como estaba? Buenísimo evidentemente...
-Muy bien, ¿y tú?
-Bien, gracias... ¿Qué te trae por aquí?- pregunté para montar conversación con él
-Quería
comprar un traje para una actividad del trabajo, pero no tuve suerte... para nada. ¿Y tú? Ya veo que te encantan los gorros, pero ¿además de eso?- este chico era un simpático del cielo
-Vine con mi mamá y mi hermana, querían dar una pequeña vuelta, pero es demasiado aburrido, así que aquí estoy- le dije un poco sonrojada
-Bueno, entonces, ¿quieres tomar algo?
No estaba nada segura. La mentira de que yo tenía 18 años seguía en pie y no sabía como decirle la verdad. Miré mi reloj y luego lo miré a él. Estaba esperando mi respuesta con un brillo en los ojos y no pude decir que no, no podía decir que no...
-Esta bien- acepté con el mayor de los placeres
No sé en que momento pasó todo, pero fuimos charlando por todo el centro comercial hasta llegar a una cafetería que se llamaba "Daylight."
-¿Nunca has entrado aquí?- negué con la cabeza -Es la mejor cafetería del universo, no exagero, te lo juro- reí
Entramos y habían unas dos mesas vacías, todas las demás estaban llenas de dos o tres personas máximo. La anfitriona nos recibió.
-¿Mesa para dos?
-Sí- contestó Leo -gracias.
Me miró y sonrió. ¿En qué momento este chico me había empezado a sonrojar?
Llegó la anfitriona con los menú y nos dirigió hacia una mesa que quedaba bastante apartada del medio. La luz tenue del lugar le daba un ambiente perfecto.
No nos habíamos sentado cuando vi que Leo estaba mirando a un punto fijo sin siquiera pestañear, traté de descifrar a qué o a quién estaba mirando, pero no veía nada inusual en la cafetería.
-¿Estás
bien?- le pregunté colocando mi mano en su hombro
-Kimberly- fue lo único que salió de sus labios
Miré otra vez hacia donde estaba la mirada de Leo y pude ver una chica de unos 19 años, con un tipo ya de unos 20 y tantos, sentados en una mesa, besándose.
-¿Leo?- el aún estaba con su mirada fija en ellos -¿Leo? ¿Estás bien? ¿Quieres que vallamos a otro lugar?
-No, no Ale, estoy bien, es solo que...- su voz se quebró. Pensé que lloraría, no estaba preparada para esto aún.
-Leo, yo...- no sabía que decir. Realmente no era buena para estas cosas. -¿Quieres que nos vayamos? ¿Quieres ir a otro lado a relajarte?- le pregunté aún sabiendo que mi mamá se iría de aquí en cualquier momento
-Quiero ir a mi casa, lo siento Alejandra. Nos vemos luego- salió de la cafetería sin decir absolutamente nada más
Pocos segundos luego salí yo. Kimberly. ¿Sería su ex-novia? Bueno, obvio Alejandra, casi llora por verla besándose con otro hombre, no podía ser nadie más que su ex.
Miré mi teléfono el cual no miré desde que me encontré con Leo. Vi que tenía 7 llamadas perdidas de mi mamá. Este era mi fin, la reencarnación de Adolfo Hitler iba a matarme.
Llamé con miedo a su respuesta.
-¡ALEJANDRA COLLINS! ¿DÓNDE DIABLOS ESTÁS?- sabía...
-Lo siento mamá, me dio un poco de hambre y entré a comerme algo- le mentí
-¡MÁS VALE QUE LLEGUES AL AUTO AHORA!- colgó
¡UGH! Estaba harta de ella. Ya quería tener los 18 años para largarme y no tener que depender de ella nunca más.
(...)
-¡ESTAS CASTIGADA ALEJANDRA!- llegamos a casa y estalló la guerra
-¿Perdón? ¿Castigada? ¡Pero si no hice nada!- le reclamé
-¿NO? ¡NO ME HAGAS ENOJAR MÁS DE LO QUE ESTOY Y VETE PARA TU CUARTO, NO SALES DE AHÍ EN UNA SEMANA, ¿ENTENDISTE?- gritó
-Si mamá...
Sin decir una sola palabra, fui a mi habitación y la cerré con llave. Quería descargar toda la furia que tenía sin que nadie me molestara. Me dejé caer en la cama y mis lágrimas comenzaron a bajar de mi rostro. Mi madre me tenía completamente cansada.
El sueño me invadió rápidamente y lo único que me despertó fue mi celular sonando debajo de mi almohada.
-¿Sí?- contesté sin leer
-Te debo una disculpa, ¿no?- Leo...
-No te preocupes- dije restregándome los ojos
-¿Que tal si mañana paso temprano por ti?
Ay no... ¿Qué diablos le iba a decir? No sabía si castigaban a una persona de 18 años...
-Bueno...
Sentí la puerta de mi habitación abrirse.
-Alejandra... ¿Se puede saber con quién hablas?- mamá...
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3. La verdad
-Em, si, Isa, hablamos horita- dije a mi celular y colgué
-¿Isa?- preguntó mi madre -¿Crees que me voy a creer esa mentira?- extendió su mano -Dame el celular
-¿Qué?- la miré sin entender que pretendía hacer
-Dame el celular Alejandra Collins y no me hagas repetírtelo.- su mano permanecía extendida
-Pero, ¿porqué? ¡No tienes ningún derecho!- le reclamé muy enojada y con mi voz quebrándose
-¡SOY TU MADRE!
Me importa poco darle mi teléfono, claro, si no tuviera la llamada de Leo.
-¡DAME EL CELULAR Y NO ME HAGAS REPETIRLO UNA VEZ MÁ..- su celular sonó
¡GRACIAS DIOS, ÁNGELES, Y A TODOS LOS QUE ME HAYAN SALVADO DE LUCIFER!
-¿Sí?- contestó mamá -Ay, hola Diana, ¿cómo estás?- se volteó y salió de mi habitación como si la discusión de hace segundos no hubiera ocurrido
Mi mente comenzó a trabajar en el segundo que ella salió. ¡Ugh! ¿Porqué ya no cumplía los dieciocho para largarme de aquí y no tener que verla jamás? Ese día lo esperaba con demasiadas ansias.
Agarré mi teléfono.
Leo: Mañana a las 11 a.m.
¿Que iba a decirle? Bueno... ¿Qué es la vida sin un poco de riesgo?
Alejandra: Te espero en Starbucks de South Beach. Hasta mañana.
Coloqué mi teléfono a mi lado y todo se volvió negro al cerrar mis ojos.
(...)
-Alejandra, Ale, despierta...- abrí mis ojos y vi a mamá
-¿Qué quieres?- le pregunté lo más seca posible
-Te vas con tu papá. Lo llamé y te buscará, te hará bien pasar lo que resta de verano con él- dijo con una sonrisa de satisfacción
en su rostro
-¿Qué? ¿Porqué hiciste eso?
-Porque soy tu madre y si quiero que te vayas con tu padre, te vas... Anda, levántate, haz un bulto y tu padre pasará por ti a las once en punto...
-Pero...
-Pero nada Alejandra. Ya te dije.
Tenía que ser una broma. Mi vida estaba definitivamente arruinada. ¿Como podía disfrutar de la desgracia de su hija?
Me levanté muy enojada de la cama y comencé a preparar un bulto con mucha ropa, con demasiada. Empaqué ropa interior, pantalones, camisas, tenis, sandalias, accesorios, todo lo necesario para estar allí lo que restaba de verano. Ella quería deshacerse de mí, entonces iba a saber de que Alejandra Collins era capaz...
Mi padre vive en Tampa. Tiene una bonita casa, pero NUNCA se encuentra en ella. Viviría encerrada, literalmente.
Mi celular vibró.
Leo: ¿A las 11?
Hay no... Leo. Se me había olvidado completamente decirle que no iba a poder ir, pero, ¿que excusa me inventaba? Esto de la mentira me estaba costando demasiado caro... Ahora todo era mentira, tras mentira, tras mentira.
Alejandra: Lo siento, se me presentó una emergencia. Otro día, ¿si? Buen día.
Ignoraría cualquier otro mensaje que me enviara.
(...)
Miraba por la ventanilla del auto mientras dejaba atrás a Miami, dirigiéndome hacia Tampa, para pasar el resto de mis vacaciones, en la divertida casa de mi padre. Nótese el sarcasmo.
-Tu madre estaba muy enojada cuando me llamó, ¿que pasó?- llevábamos unos 15 minutos de camino y era la primera vez que mi padre me dirigía la palabra
-Pregúntale- me limité a decir
-Alejandra, compórtate
con tu mamá- lo miré
-¡Es que estoy HARTA de tratar de ser una buena hija y que ella siempre trate de hacerme sentir que no valgo nada!- no sé porqué, pero las lágrimas me salieron
-Hija, tu madre lo que quiere es lo mejor para...
-¿Lo mejor? ¿Quiere lo mejor? !Siempre está gritando y castigándome sin razón! ¿Crees que eso es lo mejor?- lo miré con ojos bañados en lágrimas
-Solo quiero que te des cuenta.
-¡Tú y mamá son imposibles! Si me buscaste para hablar de eso mejor déjame aquí- le dije con mucho coraje
-Tranquila hija...
No le dirigí la palabra en el resto del viaje. Me coloqué los audífonos y lo ignoré hasta llegar a la casa. Era una casa hermosa, dos plantas y muy sencilla. El ambiente y el campo que la rodeaba la hacía ver aún más elegante. Amaba esta casa, solo que estar sola aquí no era nada divertido.
Me bajé del auto y subí a mi linda habitación. El viaje había sido agotador, tenía hambre, sueño y quería darme un largo baño.
Bajé por un sandwich y leí.
Isabela: ¿Donde estás?
Alejandra: Tampa.
Isabela: ¿Que ocurrió?
Alejandra: Te llamo luego.
Me comí mi sandwich y subí a mi habitación.
No había nada que hacer en esta casa, era completamente aburrido estar aquí todo el día. Fui a la pequeña biblioteca del estudio de mi papá y decidí leer "Nadie como tú" por décima vez. Era mi libro favorito. Definitivamente no había ningún libro mejor que este.
Me quedé en la sala leyendo página tras página sin cansarme. Horas pasaban y yo seguía leyendo sin darme cuenta de que la noche
ya había caído y mi padre aún no estaba en casa.
*Toc toc*
Alguien estaba tocando la puerta. Debía de ser mi padre, a lo mejor había olvidado sus llaves. Corrí a abrirla y cuando lo hice, lo único que vi fueron dos piernas, ya que el cuerpo de papá estaba escondido detrás de un gigante ramo de flores.
-¡Papá! No tenías que molestarte- dije volteándome y abriendo la puerta completamente para que pudiera pasar -Tienes que estar cansado, son las diez y acabas de llegar. Dame- dije cogiendo el gran ramo y alzándolo para llevarlo a la cocina -lo llevaré a la cocina en lo que te bañas.
Me dirigí hacia la cocina y admiré el lindo ramo de flores que papá había comprado para mí. Era hermoso. Tenía cientos de rosas color azul, eran mis flores favoritas. Las amaba. Papá ya lo sabía.
-Papá, te dije que subieras y que te...- no, no no no no no, esto no me estaba ocurriendo a mí.
Donde hace unos segundos dejé a papá, estaba... ¡Estaba Leo! Pero, ¿cómo?
Hay no... Entonces, todo este tiempo no le he estado hablando a papá. ¿Podía ser eso posible?
-Leo... ¿Qué haces aquí?- pregunté atónita. Aún no podía creer lo que estaba ocurriendo
-Vine a traerte esto- sacó un paquete de fresas
-Em, gracias pero no me gustan las fresas- las odiaba con toda mi existencia
-Ah, lo siento... No sabía- Leo se sintió un poco avergonzado pero luego reí
-No importa. ¿Que haces por aquí? ¿Quien te dijo que yo estaba aquí?- pregunté sentándome
-Isabela
¿Isabela? Pero ¿cómo? Que yo sepa ellos no tenían ningún método de comunicación...
-¿Isabela?
-Sí,
sabía que lo de la "emergencia" eran mentiras tuyas y quería saber si estabas bien... De verdad lo siento mucho. Fui un cobarde al dejarte sola en aquel centro comercial e irme como si estuviera escapando de algo- dijo Leo con mucha sinceridad
-La verdad es que estabas escapando de algo. Estabas escapando de tu realidad. Una realidad que debes enfrentar tarde o temprano, tienes que dejar sanar tu herida. Créeme, las agujas del reloj son la selladora de heridas que conozco- le dije desde el fondo de mi corazón
-Es que... Tú no entiendes- en sus ojos reflejaba dolor -¡Lo di todo por ella!
-Entonces ella es la que se pierde al gran hombre que eres. No te lamentes. Algo bueno llegará en su momento. Todo llega para quien sabe esperar- trataba de darle apoyo
-Gracias Ale- puso su mano sobre la mía -Eres una gran persona...
Sonreí y lo vi a él haciendo lo mismo. Oh Dios, que sonrisa tan hermosa.
Estuve tan perdida en su mirada que ni siquiera me había dado cuenta de que...
-¿Alejandra?- Papá estaba en la puerta y nos miraba con una cara de terror
-Papá, yo puedo explicarte...- dije poniéndome de pié
-¡Pues claro que vas a explicarme!- dijo muy enojado y dirigiendo su mirada hacia Leo -¿Quién es él y que hace en mi casa?
-Señor- Leo habló -Yo le puedo explicar. Soy un amigo de Alejandra, y quise venir para saber como estaba
-¡No quiero sus explicaciones joven!- dijo mi padre demasiado enojado -Estoy muy decepcionado de ti Alejandra. ¡Tienes dieciséis años! No puedes estar sola con un hombre en la casa.
-¿Dieciséis?-
Leo me miró sin entender nada
Ay no...
-¿Cómo que tienes dieciséis años?- me miró con una cara de dolor
-Yo... Leo yo puedo explicarte- hablé con mi voz quebrada
-No quiero explicaciones de tu parte... Me.. Me mentiste- negó con la cabeza -Me voy.
-No, Leo...- traté de ir tras él pero mi papá me lo impidió
-¡Tú te quedas aquí y me vas a explicar ahora mismo todo lo que acaba de suceder!
-¡Déjame en paz!- dije saliéndome de sus brazos -Tú a mi no puedes reclamarme nada. No has estado nunca presente en mi vida. ¡Ni tú ni mamá se preocupan por mí! Solo se ocupan de hacerme la vida un desastre! ¡Los odio, los odio a los dos, no saben cuanto los ODIO!- subí a mi habitación corriendo y pude sentir a mi padre yendo tras de mi
Cerré la puerta con llave antes de que llegara y el comenzó a pegarle tan fuerte que sentí que en cualquier momento podría tumbarla.
-¡Abre la puerta Alejandra!- lo ignoré
No quería escucharlo... No quería hablar con nadie. Solo quería dormir y olvidarme de todos mis problemas. Y el mayor de todos era Leo...
Ya sabía la verdad. Y tiene derecho a coraje porque aunque no somos absolutamente nada y prácticamente nos acabamos de conocer, le mentí. Y la mentira duele en cualquier aspecto, no puedo juzgarlo. Ahora lo único que podía hacer era dormir, y dejar que el tiempo se encargara de mí y mis asuntos...
(...)
-¡Aleeeeeeeeeeeeeee!
Escuchaba ruidos de metales y cubiertos dentro de mi habitación.
-¡¡¡¡¡¡Alejandra Collins, es hora de levantarte!!!!!!- abrí
un solo ojo y vi una rubia de ojos marrones con dos ¿sartenes? -¡Levántate Ale!
-¿Que haces aquí Isabela?- pregunté de muy, muy mal humor
-Vine a explicarle todo a tu padre. No fue fácil convencerlo pero al final me creyó... Perdóname. Sé que te metí en un gran lío diciéndole a Leo que viniera para acá- se sentó al pié de mi cama
-Um...
Ese no era mi mayor problema. Leo se había ido muy enojado y sentido conmigo y por más que pensé, nunca encontré la manera para disculparme con él.
-¿Pasa algo?- preguntó Isa preocupada
-¡Pasa todo Isabela! ¡Todo! Ayer Leo descubrió que tengo dieciséis años y se fue sin escucharme- Isa abrió los ojos del tamaño de dos pelotas de fútbol
-Ay, Ale... No pensé que..
-No, ya veo que no. Ahora me quedé sin su amistad.
-Pero podemos encontrar la forma de hablar con él y explicarle todo- dijo Isa con positivismo
-No creo que sea lo correcto. Tiempo al tiempo...
-¿Tiempo al tiempo? Ale, ¡Leo te gusta! Y creo que es un buen momento para que olvides a Lucas de una vez y por todas...
-Sabes que eso no va a ser posible Isabela... Lucas...
-Lucas se fue y lo único que dejó fue una carta de despedida. Ni siquiera fue lo suficientemente valiente para enfrentarte- Isabela tenía razón...
-En todo caso, no sé absolutamente nada de Leo...
-¿Nunca hablaron?
-Sí, pero fueron cosas que no tenían importancia. Solo sus pasatiempos, sus pasiones, nada más...
-¿Nunca te dijo algún sitio que le gustara?
*Flashback*
-¿Y que te gusta hacer Alejandra?- estábamos caminando por PacSun para llegar a Daylight
-No lo sé. La verdad es que no me encanta nada en específico...- me limité a contestar
-Um, eres...
-¿Rara? Si ya me lo han dicho.
-No, eres especial...- me sonrojé. Era como la décima vez en el día que me sonrojaba -Yo soy mas acuático. Amo el agua. En especial la playa, tranquilizo mi coraje con el mar...
*Fin del flashback*
-Ama la playa, dice que tranquiliza su coraje con el mar...- recuerdo muy bien esas palabras
-Entonces, ¿qué esperas? ¡Vamos para South Beach!
-Te dije que no lo voy a enfrentar...
-La Alejandra que conozco no le da espalda a sus problemas. Así que anda, levántate, iremos tras él.
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4. Algo completamente inesperado
-No creo que es una buena idea, vámonos. Es mejor que lo dejemos en paz... Además, no sabemos si esta aquí- le dije a Isa cuando llegamos frente a South Beach
Finalmente, me había convencido de venir, pero al llegar, los nervios me consumían el estómago y no quería ni siquiera bajarme de la guagua.
-¿Puede ser otro día?- miré a Isa con ojos suplicantes
-No. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy- me dijo Isa sonriendo
No quería hacerlo. No quería enfrentar mi mentira de esa manera, Leo tendría que estar demasiado enojado conmigo como para querer hablarme.
-Isabela, ¿porqué mejor no vas tú y le explicas todo? Después de todo, quien mintió fuiste tú.
-Porque no soy yo quien le gusta y le da igual que yo haya mentido o no. En realidad quien le importa eres tú- Isa dijo eso y el corazón comenzó a latirme demasiado rápido
-Esta bien, esta bien. Demos una mirada rápida y si no está, nos vamos- Isa aceptó y nos bajamos
South Beach era grande, pero estaba vacío. Si Leo estaba aquí, lo veríamos rápidamente. Caminamos en la arena, con la NO esperanza de que Leo estuviera aquí. Sentía como los nervios me consumían mientras avanzábamos.
-¿Qué le voy a decir cuando lo vea?- pregunté mirando a Isabela
-Pues simple. Que necesitas que te escuche porque hay algo que tienes que explicarle- Isa lo dijo como si fuera tan fácil
-Hay claro- me puse en frente de Isa y caminé de espalda -Hola Leo- comencé a ensayar -Es que, necesito explicarte todo lo de la mentira, de verdad no fue mi intención, no quiero que te enojes conmigo
porque pienso que eres una increíble persona...
-¿De verdad piensas que soy una increíble persona?- no sentí mi corazón en el pecho al escuchar esas palabras
Isabela me miraba con cara de asombro y yo ni siquiera tenía el valor para voltearme a verlo. Su voz resonó y revolcó todo mi estómago. Mi amiga se alejó sin decir una sola palabra y yo estaba aún espaldas a él tratando de ganar tiempo para ensayar lo que iba a decirle.
Recobré el valor y suspiré mientras me volteaba, estaba ahora enfrente de mí y me miraba directamente a los ojos.
-Nunca nadie ha pensado que soy una persona increíble- me dijo rápidamente
-Eso es porque no puedes leer la mente de las personas. Pero estoy completamente segura de que muchas personas piensan eso de ti- sonreí tratando de posponer el tema de la mentira
-¿Porqué me mentiste?- aquí vamos
No te saliste con la tuya Alejandra
-Es un poco complicado decírtelo. ¿Quieres que nos sentemos frente al mar? Así tranquilizas tu coraje...- lo miré cerrando los ojos por el candente sol
-¿Te acordaste?- dijo poniendo sus grandes manos como visera en mi frente para que el sol no me molestara
-Sí... Me acordé- sonreí
Caminamos hacia la orilla de la playa y nos sentamos en la suave arena. El sol ya estaba bajando su intensidad y el atardecer no tardaría en aparecer. No sabía de que manera comenzar la conversación y mucho menos la explicación. Mientras miraba la marea,
sentí que la mirada de Leo se posó en mí.
-Así que tienes dieciséis- lo miré
-Así es. Y quiero pedirte una gran disculpa por haberte mentido. No pensé que nos fuéramos a ver otra vez Leo. Todo comenzó como un juego y nunca se me pasó por la cabeza esto... De verdad no fue mi intención. Jamás mentí con otras intenciones, créeme...
-No estoy enojado...- esa fue su contestación
-¿No lo estás?
-No, creo que yo he dicho mentiras más grandes que tú. No puedo juzgarte por eso- me sentí completamente aliviada -Pero, ahora siento que debería ser un poco más cuidadoso cuando se trate de ti, un hombre de veinte años, tiene que parar la grande atracción que siente hacia una chica de dieciséis- sus palabras fueron las que volvieron a retorcer todo mi estómago
-¿Perdón?
-Creo que eres una gran chica, y muy madura para tu edad. Si tu padre no llega a decir que tienes dieciséis, estoy completamente seguro de que hubiera seguido con la idea de que tienes dieciocho Alejandra...
-No... Yo pensaba decírtelo, créeme, te enteraste de la manera incorrecta. Yo estaba buscando un buen momento para confesártelo todo...- le dije sin quitarle la vista de encima
-Es asunto olvidado...- me miró y me sonrió
No sé en que momento, pero fue como si una fuerza natural moviera mi cabeza y me obligara colocarla encima de su hombro, cuando lo hice, pude ver el sol cayendo y el cielo veteándose de un color rojo
anaranjado que lo llenaba de mucha belleza.
-No quiero dejar de gustarte Leo...- le dije aún con mi cabeza en el hombro
-No dejarás de hacerlo, solo que tendré más cuidado contigo...
Sonreí al escuchar esa palabra...
-Es hermoso, ¿no?- dijo después de unos minutos -Ver el atardecer sentado frente al mar, dejando que éste se lleve todas tus frustraciones- asentí sonriendo
-Ahora entiendo lo que significa que el mar tranquilice tu coraje, es serenidad- le dije despegando mi cabeza de su hombro y mirándolo directo a los ojos a lo que el respondió de igual manera
-Eres hermosa- bajé la mirada tratando de evitar el sonrojarme -De verdad que eres la chica más hermosa que se ha cruzado en mi camino... Y no solamente estoy hablando de tu físico, eso solo es un complemento- ¿en qué momento todo esto se volvió tan de película?
¿En qué momento a mí, Alejandra Collins, se me pasó por la mente que hoy día estuviera escuchando esas palabras de otra persona que no fuera Lucas? Lucas... ¿Cómo estará? ¿Pensará en mí? ¿Me extrañará? Aún lo extraño demasiado... Los 8 meses a su lado fueron increíbles. Lo amé, lo amo. Pero, tengo que olvidarme de él y aceptar el hecho de que me dejó sola y nunca va a volver.
-Gracias- me limité a decir
-Quiero que sepas que no tengo ninguna intención contigo Alejandra, quiero que seamos amigos... No quiero que pienses mas de mí- aclaró Leo rápidamente
-Lo
sé, no te preocupes- le sonreí
Coloqué mi cabeza nuevamente en el hombro de Leo viendo terminar caer el sol. El sonido del mar era lo que predominaba, no había nadie a nuestro al rededor y todo era tan tranquilo, el día terminó de una manera perfecta hasta que...
-¿Leonardo? ¿Eres tú?- la voz de una chica surgió a nuestras espaldas y Leo y yo volteamos nuestras cabezas al mismo tiempo
A pesar de que la noche estaba cayendo, podía ver a una joven de cabellos negros, ondulado y muy largo. Su delgada figura vestía unos shorts y una camisa de manga larga color vino.
Miré a Leonardo que no reaccionaba ante la hermosa mujer que estaba en frente de nosotros. Su cara era de una persona atónita, no reflejaba dolor, tristeza, nada... Reflejaba algo así como nada... No reflejaba nada.
-¿Kim?
-¿Quién es ella?- preguntó señalándome y con dolor en su rostro
No entendía la situación. O sea, si la entendía. Obviamente ella era la chica de la cafetería y ex de Leo. Pero, si ella tenía otra persona, ¿porqué le preguntaba quien era yo?
-Yo, creo que es mejor que me vaya- dije levantándome pero Leo me detuvo
-No, tú te quedas aquí- dijo él con autoridad
-No creo que sea conveniente Leo, de verdad- dije casi en un susurro para ella no me escuchara
-Ella es Alejandra- dijo Leo levantándose y esta vez me extendió su mano para que yo hiciera lo mismo
Me levanté y quedamos los tres en un triángulo.
-Y, ¿cuál es tú interés en saber quién es ella?- su voz era seria
-Solo quiero saber...- contestó
-Leo, de verdad, es mejor que me vaya...
-Te dije que no Alejandra- dijo agarrando mi muñeca fuertemente para que no me fuera -Ella, es la persona que me está ayudando en todo lo que TÚ -enfocó esa palabra -me causaste.
-¡Sabías que no estaba en mí! ¡Todo esto fue por causa de MI familia!- dijo alzando la voz
-¡¡Eres mayor de edad Kimberly por favor!! ¡Ellos no pueden controlarte ni decidir por ti! ¡Si esta relación terminó, fue porque TÚ no luchaste por mí y no me amabas tanto como lo decías!- su voz se quebró tanto que lo miré para ver si habían lágrimas en su rostro
-¡Leo escúchame!- dijo Kimberly con lágrimas en los ojos
-¡NO! No quiero escucharte, ¿que no entiendes?
-Leo, perdóname- su voz era de súplica
-No Kimberly, lo siento- agarró mi mano y comenzó a caminar
-ESTOY EMBARAZADA
¿Qué?
Leo se paró en seco y soltó mi mano. Su cara de asombro y rencor me dejó saber que aún anhelaba estar con ella. Se volteó suavemente.
-¿Qué?
Yo también estaba sorprendida...
-¿Qué estas diciendo? No seas mentirosa
-¡No estoy mintiendo! Mira- de su bolsillo sacó una prueba de embarazo y se la entregó a Leo en donde claramente decía que era positivo.
-¡Eso no quiere decir que sea mío!- dijo tirando la prueba en la arena
-¡Es tuyo! La única persona con la que he estado es contigo- dijo enojada
-No te creo, no te creo...- me agarró la mano otra vez y caminó esta vez ignorando los gritos que Kimberly le daba
-Alejandra...
-No tienes que decir nada Leo. Te apoyo en todo- vi lágrimas
-Gracias- me abrazó y las lágrimas cayeron en mi hombro -gracias...
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5. En mis huesos
-Y ya, gran historia ¿no? Leo será papá- le contaba a Isabela mientras llegábamos a su casa
-Pero él te dijo que son muy pocas las posibilidades de que sea de él
Nos bajamos de la guagua y bajé mi bulto con demasiada ropa suficiente para 10 días.
Subimos a su habitación y nos tiramos en su cama.
-¿Cómo crees que serán las cosas si resulta que el bebé es de él?- miraba hacia la lámpara "chandelier" colgada en el techo de la habitación de Isa
-Iguales. Ustedes son amigos, ¿no?
Asentí. La verdad es que Leo estaba empezando a gustarme demasiado y no sé que pasaría si resultara que el bebé fuera de él. No creo que cambiara nada a decir verdad, pero me sentiría un poco mal si pasara todo lo que no quería que pasara.
-Ya, cambia esos ánimos y a dormir, ¿quién sabe que nos prepara el día mañana?- Isabela se volteó intentando dormir
-Buenas noches- cerré mis ojos y lo que soñé me aceleró el corazón
*sueño*
Es una noche que no me inspira nada bueno, pero aún así tenía que salir en busca de algo, no sé de de qué, solo sé que había algo que aguardaba por mí en algún lugar de Miami. Me coloqué mi abrigo color negro y puse la capucha en mi cabeza para que el viento fuera menos en mi cara. Salí de mi casa pero en cuanto toqué la acera, desapareció toda ropa que podía llevar, dejando mi cuerpo completo al desnudo.
Es raro, porque no era algo que me importara. Caminé así sin más, sin tan siquiera sentir frío aún cuando estaba como Dios me trajo al mundo. Todo estaba completamente oscuro, caminé y caminé
sin rumbo fijo buscando algo que aunque no sabía lo que era, tenía el presentimiento de que lo reconocería al instante que lo viera.
En ocasiones habían sectores tenuemente alumbrados por alguna luz que siendo sincera no sabía de donde provenía. Seguía caminando. Al final de la calle había un reloj en el cual marcaba las 2:49 a.m. Caminé un rato más y enfoqué mi mirada en una silueta encapuchada que caminaba en frente de mí, mirando a todos lados por si alguien la perseguía. Siguió su camino al darse cuenta de que no, no había nadie, solo yo, pero al parecer no se había dado cuenta de mi presencia. Corrí para ver hacia donde se dirigía y cuando doblé en la próxima calle, la figura encapuchada estaba golpeando fuertemente a un hombre que su única prenda de vestir eran unos pantalones de pijama. Gritaba, pero la voz me fallaba al ver que el individuo se desangraba. Corrí, pero por más que corría, cada vez lo veía más lejos de mí. En mi subconsciente, sabía que era un sueño. Pero mis ganas de llegar hasta aquel hombre golpeado para socorrerlo eran demasiadas. Comenzó a llover, y con la lluvia, la figura encapuchada se marchó dejando a aquel pobre hombre tirado en la calle e inconsciente. Corrí de nuevo, esta vez con más éxito y justo cuando llegué, su cara me pareció demasiado conocida...
*fin del sueño*
-¡LEO!- me levanté de momento, con el cuerpo muy sudado a pesar de que el aire estaba prendido y el corazón latiendo a mil
Me levanté y me coloqué unas sandalias
de Isabela para salir corriendo a buscarlo. Sabía que algo malo le había pasado.
Bajé las escaleras lo más rápido posible.
-Alejandra- escuché la voz de Isa -¿Para dónde vas?
-A Leo le pasó algo Isabela, lo siento en mis huesos- dije acercándome a la puerta de salida
-Entonces voy contigo- Isa bajó y buscó las llaves de su Montero
Corrimos inmediatamente hacia la guagua y nos montamos. Yo con mi corazón a mil, Isabela seguramente sin entender nada.
-¿Cómo es eso de que lo sientes en los huesos?
-Es algo difícil de explicar...
-Y, ¿cómo sabrás donde encontrarlo?- Isabela preguntó y eso detuvo mi corazón. No sabía donde iba a encontrarlo...
-¿Qué hora es?- pregunté
Isabela miró la pantalla de su celular, ya que yo había dejado el mío.
-Dos y cuarenta y nueve.
Oh no...
-Isabela, vamos a mi casa, ¿sí?
Isabela asintió y sin decir más, se apresuró hasta mi casa.
Llegamos a mi casa y le dije que lo siguiera directo por esa misma calle hasta llegar a una pequeña biblioteca que tenía un gran reloj en su torre, le indiqué que doblara al próximo callejón que encontrara, y así lo hizo...
Y ahí estaba, Leo estaba tirado en la acera, sangrando y no esperé a que Isabela estacionara bien, que abrí la puerta y corrí hacia él.
Su sangre estaba fresca, no pudo haber pasado mucho tiempo desde que lo golpearon.
-¡LEO!- lo movía para que reaccionara, pero no hacía nada -¡LEO POR FAVOR CONTESTA!
-Hay que llevarlo al hospital- dijo Isabela que ya estaba al lado mío -Ven, agárralo por aquí.
Leo
era pesado, pues estaba fuerte y aunque haya sido entre las dos, no fue nada fácil cargarlo. Finalmente, después de esforzarnos un rato, pudimos montarlo a la guagua y yo me fui con él en el asiento trasero.
No tenía camisa, solo tenía un pantalón de dormir que estaba manchado de sangre y sus ojos cerrados me indicaban que no estaba para nada bien.
La carretera estaba vacía, por lo que Isa pudo avanzar y llegar con más rapidez al hospital.
-Espera Leo, ya casi llegamos- dije con la esperanza de que no se fuera
-Aquí estamos- Isa se estacionó justo en frente de la entrada del hospital y se bajó para localizar a alguna persona que pudiera ayudarnos
Pude ver rápidamente que se aproximaban unos tres enfermeros con una camilla, por lo que me salí de su camino para que ellos hicieran su trabajo. Observé como lo montaban y lo entraban con una velocidad extrema, fui corriendo detrás de ellos, pero no pude alcanzarlos. Isabela me detuvo y una enfermera comenzó a hacernos una serie de preguntas...
-Nombre del paciente
-Leonardo- contesté
-¿Apellidos?
-No sé sus apellidos, solo soy una amiga recién conocida
-¿Sabes por lo menos su edad?
-Sí, veinte.
-¿Qué sucedió?
-Yo... no lo sé. Mi amiga y yo salimos por comida y lo vi tirado en la acera ensangrentado.- su imagen volvió a mi cabeza
-¿Hora?
-Dos, dos y cuarenta y nueve- la enfermera me miró
-¿Cómo sabes la hora con tanta precisión?
-Lo sentí en mis huesos- dije mirando a lo lejos. La enferma asintió y se retiró
-Ven- Isabela me hizo caer en cuenta.- vamos a sentarnos...
-Quiero saber como está
-Alejandra, tienes que esperar. Estará bien, pero ven, vamos a sentarnos.- seguí a Isabela hasta unas sillas vacías
Después de unos minutos de silencio, ella volvió a hablar.
-Dime la verdad Alejandra. ¿Como sabías que le había ocurrido algo a Leo?
-Lo soñé- me limité a decir
Isabela me miró pero no dijo nada, solo se levantó de la silla y fue hacia la máquina de café. Me trajo uno y se acomodó de nuevo a mi lado.
No me había dado cuenta de las fachas en las que andaba. Tenía unos pantalones de pijama y una camisa que decía "Over dressed", mi cabello era un asco y mi cara también.
Me levanté y me dirigí hacia el baño de chicas para poder lavarme un poco mi cara. Abrí el grifo y coloqué mis manos debajo para que se llenaran de ese líquido transparente, cuando estuvieron suficientemente llenas, me las pasé por mi cara y me la enjugué. Me miré en el espejo. Horrible cabello, ojeras espantosas y ojos dormidos. Soy un completo desastre para mostrarme así a la humanidad.
Pude ver por el espejo que salía una enfermera hablando por teléfono.
-Está aquí, estoy segura de que es él... No, no sé quien lo trajo, solo sé que está mal... Sí claro, yo estaré pendiente y te llamaré para que vengas... Esta bien, te quiero, besos- colgó
Me dio una sonrisa y salió. Yo repetí lo mismo.
Vi a Isabela dormida en la silla y me senté al lado de ella esperando a que las horas pasaran rápidamente... El sueño quería vencerme pero yo no me permitía dormir esperando noticias de Leo... Pasaban las horas, 4, 5 y 6 de la mañana evitando que mis ojos se cerraran.
Finalmente pude ver a una doctora de cabellos rubios, corto que se aproximaba hacia la sala.
-¿Familiares de Leonardo...- leyó el papel que tenía en manos -No tengo disponible el apellido, pero ¿alguno de ustedes conoce a Leonardo?
Me levanté.
-Yo señorita...
-Y, ¿usted es?...
-Su... su prima.
Sabía que no me dejarían pasar si decía otra cosa.
-Acompáñeme señorita.- se volteó y yo la seguí
Caminamos por un estrecho pasillo que conducía al cuarto de Leo y la doctora se detuvo en frente de una puerta que leía "Habitación 79".
-Le informo que su primo ha perdido mucha sangre y ha tenido que ser operado de emergencia ya que recibió una puñalada que casi perfora su pulmón. Gracias a Dios que no logró hacerlo, así que gracias a que es muy joven, fuerte y fue traído de inmediato, no ocurrió nada fatal. Está durmiendo, pero dejaré que esté 5 minutos con él...- me sentí aliviada
Entré a la habitación y la puerta detrás de mí se cerró. Pude ver a Leo sin camisa y con mucha maquinaria a su alrededor. Tenía un parcho en la parte inferior izquierda de su estómago que me indicaba que ahí fue el punto de su operación. Sus ojos estaban cerrados y cuando me acerqué a el pude sentir que sus manos estaban frías como el hielo.
-Estarás bien- susurré con la esperanza de que me escuchara
Como si fuera cosa de instinto, mi cabeza fue inclinándose poco a poco para juntar mis labios con los suyos, pero cuando apenas los rocé, la puerta se abrió.
-¡Que yo sepa Leo no tiene ninguna prima en Miami! O, ¿me equivoco?
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6. Latidos
-Dije algo niñita- dijo Kimberly dirigiéndose a mi con coraje
Tras ella estaba la misma enfermera a la que vi hablando por teléfono en el baño y caí en cuenta. La persona con la que hablaba era con Kimberly, y hablaba de Leo...
-Aléjate de él.
-No, no me voy a alejar de él.- me acerqué más a la camilla de Leo
-No me hagas sacarte por las fuerzas niña. Yo soy su mujer y soy la única que tiene derecho de estar aquí con él- se acercó a mi y vi como Isa entraba por la puerta
-Si no hubiera sido por Alejandra- dijo postrándose en medio mío y de Kimberly -Leo probablemente estuviera muerto.
-¡No me interesa, quiero que se larguen las dos en este mismo instante!- dijo muy enojada
-¿Ale?- dijo una voz débil detrás mío y me voltee -¿eres tú?
Leo tenía los ojos casi abiertos pero su voz era demasiado débil
-Si, si Leo soy yo, ¿cómo te sientes?- pregunté acercándome más a él
-¡ALÉJATE!- Kimberly me agarró por el hombro y me expulsó hacia atrás, se acercó a Leo y comenzó a hablar
-Vámonos Alejandra- Isabela puso su mano en mi hombro -No tenemos nada más que hacer aquí- asentí
Salí por el pasillo con una lágrima bajando por mis mejillas. Sentía rabia por el hecho de que quería quedarme más tiempo con Leo, quería asegurarme de que estuviera bien, pero no. Todo tiene que dañarse en el peor momento.
-Estará bien- me aseguró Isabela quien se montó en su Montero. Yo la imité.
El camino fue callado, incómodo. Isa no quería hablarme ya que sabía como me sentía, y yo no quería hablar
para nada. El coraje hacia la novia de Leo crecía cada vez más.
Llegamos a la casa de Isabela y nos bajamos.
-Deberías darte un baño y dormir, no has descansado nada- dijo al ver que me senté en su mesa de comedor
-No tengo sueño...
-Entonces por lo menos come algo Alejandra, no puedes estar así..
-¿Por qué todo lo malo me pasa a mí? ¿Ah? No puedo hacer un acto heroico porque siempre algo sale mal.- dije enojada
-No puedes culparte por las cosas que te pasan... A veces son solo parte de un plan...
-¿Un plan? Todo lo que quiero, me gusta, o me importa termina alejándose de mí. Mira Lucas, ni siquiera se despidió, y ahora Leo va a ser padre del hijo de una idiota.
-Pero Leo no se está alejando Ale, el está. ¿No escuchaste como mencionó tu nombre en el hospital cuando aún estaba inconsciente?
Me acordé del sonido de la débil voz de Leo mencionando mi nombre.
-¿Pero de que vale Isabela? Dime... ¿De qué vale que nos gustemos si al fin y al cabo hay un bebé de por medio?
-Estoy segura de que Leo será un gran padre para su hijo sin necesidad de estar junto a ella...- Isa siempre buscaba la manera de hacerme sentir un poco mejor -Pero bueno, voy a darme un baño, creo que tú deberías hacer lo mismo e insisto que tienes que descansar.
-Sí, esta bien...
******************************
El agua que caía de la ducha era completamente tibia. Resbalaba por mi oscuro cabello largo y yo lo desenredaba con mis dedos. Éste
era mi momento de reflexión, de conversar conmigo misma y pensar. Lo primero que se me vino a la mente fue: Leo. Espero que esté mejor y que esté recuperándose de buena manera. No sabía nada de él hace dos días desde que me fui del hospital ya que Kimberly me corrió como un perro y no quería problemas.
Apagué el grifo y me quedé un rato pegada a la pared, viendo como las gotas de mi mojado cabello caían en mi cara y bajaban por mi espalda. En un momento dado, cerré mis ojos y escuché la vibración de mi celular.
Estiré la mano para alcanzar la toalla y secar mi desnudo cuerpo lo más rápido posible. Sequé mis manos y alcancé mi celular en el cual se veía un número demasiado raro, no lo tenía grabado, así que contesté
-¿Alejandra Collins?- habló la dulce voz de una mujer
-Si...
-Le hablamos del South Miami Hospital, es para decirle que el paciente Leonardo Rodríguez ha estado llamándola y queriendo verla hace unos momentos- mi corazón comenzó a latir demasiado rápido
-¿Leo quiere verme?
-Él mismo nos facilitó su número de teléfono señorita...
-¿Mi número?
-Sí, esperamos verla pronto para que vea lo rápido que se está recuperando el paciente. Buen día- colgó
Leo quería verme y el mismo había facilitado mi número... A lo mejor traía su celular con él...
Me coloqué mi ropa interior y subí las escaleras de la casa de Isabela con la toalla enrollada en mi cuerpo y corriendo. Entré a su habitación y la vi con su computadora y ropa de dormir.
-¡Isa!
-¿Que pasó? ¿Por qué vienes corriendo y toda agitada?- preguntó quitándose la
computadora de encima y levantándose
-Me acaban de llamar del hospital. Leo quiere verme, ¿puedes llevarme?
-¿En serio? ¡Claro!
-Muchas gracias- le dije sonriente
Busqué mi bulto de ropa y lo primero que vi fue un lindo vestido negro de flores blancas y amarillas, así que elegí eso y me puse unas sandalias blancas abiertas que eran muy cómodas. Dejé mi cabello ondulado natural ya que no tenía tiempo para nada más y bajé las escaleras a esperar a Isa.
Estaba impaciente. No veía la hora de llegar y verlo un poco mejor... Sería una de las mejores sensaciones.
Sentí a Isabela bajar las escaleras así que me colgué el bolso. Cuando la veo, aún tenía su ropa de dormir y me tendió la mano con las llaves de su guagua en ellas.
-Ten. Creo que debería ser un momento íntimo entre tú y él. Deberías ir sola.- me dijo Isa
-No, no es lo correcto. Deberías venir conmigo.
-Ten. Es lo mejor.- asentí
Sin lugar a dudas tenía la mejor amiga del mundo. La amo.
La abracé.
-Gracias Isa, te debo una.- sonreí y salí
Me monté en la Montero y comencé a conducir hacia el hospital. Mi padre me había enseñado a conducir desde los 12, así, por cualquier emergencia, yo podría ir hasta el hospital.
El camino se me hizo corto, el hospital quedaba a unos 15 minutos de la casa de Isa, pero hice una parada antes de llegar.
Al lado del hospital, había una pequeña farmacia en donde vendían
cosas básicas. Nunca estaba llena, pero estoy segura que ahí encontraría lo que estaba buscando.
Me estacioné y me bajé. Entré y solo habían unas dos personas, contando a la encargada y un chico de unos 18 años de cabello rubio y peinado hacia arriba pagando unas postales.
-¿Puedo ayudarla en algo señorita?- preguntó la encargada y el chico alzó la vista
-Sí, por favor ¿podría llenar unos globos?- pregunté
-Claro que sí, deme un momento- se dirigió al muchacho -Son cinco con treinta y tres- el chico sacó su billetera y brindó el cambio exacto
Luego de que terminara con el chico, se dirigió a mí.
-¿Qué globos desea joven?
Comencé a mirar la vitrina y todos los diseños de globo que en ella aparecía. Escogí una que llevaba un sol sonriente, una que decía "Get well soon" y otras con unos bonitos diseños. Terminé con 7 globos en total.
Cuando me aproximé a la caja, vi que el mismo joven que estaba hace unos minutos en la tienda, volvió a entrar.
Me dirigió una sonrisa y se aproximó al área de farmacia, yo abrí mi bolso en cuanto la encargada me dijo la cantidad y pagué. No me había dado cuenta de que el chico estaba al lado mío, así que cogí los 7 globos ya llenos de helio y me despedí.
-Buenas tardes- salí y cuando me dirigía hacia la guagua, escuché mi nombre
-Alejandra...- me voltee
El chico de la farmacia se dirigía hacia mí. Miré a todos lados para ver si había
otra persona al rededor, pero la única persona que había, era yo. Pero, ¿cómo sabía mi nombre?
-Se te cayó esto...- extendió su mano y lo que tenía era una foto de Lucas que yo tenía en mi cartera
-Gracias- lo miré
-¿Tu novio?
-No, no, no es nadie...- sonreí -¿Cómo sabes mi nombre?
-Lo leí en tu licencia mientras sacabas el dinero para pagar- sonrió y me extendió su mano -Soy Xavier Page, un placer...
-Alejandra Collins- le devolví el saludo -Bueno, debo irme. Hay alguien esperando por mí en el hospital.
Me monté en la guagua, coloqué los globos en la parte de atrás y conduje unos dos minutos hacia el estacionamiento del hospital.
Entré y me acerqué hacia la recepcionista.
-¿Puedo ayudarla en algo?
-Sí, recibí una llamada hace una hora y media de este hospital avisándome que el paciente Leonardo Rodríguez quería verme... Soy Alejandra Collins.
-Ah, claro que sí. El paciente fue movido a la habitación trescientos cuatro en el tercer piso. Tome- me estiró una identificación para que me la colgara del vestido en donde se leía "VISITANTE" -con esto no tendrá problemas en pasar. Tenga un buen día.
-Gracias señorita.- dije sonriente y me dirigí hacia el elevador
Esperé un minuto en lo que se abría y finalmente pude entrar. Presioné el botón que indicaba el número 3 y esperé a subir. Cuando la puerta no había terminado de cerrarse, volvió a abrirse y vi que Xavier estaba entrando.
-Oh, hola de nuevo- dijo sonriendo y vi que llevaba una postal
-Hola- sonreí
-Mi
hermana está ingresada aquí por una operación en su apéndice, ¿tú a quien visitas?
-A un amigo mío... Tuvo un accidente y tuvieron que operarlo de emergencia...
-Oh, lo siento mucho...
Las puertas del elevador se abrieron.
-Bueno, nos veremos luego- le dije dirigiéndome al número de habitación que me indicó la recepcionista.
Leí puerta por puerta: 300, 301, 302, 303 y finalmente vi la puerta que indicaba 304. La abrí cuidadosamente y pude ver que una enfermera estaba cambiando el líquido del suero. Ella se dio cuenta de mi presencia.
-¿Es usted Alejandra?
-Sí, soy yo.- contesté
-Él lleva llamándola un buen rato, será mejor que los deje solos- la enfermera se retiró y yo me quedé observándolo
Me acerqué poco a poco a la camilla en donde se encontraba Leo descansando, sus ojos cerrados reflejaban paz. Le di un pequeño beso en la frente y coloqué los 7 globos en una de las barandas y me senté en una butaca a observarlo.
Su cabello negro estaba tapado por un binnie negro, veía la sangre correr por el pequeño tubo del suero y su respiración a ritmo con la mía.
Me levanté de la butaca en la que estaba y quise hacer algo estúpido. Me acomodé a su lado izquierdo y reposé mi cabeza en su pecho, pendiente a no lastimar su reciente herida. Cerré mis ojos y me dediqué a escuchar atentamente los constantes latidos de su corazón, mi mano estaba en su pecho también, y la movía de lado a lado como acariciándolo.
-Viniste- alcé la cabeza y pude ver a Leo con su vista aún débil pero con los ojos muy abiertos y brillantes -Sabía que vendrías...
Sonreí.
-Nunca te fallaría. Mira- me acomodé -te traje unos globos...
Sonrió.
-Gracias Ale...- sus labios estaban pálidos
-Oye, ¿como sabías mi número?- pregunté
-Me lo memoricé desde el primer día que lo vi en la pantalla de mi teléfono- mi corazón comenzó a latir a 100 millas -Te sonrojaste...
No me había dado cuenta...
Puso sus manos en mis mejillas.
-Gracias por venir, es muy importante que la persona que me salvó estuviera presente.
-No fue nada Leo, tenía que hacerlo. Somos amigos...
-Me salvaste la vida Ale...
-Tú harías lo mismo por mí, lo sé...
-Sí, lo haría. Estoy seguro que estés donde estés, si te pasa algo, lo sentiría en mis huesos- me paralicé al escuchar esas palabras ya que eran mías literalmente...
Sin darme cuenta, poco a poco me acercaba a él y cada vez estaba más cerca de sus labios. Y justo cuando iba a tocarlos, una enfermera abrió la puerta.
-¡Ay! Perdón, ¿interrumpo algo?- preguntó un poco avergonzada
-No- contesté sonriendo -No se preocupe, haga su trabajo.
Traté de bajar de la camilla pero Leo me detuvo.
-¿A dónde vas?- preguntó
-A la butaca... Dejaré que la enfermera haga su trabajo.
-Cualquier cosa que tenga que hacer la señorita, la tendrá que hacer contigo a mi lado.
Sus palabras fueron las que terminaron de sonrojarme.
Así terminó mi día. Al lado de una persona demasiado especial para mí, cuidándolo y esperando que el día siguiente, fuera tan tranquilo y especial como éste.
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7. A prueba de fuego
La luz del día penetró por las claras cortinas que cubrían las ventanas de mi habitación. Mis ojos se negaban a abrirse y mi cuerpo estaba demasiado tieso. Hace ya unas dos semanas que Leo estaba de alta del hospital, y cada día que lo veía, se veía mucho mejor. Su recuperación ha sido rápida y exitosa, siento que cada día me espera una nueva aventura junto a él.
Mamá me pidió disculpas por sus pasadas actitudes y de verdad sentía que nada podría arruinarme la vida de ahora en adelante. Mi amistad con Leo crecía cada día y sinceramente, me sentía llena. Mi vida definitivamente estaba yendo por buen camino...
Decidí finalmente levantarme de la cama y me dirigí a la cocina. Mamá no estaba, mi hermana tampoco. Me acerqué a la mesa del comedor y pude ver una nota:
"Tu hermana y yo fuimos al centro comercial, sabemos que odias ir con nosotras, no nos molestamos en despertarte. En el horno hay panqueques, avisa si sales.
Con amor,
Mamá"
Terminé de leer la nota y abrí el horno en donde habían tres panqueques amontonados, a los cuales les agregué mantequilla y miel. Comí con tranquilidad. Cuando hube terminado, subí a mi habitación y mi teléfono estaba sonando...
-¿Sí? ¿Ale?
-¿Leo?- su voz, la tenía en mi mente
-Sí, escucha, mi celular se me cayó por el inodoro, ¿que crees si te busco y me acompañas a comprar otro?- reí -¿Qué? A lo mejor tenía ganas de hacer número dos...
-Asqueroso- reí nuevamente -De acuerdo, estoy lista en media hora
-Perfecto- colgué
Abrí el armario y elegí unos jeans
claros, una camisa azul royal y unas sandalias. Fui directo a la ducha y sin mojarme el cabello, comencé a bañarme. Estaba feliz, completamente feliz. Sabía que nada podía arruinarme la felicidad.
Salí de la ducha y antes de que comenzara a vestirme, mi celular comenzó a sonar de nuevo.
-Hija... ¿Podrías hacerme un favor?
-Sí mamá- contesté
-Tu abuela Eva necesita unas verduras y no me dará tiempo de comprárselas. ¿Crees que podrías ir al supermercado y traerle unas cuántas? Ella las buscará dentro de una hora...
-Sí, pero yo tengo planes, ¿tiene llaves para entrar a la casa?
-Ah, sí hija por eso no te preocupes...
-Bueno, esta bien.
-Si no tienes dinero- continuó mamá -En la tercera gaveta de mi habitación hay treinta dólares, dales buen uso- sonreí
-Está bien, gracias mamá.
-Y mucho cuidado Alejandra.
-Sí- colgué
Me vestí rápidamente para que me diera tiempo de ir a comprar las verduras antes de que Leo llegara a buscarme y bajé. Agarré mi bolso que estaba en la mesa de comedor y salí.
El supermercado quedaba a unos 10 minutos de mi casa caminando, pero ya el camino se me hacía corto. Cuando iba caminando escuché mi nombre.
-¿Alejandra?- era una vos masculina
Me voltee. Era Xavier.
-¿Cómo le haces para estar en cualquier lugar que yo?- preguntó sonriendo
-Creo que a quien le toca hacer esa pregunta es a mí, ¿no crees?- sonreí también -¿Cómo estás?- nos saludamos de mejilla a mejilla
-Estoy bien, ¿vives cerca?- preguntó
-De hecho vivo allí- señalé mi
casa, ya que no había avanzado nada cuando me encontré a Xavier
-Nunca te había visto por aquí- dijo -Yo vivo una cuadra antes...
-¿Ah si?- asintió. Miré la hora -Xavier, ha sido un placer platicar contigo pero estoy un poco atrasa... Espera, ¿tienes un tatuaje?- me quedé mirando su cuello y se veía un texto escrito pero de una forma muy extraña
-Ah, esto- intentó tapárselo -Es algo sin importancia- asentí
-Bueno, te dejo. Necesito ir al supermercado y estoy un poco atrasada- comencé a caminar sin esperar a que se despidiera
-Te acompaño- me alcanzó y no tuve más remedio que dejar que lo hiciera...
Caminamos hasta el supermercado, y el camino se me hizo más corto de lo que era. A lo mejor era porque Xavier me distraía un poco y no me hacía ver cuanto en verdad habíamos caminado.
Entré y busqué distintas verduras para mi abuela. Xavier me ayudó a escogerlas y fue muy fácil. Pagué rápidamente y salí. Xavier se ofreció a llevar las bolsas aunque me negué varias veces.
Estábamos caminando y la bocina de un auto hizo que los dos volteáramos. Visualicé el auto de Leo y una sonrisa se me adelantó. No me moví. El se estacionó y bajó del auto. No tenía sonrisas, su cara era seria y sus ojos reflejaban odio hacia.. ¿Xavier?
-¿Lo conoces?- preguntó Xavier al ver que Leo se acercaba a nosotros
-Claro. Es el amigo del que te hablé en el ascensor del hospital, a él estaba visitando- contesté
Xavier no contestó y vi que Leo iba directamente hacia él. Lo que pasó no me lo esperaba.
Leo se abalanzó
sobre Xavier y comenzaron a darse golpes. Yo no reaccionaba, no sabía que hacer. Los veía a los dos en el suelo y no tenía idea de como separarnos.
Me abalancé sobre Leo y traté de sacarlo de encima de Xavier, quien ya sangraba por la nariz.
-¿Qué diablos te pasa ah?- le grité a Leo interponiéndome al frente de Xavier para que no pudiera pegarle más
-Alejandra, muévete. Esto no es asunto tuyo- dijo Leo decisivo
-No te conozco. Deja a Xavier en paz, lárgate- dije con enojo, ¿porqué tenía que hacer esto? ¿No veía que yo estaba parada ahí?
-Déjame explicarte...- dijo acercándose a mi y tratando de tocarme
-No me toques- no sé porque diablos una lágrima bajó por mi rostro -Vete, de verdad lárgate.- dije señalando su auto
-No me dejarás explicarte, ¿verdad?- preguntó con cierto tono de tristeza en su voz
-No tienes que darme explicaciones de nada Leonardo.- afirmé
Leo dirigió su mirada a Xavier.
-Ahora sí te saliste con la tuya. Más vale que no le pase nada- me señaló -Porque serás hombre muerto. Y da gracias a Alejandra que no me dejó explicarle, porque de lo contrario, créeme que todo sería diferente- sus palabras me dejaron pensando y antes de que pudiera decir una palabra, Leo se montó en su auto y arrancó a toda velocidad.
Miré a Xavier y tenía la nariz ensangrentada, su ojo un poco hinchado y un gran chichón en la frente.
-Ven, vamos a casa a curarte...
Caminamos hasta casa y mamá aún no había llegado, así que abrí la puerta y entré.
-Siéntate aquí- señalé la silla del
comedor
Busqué alcohol, crema, unas gasas, y todo lo que mamá tenía en el botiquín de primeros auxilios. Lo curé rápidamente y me senté en la mesa.
-Sabes que me debes una explicación ¿verdad?- le dije a Xavier y dejó de mirarme
-Es algo del pasado Alejandra...
-¿Algo del pasado ah? Pues no dejaré que te vallas sin que me expliques Xavier. Conozco a Leo y sé, estoy completamente segura de que él no haría estas cosas simplemente porque sí...
-Esta bien Ale, te diré- no dije nada, solo esperé a que hablara -Hace un tiempo atrás, cuando Leo vivía en Chicago, fui de vacaciones ya que mi padre quería verme. Un día, muy lluvioso, salí a comprar algunas cosas de comida y ahí estaba ella... Natalia...
-¿Natalia?- pregunté
-Sí, el primer amor de Leo, mi primer amor...
-Espera... Todo este dilema, ¿es por una mujer?
-No cualquier mujer Alejandra.
-Aja, continúa...
-Pues, ella ya era novia de Leo, pero ese día la llevé hasta su casa ya que no iba a dejar que se fuera caminando sola, y desde ese momento, me enamoré. Yo no creía en el amor a primera vista hasta que la vi a ella Alejandra, ella era hermosa.
-Entonces, ¿Leo te odia porque ella también se enamoró de ti?
-No solo por eso. Un día estaba saliendo del trabajo de papá y lo vi pegándole dentro de su auto, por lo tanto llamé a la policía y el cumplió un año completo de cárcel. Un año en el que Natalia y yo éramos felices, pero no todo fue felicidad.
No podía creer las palabras de Xavier, quería creer que eran mentiras, no quería pensar
que la persona de la que hablaba era de Leo, era completamente difícil de creer para mí. Respiré hondo.
- Y, ¿que pasó?- pregunté
-Leo salió de la cárcel con un gran odio hacia mi y me atrapó desprevenido y se la llevó... Se la llevó cuando no podía hacer nada, y hasta el sol de hoy, no he sabido nada de Natalia, nada... Él me odia porque dice que le arrebaté a Natalia, dice que le arrebaté su felicidad. Pero esa no es la verdad Alejandra, la verdad es que él fue quien me arrebató la felicidad a mi.
-No puedo creer eso de Leo- dije en voz baja -Tiene que haber una explicación para todo esto Xavier, Leo no es ese tipo de persona, él es bueno, es especial, es mi amigo...
-Te sugiero que escojas mejor a tus amigos Alejandra, él no es una buena persona. Es el lobo disfrazado de oveja. No caigas en su trampa, no lo hagas.
Negué con la cabeza.
-No, tú tienes que estar mintiendo. Leo no es esa clase de persona.
-Alejandra- sus manos se posaron en las mías -Créeme, jamás mentiría con algo como eso.
Veía verdad en sus ojos, pero no quería aceptar la realidad.
-Bueno- dije levantándome -Creo que deberías ir a tu casa.
El también se levantó.
-Sí, creo que sí- tomó mi mano -Cuídate mucho de él Alejandra, y si no, llámame.
-Gracias, yo sé cuidarme sola...
Asintió y salió.
Subí a mi habitación.
Un número extraño envió un mensaje a mi teléfono.
Número extraño: Alejandra, sal de tu casa. AHORA.
No entendí nada, y mucho menos obedecí. Me acosté en la cama y encendí el televisor cuando de un momento a otro, un olor extraño entró a mi habitación. Algo estaba quemándose.
Me levanté y bajé las escaleras. Todo estaba en llamas. La cocina, TODO. Mis ojos me ardían, el humo me acorralaba. Localicé la entrada con dificultad pero estaba en llamas, no podía salir. Subí a mi habitación buscando la manera de salir, abrí una ventana y busqué el aire, ya mis pulmones ardían, todo a mi al rededor se tornaba gris y borroso. Miré hacia abajo buscando la manera de poder tirarme sin darme un mal golpe, pero ahí fue cuando lo vi.
-Le... Le- el humo en mi garganta me dificultaba hablar -LEO- pude gritar finalmente
-Ale, Ale, espérame ahí, voy por ti- asentí
Dejé mi cabeza fuera para no perder el conocimiento por el poco oxígeno que probablemente llegaba a mi cerebro y esperé a que Leo llegara.
Mis ojos se estaban cerrando y me sentía demasiado debilitada. ¿Cómo pudo haber ocurrido esto? No tenía idea. Mamá iba a matarme cuando se enterara de que la casa estaba ardiendo en fuego.
El aire ya no llegaba a mi, y en ese momento fue cuando sentí que una mano me agarró. Leo. Me tomó entre sus brazos y colocó encima de mí lo que supuse que era una toalla mojada y bajó las escaleras conmigo encima. Sentí el caliente del fuego sobre mí, pero sabía que ya nada iba a ocurrirme.
Sentí estar en el suelo, y en ese momento Leo me ayudó a levantarme. Miré con dificultad a mi casa en llamas y luego miré a Leo.
-Me salvaste- mi voz era débil
-Te debía una. Estás a salvo conmigo- me abrazó y en ese mismo instante, todo se volvió negro...
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8. Escúchame...
-Ella está bien, todo estará mejor cuando despierte. La falta de oxigenación le provocó el desmayo, pero gracias al joven que la trajo, nada de esto pasará a mayores- escuchaba la voz de una mujer hablar
Trataba de abrir los ojos pero algo me lo impedía completamente. Me sentía débil, desganada. Sabía, me acordaba de todo lo que había pasado, mi casa ardió en llamas. ¿Qué íbamos a hacer ahora? ¿A dónde iríamos mi mamá, mi hermana y yo? ¿Porqué se inició el fuego? Esas preguntas rondaban por mi cabeza y me mataba la inseguridad.
Sentí una mano acariciar mi frente e intenté nuevamente el abrir los ojos, esta vez con más éxito que la vez anterior. Vi a mi mamá, se notaba que estaba desvelada y cansada, que no había pegado ojo.
-¿Mamá?- mi voz era débil, demasiado
-Tranquila mi amor, todo estará bien...- dijo con voz tierna, como nunca
-¿Y la casa?- pregunté
-Aquí lo importante es que tu estés bien Alejandra, que gracias a Xavier estás aquí...
-¿Xavier?- pregunté idiotizada
Estaba mal, sí, pero sabía muy bien quien arriesgó su vida por salvarme y no fue Xavier.
-Sí mi amor, pero descansa...
-Mamá, Xavier no fue quien me sacó del fuego, fue Leo...- le dije
-No me hables de ese muchachito que lo que hace es meterte cosas a la cabeza. Xavier es bueno hija, arriesgó su vida para que tu estuvieras bien...
-¡Claro que no mamá!- grité enojada -Estoy segura de quién me salvó y no fue él. No me desmayé en pleno incendio, lo hice después de que Leo me sacara de la casa y me abrazara, me
dijo que me debía una por haberlo salvado la otra vez y que estaba a salvo con él...
-Alejandra...
-Si no me crees, esta bien mamá, es tu problema. Pero yo no estoy loca, y Xavier no fue quien me rescató.
-Bueno, el está aquí desde el momento en que te ingresaron, el contó el como pasaron los hechos, el lo dijo todo...
-¿Ah si? Quiero verlo- me iba a escuchar
-Pero Alejandra necesitas descansar-dijo mamá
-Dije que quiero verlo mamá, dile que venga.- sin decir nada más, mamá se levantó y salió de la habitación
Pasaron unos 3 minutos y vi a Xavier entrar por la puerta, se sentó en la butaca y lo miré directamente a los ojos.
-¿Cómo est...-
-¿Se puede saber porqué mentiste?- no dejé que terminara de hablar
-¿De qué hablas Alejandra?- preguntó como si no supiera verdaderamente nada de lo que yo estaba diciendo
-Tú sabes muy bien de que hablo.
No dijo nada.
-¿Cómo pudiste decir semejante mentira sabiendo que fue Leo quien me sacó con vida de mi casa?
-Déjame explicarte...
-Eso es lo que estoy esperando, una explicación.- dije molesta
-Sí, el fue quien te rescató, pero luego de eso te dejó tirada en el suelo y se fue, no se dignó en traerte aquí. Fue ahí cuando un olor extraño llegó a mí y decidí salir para ver de donde provenía. Pude ver que una casa ardía, pero no supe de quien era, no de se distinguía. Salí corriendo y llegué, ahí fue cuando te vi tirada y lo vi a él corriendo, lejos, huyendo y lo entendí todo...
-¿Qué entendiste?- pregunté confundida
-Leo
fue quien provocó el fuego en tu casa Alejandra....
-¿Qué diablos te pasa?- le pregunté sobresaltada -Confío en Leo incluso con mis ojos cerrados...
-¿Te parece poco lo que te conté ayer?- me preguntó
-Lo que él haya o no haya hecho en su pasado, ese no es mi problema. Lo que verdaderamente me importa es lo que hace en el presente- le aclaré pero aún tenía mis dudas, tenía un presentimiento, Xavier me tenía que estar diciendo la verdad
-Solo trato de cuidarte- culminó con voz pasiva
-Lo sé y lo siento...- le dije calmándome
Xavier acarició mi cabello y en ese mismo instante, se abrió la puerta.
Ahí estaba parado él, completamente sucio, su cara cortada y su ropa llena de sangre seca.
-Alejandra- dijo, siempre que decía mi nombre escalofríos corrían por mi cuerpo
-¿Qué haces aquí?- preguntó Xavier
-Alejandra, ¿estás bien?- dijo ignorando a Xavier
-Pregunté algo estúpido...
-Esta bien Xavier, vete- dije
-Pero Alejandra...- protestó
-Vete- le dije
-Esta bien...- se fue con las muelas de atrás
Dirigí mi mirada a Leo.
-Alejandra...
-¿Cómo pudiste?- pregunté con enojo y tristeza
-Alejandra, lo que sea que te haya dicho ese imbécil no es cierto, déjame explicarte.
-¿Qué me quieres explicar ah? ¿Que me dejaste tirada en el suelo y te fuiste como cobarde? ¿Que fuiste tú quien incendió mi casa? ¿Qué fuiste preso por abuso en contra de una mujer? ¿Eso? Creo que ya he tenido suficiente explicación...
-¿Le vas a creer a él? Alejandra, él llego a tu vida hace días...
-Tú
no llevas demasiado tiempo tampoco...- lo miré
-Merezco que me escuches Alejandra, por favor- hizo una mueca de dolor, y aunque me preocupé no le pregunté
-No tengo absolutamente nada de que hablar contigo, así que es mejor que te vayas ya Leo, por favor- le pedí
-No me iré hasta que me escuches, si después de eso, no quieres que siga en tu camino, me iré. Pero por favor, Ale- dijo Ale y todo en mí se revolvió -escúchame- sus ojos, sus ojos eran mi vicio
-Tienes cinco minut...
-¡Leo! Mi amor, aquí estás- Kimberly entró a mi habitación y se dirigió a Leo como si yo no estuviera ahí. Su panza ya se notaba un poco -¡Tendremos una niña!- le brincó encima y lo besó, pero él la alejó
-Alejandra...- dijo
-Vete. Y por favor, no vuelvas a buscarme- visualicé una lágrima bajar por su sucio rostro y se levantó, Kimberly se fue tras él y la habitación quedó vacía...
Sin más demoras, las lágrimas comenzaron a bajar por mi rostro sin detenerse. Estaba dolida, quería demasiado a Leo, ha sido la única persona que me ha hecho olvidarme de Lucas por momentos y quien único entiende mis demonios. ¿Porqué tenía que pasarme esto a mí? ¿A nosotros? Soy una estúpida al no querer escucharlo, pero ya he escuchado demasiado... Tengo que despejar mi mente.
Bajé mi cabeza para llorar y llorar, pero sentí la puerta abrirse.
-¡Alejandra!- mi mejor amiga entró corriendo hacia donde mí -Que bueno que estás bien, vine en cuanto pude- me miró -Espera, ¿porqué lloras?
-Leo Isa, Leo me mintió, quiso matarme...
-Espera, ¿qué?- estaba estupefacta -¿De qué hablas Alejandra?
-Sí, Xavier me dijo...
-Ah, Xavier. Alejandra, ¿no te das cuenta? ¡Xavier te está mintiendo!
-¿Porqué lo dices?
-Porque en el momento en que se incendió tu casa, vi a Leo por la ventana de la mía corriendo hacia ti. Aléjate de Xavier, Alejandra, sé porque lo digo...
La miré...
-No puedes pedirme que me aleje de él, ¡me salvó! Me salvó cuando Leo me dejó tirada en el suelo.- dije enojada
-Eso es lo que te hizo pensar Alejandra, lo que nos hizo pensar a todos. Pero el no es lo que parece.
La puerta se abrió.
-¿Quién no es lo que parece Isabelita?- Xavier....
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9. Sin despedida
-Será mejor que me vaya Ale...- dijo Isabela
-No. Tú te quedas, aquí quien tiene que irse es otro.- miré a Xavier
-Sí, voy a casa a descansar. Pero vuelvo mañana, descansa- se volteó pero se detuvo en seco -Y fíjate bien en quien confías Alejandra...- caminó y cerró la puerta
Isabela me miró.
-¿Qué diablos le pasa a ese tipo Alejandra?
-No lo sé... ¿Sabías que Leo va a tener una niña?- sentí mi corazón romperse en mil pedazos
-Sigo insistiendo en que es una estrategia para tenerlo con ella- dijo Isabela muy convencida
-No lo creo Isabela...
-Si tanto te importa, ¿porqué no hablas con él?- me preguntó
-No quiero verlo Isabela, no quiero...- le dije
-Entonces Alejandra, si no quieres pues no te lamentes luego. Aunque no lo digan, ustedes se quieren. Se nota, es algo que no pueden ocultar- continuó Isa -Pero, si quieres actuar de la manera infantil y estúpida en que lo estás haciendo, hazlo. Yo no te diré lo que tienes que hacer y lo que no, ya tu estás bastante mayor como para recibir órdenes, solo haz lo que creas correcto, pero escucha, no porque lo creas correcto, lo es- finalizó y las palabras de mi mejor amiga me hicieron pensar demasiado
-¿De verdad crees que debería hablar con él Isa?- pregunté en el momento justo que mi amiga se estaba levantando para despedirse
-Pienso que al igual que le diste la oportunidad a Xavier de que te hablara, se la deberías dar a él- se acercó a mí -Él te quiere Isabela, y Kimberly con sus mentiras no van a impedir que su cariño hacia ti crezca- me dio un beso en la frente- cuídate,
vengo mañana, te adoro.
Con esas palabras, abrió la puerta y salió...
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Habían pasado dos días y el doctor determinó que estaba apta para regresar a casa... Pero, ¿qué casa? No tenía nada, todo había sido destruido por el fuego y ahora ya, no había nada. Sentía rabia, tristeza, enojo, todo al mismo tiempo. No sabía que me esperaba ahora. Sabía que mi mamá se estaba quedando en casa de mi abuela, pero era demasiado pequeña como para que las tres estuviéramos ahí.
Salí del hospital y la luz del día me pegó en los ojos. Me senté en uno de los bancos que estaba afuera y esperé a que mamá saliera.
Mi mente estaba en Leo, no fue al hospital más nada, me había portado como una estúpida con él... Ahora estaba demasiado arrepentida y quería correr a buscarlo y pedirle perdón, pero no sabía de que manera encontrarlo, no sabía de que manera poder comunicarme con él.
-¿Pensativa no?- sentí que alguien se me sentó al lado
Miré y mi papá estaba sentado justo al lado mío con unos pantalones azules y camisa blanca, mirándome directamente.
-Soy una estúpida papá- fue lo único que le dije
-Cuando perdí a tu madre, me sentí demasiado arrepentido, pero nunca tuve el valor de buscarla de nuevo, simplemente la perdí, por cobarde, por miedo. No quiero que te pase lo mismo hija. Sé que hay algo en ti que necesita de ese muchacho, así que no te quedes pensando en que podrías hacer y ve a hacerlo...- lo miré
No podía creer que estas palabras estuvieran saliendo de la boca de
papá. Él era un buen padre, pero nunca me dio un consejo, si vida era trabajar y trabajar.
-Todos me mienten papá, me mintió Lucas, ahora él...- le dije
-Nunca vas a saber si te está mintiendo si nunca hablas con él- eso me estuvo un poco raro
-Espera, ¿cómo sabes todo esto?- pregunté un poco extrañada
-Hija, ¿crees que estaría diciéndote esto si no hubiera hablado con él antes?
-¿Hablaste con Leo?- pregunté estupefacta
-La verdad es que, él me consiguió.
Ahora sí que me sentía demasiado culpable. Leo había tenido el valor de haber buscado papá y yo ni siquiera tuve el de escucharlo. Miré a papá y le di un gran abrazo.
-Gracias papá- dije con mucha sinceridad
-No hay de qué, hija...- sonreí en su hombro y sentí que el también lo hacía
-Alejandra es hora de irnos- mamá avisó
-Pero, ¿a dónde vamos mamá?- pregunté
-Nos volvemos a Chicago...
-¿QUÉ?- solté un grito
Miré a papá...
-¿Cómo que nos devolvemos a Chicago? Papá, impide esto...
No quería volver, ya mi vida estaba paquí en Miami. Mis amigos, mi escuela, Leo... Mamá no podía estar haciéndome esto.
-No puedo hacer nada Alejandra- inclinó la cabeza
-Pero, ¿me puedo ir contigo verdad?- le pregunté a papá y él no me miró
-Alejandra- dijo mamá
-Papá dime que me puedo ir contigo- dije con lágrimas en el rostro
-Perdóname hija...
Negué mil veces con la cabeza.
-Vámonos Alejandra- mi mamá me dijo
Me levanté y seguí a mamá pero sin decir una sola palabra, sin hablar, solo con el rencor
de que me iban a alejar de Isa, Leo, mis amistades, todo...
Me monté en el auto.
-Dame mi celular- le dije a mamá
Ella sin decir una sola palabra, me lo entregó y busqué el contacto de Isa.
Alejandra: Me voy.
Isa: ¿De qué hablas?
Alejandra: Me voy, me regreso a Chicago.
Isa: Espera, ¿qué?
Alejandra: Te adoro, te extrañaré.
Bloqueé el teléfono, me dolería demasiado despedirme de Isabela, la amaba, había sido mi hermana, mi amiga y mi confidente. Fue la única persona que creyó en mí, cuando ni siquiera yo lo hacía.
Miré por la ventana y mis lágrimas comenzaron a bajar, era demasiado, todo. No podía creer que me hicieran esto, me iba sin despedirme de Leo...
-No pudimos salvar nada del incendio Ale, pero no te preocupes- ignoré las palabras de mamá y seguí mirando por la ventana
Mamá iba a manejar 21 horas hacia Chicago, obviamente, me imagino que pararíamos en algún sitio para comer y descansar. No dejaba de mirar por la ventana ni de pensar en las cosas que me habían pasado estos últimos días, a pesar de todo lo malo, todo había sido una aventura. Conocí a Leo y desde que él llego a mi vida, todo cambió en ella.
Mi teléfono sonó.
Miré la pantalla, Xavier. Sentía que lo odiaba, ya no sabía si creerle por todo lo que me había dicho Isa, tenía que saber la verdad en algún momento y no iba a descansar hasta averiguarla. No quería pensar que Leo había sido el culpable de la desaparición de la chica... Además, la última vez lo traté demasiado mal y no me pude despedir, por última vez. Estaba completamente destrozada.
No sabía cuantas horas llevábamos en el auto, pero sabía que era bastante de noche. La noción del tiempo la había perdido, ya no sabía ni en que día estábamos. Miré el teléfono: 4 de agosto. Hace exactamente un mes, conocí a ese chico en la playa, y hoy, lo alejo de mí como si el tuviera la culpa de todos mis problemas. Habían pasado tantas cosas en un solo mes que ni siquiera me lo creía.
Mis ojos estaban cansados, el cielo ya estaba en su punto máximo de oscuridad. Decidí cerrarlos y descansarlos unos minutos, pero los minutos se extendieron demasiado...
********************************
18 de septiembre.
Ya llevaba un mes entero y algo más en ésta ciudad, y no era nada mal. La escuela, las personas, todo era bastante bueno. Mamá se había recuperado económicamente y vivíamos en un acogedor apartamento cerca de Downtown.
Caminaba por la escuela, de camino al salón de biología. Ya estaba en mi tercer año, y estaba completamente decidida a obtener buenas calificaciones. Hablabla con Isa cada día que pasaba, pero aún no sabía nada de Leo, tampoco de Xavier desde el día en que llegué aquí.
Paré frente a mi locker para dejar mis libros de idioma y recoger los de biología. Lo abrí y por desgracia, todos los libros que tenía dentro se cayeron y maldije internamente pero me agaché rápido para recogerlos. En la acción, una persona se agachó también y me ayudo a recogerlos.
-Muchas gracias de verdad, en ocasiones soy media torpe pero son cosas que no puedo...- me quedé sin habla al mirar hacia la cara de la persona
-Lo sé Alejandra...
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10. Reprochando
No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, tenía que ser un sueño o algo por el estilo. Estregué mis ojos para comprobar si esto era la realidad, pero al finalizar, su cara seguía ahí, y yo no podía creerlo.
-Lucas...- pronunciaron mis labios
Eso fue lo único que pude decir porque no sabía, no había ensayado las palabras que iba a decirle si me lo encontraba.
-Hola Ale...
Reaccioné
-¿Hola? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?- pregunté enojada
-Yo te dejé una carta Alejandra, explicándotelo todo...
-Una carta no es suficiente Lucas, a demás, ¿no estabas en Los Angeles? Eres un mentiroso y un cobarde, ni siquiera tuviste la valentía de enfrentarme y decirme que te ibas- dije mirándolo con el coraje que había acumulado estos meses que estuve sin él
-¿Podemos hablar? Tengo que explicarte muchas cosas
-No, no quiero hablar. Me acuerdo perfectamente de todo lo que dice la carta como si la estuviera leyendo- le dije dolida
*flashback*
Estaba un poco preocupada, Lucas no me había llamado ni contestado en todo el día, nunca me ignoraba y mucho menos tardaba en contestarme, él siempre era quien estaba pendiente a mí. Fui a su casa y no vi el carro de su mamá, me preocupé aún más por eso, es sábado y los sábados ella nunca sale, es su día sagrado de limpieza.
Volví a mi casa y entré a mi habitación. Visualicé un sobre blanco encima de mi cama y leí "Para el amor de toda mi vida" abrí el sobre y comencé a leer con un pequeño nudo en la garganta.
"Mi amor, siento que soy un cobarde al hacer esto de esta manera tan estúpida, pero no encontré el valor para decírtelo de frente. Primero quiero empezar por decirte que los mejores 8 meses de mi vida fueron a tu lado. Nunca me había enamorado tan profundamente de una persona como lo hice de ti. Eres especial Alejandra Collins. Cualquier hombre se sentiría tan privilegiado de tenerte y doy gracias porque soy yo quien tengo ese privilegio. Privilegio que hoy tengo que abandonar. Me voy Ale, mi amor, me voy lejos de aquí ya que no puedo seguir lastimándote ni nada. Eres mucha mujer para mí, demasiada, daría todo por ser el hombre que te mereces, pero no lo soy. Decidí irme para Los Angeles y no volver nunca. No quiero que llores, ni que esta despedida te afecte tanto como a mí, quiero que seas feliz, y que conozcas a alguien que te pueda hacer mucho más feliz que yo, alguien que no te haga daño, como te lo puedo hacer yo. Te amo con locura, con dolor y con todo. Eres mi vida y mi todo, eres el amor de toda mi vida, que eso nunca se te olvide. Si el destino vuelve a juntarnos, es porque esa vez será para siempre.
Con amor y dolor...
Lucas"
Lloré.
*fin del flashback*
-Fui un idiota Alejandra, pero déjame hablarte...
-¿Sabes? Todo lo que me escribiste en esa carta fue verdad. Todo, menos lo que dijiste sobre el destino. No será para siempre Lucas, porque yo sí encontré alguien y alguien que como tú dices, es digno de mí, sin embargo, yo no soy digna de él.- solté sin
pensarlo
Lucas me miró.
-¿Llegó alguien a tu vida?- preguntó con evidente dolor
-Sí, y lamentablemente, fui igual de cobarde que tú- con esas palabras, caminé hacia el salón de biología
Mientras caminaba, sentía su mirada seguirme, pero por nada del mundo iba a mirar hacia atrás. Ahora era turno de mirar hacia adelante, para atrás ya dolió bastante.
No me había dado cuenta de que ya habían pasado 15 minutos de la clase de biología, me apresuré en entrar.
Entré y el profesor estaba repartiendo unos papeles. Sin mirar dijo:
-Buenas noches señorita Collins
-Lo siento profesor, perdí la noción del tiempo...- dije sentándome
-No se ponga cómoda señorita Collins, necesito una excusa del director para permitir que usted esté presente en lo que queda de la clase- dijo el profesor aún sin mirarme
-Pero...- no me dejó terminar
-Pero nada Collins, ya dije.
Sin decir nada más, pero con demasiado enojo, me levanté, con mis libros y salí.
Me dirigí hacia la oficina del director y abrí la puerta. El director estaba de espaldas a la puerta hablando por teléfono.
-Claro hijo, te espero mañana aquí- colgó y de volteó
-¿La puedo ayudar en algo señorita Collins?- preguntó
-Sí, necesito una excusa ya que llegué tarde a la clase de biología- dije
Agarró un papel y comenzó a escribir.
-Y, ¿porqué llegó tarde a la clase?
-Problemas de mujeres- mentí
El profesor asintió y después de unos segundos me entregó el papel.
Me viré para salir de la oficina pero el director habló.
-Usted conoce a mi hijo señorita Collins, me habló de usted...
-¿A su hijo?- pregunté volteándome
-Sí, mi hijo...
-¿Quién es su hijo señor director?
-Yo, Alejandra.
Me volteé. Xavier estaba parado frente a mí, con su cabello rubio alborotado.
-¿Qué haces aquí?- me sentía estúpida. Ya dos personas indeseables se habían aparecido
-Vine a visitar a mi papá...
-¿No que llegabas mañana hijo?- preguntó el director
-Llevo aquí unos días la verdad, y hace dos me enteré que vienes a este colegio...- se dirigió a mí
-Eso no es de tu importancia- traté de salir pero Xavier se postró en mi camino -Déjame ir- dije
-Ella tiene clases Xavier, déjala- fue ahí cuando se apartó de mi camino
No me dirigí a ningún salón de clases ni mucho menos. Salí de la escuela hecha furia porque todo me salía mal, todo era lo contrario a cosas buenas.
-¿Alejandra? ¿Estás bien?
Lucas venía en dirección a mí.
-Necesito estar sola Lucas- una lágrima me bajó -Por favor, déjame en paz...
-Estas mal. No puedo dejar que te vayas así- me agarró el brazo, pero hice fuerza para que lo soltara
-Déjame. Eso no pensaste el día en que decidiste dejarme sola- le reproché
-Te dije que me dejaras explicarte...
-No puedo- las lágrimas corrían por mi rostro -No puedo, necesito a Isabela, necesito a Leo. No los necesito a ustedes dos, lo único que han hecho es destrozarme.
-¿Nosotros dos?- preguntó
-Sí, tú y Xavier. Lo único que han hecho es dañarme, todo.
-¿Quién es Xavier?
Miré a Lucas...
-El idiota que me alejó de Leo- puntualicé -Y, a decir verdad- dije secándome las lágrimas -Tengo que agradecerte el hecho de que me hayas roto el corazón...
-¿Porqué dices eso Ale?
-Porque pude darle el chance a otro de que lo reparara...
Sin decir nada más, me volteé.
-Alejandra- lo escuché llamar pero lo ignoré completamente -¿Te veo mañana?
-No.- y seguí el camino hacia mi casa
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11. Dos
Llegué a casa y como aún era demasiado temprano, no había nadie. Mejor para mí. Fui a mi habitación y allí comencé a pensar en demasiadas cosas, pero no permití que una sola lágrima bajara otra vez por mi rostro. Había sido demasiado por hoy.
No sabía como reaccionar ante mi situación. Quería volver a Miami para estar con Isabela y escuchar a Leo, pero era demasiado tarde. Todos estos días, lo que hago es pensar: ¿Que estuviera pasando si no hubiese pasado lo que pasó? Pero es una pregunta que nunca tendrá contestación.
Quería a Leo. Estaba enamorada de él, pero aunque me mostré fuerte, Lucas llegó y todos mis sentimientos se revolvieron, me confundí. No sabía como reaccionar ante una situación así, era algo demasiado fuerte para mí. Lucas me dañó y Leo me reparó. No se puede querer a dos personas al mismo tiempo, ¿o si?...
Decidí darme un baño para despejar todo mi estrés y poder relajarme un poco. Quité toda mi ropa y me sumergí bajo aquel chorro de agua caliente. Pensé en Leo, en que ya Kimberly tendría unos 5 o 6 meses de embarazo, ya le tendrían nombre y que sería una bonita bebé con el mejor hombre del mundo como papá... Pero luego, un horrible pensar invadió ese otro pensamiento: muerte.
Me acuerdo de la historia que Xavier me narró el día que él y Leo pelearon en frente de mí. Aún no sabía la versión de Leo, aún no sabía la verdad porque aunque Xavier me haya contado todo eso, no sabía si eso era la verdad... Suspiré.
*Toc toc*
Tocaron la puerta y como era un apartamento pequeño, se escuchaba en cualquier parte. Me apresuré a secarme y ponerme una bata
de baño para por lo menos ver quien era quien tocaba.
*Toc toc*
Tocaron otra vez.
-¡Ya voy!- grité desde mi habitación y me apresuré aún más
Corrí hasta la puerta y la abrí sin tontamente preguntar quien era.
-Hola- un Xavier sonriente se encontraba en frente de mí
-¿Qué haces aquí?- fue lo único que se me ocurrió preguntar
-Quería hablar contigo- dijo aún parado en la puerta. No quería dejarlo pasar.
-Tú y yo no tenemos absolutamente nada de que hablar- dije tratando de cerrar la puerta, pero Xavier me lo impidió colocando un pie.
-No me voy de aquí hasta que no hablemos- afirmó entrando sin permiso y con fuerza brusca
-Xavier, por favor, vete- supliqué
-Te dije que no- sus ojos se abrieron demasiado grande
En una fracción de segundo, se abalanzó sobre mí e intentó besarme a la fuerza...
-¡NO!- grité tratando de salirme de sus brazos pero me era imposible, él era demasiado fuerte -¡Xavier déjame!- grité de nuevo
Me tapé la boca con una de mis manos y me movía con las pocas fuerzas que tenía para evitar que me besara.
Vi su cara demasiado cerca de la mía, pero en cuestión de nada, alguien lo sacó de encima mío.
Sin mirar quien era, corrí hasta mi habitación y me encerré con seguro. Busqué mi celular, pero no lo veía por ningún lado. Necesitaba llamar a la policía, a alguien. Xavier, intentó literalmente violarme. La misma desesperación provocó lágrimas bajar por mi rostro. ¿Qué pasaba con mi vida? ¿Qué había hecho para que la suerte me tratara así?
Comenzaron a tocar la puerta de mi habitación,
pero no quería abrir. Mi mundo daba vueltas, mi cabeza estaba a punto de explotar y yo no podía más. Sentía que una fuerza sobrenatural decidió desquitarse conmigo, como si yo hubiese sido una cabrona en la vida.
*Toc toc*
Seguían tocando la puerta de mi habitación, pero yo seguía apoyada en una esquina de mi cama, con mi almohada en la cara, negada a todo lo que me estaba sucediendo. ¿Por qué a mí? De tantas personas que hay al rededor del mundo, ¿por qué a mí?
-Alejandra ábreme- seguían tocando la puerta
-¡LÁRGATE!- le tiré la almohada a la puerta
-Es Lucas Ale, déjame ayudarte...
-¡No necesito tu ayuda ni la de nadie!- determiné
-Alejandra, por favor...- suplicó detrás de la puerta
Yo, estaba desesperada y Lucas estaba detrás de esa puerta ofreciéndome su ayuda, ¿qué hago? O sea, lo conozco. Sé como es Lucas, sé que nunca se atrevería a ponerme un pelo encima, pero me dejó, me dejó con mentiras y una carta que decía que iba para Los Angeles, pero mira en donde me lo vengo a cruzar...
Sin más demoras y con lágrimas en mis ojos, me levanté de la esquina de la cama y caminé hasta la puerta. La abrí muy despacio, desconfiando incluso de que Lucas me quisiera hacer algo malo.
-Tranquila- con delicadeza comenzó a acariciarme el cabello -Ya, todo está bien Alejandra- decía
Lo único que conseguí fue llorar más fuerte.
Sentí que Lucas me alzaba y me cargaba,
pero era demasiada débil en esos momentos para resistirme, por lo tanto me limité a abrazar su cuello y colocar mi cabeza en su hombro.
-Te llevaré a tomar aire fresco- solamente asentí, sin decir una sola palabra
Lucas bajó las escaleras y caminó conmigo en sus brazos, no me soltó en ningún momento...
-Bájame- dije -puedo caminar...
-No, te llevaré en mis brazos hasta que no los sienta- puntualizó
No dije ninguna palabra para refutarle.
Minutos después, sentí como el sol bajaba su intensidad y los abundantes árboles trabajaban con mis pulmones... Comencé a sentir paz, paz y tranquilidad.
Lucas me bajó y no pasó ni un segundo en el cual me abrazó tan fuerte, que sentía que todas las piezas rotas de mi corazón se juntaban. No sé porque, pero este abrazo me recordó demasiado a Leo...
-Te voy a cuidar, ¿lo sabes?- me preguntó
Lo miré y no dije nada.
Colocó mi cabeza entre sus manos, y me regaló un beso en la frente que provocó que mis ojos se cerraran y sentí que aunque haya estado lejos de mí tanto tiempo, aún no me lo había podido sacar del corazón como había dicho...
Pegó mi cabeza a su pecho y sentí su corazón latir mientras acariciaba mi alborotado cabello con delicadeza. ¿A quién engaño? Lo extrañé demasiado. Fue el amor de mi vida, todo para mí. Estoy demasiado confundida en estos momentos. La verdad es que no me esperaba encontrarlo aquí, pero aquí está. Quizás el destino tiene planes de juntarnos, quizás...
-¿Ya estás más tranquila?- preguntó
-Un poco- contesté
-Nunca Alejandra, nunca dejaría que nada malo te pase mientras yo esté cerca de ti- me acordé de que Leo también me dijo algo como eso y el corazón volvió a romperse en miles de pedazos
Las vueltas que da la vida. Me enamoré de Leo, y ni siquiera hubo beso, no hubo nada. Fue como su nuestros corazones hubieras hecho click y ya... Pero, ¿y ahora? Leo, Lucas... Dos personas y un solo camino. Dejaría que mi corazón decidiera.
-Lucas- lo miré
-¿Sí?
Hice lo más estúpido que pude haber hecho, pero quería probar si quizás esto me sacaba de la confusión.
-Lucas- dije otra vez
-¿Sí?- volvió a preguntar
Sin pensarlo, y en una fracción de segundo... Junté nuestros labios.
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12. Sentimientos encontrados
Fue un beso demasiado hermoso, como el primero. Me sentí en las nubes. Nuestras lenguas se enredaban y todo a mi alrededor no existía, solo estábamos Lucas y yo en este momento.
Él fue quien finalizó el beso después de unos segundos.
-Alejandra Collins- dijo colocando mi cabeza entre sus dos manos
-¿Sí?- pregunté
-¿Me concedes una segunda oportunidad?
He aquí la pregunta. Era muy pronto para contestarla. ¿Qué hay de Leo? Bueno, está esperando una bebé de Kimberly, no tengo muchas esperanzas con él.
-Alejandra- Lucas me alejó de sus pensamientos
-Lo siento Lucas, tengo que pensar bien las cosas... Me enamoré de otra persona en todo el tiempo que estuve sin ti, y ahora no sé ni lo que siento. Perdóname, de verdad- me volteé y me fui
Caminé lejos, y no volteé, no lo hice. Estaba demasiado confusa, demasiado. ¿Que iba a hacer? Mis sentimientos estaban completamente encontrados. No sabía que sentía por Lucas, no sabía si era amor o era demasiado cariño, no sabía nada. Sin duda, ese beso revivió muchas cosas que habían muerto para mí, pero no, definitivamente no lograban llegar a lo mucho que sentía por Leo. Pero él ya no estaba, hace semanas que no sabía de él y estaba esperando un hijo.
Saqué mi celular y miré la hora, ya estaban a punto de ser las 4, mamá tenía que estar demasiado preocupada por mí. La llamé.
-¿Donde estás hija?- fue lo primero que preguntó
-Mamá,
no me vas a creer quien está aquí- le dije
-Ay! ¿No me digas que ya lo sabes? Traté de que fuera una sorpresa- me confundí
-¿Qué?- pregunté idiotizada
-Sí, quería que te sorprendieras al verla y ahora ya lo sabes- continuó diciendo
-¿De quién hablas mamá?
-De Isabela hija, ¿de quién más?- mis ojos se abrieron del tamaño de dos grandes pelotas y mi sonrisa aumentó
¡Mi mejor amiga estaba aquí!
-¡Voy para allá!- sin pensarlo, salí corriendo hacia mi casa, con la felicidad de que me iba a encontrar finalmente con Isa...
Corrí, corrí tan rápido como pude. Una sonrisa en mi rostro apareció. ¡Iba a ver a Isa! Después de tantas semanas, iba a verla.
Llegué finalmente a la estructura que guardaba el apartamento y subí.
Se me había olvidado traerme las llaves, así que toqué. La puerta se abrió y quien estaba en frente de mí era una rubia de ojos castaños a la cual amaba con toda mi vida.
-¡ISA!- me abalancé sobre ella
-¡ALE!- la felicidad de las dos salía por nuestros poros
-¿Cómo estás? ¿Cómo llegaste aquí?- pregunté
-Bueno, larga historia...- dijo
-¿Cómo están todos? ¿Tu mamá? ¿Tu papá?- pregunté
-Anda... pregunta por el que verdaderamente quieres preguntar- mi mejor amiga me conocía demasiado
Miré al suelo
-¿Como está?- pregunté sin mencionar su nombre porque me dolía
-¿Quieres dar una vuelta?- me preguntó sin contestarme -Así te hablo de él mientras me enseñas esta bonita ciudad...
Acepté.
Salimos del apartamento y decidí ir hasta Downtown,
para que viera la fuente de colores y todo lo hermoso que ese lugar tenía para ofrecer...
(...)
-Entonces...- dije mientras caminábamos por las calles -¿Como está? ¿Ya tiene a su bebé? ¿Como la llamaron? ¿Se parece a él?
Comenzó a llover y miré al cielo como buscando una respuesta.
-¡SI!- gritaron detrás de mí -Estoy bien, y no! No es mi bebé- me volteé y en medio de toda la gente que corría para taparse de la lluvia, se encontraba una persona con una chaqueta negra y pelo azabache completamente mojado que pude ver entre medio de las grandes gotas de agua que nublaban mi vista. No hablé -Siempre supe desde el primer momento que no lo era.
Lo miré detenidamente.
-Tengo muchas cosas que explicarte Alejandra- sus palabras se perdían por el extenso ruido de la lluvia -Si me das solamente un chance de explicártelo todo, te juro que me largo de tu vida y no regreso, pero no quiero que me veas como lo que no soy... No quiero que sigas creyendo cosas que no son de mí Alejandra. Te amo, y quiero que sepas que el hecho de que te estés alejando de mí no va a cambiar mis sentimientos por ti. Y vine hasta aquí para encontrarte, no me voy sin que me escuches.
Agradecí al cielo que las gotas de lluvia ocultaban mis lágrimas...
-Leo yo...- no dije nada, corrí hacia él y lo besé como siempre había querido pero nunca había podido, besé a la persona que me hizo sentir de nuevo
El mejor beso de mi vida lo estaba teniendo en estos momentos. Lo amo, oh Dios, si que lo amo. No hay dudas de que esto que siento por él es demasiado grande, pero mis sentimientos por Lucas también están.
-Alejandra- dijo finalizando el beso -Déjame explicarte...
-No tienes nada que explicar mi amor. Te creo, creo en ti y fui una estúpida por no darme cuenta todo lo que estaba pasando y creerle a Xavier- le di otro pequeño beso
-Él fue quien incendió tu casa Alejandra...
Me alejé.
-¿Qué?
-Sí, fue el quien provocó el incendio en el que casi pierdes tu vida Alejandra...
-Pero, ¿cómo?- no quería creer eso
Sabía que Xavier no era quien aparentaba, pero no lo creí capaz de querer matarme.
-Ahora estás a salvo Alejandra, él no te hará daño.
-Pero está aquí Leo, Xavier está aquí y quiso forzarme a estar con él...
Leo miró para otro lado y entre dientes dijo...
-Se repite la historia...
-Leo...- dije confundida -¿Qué historia?
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13. Quien me reparó
-Alejandra, no quiero que estés sola en tu casa, ¡nunca! ¿Me entiendes? Si no hay nadie solamente me llamas y llegaré en un dos por tres...- dijo seguido ignorando mi pregunta
-Esta bien Leo, pero no evadas mi pregunta como si no la hubiera hecho nunca. ¿Que historia?- pregunté
La lluvia había parado un poco y el cielo estaba completamente oscuro.
-Ven, te llevo a tu casa para que te cambies y hablamos mañana de eso, ¿si?
-No Leo. Quiero hablar de eso hoy sin importar la hora.- concluí
-Alejandra por favor...
-He esperado demasiado para saber tu versión y escucharte Leo.- le dije
-¡No me escuchaste porque estabas completamente ciega con todo lo que te dijo él!- dijo con evidente tristeza -¡Lo mismo pasó con Natalia y mira como termino!- sus lágrimas bajaron esta y esta vez las pude notar
-¿Que pasó con ella Leo? ¿Que mismo pasó?
Lloraba y me sentía la culpable por sus lágrimas derramadas.
-Leo- toqué su hombro -Leo, ¿que pasó? ¡Dime por favor! Estoy harta de que todos quieran ocultarme las cosas como si fuera una niña! Tengo 16 años pero créeme que entiendo perfectamente todo lo que pasa a mi al rededor así que habla ahora- me miró con sus ojos rojos
-Alejandra... Alejandra- decía entre sollozos
-Esta bien Leo, tómate tu tiempo- le toqué la cara y le di un suave beso -Ven, vamos a sentarnos...
-Así que él es quien me reemplazó...- Lucas estaba detrás de Leo, igual de empapado que nosotros
-Lucas yo...- no sabía que decir
-Entonces el beso que me diste, ¿no significó nada para ti?
-¿Quién es él?- preguntó
Leo confundido
No sabía que hacer en este momento. Tenía a Lucas y a Leo justo en frente de mí, cada uno cuestionándome por el otro. No tenía contestación. ¿Que podía decir ahora? No sabía que diablos hacer...
-¡Alejandra!- gritaron los dos al ver que me perdí en mis propios pensamientos
-¡DÉJENME PENSAR!- grité enojada
La lluvia había cesado, pero estábamos completamente mojados en medio de la noche.
-Leo- lo miré -Él es Lucas... ¿Recuerdas? Te hablé de él. Fue mi novio hace unos meses...
-¿Él fue quien te dejó ir por medio de una carta?
-Tengo mis razones- le dijo Lucas a Leo enfadado
-¿De verdad?- preguntó Leo un poco sarcástico -No es de hombres eso que hiciste...
-Y, ¿quien eres tú para venir a hablar de hombres?- Lucas se le acercó a Leo
-El hombre que lo ha tirado todo por ella- gritó Leo señalándome
Mi corazón se aceleró.
-¡CHICOS YA BASTA!- me interpuse entre ellos
-Leo- lo miré -Vete, ¿si? Quiero hablar con Lucas...
-Alejandra, no otra vez...- dijo Leo con ojos tristes
-Te buscaré mañana temprano. Te lo prometo- le dije poniendo una mano en su mejilla y acariciándolo con mi dedo pulgar
El coloco su mano sobre la mía y me regaló un beso en la frente. Sin decir más, se volteó y caminó hacia no sé donde. ¿Que haría? ¿En dónde se estaba quedando? Bueno... Su mamá vive aquí.
-Alejandra...- la mano de Lucas tocó mi hombro
-Lucas- me volteé -Perdóname, ¿si?
-Entonces... ¿Lo quieres verdad? Nuestro beso no significó nada para ti...- preguntó con cierto
tono melancólico
-Entiéndeme, te fuiste de mi vida y sin explicaciones válidas. No había nadie, no me comunicaba contigo, nada. Él llegó y recogió todas las piezas rotas de mi corazón, las unió y las pegó sin yo darme cuenta Lucas.- dije con tristeza -Sinceramente pensé que podía recuperar mis sentimientos por ti, pero, quiero a Leo, lo quiero demasiado como para estar con otra persona que no sea él Lucas, entiéndeme por favor. Siempre habrá un espacio para ti en mi corazón, te lo prometo, ¿sí?- Lucas bajó la cabeza y asintió con dolor
-Solo espero que el te haga tan feliz como yo no pude...
-Me hiciste muy feliz Lucas. Esas cosas las llevaré siempre conmigo, pero ahora mi corazón le pertenece a él y así será siempre- dije levantando su agachada cabeza -Te quiero mucho- le regalé un beso en la mejilla
Me volteé.
-Te acompaño a tu casa- dijo Lucas -No quiero que regreses sola después de lo que trató de hacerte aquel tipo, además, ya es muy tarde- asentí con una sonrisa y Lucas pasó su brazo por mi cuello
(...)
-Hiciste lo correcto Ale- me decía Isabela
Estábamos hablando en las rocas del parque central de Downtown. Eran aproximadamente las 2 de la tarde y quedé en verme con Leo a las 2:30, pero Isa me estaba acompañando en lo que llegaba y mientras la ponía al día de todo.
-Pero, en realidad, aún tengo muchas dudas Isabela...- le dije
-¿En cuanto a qué?- me preguntó
-No lo sé. Quiero escuchar todo de parte de Leo, quiero saber que pasó con Natalia
y Xavier, quiero saberlo todo.
-De seguro él te lo va a explicar Ale, tranquila- me dijo Isabela
Asentí.
-Me hace bien que estés aquí, ¿hasta cuando te quedas?- le pregunté
-Vine porque hubieron unos problemas en la escuela y nos mandaron a nuestras casas tres semanas... Me quedo hasta el uno de noviembre.
-¿Que pasó?
-No tengo idea, solo dijeron que las clases estaban suspendidas hasta el día dos de noviembre, sin explicaciones, pero no es algo que me importe mucho...- sonreí -Esto es muy lindo aquí ¿sabes?
-Sí, pero extraño las playas y el calor de Miami- le dije
-Miami no es lo mismo sin ti Ale- mi mejor amiga me conmovía en ocasiones
-Lo sé- reímos
-Ey, ahí está Leo- dijo Isa -te veo luego- se levantó y se alejó no sin antes guiñarme el ojo
Mientras Isabela se iba alejando, Leo se iba acercando más y más con sus manos en la espalda. Cuando se acercó a mí, reveló un paquete de uvas verdes.
-Sé que no te gustan las fresas, así que espero que esto sí sea de tu agrado- sonreí más que nunca
Me acordé del día que Leo me llevó las rosas azules y el paquete de fresas. No puedo creer que se haya acordado de que no me gustan.
-Gracias...- le di un beso en la mejilla y el me sonrió
-Bueno, sin perder más tiempo... ¿por dónde quieres empezar?- preguntó Leo
-Si me permites, quiero empezar por esto- agarré su cuello y junté nuestros labios por segunda vez en dos días
Fue un beso desesperado, de esos que aunque ya lo hayas dado, sientes la necesidad de darlo otra vez.
Agarró mi cintura y me pegó mucho más a él. Ya no quedaba espacio entre nosotros, ya nuestros pechos estaban demasiado unidos como para querer separarlos. Una de sus manos subió hasta la parte posterior de mi cabeza y suavemente la deslizó hacia mi mejilla, separando el beso que con tantas ganas estábamos disfrutando.
-Fue un buen comienzo- dijo
-Quiero que hayan muchos más así Leo...
-Y los habrán Ale... Te lo aseguro...
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14. La otra cara de la moneda
-Ahora, la historia...- le dije
-Bueno, ¿como comienzo? ¿Érase una vez o qué?- reí cuando dijo eso
-No seas estúpido- dije entre risas
-Bueno, aquí va Ale...
Nos sentamos y lo miré atentamente.
-Fue hace unos años atrás. Cuando aún estaba en la escuela, tenía una gran vida. Todo era completamente perfecto y me iba excelente. Tenía buenas calificaciones, iba a entrar a la universidad de mis sueños y todo era como alguna vez de niño lo había planeado. Un día, estaba caminando por la escuela y vi a esta hermosa chica de cabellos rubios y hermosos ojos azules que caminaba hacia la cafetería y no pude evitar seguirla para seguir apreciando tanta belleza.- sus ojos se iluminaron mientras hablaba de ella. Ojalá un hombre de viera así cuando habla de mí -Entré a la cafetería y la vi sentada con un libro y un café en la mano, sola, en una mesa para dos personas que se encontraba en la esquina, así que decidí hacer lo que cualquier hombre que se enamora de un imagen haría...
-¿Te sentaste al lado de ella y hablaron?- pregunté
-No, me senté a observarla desde otra mesa- reí
-¡Eso no es lo que haría cualquier hombre que se enamora de una imagen!- dije
-¡Claro que sí! O, ¿has visto que alguien se te sienta al lado de la nada y comienza a hablarte?- me preguntó
-No- contesté -Pero eso es porque nadie se ha enamorado de mi imagen
-Eso es lo que piensas, pero ¿recuerdas la vez de la playa?
Asentí
-¿Porqué crees que me alejé?
-Porque estabas avergonzado de que tus amigos nos estuvieran hostigando...
-Porque
me enamoré de tu imagen Alejandra...
Mi corazón se aceleró.
-Pero... ¿En qué estaba?- se quedó pensando unos segundos -Ah si...
*flashback de LEO*
Era demasiado hermosa, no podía parar de observarla. Abrió un libro y sacó unos anteojos de su cartera y sin más demoras comenzó a leer. Pasaba las páginas del libro tan rápido como pestañar. Sus ojos no paraban de moverse de lado a lado leyendo cada palabra que estaba plasmada en el libro que leía.
No tenía el simple valor de preguntarle su nombre, ni siquiera me atrevía a pasarle por el lado porque no quería que notara mi presencia. Minutos después, sonó la alarma y eso indicaba el inicio de la clase de química, la que odiaba con todas las fuerzas de mi existencia. Decidí levantarme de la mesa y caminar lo más rápido posible para el salón de química sin cruzármela en algún mal momento del camino. El salón quedaba a unos minutos de la cafetería y creo que llegué en menos del tiempo que se tarda una persona normal. La mitad de los estudiantes ya habían llegado y me senté justo en frente de Ian, mi mejor amigo y capitán del equipo de baloncesto. Ian y yo nos conocemos desde que tenemos memoria, hemos pasado toda la vida juntos y lo catalogo como mi hermano de otra madre. Nos llamaban "los rompe-corazones".
*pausa al flashback*
-¿Rompe corazones?- pregunté
-Es otra historia súper larga... no creo que te interese. Además, ya no soy el Leo de antes- aseguró
*continuación del flashback*
Saludé a Ian y llegó el profesor de química que creo que tenía un ligero
odio hacia mi persona considerando el hecho de que siempre tenía una razón para quitarme 5 puntos en cualquier examen, trabajo o tarea que daba.
-Hoy hablaremos acerca de notación científica jóvenes- dijo sin siquiera dar las buenas tardes -Abran sus libros en la página número ciento cincuenta y siete.
Se escucharon los libros abrirse y junto con el ruido de los libros, la puerta también se abrió. Por ella entró la directora Brown, con su cara de anciana amargada y arrogante, con unos papeles en la mano, lista para interrumpir la clase.
-Buenos días jóvenes y profesor. Perdonen mi inesperada interrupción pero tengo que anunciarles que a su clase se integra una nueva joven, espero y puedan ayudarla a acoplarse bien a todo esto.
Detrás de ella apareció la chica de la cafetería, la de cabellos rubios y ojos claros que había estado observando antes de entrar a la clase. Mirándola bien, era mucho más bonita de cerca. Su piel era extremadamente delicada y sus ojos eran muy alegres y expresivos. Me sorprendió el hecho de que se integrara a nuestra clase a estad alturas. Era algo sumamente raro. Miré a mi al rededor y vi que no había lugar para ella sentarse, así que me dispuse a levantarme, pero alguien se adelantó.
-Se puede sentar aquí- Ian le cedió su asiento. ¡Y su asiento estaba al lado mío!
-Muchas gracias joven Ian- dijo la directora -Estoy seguro que la joven Natalia Denovan y usted se van a llevar muy bien.
La miré mejor, ya que estaba al lado mío y no pude evitar soltar una sonrisa.
*pausa al flashback*
-Amor
a primera vista eh- dije
-No creía en eso hasta que Natalia Denovan apareció en mi vida- dijo Leo
-¿Puedes saltar todo eso y llegar a la parte del problema con Xavier?- pregunté
-Sí claro. Después de todo eso, me enamoré profundamente de ella y no pude evitar el hablarle. Desde ese día ella me correspondió y todo lo que ocurrió entre nosotros era mágico, pero entonces...
*otro flashback de LEO*
-¡Natalia, por favor! Déjame acompañarte- le pedía en tono de súplica para que no fuera sola a Los Angeles. Tendría que manejar una semana y me preocupaba el hecho de que fuera sola
-¡Te dije que no Leo! Voy a ver a mis padres y no necesito que vayas conmigo. Me puedo cuidar sola.- dijo con tono enojado, pero esta no era ella. Natalia no era así, ella era dulce y hermosa conmigo.
-Dime algo Natalia... ¿Hay alguien más verdad?- pregunté con la esperanza de que esto fuera una pesadilla
-¡Tus ataques de celos son la causa de que cada día me desilusione más contigo! ¡Déjame en paz y bájate de mi auto!- dijo literalmente empujándome
-Esta bien, esta bien- acepté con todo el dolor del mundo -Solo, déjame saber cuando llegues- le pedí
Sin decirme absolutamente nada, aceleró su auto y siguió su camino hasta Los Angeles. Pero algo en mí no me dejaba la consciencia tranquila, algo me decía que había algo que estaba mal y tenía que saber que diablos era lo que estaba pasando con Natalia.
Corrí hasta mi auto que se encontraba unas cuadras después de esta y cuando llegué lo encendí y aceleré. Continué manejando lo más rápido
posible para poder alcanzarla hasta que vi su Jetta color vino, estacionado en un garaje en las afueras de Chicago. Ella no estaba en él, eso significa que se había bajado. A lo mejor estaba comprando algunas golosinas para el viaje, porque no estaba estacionada en una bomba de gasolina, sino que el estacionamiento regular.
La vi salir y efectivamente, tenía algunas golosinas, agua, refrescos y otras cosas más en dos bolsas de supermercado. Subió a su auto y encendió el motor. Yo hice lo mismo. Pero algo me detuvo. Un chico salió del garaje con algunas bolsas también y se dirigía hacia el auto de ella.
Mi corazón latía a mil por horas y todo mi cuerpo se estremeció, llenándome de rabia y de coraje por ver que me mentía. Natalia no quería que yo la acompañara por la
Simple y sencilla razón de que existía también otro chico en su vida.
*pausa al flashback*
-¿Era Xavier?
-¿Quién más podía ser?- preguntó
*continuación del flashback*
El enojo me ganó y no pude evitar el hecho de bajarme del auto e ir hasta su auto y reclamarle el porqué estaba con él.
Me acerqué a ellos.
-¿Me puedes explicar que está sucediendo aquí Natalia?- pregunté con mi voz temblorosa por todo el coraje que recorría mi cuerpo
-Leo, yo.. yo te puedo explicar- decía Natalia con voz nerviosa mientras que el tipo nos miraba sin saber que hacer ni que decir. Evidentemente él tenía el conocimiento de que Natalia ya tenía novio
-¡Adelante! ¡Habla!- grité enojado
-¡Leo, me enamoré de otra persona!- mi corazón se rompió
en mil pedazos cuando la escuché decir eso
Las lágrimas invadieron mis rostro y él aún estaba dentro del carro como si nada estuviera pasando.
Le di un gran puño a la capota del auto de ella.
-¡¿Y PORQUE DIABLOS NO ME DIJISTE NADA NATALIA?! MALDITA SEA- el enojo me acorraló
-¡Tranquilízate Leo por favor!- pedía con tono de desesperación
-¡NO ME PIDAS QUE ME TRANQUILICE!- dije gritando aún más y ella se bajó del auto
Se acercó a mi pero el enojo me cegó y la empujé tan fuerte que cayó al suelo.
En fracción de segundos, el chico que andaba con Natalia se bajó del auto y comenzamos a pelear.
El me daba puños y yo le respondía. Estaba ya mareado y la sangre que me bajaba por la nariz no me dejaba pensar. Sin razonar, saqué una navaja de mi bolsillo y se la introduje al tipo en el hombro. El gritó de dolor y Natalia se levantó del suelo para ayudarlo. Ella estaba llorando.
Solté la navaja llena de sangre y la dejé caer al suelo, y en unos segundos ya unos policías me esposaban y me llevaban de camino al cuartel.
-Todo lo que diga podría ser utilizado en tu contra- decía uno de piel morena
-¡Me las vas a pagar algún día!- gritaba él desde el suelo y veía con dolor como Natalia sufría. La amaba, a pesar de todo, la amaba...
*fin del flashback*
-Entonces, ¿no fuiste a la cárcel por pegarle a ella?
-¿Qué? ¡No! Jamás le pegaría a una mujer. ¿Eso te contó él?
-Sí Leo- dije triste
-Estuve nueve meses en la cárcel y cuando salí, no supe más de ella. Fue como si
se hubiera convertido en un fantasma.- dijo -Quería buscarla para pedirle perdón, pero nunca volví a verla, nadie sabía de ella ni a donde había ido. Fue ahí cuando conocí a Kimberly y entablé una relación seria con ella. Pero a ella no la amé. Ella fue un capricho. Quería buscar una forma de olvidar todo lo sucedido, y pensé que con ella lo lograría, pero no fue así. Después de unos meses juntos, conseguí un buen trabajo y todo iba bien en mi vida, pensé que con el tiempo había aprendido amarla, así que me quedé con esa idea. Su familia no me quería, por lo tanto después de unos meses más juntos, rompimos y por suerte de la vida, mi trabajo me ofreció mudarme para Miami, una nueva forma de empezar mi vida otra vez. Ahí te conocí y sentí que mi mundo, que estaba en pausa, comenzó a girar de nuevo.
-Leo...
-Después de unos días, llegó alguien de mi pasado...
-Si ya sé, Kimberly te confesó que estaba embarazada de ti- dije con seguridad
-No Alejandra...
*flashback de LEO*
Eran cerca de las 2 de la mañana y me acordé que la basura pasaría a las 6. No la había sacado así que con un pantalón de dormir, y sin camisa, salí afuera a sacarla.
Sentí que alguien me observaba, pero miraba para todos lados y no veía nada, así que dejé la basura en el bote y me dispuse a entrar a mi casa.
-Han pasado algunos años, ¿no Leo?
Me volteé y detrás de mí, había alguien con un abrigo negro puesto, y su cara no podía verla.
-¿Quién eres?- pregunté
-Xavier.
-¿Xavier?- no entendía -No conozco a nadie que se llame Xavier.
-Ah, cierto- dijo en tono sarcástico -Se me olvidó presentarme -se bajó la capucha y cuando vi su cara, un gran coraje me invadió
-¿Qué diablos quieres?- pregunté
-Cobrar venganza- aseguró
No me dejó actuar cuando pronto de abalanzó sobre mí con una cuchilla y comenzó a apuñalarme sin piedad, después de un rato tratando de salir de él, todo se volvió negro.
*fin del flashback*
-Entonces... ¿Fue él quien te apuñaló? ¿Fue Xavier quien intentó matarte?- pregunté
-Sí Ale.
-¿Porqué no me dijiste antes?- pregunté enojada
-¡No me dejaste explicarte nada! ¡No sabía que él iba a llegar a tu vida días después! Y cuando llegó te puso en mi contra. ¿Qué querías que hiciera? No me querías escuchar- dijo
-Si tan solo hubiese sabido antes...
-Nada, no iba a pasar nada. Esa es su especialidad.
-Perdóname Leo.- dije
-Te perdoné desde el momento en el que salí de tu habitación con mis ojos hechos lágrimas Alejandra, te lo aseguro- me dijo
-Ahora que sé la verdadera cara de la moneda, no te voy a dejar ir nunca...
-Comencemos de nuevo.
-La verdad es que ni siquiera tuvimos un buen inicio, no llegamos ni siquiera a comenzar....- dije con sinceridad
-Entonces, mejor... Ale...- hizo una pausa y me dio una vuelta el corazón porque ya sabía lo que me iba a decir, y mi contestación sería que si, seguramente.
-Tienes una pestaña en la mejilla- me ayudó a sacarla y bajé la cabeza -¿Quieres ser mi novia?- finalmente preguntó
Lo miré directo a los ojos y nuestras caras se acercaron demasiado.
-Sí mi amor- contesté sin pensarlo
Me agarró las mejillas.
-Después de todo lo que me ha sucedido, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida...
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15. La peor/mejor novia del mundo
RINNNNNGG RINNNNNNGG
El sonido ensordecedor de mi celular me despertó con una llamada de Isabela, que ya se había ido para Miami hace casi 2 meses.
-¿Sí?- contesté con voz soñolienta
-ALEEEEEEEE- me despegué el celular un poco de la oreja por el gran grito de mi no-compasiva mejor amiga
-Son las 8 de la mañana, ¿podrías dejar de gritar?- pregunté
-¡No! Hoy es noche buena y además...
-¡Es mi segundo mes siendo novia de Leo!- dije levantándome de un golpe porque se me había olvidado
-A ver... No me digas que se te olvidó tu segundo mes de novia con él y no le compraste ni siquiera un Sniker en seven eleven...
-¡Se me olvidó por completo!- dije corriendo al closet a buscar cualquier cosa para ir al centro comercial
-¿Qué piensas hacer entonces?- preguntaba Isa desde el otro lado del celular
-Yo me las arreglaré, hablamos luego. Te amo- siempre me despedía así
-No quisiera tener nunca una novia como tú- decía Isa -Te amo.
Colgó y tiré el celular a la cama.
-¡MAMÁ!- gritaba desde mi habitación -¡MAMÁ!- no contestaba
Se abrió la puerta de mi habitación y entró mi hermana.
-Mamá no está. Tenía el turno de las seis de la mañana, ¿qué no te lo dijo anoche?- ughhh, se me había olvidado eso también
¿Qué haría ahora? El centro comercial queda a 2 horas caminando...
No pensé en eso y entré al baño a cepillarme los dientes y a bañarme. Mi baño fue uno extremadamente rápido para poder aprovechar mejor el poco tiempo que tenía antes de ver a Leo.
Estos meses
pasaron demasiado rápido. Es como si hubiera sido ayer el día en que Leo me contó su historia y me pidió que fuera su novia, sin embargo, ya hoy es nuestro segundo mes de novios y por otra parte noche buena. Celebraríamos el
doble.
Han pasado muchas cosas en este tiempo. Mi madre y Leo se volvieron muy cercanos y Xavier no ha vuelto a aparecer. Lucas... él aún no quiere tener contacto conmigo porque según él, yo lo engañé. Leo y yo hemos pasado momentos increíbles. El día de su cumpleaños, cuando iba de camino con un pastel para él, frené de momento y el pastel se arruinó todo y sin embargo, siguió insistiendo en que había sido lo mejor del día.
Otro día, estábamos en el cine y unas chicas comenzaron a decirle cosas en frente de mí a lo que me referí a Leo como el peor gay de la historia de la humanidad y ellas lo comenzaron a mirar de una mala manera.
Hemos reído demasiado, la vida me ha dado mucho. Después de la tormenta siempre llega la calma, y eso lo descubrí desde que Leo llegó a mi vida. Lo amo y siempre lo haré.
Aún no había nevada, pero la temperatura estaba muy baja, quizá la nieve nos sorprendiera muy pronto.
Me puse unos jeans azules, una camisa de manga larga, mi coat favorito color negro y unas botas. Cogí mi cartera de encima de la mesa.
-¡JENNA!- grité a mi hermana para avisarle que saldría unas horas
-¿Qué?- se asomó desde la puerta de su cuarto
-Saldré unas horas, cierra con llave y no le abras a nadie, ¿entendido?- le dije con un poco de autoridad que nunca acostumbraba a tener
con ella
-Ajá, como digas- dijo con el poco interés que siempre acostumbra a tener conmigo
Abrí la puerta y el fuerte viento que caracterizaba a Chicago me azotó la cara. No había nieve, pero era tanto frío que aún de la manera en que estaba abrigada, podía sentirlo atravesar mis huesos.
Decidí caminar hasta la estación de tren para poder llegar rápido al centro comercial. El tren quedaba a unos 15 minutos a pié de mi casa. Y tardaba unos 30 en llegar al centro comercial. En total me gastaría menos de 1 hora en llegar al centro, me ahorraría mucho tiempo. Caminaba lo más rápido que podía para avanzar y poder encontrarme con Leo más a la tarde. Miré mi reloj, 9:15 am. Había quedado con Leo para las 3 pm. No puedo creer que eso se me haya olvidado. Soy sin duda alguna la peor novia del mundo entero.
Llegó un mensaje a mi celular.
Leo: Levántateeeeeeeeeee.
Ay Dios mío. ¿Y si le daba con ir a verme ahora? ¿Y si se entera de que se me olvidó? ¿Y si se da cuenta que verdaderamente soy la peor novia del universo? Estaba frita.
Ale: Lo estoooooooy. Hola.
Leo: ¡Hola idiota! ¿Desayunaste?
Ale: ¡Sí! Muy rico.
Mentiras. Pero si le decía que no había desayunado, seguro que se antojaría de llevarme desayuno a casa y eso no es nada conveniente para mí.
Leo: A propósito... ¿Puedes creer que el jefe me llamó para trabajar hoy?
Uf, que bueno. Eso me daría más tiempo y a lo mejor planear algo mejor.
Ale: ¿De verdad?
Leo: Sí. Pero dije que no iría.
Mierda.
Ale: ¿Por qué?
Leo:
¿Aún lo preguntas? Tengo planes contigo idiota. Eso es algo que no cambiaría por nada del mundo.
Lo amaba.
Ale: Gracias por soportarme estos 2 meses.
Leo: Me han parecido siglos en realidad.
Reí. Este chico si sabía como ponerme de buen humor.
Llegué a la estación de tren y compré un boleto. El tren salía en 5 minutos, así que subí las escaleras lo más rápido que pude y subí. El tren estaba abarrotado de personas. No tenía ni siquiera en donde sentarme, por lo que guardé mi celular sin contestar el mensaje de Leo y me agarré a uno de los tubos para evitar caerme con el movimiento del tren.
Miraba a mi al rededor y veía parejas, familias con sus pequeños hijos, ancianos, mujeres, hombres con traje, personas de mi edad e incluso personas con vicio. Todo parecía normal en este tren. Siempre veía personas así cuando andaba en uno.
-Disculpe- escuché la voz de un chico a mis espaldas. Giré -puede tomar mi espacio si desea, no me hace bien estar sentado todo el tiempo.
-Gracias, muy amable de tu parte- me senté sin pensarlo y lo vi a él agarrarse de la misma baranda que yo antes de que él me cediera su asiento
-Siempre es así- dijo una señora a mi lado. La miré. -Me pregunta si hay alguna persona para que pueda ceder su espacio y cuando le digo que sí, rápido lo hace.
-¿Cómo que le pregunta?- me dirigí hacia ella -¿Qué no ve todas las personas que están de pié?- pregunté
Negó con la cabeza y de su lado derecho sacó un... ¿bastón?
-Zac perdió su vista cuando tenía 15 años. Es difícil
para un adolescente el perder su vista en plena etapa de desarrollo y amoríos. Sufrió demasiado. Su depresión lo fue consumiendo poco a poco. Todo ha sido cuestión de tiempo. Terapias psicológicas, consultas con médicos, centros de apoyo. Han sido tres años sumamente difíciles para él y claro para mí. Una madre nunca querrá ver a su hijo sufrir de esa manera.- una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla y por instinto propio, la limpié con mi dedo
-No se preocupe señora. Su hijo va a salir de toda esta situación. Entiendo que no es fácil para nada el hecho de ver a su hijo pasar por un proceso tan doloroso como éste, pero a veces las cosas pasan por algún propósito y nosotros no podemos detener los planes de la vida. Hay que dejar que las cosas fluyan a su manera, no tenemos el poder sobre lo que pueda pasar, pero si el poder sobre como nos afectará. Así que seque sus lágrimas y comience a sonreír porque a pesar de las dificultades, tiene a su hijo con usted y al final del día, eso es lo que cuenta- dije con toda sinceridad y desde el fondo de mi corazón
La señora, con lágrimas en su rostro, se abalanzó sobre mí y me dio un fuerte abrazo.
-Muchas gracias niña. Me has dicho en tres minutos lo que un psicólogo no ha podido decirme en tres años. Siempre estaré agradecida contigo- sus palabras fueron luz para mí
El tren hizo su parada.
-Bueno, aquí me quedo- le dije a la señora
-Nosotros también- dijo ella
Sonreí y me bajé del tren. Cuando iba caminando hacia las escaleras, escuché a la señora.
-¡Espera!- gritaba ella
Me detuve.
-Aún no sé tu nombre niña.
-Alejandra- sonreí -Alejandra Collins.
-Alejandra, yo soy Nora. Nora Michaels. Y él es mi hijo Zac, Zac Michaels, es un placer conocerte.
-Lo mismo digo.- no podía parar de sonreír
Veía a Nora con su hijo de cabello castaño y ojos verdes que no sabían a donde moverse y eso me estremecía el corazón.
-Quisiera, Alejandra, que tomes mi número telefónico. Sé que una amiga como tú le vendría bien a Zac. Últimamente, no tiene a nadie con quien hablar a parte de mí y no creo que yo sea lo mejor para platicar con un chico de dieciocho años- miré a Zac
-Mamá por favor...- le dijo él
-No te preocupes Zac- le dije -Es un placer para mí- acepté el papel con el número escrito -Entonces, ¿nos veremos pronto Zac?- le pregunté alegre
-Técnicamente me verás tú- dijo jocoso y reí
-Entonces, te veré pronto técnicamente. Ha sido un placer- al decir esto, me viré y continué caminando hacia el centro comercial.
Ya eran las 10:26 am y yo aún no había hecho absolutamente nada. Por un momento se me había olvidado la razón de estar aquí. Pero la recordé de inmediato al sacar mi celular y ver 5 mensajes de Leo.
Leo: Ale, ¿todo bien?
Leo: Espero que no se te haya olvidado que tenemos un compromiso a las 3 eh...
Leo: Se busca: Alejandra Collins.
Leo: ¿En serio idiota? Estoy muerto del aburrimiento y ¿no me hablas?
Leo: Vale ya entendí. Jodo mucho. Esta bien, me rindo. Escríbeme cuando puedas. Te amo perra.
Reí.
Ale: Estoy un poco ocupada. Perdona
la tardanza. Te escribo luego, te amo idiota.
Me limité a escribir y guardé mi celular.
Entré al centro comercial y rápido necesité mi celular de nuevo.
-¿Sí?- contestó Isa al tercer tono
-Necesito tu ayuda, ¿que puedo comprarle a Leo?- le pregunté
-Bueno, piensa. ¿Que le gustaría a un hombre de veintiún años?- decía
-No tengo ni la mínima idea- le dije
-¿Un reloj? ¿Ropa? ¿Zapatos? ¿Perfumes? ¿Gorras?- Isa seguía mencionando
No tenía ni la más remota idea de que podía comprarle a Leo.
-¡Ya sé!- dijo Isabela -¿Qué tal las taquillas para el concierto de Coldplay?
-¿Coldplay?- pregunté
-No es una buena idea... ¿Verdad?
-Para nada Isa- puntualicé -Buen intento.
-Es que no sé que puedas regalarle sinceramente. Es tan difícil. Crees que conoces a alguien demasiado hasta que llega el momento de regalarle algo material- dijo Isa
-¡Eso es Isa!- dije feliz
-¿Qué?- preguntó confundida
-¡No necesito regalarle nada material! Eres la mejor, ¿lo sabías? Te amo. Hablamos luego.- colgué
Busqué mi galería de fotos en mi celular y reuní todas las fotos que tenía con Leo en un solo álbum para revelarlas. Tenía 177 fotos con él, y todas eran haciendo estupideces, estos momentos captaban nuestra felicidad.
Fui al Walgreens que quedaba en la esquina del centro comercial y revelé todas las fotos que tenía con él. Tardé unos 25 minutos en lo que salí de allí.
Caminé de regreso a la estación de tren y me monté en el tren que me llegaba de regreso a casa. Miré mi reloj. 12:22 pm. No tenía casi tiempo para prepararlo todo y prepararme yo.
El tren hizo su parada y me bajé lo más rápido que pude. Corrí hacia mi casa y entré. Lo que vi me dejó muda.
-Felices dos meses Ale.
Leo estaba en frente de mí con un ramo de flores y una sonrisa gigante.
-Leo, yo...
-No tienes que decir nada Ale- me interrumpió -Mi mejor regalo en estos momentos, es el compartir un mes más a tu lado.
Al decir eso, me abalancé sobre él y lo besé.
-Te amo- le dije
-Y yo te amo a ti- contestó
-A lo mejor no me dio tiempo para hacer lo que tenía planeado. Pero sí escribí esto mientras estaba en el tren.- saqué una carta y se la entregué
-Eres la mejor novia del mundo idiota
Sonrió de oreja a oreja y lo supe. Nada material se compara con la sonrisa de este hombre.
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16. Noche no tan buena
-Entonces- dije mirándome al espejo -¿el negro o el azul?- le pregunté a Isa que estaba al otro lado del celular
-Ya te dije que el negro se ve mejor- repitió por una décima vez
-Esta bien, esta bien...- dije soltando los vestidos y tirándome a la cama
-Ahora- dijo Isa -No me dijiste que le diste a Leo finalmente...
*flashback*
Miraba las fotos y buscaba la manera de como iba a dárselas... ¿Con qué acompañaría estas fotos? Abrí mi cartera y vi una libreta de argolla junto con un bolígrafo azul. Entonces saqué la libreta y comencé...
"Querido Leo:"
No, eso suena muy formal...
"Para el amor de mi vida:"
Muy romántico. Nada que ver conmigo.
"Leo:"
Muy seca...
"Para el mejor idiota del mundo:"
Ese suena bien, me gusta...
*pausa al flashback*
-¿En serio? ¿Comenzaste tu carta así? Que rara eres...- decía Isa
-¡Es mi estilo! Además, estoy casi segura de que Leo pondría cara de asco si le pongo algo como "amor de mi vida" o algo así en el encabezado- le dije
-Bueno, puede ser... Son tan raros los dos que no encontraría una manera de entenderlos- rió
*continuación del flashback*
"Para el mejor idiota del mundo:
Quisiera comenzar por felicitarte a ti, por el hecho de que me has soportado durante 2 meses (que sé que han sido una eternidad) y has sabido lidiar con el desastre de persona que soy. Es un gran placer el compartir mis risas, mis lágrimas, mis enojos, mis alegrías y mis miedos contigo. Me llenas, me complementas, le das sentido a mi vida. Todo lo bueno es mucho mejor si es
contigo. Gracias por ser todo lo que necesito, por comprenderme y sobre todo amar mis defectos. Te amo. Cada día estoy más segura de que no hay mejor lugar para mí que estar entre tus brazos. Eres lo mejor de mi vida y siempre estaré agradecida por ti. Hay días en los que ni yo misma me explico el porqué de las cosas y cuando llegas tú, le encuentro el sentido, el motivo y el propósito a todo. Llenas mi vida de felicidad. Quiero que sepas que no importa lo que pase entre nosotros, yo voy a estar siempre junto a ti, porque estoy convencida de que la vida que me queda, la quiero toda contigo. Por siempre y para siempre.
Alejandra"
*fin del flashback*
-¿Entonces te sacó lo romántica?
-Solo un poco- admití -Una vez al año no hace daño, creo.
-En ves de estar tirada en tu cama como creo que lo estás, deberías estar arreglando tu desastroso cabello y tu horrible cara para que Leo te recoja a las siete, ¿no crees?- miré el reloj
-Son las tres de la tarde. No tardo cuatro horas como tú- le dije
-Me alegra que hayan cambiado la hora de su cita- me dijo Isa
-A mí también. Es noche buena y nunca hago nada, ahora tendré algo mejor que hacer que estar tirada en mi cama fingiendo que estoy emocionada porque Santa Claus llegará con nada para mí- rió de lo que dije
-Estás loca- decía -Por lo menos tú tienes un lindo y atento novio que hoy te llevará a no sé donde. Yo ni siquiera sé lo que es eso...
-Eres demasiado exigente contigo misma Isa. Deberías dejar que alguien llegue a tu vida sin que tu baja autoestima lo
aleje- dije con sinceridad
Isa solo había tenido un novio, pero lamentablemente no funcionó y desde entonces, no deja que nadie llegue a su vida.
-Lo sé. Pero ni siquiera sé como hacerlo sin arruinarlo todo...
-Tranquila. No hay prisa para eso. Alguien llegará cuando menos te lo esperes- dije tratando de tranquilizarla
-ALEJANDRA- mi madre gritó
-Ahora te dejo- dije al celular -Grinch me está solicitando- bromeé y colgué.
Dejé el celular encima de la cama y salí de mi habitación. Bajé las escaleras y vi a mamá leyendo una tarjeta.
-¿Que pasó mamá?- le pregunté
-Creo que alguien te ha dejado un gran arreglo de flores y una tarjeta- comenzó a agitar la tarjeta delante de mí y yo intenté cogerla pero fallé.
Comencé una ardua persecución por la sala para tratar de atrapar a mamá y poder quitarle la tarjeta que obviamente era mía.
-Mamá- dije riéndome y con la respiración un poco cortada -Dame la tarjeta...
-Querida Alejandra- leyó en voz alta y evitando que yo me acercara a ella -Te dejo este arreglo de flores junto con este vestido. Úsalo hoy. Estoy seguro que se verá más hermoso en ti de lo que se veía en el maniquí. Te amo. Leo- finalizó dramáticamente
Fui corriendo hacia el gran arreglo de flores que se encontraba justo encima de la mesa antes de que mamá lo alcanzara. El gran arreglo de flores estaba hecho sobre una canasta, así que alcé las flores y dentro de la canasta, había un hermoso vestido rojo. La parte de arriba eran flores con encaje y las mangas eran hasta el codo. Lo alcé y vi
que en la espalda había un escote ovalado y rápidamente me enamoré del traje. Me ecantaba.
-Wow- dijo mi madre al lado mío -Este chico sí que tiene buen gusto- sonreí
-Está...- hice una pausa -Hermoso.
-Si hija. Y más hermoso se va a ver cuando te arregles. Que de hecho, si no empiezas ahora, no acabarás nunca- dijo mirando su reloj
-¿Crees que puedas ayudarme mamá? Es que, soy un completo desastre cuando se trata de arreglarme...- dije un poco avergonzada
-Claro que sí, ve. Sube a bañarte- asentí y le di un abrazo
-Gracias mamá- ella acarició mi cabello y sin decir más, subí a la ducha
(...)
-¡Alejandra!- mi mamá entro por la escalera apresurada -¡Llegó! Ya está aquí- dijo emocionada
-Mamá está bien... Ni que fuera la primera vez que salimos juntos- dije
-Estás hermosa hija- dijo muy feliz
Sonreí y me miré al espejo. Era la primera vez que me sentía y me veía bonita. El vestido rojo era precioso. El maquillaje estaba muy sencillo, pero como nunca lo uso, me veía diferente. Mi cabello lo moví para el lado derecho y tenía unos ligeros rizos en las puntas. Sin duda alguna, me sentía bonita.
-Ven Ale. No hagas esperar a Leo- asentí y salí de mi habitación
Cuando bajé las escaleras, Leo me estaba esperando abajo y mi corazón se aceleró al verlo. Estaba guapísimo. Tenía unos pantalones de vestir azul marino y una camisa de botones tres cuartos color azul claro. Su cabello lo peinó hacia arriba y esa sonrisa le daba el toque que le faltaba para ser perfecto.
-Ale- pude ver su cara
de asombro -Te ves...- al parecer no encontraba las palabras para describirme -...preciosa- al fin dijo
-Tú también- sonreí
Ni siquiera con los tacones que llevaba puesto podía alcanzarlo.
-Bueno, trae tu coat. El frío está horrible y el viento ni se diga- dijo
-Aquí está Ale- mi mamá tenía mi coat -Cuídense por favor- le di un beso en la mejilla
-Nos vemos luego mamá.
-Se la traigo sana señora.
-Lo sé Leo, lo sé.
Me puse el coat y salí. El viento azotó mi cara y los vellos de toda mi piel se erizaron. Caminé hacia el carro de Leo.
-Enciende la calefacción por favor- le pedí inmediatamente cuando se montó
-Ya está.
No me quitaba la vista de encima.
-¿Qué miras?- pregunté sonrojada
-Es que no puedo creer lo bonita que te ves Ale...-
-Gracias a ti- dije acercándome a su rostro y le di un beso -Y, ¿para donde vamos?
-Ah si... No te había dicho. Creo que es tiempo de que conozcas a mi familia.
-¿Qué? ¿A tu familia? Quieres decir... ¿a tu mamá, tíos, abuelos, primos y todo eso?- pregunté nerviosa
-Si Ale- dijo feliz
-Pero... ¿No crees que es muy pronto?
-¿Pronto? Quiero que mi familia te conozca desde el día en que nos hicimos novios Ale. No quiero esperar más. Hoy, mi familia está celebrando la noche buena en casa de mi abuela. Estarán todos allí. Quiero que te conozcan Ale, por favor...
-Esta bien.- dije
-Sé que les vas a caer muy bien- puso su mano encima de la mía
-Eso espero- dije sonriendo
El camino no fue muy largo. Aunque no fue corto,
pero el tiempo se fue volando porque íbamos riéndonos y cantando canciones absurdas. La pasaba tan bien con Leo.
-Bueno- dijo después de que estuvimos media hora de camino riendo, cantando y alborotando -Ya llegamos.
Se estacionó frente a una casa muy grande. No una mansión, pero sí una casa muy grande. Tenía muchas luces de navidad y veía muchas personas muy abrigadas entrando.
Los nervios me consumían el estómago.
-¿Estás bien?- preguntó Leo cuando apagó el carro
-Sí, estoy bien. Solo que un poco nerviosa- admití
-No tienes que estar nerviosa Ale- me dio un beso en la frente -Vas a ver que te van a querer- quitó el pelo de mi cara -Estamos juntos en esto, ¿lo sabes?
Asentí.
-Sí, lo sé- sonreí y abrí la puerta
-Ven- me dijo Leo -Vamos a entrar y a dejar los abrigos en algún sitio- agarré su mano y caminamos hacia dentro
Había bastante gente. Un poco más de la que me esperaba encontrar.
-Mira Ale. Podemos dejar los abrigos aquí- señaló un estante que estaba lleno de coats y dejamos los de nosotros ahí -Ahora, ¿a quien quieres que te presente primero?- me preguntó
Cosquillas invadieron mi cuerpo entero. Estaba a punto de conocer a la familia de Leo y no había planeado de como iba a actuar o que iba a decir. Soy un completo desastre conociendo personas.
-Mira- Leo interrumpió mis pensamientos -Ahí está mi abuela- señaló a una elegante señora de cabellos grises pero bien peinado
Nos acercamos hacia ella.
-¡Abuela!- la saludó Leo con felicidad
-¡Ay mira quien está
aquí! ¡Mi nieto favorito!- le dio un beso en la mejilla y dejó el lápiz labial rojo en ella
-Soy el único nieto varón abuela- rió Leo
-¿Y qué tenemos por aquí?- preguntó la señora dirigiéndose a mí
-Abuela ella es...
-Alejandra Collins señora- le extendí mi mano -Un placer conocerla- le dediqué una sonrisa
-Pero que muchacha tan bonita Leonardo- dijo con una voz muy sincera
-¿Verdad que sí abuela? Es mi novia, y es hermosa- me sonrojé
-Tienes muy buenos gustos hijito. Bueno, ahora los dejo solos- dijo la abuela de Leo
-Espera abuela- dijo Leo deteniéndola -¿Has visto a mamá?
-Ummm- se quedó pensando -Sí, ahora que me acuerdo, estaba en las escaleras con una muchachita y una bebé- dijo y continuó caminando
-Ven- Leo me agarró la mano -Vamos a buscar a mamá.
Nos metíamos entre medio de muchos grupos de gente para poder llegar a las escaleras.
-Ves lo que te dije. Le encantaste a mi abuela.
-Sí- sonreí acordándome -Es cierto.
Llegamos a las escaleras pero la mamá de Leo no estaba ahí. Nos volteamos para seguir buscándola pero nada.
-Vamos a buscar algo de beber en lo que la encontramos, ¿sí?- acepté
Llegamos a la mesa de las bebidas y Leo cogió una copa mientras que yo cogí un vaso con agua.
-Ale-
-¿Sí?
-Voltéate un momento, ¿de acuerdo?
-¿Como para qué?- pregunté
-Solo hazlo.
Me volteé y sentí algo en mi cuello. Miré hacia abajo y vi una hermosa cadena con una luna color plata.
-¡Leo!- me viré hacia su lado emocionada -¡Es hermosa! Gracias- lo abracé y le di un beso.
-No tienes nada que agradecer Ale...
-Así que ella es la famosa Alejandra- una voz femenina se escuchó detrás de mí y mi primer instinto fue voltearme
-Mamá- dijo Leo y fue a abrazarla
-¿Cómo estás hijo?- preguntó
-Súper bien mamá- contestó feliz
-Que bueno- la mamá de Leo estaba muy seria. No la recordaba así
-Yo soy Alejandra señora...- me interrumpió
-Sé muy bien quien eres niñita, no tienes que decirlo- dijo fríamente
-Mamá pero, ¿qué te pasa? Ale solo quiere presentarse- dijo Leo
-¡Cómo puede ser posible Leonardo, que una muchachita de dieciséis años a penas, pueda tomar el lugar de tu hija!- dijo ella sin ningún escrúpulo y me sentí confundida
-¿De qué diablos hablas mamá?
-De mí- al lado de nosotros se apareció una mujer de cabellos negros y una bebé en sus brazos
-Kimberly- dije
-Hola Leo, hola niñita.- dijo mirándonos -¿Me extrañaron?
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17. 25 de diciembre
-Espera, espera- dijo Leo tan confundido como yo -¿Que está pasando aquí mamá?- le preguntó Leo a su mamá
-¿Qué pasa?- habló la zorra -Que la señora Lina abrió los ojos y se dio cuenta de la poca cosa que tienes como novia- la gota que derramó el vaso
Me puse muy cerca de ella.
-A MI ME RESPETAS, ¿ESCUCHASTE?- le dije señalando su cara -LA ÚNICA POCA COSA AQUÍ ERES TÚ. ROGONA.- el enojo me invadió -NO ENCUENTRAS OTRA FORMA DE AMARRAR A LEO QUE NO SEA CON UNA NIÑA INOCENTE QUE PROBABLEMENTE NO ES DE ÉL. VETE TÚ A SABER CON QUIEN TE ENREDASTE, ZORRA- todo mi enojo y el rencor que sentía, se resumieron en esa última palabra
-Ale, Ale, tranquila por favor- Leo me agarró y yo bajé mis revoluciones
Me llevó un poco retirada de su mamá y Kimberly.
-Alejandra, por favor. Vamos a evitar escándalos- me pidió
-Es que, ¿no ves como quieren humillarme?- una lágrima bajó por mi rostro pero rápidamente la limpié
-Mi amor, escúchame- me agarró las mejillas -Déjame arreglar esto, ¿sí?- asentí. Confío plenamente en él. -Ven.- agarró mi mano -Enfrentemos esto juntos.
Lo seguí.
-Mamá- empezó Leo
-No me dirijas la palabra hasta que termines con esta niñita y te hagas responsable de tu hija- dijo Lina, su mamá, con mucha autoridad y lanzándome miradas de odio
-Pero señora- dije
-Nadie está hablando contigo, ¿queda claro? No eres más que una agregada que llegó a desviar a mi hijo de su vida- su mirada se acercó a la mía
-¡Mamá! Respetas a Alejandra.
-Y tú me respetas a mí- le contestó
-Y para que veas que te voy a hacer la vida más fácil. Kimberly y TU hija se vendrán a vivir con nosotros a la casa. A ver si te pones bien los pantalones y te haces de una vez y por todas un hombre hecho y derecho- eso me dolió
-¿Qué?- Leo estaba tan incrédulo como yo
-Así como lo escuchas. Nuestra hija y yo vamos a vivir contigo- trató de acercarse a Leo pero el retrocedió
-¡Esa bebé no es mía Kimberly, ya deja de estar mintiendo por favor!
-Leo, tu mamá tiene razón- dije después de estar mirando un buen rato a la pequeña criatura que Kimberly traía en brazos -Creo que es lo mejor. Tienes que hacerte responsable por la niña.- se quebró mi voz
-Alejandra por favor. Estoy seguro de que esa niña no es mía por Dios. Y si lo fuera, ¿por qué vienes ahora?- dirigió su mirada a Kimberly -¿por qué ahora que estoy verdaderamente feliz y enamorado?
-¡Tú sabías de Laurita ya Leonardo! Me viste embarazada- su voz de víctima me irritaba
-¡YA! ¡DÉJA DE MENTIR!- gritó con furia
-Leo- lo agarré -Leo por favor tranquilízate- le pedí
-¿Pero cómo quieres que me tranquilice Alejandra? ¡Dime! ¿Cómo quieres que me calme?- lo abracé
-Leo- Lina, su mamá, habló -Hijo, ya. Deja el espectáculo y lleva a esta niña a su casa. Hablaremos bien de esto mañana.
-Sí Leo, creo que es mejor que me lleves a casa- le dije
-Esta bien- aceptó
-Yo voy con ustedes- dijo la metida de Kimberly
-¡TÚ NO VAS PARA NINGÚN LADO!- la detuve -¡Deja de fastidiar ya Kimberly! Esto es un asunto que hablaremos Leo
y yo...- finalicé -Ven, vamos.
Agarré a Leo y me dirigí al estante en donde habíamos dejado los abrigos. Agarramos los de nosotros y salimos.
Todo el camino hacia mi casa fue un silencio sepulcral. Ni Leo ni yo dijimos una sola palabra. Me imagino que él estaba igual de destruido que yo. Los pensamientos de aquella pequeña bebé, en los brazos de Kimberly, que no tiene culpa de nada, invadieron mi mente. Esa pequeña criatura que no sabe nada de la vida y no entiende nada de lo que está pasando. Pobresita de ella por la madre que le tocó. Mentirosa, manipuladora, interesada y más.
Llegamos a mi casa y Leo se estacionó justo en frente. No quería decir nada para no agravar esta situación. Sólo quería dormir para que al despertar mañana, todo esto solo fuera una pesadilla.
Abrí la puerta del auto pero la mano de Leo me detuvo y el frío que entró me obligó a cerrarla de nuevo.
-Alejandra yo...
-No tienes que decir nada Leo- lo interrumpí -Ya todo está dicho. Kimberly y tu hija se van a vivir contigo y con tu mamá, tú te harás cargo de aquella pobre criatura, la criarás y la verás crecer saludable y hermosa, serás un buen padre y la amarás con todas las fuerzas que no tienes- mi voz estaba totalmente quebrada -Voy a ti y pago el doble.
-Pero Alejan...
-Pero nada- volví a interrumpir -Eso es lo que tienes que hacer Leo. No hay nada más que discutir- el bajó su cabeza -¡Mírame!- levanté su mentón -No llores- traté de calmarlo -No Leo, no llores por favor...
-¡Es que no quiero alejarme de ti Alejandra por favor entiende! ¡Eres el amor
de mi vida y no quiero a nadie que no seas tú! Por favor, no te alejes, no lo hagas. Te necesito- las lágrimas invadían su rostro
-Es que no puedo Leo- mis lágrimas bajaron también inevitablemente -Perdóname mi amor, pero no puedo alejarte de una niña que no tiene la culpa de nada.
-No me estás alejando de nadie- confirmó
-Pero es mejor decir adiós- el corazón lo tenía hecho mil pedazos
-¿Cómo va a ser eso lo mejor? ¿Dime?- ya sus ojos estaban rojos de tanto llorar
-No hagas esto más difícil- le supliqué
-¡Si eso es lo que quieres, está bien!- estaba enojado -¡Bájate del auto!- señaló la puerta
-¿Qué?- estaba incrédula -Leo...
-¡Bájate del auto Alejandra! Y que te quede claro... No vuelvas a buscarme.
Lo miré con incredulidad.
-No lo puedo creer de ti. Pero si eso es lo que tú quieres, entonces no me vas a volver a ver- me arranqué la cadena que me había regalado y se la tiré en la cara
Abrí la puerta del carro y la tiré con todas las fuerzas y el enojo que tenía.
No sentía el frío. El calor de mis mejillas era predominante. La sangre que corría por mis venas estaba más caliente que el sol el verano a las doce del medio día.
Abrí la puerta de mi casa con mucho cuidado para no despertar a nadie, pero tan pronto llegué a mi habitación, la cama me esperaba para absorber todas las lágrimas que tenía para ella esta noche...
(...)
La luz del sol entró por la ventana. Mis ojos se negaban a abrirse, no quería despertar y mucho menos enfrentarme al mundo. Quería dormir y dormir todo
el día para que nadie me molestara.
TOC TOC.
-Ale, Ale mi vida es tu mamá. Ábreme la puerta por favor. Anoche me quedé dormida y quiero saber si llegaste bien- decía mi mamá un poco preocupada al otro lado de la puerta de mi habitación, la cual cerré con llave anoche
-Llegué bien mamá- le grité -Pero aún estoy cansada y tengo mucho sueño. Quisiera dormir.
-Bueno, esta bien. Descansa un poco más- me dijo y la sentí despegarse de la puerta.
Me levanté de la cama. Aún llevaba puesto el vestido rojo y el maquillaje estaba todo regado por mi desastrosa cara. Y no hablar de mi cabello que parecía las axilas de Tarzan.
La realidad que enfrentaba ahora iba a ser horrible. Saber que Leo y yo terminamos, y peor aún, que la zorra y mentirosa de Kimberly iba a vivir con él. ¿Qué haría ahora? Ahora sí que estaba completamente jodida.
Decidí limpiarme el maquillaje y quitarme el vestido que me estaba incomodando. Mis planes para hoy: nada. Dormir y desahogar todas mis penas con la almohada porque ni siquiera quería hablar con Isa de ellas. El dolor que invadía mi pecho era un dolor inexplicable, indescriptible. Era desamor.
Me dispuse a ponerme unos pantalones de pijama largos y abrigados junto con una camisa de manga larga que decía, irónicamente, "Get over it. Move on". Esperaba aplicarme esas palabras.
Cepillé mis dientes y lavé mi horrorosa cara que daban ganas de llorar para volver a la cama. Un 25 de diciembre en la cama sin hacer nada. Buena esa Alejandra Collins. Todo el día en la cama por un chico, por un simple
chico que puede ser reemplazado muy pronto. Claro... ¿A quién le miento? No podría sacarme a Leo ni de la cabeza, ni del corazón nunca. Ni aunque pasaran mil años él iba a salir de mi pecho. Él está aquí, dentro de mi como un maldito chicle pegado. ¿Cómo puede ser posible amar tanto a alguien? ¿Cómo? Los recuerdos me consumen como fuego. Las imágenes de toda nuestra relación pasaron por delante de mí burlándose.
Pero, ¿de qué valió tanto amor? Hasta un ciego puede ver que...
-Un ciego- dije en voz alta -Un ciego- repetí -¡Zac!
Me acordé que ayer, cuando fui a comprarle algo a Leo, la mamá de Zac me tendió un papel con su número de teléfono porque aparentemente a Zac le vendría bien una amiga. Pero en este momento, yo soy la que más bien necesita uno.
Busqué la cartera que llevaba puesta ayer en el tren, porque ahí había guardado el papel con el número de Zac. Necesitaba hacer esto. Me hacía falta. ¿A quién no le viene bien un amigo en momentos difíciles? Y no me refiero a un amigo que es totalmente predecible lo que va a decirte, sino uno que te pueda sorprender al hablarte.
-Aquí está- me dije yo misma al encontrar el papel con el número escrito -Mi celular, ¿donde está mi celular?- seguía hablando sola -Ah, aquí estás.
Marqué el número tan pronto encontré el celular y esperé a que alguien contestara.
-Aló- contestaron al fin
-¿Sí?¿Hablo con la señora Nora Michaels?- pregunté
-Sí, ¿quién me habla a mí?
-Señora Michaels, es Alejandra, la chica del tren de ayer, ¿como está?
-¡Ah!- fue
un pequeño grito ahogado de emoción -Muy bien Alejandra. No esperaba tu llamada tan pronto.
-Ah, lo siento... Si quiere puedo llamar otro dí...
-No, no, no- me interrumpió -¿Cómo se te ocurre tal cosa niña? ¡Al contrario! Estoy muy feliz de que me llames hoy, día de navidad. ¿Cómo la estás pasando? ¿A qué le debo el honor de tu llamada?
-Pues, por eso quise llamarla. Quisiera no sé... Ver hoy a su hijo.
Eso sonó un poco lanzado creo...
-¿A Zac?
...
-¡Claro que sí Alejandra! Sé que mi hijo estaría encantado de que la pasen juntos- sonreí para mis adentros
-Entonces... ¿Que tal si la veo en Downtown? Junto a la fuente. Está congelada, pero se pasa muy bien allí un día como hoy- le propuse
-Esta bien corazón- aceptó con dulzura
-¿A las tres esta bien?
-A las tres es perfecto.
-Entonces, los veo allá. Muchas gracias señora Michaels.
-Nora, dime Nora- sonreí
-Nora- repetí -Hasta luego.
Colgué.
No sé si esto era lo correcto, pero creo que necesitaba esto. No tengo amigos en Chicago, no hablo con nadie en el colegio. Un amigo me vendría bien, y sé que le vendría bien también una amiga a Zac. Trataría de ayudarlo lo más que pueda.
Me levanté de la cama y bajé para el comedor en donde estaba mi mamá con una taza de café y un periódico.
-Hola mamá- dije sentándome a su lado
-Hasta que te dignas en bajar. Cuéntame, ¿como te fue?- dijo quitándose los anteojos que llevaba puestos y dirigiendo su mirada hacia mí.
-Bien- me limité a decir
-Tu
tono de voz no es muy convincente- observó
-Me fue bien mamá, de verdad- mentí
-Bueno, esta bien. ¿Tienes planes para hoy?- preguntó
-Sí, de hecho me voy a encontrar en Downtown con unos amigos de la escuela.
-Pero, yo pensé que eso de las amistades a ti no se te daba muy...
-¡Ay mamá! ¿Qué cosas dices? Yo soy una chica muy sociable con muuuuuchas amistades de todo tipo- me levanté y al mismo tiempo tomé una manzana y le di un mordisco
-Pero Ale...
-Pero nada mamá, me voy a cambiar.- dije dándole un beso en la frente -Adiooooooos.
Me encerré en mi habitación. ¿Era tan notable mi déficit social? Creo que sí.
Hoy iba a nevar. Sería un día frío, pero, ¿qué mas da?
Me di un baño. Lavé mi cabello. Salí y me vestí rápidamente para poder irme rápido y evitar las conversaciones incómodas con mi mamá.
Miré mi celular y vi que ya era hora de irme para poder llegar a tiempo a la fuente de colores (ahora congelada) de Downtown Chicago. Salí de mi casa y doy gracias porque no me topé con mamá.
Caminé unos 25 minutos y en toda mi caminata no hice más que pensar en todo lo ocurrido ayer. Mi cabeza daba vueltas y me preguntaba, ¿que he hecho en esta vida para merecer todo lo que me pasa? Sé que he hecho muchas travesuras y no me comporto la mayoría del tiempo como se debe, pero, no he sido mala.
Llegué al área de la fuente y estaba todo hermoso. Me acuerdo haber venido aquí anteriormente, cuando era más pequeña. Las luces siempre encendidas aunque fuera de día, los árboles adornados por doquier, la música
navideña sonando por todos lados, las personas patinando y divirtiéndose, todo esto me saco una sonrisa. No me acordaba de cuanto amaba este lugar, estas fiestas y esta alegría. Era un lugar sin duda alguna impresionante.
Me senté en el borde de la fuente congelada y miré a todos lados para ver si veía a la señora Nora con Zac.
-¿Alejandra?- escuché una voz masculina
Me volteé.
-¡Zac!- me alegré de verlo, estaba solo. -¿Qué haces solo por aquí?- le pregunté y fui a ayudarlo para que se sentara a mi lado
-Mi mamá fue a comprar unos chocolates calientes para nosotros y me dejó parado diciéndome que estabas cerca, que dijera tu nombre y me escucharías- sonreí
-Ven Zac- agarré su mano y su bastón -Te ayudo a sentarte.
-Gracias- su sonrisa era preciosa y sus ojos perdidos eran simplemente profundos, tan verdes y expresivos. -Mamá me dijo que llamaste porque querías verme...
-Ah sí- confirmé -Es que no tengo amigos aquí, ¿sabes? No es como que sea un gran problema, pero siempre viene bien alguien con quien platicar y desahogarse...- me sinceré
-Yo tampoco tengo amigos. Todos me dieron la espalda desde que perdí la vista. Antes era el gran Zac Michaels- rió -Popular, y todo. Pero desde que soy un ciego bueno para nada, nadie me ha procurado- eso sí que tenía que ser horrible
-Pero, no necesitas a nadie en tu vida que no te necesita a ti Zac. Estoy segura que eres un gran chico- dije mirándolo pero sabiendo que el nunca podría mirarme a mí
-Sí, bueno eso es lo que todos piensan- sonrió y sonreí para mí mirándolo atentamente
-Pero, ¿que me puedes decir de ti Zac? Tus pasatiempos, tus gustos, todo... Tu historia.
-Bueno, tengo dieciocho años y perdí mi vista a los quince cuando iba con unos amigos al campo de fútbol. No tengo pasatiempos, solo escucho música y ya no voy a la escuela. No sirve de nada cuando no puedo ver- dijo con tristeza -¿y tú?
-Yo, pues soy una chica muy normal, ¿sabes? Me gusta el cine, ir de compras, dormir. Odio la escuela y estoy loca por un chico- finalicé con eso
-¿Y qué pasa con ese chico?- preguntó
-¿Porqué preguntas?
-Porque soy ciego pero no tonto. Porque desde que perdí uno de mis sentidos, los otros se han intensificado y puedo sentir que pones cara de tristeza y un todo de voz muy triste cuando te refieres a "loca por un chico"- me sorprendí con sus palabras -Es más- alzó sus manos y buscó mi cara, cuando la tocó, mi corazón se aceleró a mil.
Sus manos estaban frías como el hielo, pero con todo y eso no me importó que acariciara mi cara.
-Tienes unas facciones muy bonitas- confirmó
-¿Tú crees?
-Claro, y si no lo fuera, eso no es lo que importa.- me dijo -¿Porqué no luchas por él?
-Porque no vale la pena luchar ya Zac, porque ya todo está perdido.
-Siempre hay una luz al final del túnel.
Sonreí y lo admiré. Era guapísimo, inteligente y hasta consolador.
-¿Estás bien?- preguntó -Te quedaste callada...
-Sí, es solo que.... Oye Zac, ¿no quieres ir a algún otro sitio?- le pregunté
-Claro, a donde quieras. ¿Para dónde?-
Me levanté y le extendí mi mano.
-Ven- la agarré consciente de que el no veía mi mano extendida -Te haré sentir las bellezas de esta lugar.
Sonrió y sonreí. Después de todo, no me podía ir tan mal en la vida...
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18. Sobre hielo
Estaba sentada comiendome un cereal, apurada por porder salir.
-Y, ¿para dónde vas hoy si se puede saber?- preguntó mamá sacando huevos de la nevera
-Tengo cosas que comprar, mañana empiezo las clases- dije levantándome de la mesa del comedor y colocando el plato en el lavaplatos
-Esta bien. ¿Necesitas dinero?- me preguntó
-No creo, tengo lo suficiente. Papá me envió algo de regalo navideño- le conté
-¿Usarás el auto?
-Pensaba irme en tren, pero si me quieres facilitar el auto mucho mejor- le dije
-Toma- me extendió las llaves -Por favor, maneja con mucho cuidado, no te pases las luces de los semáforos, no ignores las señales de pare y mucho menos atropelles a alguien, ¿entendido?
-Sí mamá- contesté cogiendo las llaves
-Y llega antes de las siete por favor.- me pidió
-Trataré- contesté con sinceridad
-Me das una llamada por cualquier situación, ¿está claro?
-¡Esta bien mamá pero ya me voy porque si no, no llegaré nunca!
-Recuerda que la calle está helada y que los accidentes son más propensos en esta época.
Le di una mirada.
-¡¿Qué?! Estoy tratando de protegerte- protestó
Reí.
-Si, esta bien. Pero ya ya- dije abriendo la puerta -Me voy... Adiooooooooossssss- alargué la o y la s del final.
Cerré la puerta para que no tuviera la oportunidad de decirme ninguna cosa más.
La temperatura no estaba tan mal comparada con otros días. Los 30 grados no eran tan malos que digamos. Tan pronto estuve en el auto, lo primero que hice fue encender la calefacción para poder llamar a
Zac. Ese chico y yo habíamos hecho una buena química y amaba estar con él. Podía desahogarme y despejar la mente cuando estaba cerca de él y me reía mucho. A pesar de su impedimento, es una persona muy inteligente y graciosa que trata de sacar lo mejor de las personas y sinceramente me siento agradecida por el hecho de haber conocido a la señora Nora aquel día en el tren.
Marqué el número de Nora.
Descolgó al tercer tono.
-¡Alejandra!- contestó con entusiasmo
-¡Buenos días señora Nora!- dije alegremente -¿Cómo está?
-¿Bien y tú?
-Bien, ¿está Zac cerca de usted?- le pregunté para no alargar demasiado la conversación entre nosotras
-Sí mi niña, te lo paso ahora.
Esperé.
-¿Hola?
-¡Zac!- dije emocionada
-Hola Alex- él era la única persona en este mundo que me decía Alex, y a decir verdad, amaba como sonaba cuando Zac lo decía.
-¿A dónde quiere ir hoy mi acompañante?- le pregunté fingiendo otra voz
-A donde quiera la madam- contestó fingiendo otra voz también
Llevaba días encontrándome con Zac para poder sacarme de la mente todas las malas y negativas vibras que me rodeaban. Él era una gran distracción y me ayudaba mucho a olvidarme de mis problemas. Mi mamá no sabe aún absolutamente nada. Ella piensa que sigo con Leo y que estoy muy contenta, pero la realidad es otra. No sabe de la existencia de Zac. Para poder encontrarme con él siempre le invento una nueva mentira, como la de hoy por ejemplo. Ya yo tengo todo lo que necesito para empezar las clases mañana, pero aún
así necesitaba una excusa para poder verlo hoy.
-Entonces, que la carretera nos guíe- sonreí -¿Que tal si te recojo en tu casa? Mamá me prestó el auto
-Eso sería genial. Pero, ¿estas segura que puedes conducir? Es decir, eres una loca desquiciada psicópata que puede matar a cualquier cosa, persona, animal u objeto que se cruce en tu camino- reí
-¡Idiota! Iré a tu casa, nos vemos allá- le dije
-Técnicamente me verás tú- esa respuesta me la veía venir
Colgué y me dirigí hacia la casa de Zac y la señora Nora. Su casa es una muy decente, apta para dos personas. Todas las puertas y las gavetas están rotuladas con "braille" que es un método inventado para que los ciegos puedan leer por medio del tacto. Zac se tenía la casa memorizada de pies a cabeza, por lo tanto no tenía problemas para encontrar nada pero con todo y eso, la señora Nora siempre estaba pendiente.
Llegué rápidamente ya que solo se encontraba a unos veinte y tantos minutos de la mía. Me estacioné junto en frente y me bajé. Cuando estuve en frente de la puerta, toqué el timbre. Esperé.
Un minuto después, la puerta se abrió y la cara sonriente de la señora Nora me recibió.
-¡Hola Alejandra! Mi niña- me dio un fuerte abrazo. La hermosa amistad que su hijo y yo habíamos formado, nos unió mucho a las dos. -Ven, pasa cariño. Estás en tu casa. ¿Se te ofrece algo? ¿Galletas? ¿Pastel? ¿Algún jugo?- siempre que llegaba a su casa me recibía así. Aunque no había venido muchas. Solo unas dos o tres veces.
-No, gracias señora Nora estoy bien- contesté con amabilidad
-¿Cuántas
veces tengo que decirte que no me digas señora?- me preguntó
-Lo siento señora. Perdón, Nora. Es la costumbre- admití
-No te preocupes cariño. Ven- me tomó de la mano -Zac está en su habitación esperándote.
Entramos a la habitación azul de Zac y lo vi sentando en su cama con un binnie y ropa abrigada. Me acerqué a él y le di un gran abrazo.
-¡Alex!- se alegró al sentir mi abrazo
-¡Hola!- dije feliz -Bueno, ¿ya están listos?- les pregunté a los dos
-No cariño, esta vez los dejaré ir solos. Creo que ya te has ganado mi confianza tanto como la de Zac y creo que no hay mejores manos para cuidarlo que las tuyas- me conmoví mucho con esas palabras -Vayan ustedes dos y diviértanse- me salí de al lado de Zac y le di un abrazo a Nora
-Gracias Nora- dije aún con mis brazos al rededor de su cuello -Lo cuidaré tanto como a mi vida.
-Lo sé hija, lo sé- dijo despegándose del abrazo -Bueno, pero ya, váyanse que se hace tarde.
-Si- ayudé a Zac a levantarse de su cama y lo agarré por el brazo para caminar -Ven, vamos.
Con Zac agarrado de mi brazo, llegué al auto y lo ayudé a montarse. Acto seguido, me monté yo.
-Bueno, ¿a dónde vamos chofer?- me preguntó
-A hacer algo que no hago desde que soy muy pequeña- dije mirándolo sabiendo que él no podía hacer lo mismo
-Y, ¿qué es?- preguntó curioso
-A patinar sobre hieloooo- grité y alargué la o
-¿En serio?- los ojos perdidos de Zac comenzaron a moverse por todos lados y me lamenté que no pudiera verme. Estaba emocionado.
-¡¡¡Si!!!
-Nunca
he patinado sobre hielo- me confesó
-¿No?- pregunté -Pues es un placer para mí ser la primera persona que tenga el honor de llevarte- sonreí al ver su cara de felicidad -¿Nos vamos?
-¡Vamos!- dijo con una gran sonrisa en su rostro
Todo el camino fuimos hablando sobre el patinaje sobre hielo y riendo de chistes tontos que a los dos nos salía de vez en cuando. No puedo negarlo, aunque le tengo mucho cariño a Zac, me encantaría que la persona que estuviera sentada a mi lado, de camino hacia la pista de patinaje, fuera Leo. Lo extrañaba. No sabía nada de él y me encantaría saber como le estará yendo en su etapa de papá. Estoy segura de que le tiene que ir súper bien, él es una gran persona y sé que será un excelente padre.
-¿En qué piensas?- me preguntó Zac
-Y, ¿cómo sabes que estoy pensando?- le pregunté divertida
-¡Por el simple hecho de que tú nunca te callas!
Reí muy fuerte.
-Pienso en Leo- le admití -Me pregunto como estará y como le irá en su etapa de papá
-Alex, tranquila ¿está bien?- su mano buscó mi mano que estaba en la palanca de los cambios. Después de unos segundos buscándola, la encontró y colocó la suya sobre la mía -Todo, absolutamente todo se va a aclarar y estoy completamente seguro de que ustedes dos volverán a ser felices- me dijo para consolarme y frotó su dedo pulgar en círculos con su mano aún puesta en la mía
Entrelacé sus dedos con los míos.
-No sabes cuanto te aprecio Zac. Gracias por todo- le confesé
Llegamos a la pista de patinaje y me estacioné.
-Ya estamos
aquí- le anuncié a Zac
-Alex
-¿Sí?
-¿Cómo voy a patinar?- me preguntó
-Sencillo- respondí -De mi mano.
Sonrió.
-Ven, te ayudo a bajarte- me bajé del auto y fui a la puerta del pasajero para ayudarlo a bajarse también
Lo ayudé. No es difícil ya que él se ayuda también.
Caminó agarrado de mi brazo hacia la entrada.
-Espérame aquí, ¿si?- le dije dejándolo sentado en una de las sillas. Asintió.
Fui hasta el counter para pedir dos patines.
-Dos patines por favor- le dije al encargado -Unos talla 6 de mujer y los otros talla 8 de hombre.
Tan pronto me los entregó, le di diez dólares y me dirigí hacia donde había dejado a Zac.
-Te pondré los patines, ¿está bien?
-Alex, no tienes que hacerlo...- prestó
-Ehhh, calladito que hoy lo estoy cuidando yo- dije poniéndome de rodillas para poder ponérselos mejor -¿No están muy ajustados?- le pregunté cuando terminé de amarrarle los cordones
-No, están perfectos...
-¡Bueno! ¿Preparado para patinar por primera vez señor Zac Michaels?
-Más que preparado- dijo muy contento y el corazón me dio un brinco
-¡Vamos!
El lugar estaba bastante lleno. No había casi espacio para pasar y ya que estaba en patines y guiando a Zac, se me hacía más difícil de lo normal.
Escuché un fuerte empujón y sentí que me fui yo también.
-¡VELA POR DONDE MIRAS!- un chico le gritaba a Zac -¿ESTÁS CIEGO O QUÉ?- se acercó a él
-¡PUES FIJATE QUE SÍ!- me puse en medio de él pero sin soltar a Zac
-ESTÁ CIEGO. SI ESO ES UN PROBLEMA PARA TI, ENTONCES RESUELVELO COMO PUEDAS- defendía a Zac con todas mis garras
-Quítate del medio- me pidió
-Se dice "con su permiso". Pero no puedo esperar más de una persona a la cual no le enseñan modales- le dije y lo dejé pasar
-Alex- Zac me habló
-¡Zac!- me preocupé y lo senté en la silla próxima -¿Estás bien? ¿Te hizo daño? ¿Te lastimó? ¿Estás herido?- le pregunté revisándolo
-No, Alex estoy bien.- dijo muy seguro
-Dios, soy la peor cuidadora del mundo entero- dije muy frustrada
-No, no. Eres la mejor cuidadora del mundo- dijo para consolarme -Gracias por defenderme.
Lo abracé.
-De todos- cerré los ojos para sentir más el abrazo -Pero ya, ven, vamos a patinar.
Nos dirigimos a la pista de patinaje.
-¿Listo?- le pregunté y entrelacé sus dedos con los míos
-Listo- repitió
Lo ayudé a colocar sus pies sobre el
hielo y él apretaba mi mano.
-Ahora, mueve tus pies hacia al frente y hacia atrás- le estaba dando las instrucciones
Él hacía todo tal y como yo le decía. Pero nunca solté su mano.
Cada vez patinábamos más a prisa y la sensación era increíble.
-Wohooo- gritaba Zac -Esto es increíble Alex- el brillo de sus perdidos ojos verdes se reflejaba y yo me alegraba
-¡Te lo dije!- mencioné feliz -¡Te dije que era increíble!
Patinábamos a toda prisa, pasándole por al lado a miles de personas, parejas, familias, padres e hijas, madres e hijos y todos parecían disfrutarlo tanto como Zac y yo lo estábamos
haciendo.
-¡No quiero irme nunca de aquí!- gritaba Zac porque el fuerte viento no nos dejaba oir -¡Mi felicidad está intensificada por mil!- sonreía mientras agarrado de mi mano me seguía
Me imaginaba como sería el estar aquí con Leo. El hecho de disfrutar este momento tan único y especial con él, hubiera sido lo mejor.
El frío y el viento hacían que todo mi cuerpo se estremeciera, pero la mano de Zac junto a la mía, mantenía un poco el calor.
El tiempo se fue volando mientras que la pista era testigo de la felicidad de nuestros rostros. Mamá debería estar preocupada. No sé que hora era, pero debía ser un poco más de las 6 de la tarde y mamá me dio hasta las 7.
-Deberíamos irnos- le anuncié a Zac
-Esta bien- aceptó con un poco de tristeza. Sé que estaba disfrutando demasiado el hecho de estar aquí, patinando sobre el hielo. -Pero, dime que volveremos algún día...
-¡Te lo prometo!- sonreí y salimos de la pista para entregar los patines y llegar al auto
Cuando estábamos en el auto, miré mi celular y eran las 6:54 pm. No tenía llamadas perdidas de mamá, pero aún así le envié mensajes.
Ale: Mamá, perdón. Perdí la noción del tiempo, pero antes de las 8 pm estaré en la casa.
-Alex, muchas gracias por el día de hoy.- me dijo Zac
-¡Ay tonto! No tienes nada que agradecer. Más bien gracias a ti porque pasé un gran día- dije -¿Tienes hambre?
-No, esta bien. Comeré en casa. Gracias.
-Ahora vamos que tu mamá tiene que estar muy preocupada- le dije y encendí el auto para irnos
El cielo
estaba muy oscuro y estrellado, todo se veía hermoso. Con todo y el día increíble de hoy, se me había olvidado que ya mañana tenía que volver a clases, y eso era una razón para no alegrarme.
-Mañana empiezo clases- dije para montar conversación
-No sabes lo mucho que quisiera volver a clases- lamentó
-Yo odio la escuela.
-Te falta ya poco para que te gradúes y puedas ir a universidad y convertirte en una profesional exitosa Alex. Esas cosas no tienen precio- aseguró
-Lo sé- admití -Lo sé
Llegué frente a la casa de Zac y lo ayudé a bajarse para entrarlo. Cuando lo pude aguantar, llegué a la puerta y toqué el timbre.
La señora Nora abrió rápido.
-Ay muchachos, ¡hola!- se alegró de vernos -¿Están bien?
-¡Si mamá! Deja que te cuente- le dijo Zac muy feliz a su mamá
-Bueno, yo me voy, mi mamá tiene que estar preocupada- les dije
-Si cariño. Con mucho cuidado de camino, ¿está bien?
-Si Nora- sonreí -Nos veremos pronto Zac- le di un beso en la mejilla
-Técnicamente, tu me verás pronto- repitió como por milésima vez y reí
-Si, si claro- dije y me volteé
Encendí el carro cuando me hube montado y me dirigí a mi casa con música encendida, pero a un volumen moderado.
20 minutos de camino a casa. Miré al reloj 7:49 pm. Por lo menos cumplí mi promesa de llegar antes de las 8 pm, pero para ser sincera, no sabía como ella estaría o como me recibiría.
Abrí la puerta de mi casa y entré. La luz de la cocina estaba encendida.
-MAMÁ, YA ESTOY AQUÍ- grité porque lo más probable
estaba en su habitación. Dejé las llaves encima de la mesa del comedor.
-¿En dónde estabas?- la voz de mamá salió de la sala y cuando miré, ella estaba sentada en uno de los muebles.
-Ya te dije. Buscando unas cosas de la escuela, pero no encontré nada- mentí
-¿Y porqué llegas tan tarde?- preguntó cruzada de brazos
-Bueno, me distraje un poco también entrando a otras tiendas y mirando otras cosas, perdí la noción del tiempo. Además, habían algunos compañeros de la escuela, y fui a comer helado con ellos. Por eso tardé un poco más de lo que esperaba- odiaba mentir, simplemente lo odiaba, pero, ¿que más podía decirle? Ella no sabe de la existencia de Zac y no sé como lo tomaría.
-Alejandra Collins, por favor- dijo con voz calmada -Soy tu mamá. No me voy a enojar porque me digas la verdad- aclaró
Me senté a su lado.
-Cuéntame. Sabes que puedes confiar en mí- continuó
Respiré hondo. No quería decirle la verdad, no creo que se molestara conmigo, porque no estaba cometiendo ningún tipo de delito, pero le he mentido durante semanas y eso pondría nuestra confianza de madre e hija, la que estuvimos tanto tiempo para construir, colgando de un hilo.
-Leo y yo no estamos juntos mamá- comencé -El día que salí con él, conocí a su familia. Pero no todo fue como yo pensé que sería- lamenté
-¿Qué ocurrió?
-Pues, antes de conocer a Leo, el tuvo una relación con una chica, que al fin y al cabo no funcionó, pero ella siguió insistiendo en estar con él, y aquel día apareció en la fiesta- continué
-Pero, ¿que tiene que ver eso? Si Leo te quería Ale, él te quería de verdad. Se le notaba en los ojos- decía mi mamá
-Es que- respiré aún más hondo porque ahora le diría lo de su hija -Mamá, Kimberly quedó embarazada de Leo y se enteró cuando ellos ya no estaban juntos. Y ahora tienen una bebé, que tienen que cuidar, que tienen que criar. Y yo no quiero que Leo deje de cuidar a su hija por estar conmigo.
-Pero es que Leo es un hombre responsable. Ya tiene veintiún años de edad y yo sé que por estar contigo, no abandonará a su hija- dijo mamá para tranquilizarme, pero era muy tarde
-Entonces Kimberly no nos dejaría en paz- le dije
-¿Kimberly?- preguntó mi mamá
Asentí.
-¿Cómo se llama la bebé?- preguntó de nuevo
-No estoy muy segura, creo que algo así como Laurita, no recuerdo muy bien- le dije a mamá tratando de acordarme del nombre de la niña
-Alejandra...- dijo mamá en tono suspensivo
-¿Qué?
-Alejandra esa bebé no es hija de Leo, Alejandra alértalo- se escuchaba muy preocupada
-Mamá, ¡¿de qué hablas?! ¿Qué te pasa? ¿Porqué dices eso?- le pregunté
-Porque yo sé quien es el papá de esa bebé.
¿QUÉ?
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19. Mi mapa de carreteras
-¿Qué?- pregunté confundida y levantándome del asiento -Mamá, ¿qué cosas dices? Por favor, deja de hablar incoherencias. Esa bebé es de Leo y no hay nada más que hablar-puntualicé
-Pues, ¿sabes qué? La Kimberly esa los está cogiendo de estúpidos y ustedes, todos, se están dejando engañar y manipular por ella. Pero si eso es lo que quieres- dijo levantándose -Bien, no me escuches y sigue en la nube.
Caminó hacia las escaleras para subir hasta su habitación, pero la duda me mataba, los pensamientos no dejaban de girar por mi cabeza.
-¡Mamá!- la detuve y ella se giró completamente hacia donde mí -¿Quién es... el papá?- pregunté tímidamente
-No lo conoces- me contestó un poco de mal humor
-Pero, ¡quiero saber quién es! Estamos hablando de que a Leo lo están amarrando con una bebé que ni siquiera es de él- protesté -Tengo que por lo menos ayudarlo a que sepa quien es el verdadero padre de la niña de Kimberly. Ella se está aprovechando de la situación y no quiero estar de brazos cruzados viendo como ella lo manipula.
-Hija- mamá me tomó por los hombros -Tienes que decirle a Leo que se cuide, te lo digo porque conozco la situación. El padre de esa bebé es un hombre muy peligroso y no me gustaría que por culpa de esa mujer Leo se metiera en un gran problema- dijo preocupada, pero yo me preocupé más
-Pero, ¿de qué tipo de hombre hablas mamá? ¿Qué tan peligroso puede ser?
-Mucho.- determinó
-Eso no es una contestación a mi pregunta mamá. Así no podré ayudar a Leo- le reclamé
-Esta bien, esta
bien- dijo finalmente -Pero que conste que de mi boca no salió absolutamente nada Alejandra Collins- me advirtió
-Te lo juro juradito mamá- dije alzando mi mano derecha
-Bueno Ale- dijo sentándose en el sofá, cosa que yo imité -Hace unos meses, no tantos, entró una chica a mi trabajo con una bebé en sus brazos, a la primera persona que vio, fue a mí, así que me preguntó sobre mi jefe- contaba mamá
-¿Tu jefe es el papá de la bebé?- pregunté
-No hija, para nada- negó mamá -Le pregunte el nombre y ella me dijo que se llamaba Kimberly, por lo que le comuniqué a mi jefe que una tal Kimberly lo estaba buscando y resulta ser que Kimberly es su hija- escuchaba a mamá con toda la atención del mundo -La hice pasar a la oficina, pero al cabo de unos segundos, escuché a mi jefe reclamarle.
-Y, ¿qué le reclamaba mamá?- pregunté muy interesada
-Pues que no fuera a pedirle dinero cuando el padre de su hija era una persona pudiente...
-¿Pudiente?
-Si hija, una persona con dinero- me explicó
-Ahhhh- entendí -Pero, ¿cómo sabes entonces quien es el verdadero papá de la bebé?
-A eso voy hija- me dijo -Kimberly salió hecha furia de la oficina y llamando a alguien por teléfono. Tan pronto ella salió, el jefe me solicitó y yo entré a la oficina.
*flashback de la mamá de Alejandra*
Toqué la puerta de la oficina de mi jefe.
-Pasa- contestó desde el otro lado y abrí la puerta
-¿Se le ofrece algo señor?- pregunté amablemente
-Siéntese por favor- me indicó señalando la silla que estaba en frente
de su escritorio
Me senté y esperé a que hablara.
-Necesito un favor de usted- me dijo -Mi hija no sabe en donde se encuentra el padre de Laurita y necesita dinero para poder sustentarse- hablaba
-Y, ¿cómo puedo ayudar en esa situación?- pregunté un poco confundida
-Necesito que hagas una indagación para saber en donde se encuentra- me indicó
-Bueno, pero para eso necesito saber por lo menos el nombre de la persona- dije
-Claro- continuó -Su nombre es Daniel Stoner- lo apunté
-Tan pronto tenga los datos, le haré saber señor- me levanté de la silla
-Y otra cosa más- me detuvo -Ni una sola palabra de esto a ninguna persona, o estará despedida- puntualizó
-No se preocupe, esto no sale de mí.
Salí de la oficina y cuando llegué a mi escritorio, busqué por el internet el nombre que me había dado mi jefe. Daniel Stoner.
Aparecieron unas cuantas noticias sobre un Daniel Stoner, alias "El Dante" y leí.
"Daniel Stoner, alias "El Dante" está siendo buscado por las autoridades y se califica como la tercera persona más buscada de los Estados Unidos por el tráfico de drogas y mujeres. A éste peligroso hombre también se le acusa por el asesinato de unas 13 personas y es muy bueno escabulléndose de las autoridades. Actualmente se desconoce su paradero pero se dice que la última vez que fue visto, se encontraba en Stickney, Chicago, Illinois"
Me tapé la boca con las manos. No podía creer lo que estaba leyendo. Ahora entendía el porqué el jefe me dijo que no dijera ni una sola palabra sobre esto a nadie. El padre de la nieta
del jefe era un narcotraficante, y no cualquier narcotraficante, sino que la tercera persona más buscada en los Estados Unidos. ¿Con qué clase de personas se mezclan las muchachas hoy en día?
*fin del flashback*
No podía creer lo que estaba escuchando. Leo estaba en peligro. Si a ese hombre le daba con buscar a su hija y se daba cuenta de que Leo está tomando su lugar, lo más probable era que lo buscara. No, no podía permitir esto. Tenía que advertirle a Leo a que se enfrentaba.
Me levanté del sofá decidida a buscar a Leo y enfrentar la mentira de Kimberly para amarrarlo.
-¿Para dónde vas?- me preguntó mamá
-¿Cómo que para donde voy? Pues a buscar a Leo- le dije
-No señorita. No vas para ningún lado. Mañana tienes clases y tienes que levantarte temprano. Todo lo que quieras hacer o decir, lo haces mañana después de la escuela. ¿Quedó claro? Vete a bañarte y a acostarte- dijo mamá
-Pero mamá- protesté -Mientras más tiempo esté sin hablar con Leo, menos posibilidades tengo de poder hacerlo, por favor. ¡Déjame ir a verlo!- le rogué
-Ya te dije que no Alejandra- dijo seriamente -Es mi última palabra.
Sin decir nada más, subí completamente enojada a mi habitación porque mamá no me dejó ir a verlo. Me encerré y me acosté en la cama a dejar que los pensamientos vinieran sobre mí y me atacaran. ¿Cómo? O sea, Alejandra Collins, ¿cómo pudiste ser tan grosera con Leo? Aunque él no se queda atrás, pero todo es tu culpa Alejandra, por no confiar en su capacidad de hombre para poder sobrellevar toda esta incómoda situación.
Aunque buscándole el buen lado a todo esto, si Leo y yo no nos hubiéramos separado, lo más probable nunca le hubiera contado a mamá sobre Kimberly y la bebé, por lo que seguramente no sabría que Leo no es el verdadero papá de la niña. El destino vuelve a tropezar una vez más.
Y las vueltas que da la vida. Un día somos cuchillo y al otro herida.
De tanto pensar y pensar sentía que la cabeza me dolía. El sueño no llegaba a mí y mañana tenía clases, por lo tanto tenía que levantarme temprano y odiaba eso, lo odio.
Miré la hora de mi celular y no era tan tarde como pensaba, las 9 pm. Decidí darme un baño para luego irme a la cama y así poder descansar un poco para mañana...
(...)
La hora de almorzar en la escuela era mi hora menos favorita. Sí, soy rara, lo sé. Pero no tenía amigos con quien sentarme a comer y platicar horas largas. Solo me sentaba en una mesa apartada en la cafetería a esperar que sonara el timbre para mi próxima clase.
Mi día iba demasiado normal para ser cierto. A mí, Alejandra Collins siempre me pasa algo raro, pero ojalá y todo siguiera así. No quería cosas raras ni nada por lo menos en el primer día de mi segundo semestre.
Entré al baño cuando faltaban unos 10 minutos para que el timbre sonara. Me miré en el espejo y vi que mi pelo estaba larguísimo y no se veía nada mal. Lo llevaba natural ondulado, con la partidura por el medio y color marrón virgen, nunca lo había teñido. Tenía puesto un traje de flores y unas zapatillas con una chaqueta mahón. No llevaba maquillaje, no lo usaba para la escuela
a menos que hubiera alguna actividad.
Arreglé un poco mi cabello y lo pasé para el lado. Me viré para salir del baño, pero alguien me habló.
-¿Alejandra Collins?- una chica de cabello rojizo me estaba mirando, era un poco más alta que yo y tenía pecas abundantes en toda su cara
-¿Sí?- le pregunté
-Soy Sarah Wesley- se presentó
Por un momento me acordé de Harry Potter y que todos los Wesley eran igual que Sarah. De pelo rojizo y pecas abundantes, que ironías de la vida, ¿no? De hecho, amo Harry Potter. Creo que hoy cuando llegue a casa me pondré a ver el maratón de las películas.
-Hola Sarah- la saludé amable
Creo que la había visto, íbamos juntas a la clase de química.
-¿Vamos juntas a química verdad?- le pregunté
-Sí, de hecho a química y manejo del teclado- aclaró
Sonreí, no era buena conociendo personas ni montando conversaciones.
-Quería hablar contigo- me dijo -Sobre Zac- me sorprendí
-¿Zac?- le pregunté -¿Conoces a Zac?
-Sí, Zac vive en la misma calle que yo y hace días que te he visto visitándolo y saliendo con él. De hecho, hace unos cinco días los
vi.
¿Stalker?
-Sí, Zac y yo somos muy buenos amigos y lo quiero mucho.- le dije
-Quiero que sepas que quiero mucho a Zac y lo conozco desde que somos muy pequeños- contaba -No quiero que sufra por ti- espetó
-¿De qué hablas?- pregunté idiotizada
¿Quién era ella? Zac y yo éramos muy amigos.
-De que sé muy bien que Zac está enamorado de ti. Por la manera en que sonríe. Desde que perdió su vista
nunca lo había visto tan sonriente.
¿Qué? Eso era imposible.
-No creo que eso sea cierto.
-Pues claro que lo es, desde a Zac le empezó ese...- sonó el timbre -Me tengo que ir- dijo sin terminar de hablar y salió del baño a toda prisa
-¡Espera! ¿Desde que le dio ese que?- mi grito fue en vano
¿De qué hablaba esta chica? Estaba completamente loca. Zac no estaba enamorado de mí, solo teníamos una amistad desinteresada que se basaba en la confianza y cariño que ambos sentíamos. Nada que ver con amor o noviazgo ni mucho menos.
Sabía que todo era muy bueno para ser cierto. Ya una chica vino a arruinarme mi hermoso día normal. Es que Alejandra Collins no deja de ser la chica más rara del mundo.
Caminé hasta el salón de química y estaba decidida a detener a Sarah para que me explicara todo lo que me había dicho en el baño.
Entré y todos se estaban acomodando en sus asientos. Vi a Sarah sentada en la primera silla de la segunda fila a la derecha y me dirigí hacia ella.
-Quiero una explicación- dije poniendo mi mano encima de su pupitre
-No te debo ninguna- espetó
Respiré hondo.
-Entonces, ¿cómo me detienes en el baño y me dices todo lo que me dices? Y además, me dejas en medio de una oración como si fuera adivina y pudiera terminarla por mis propios medios- dije bajando un poco la voz para que nadie me escuchara
-Solamente te quería advertir que no lo ilusionaras- me miró fijamente
-Bien, pero que te quede claro que yo no estoy ilusionando a alguien y que si yo soy amiga de Zac, eso es un asunto
que no es de tu...
-¡Alejandra Collins!- el profesor de química gritó mi nombre -¡A tu lugar! ¡Ahora!
Le lancé una mirada y fui rápido a mi lugar antes de que el profesor volviera a gritar mi nombre por vez número 1838394937 en el año escolar.
La clase de química estuvo aburridísima, como todos los días. La química no era lo mío, lo mío es la biología y sueño con que algún día podré ser una gran pediatra y ayudar a muchos niños que necesiten atención médica.
El día ya había terminado. Ya era hora de ir a casa. Salí por la puerta principal del colegio y miré para ver si veía a mi mamá, que hoy vendría a recogerme. No la vi, así que me senté en uno de los bancos y esperé. Estaba muy pendiente para ver si la veía, pero en lugar de verla a ella, vi a un guapo chico con un bastón y una adorable señora, y a los dos los adoraba.
Me levanté y corrí hacia donde mi amigo, mi confidente y lo abracé con todas mis fuerzas con una sonrisa.
-¡ZAC!- dije tirándomele encima y sentí sus brazos rodeándome
Lo extrañé. No lo veía hace casi una semana y ya me hacía falta hablar con él.
Cuando terminé de abrazarlo, vi a Sarah mirándonos.
-Oye Zac, ¿conoces a Sarah Wesley?-le pregunté
-Sí, claro. Vivimos muy cerca y la conozco hace mucho, ¿porqué?- preguntó
-Nada, solo que hoy la conocí- mentí
Sonrió.
-Y, ¿qué te trae por aquí?- pregunté sacando el cabello de su cara para poder ver sus perdidos ojos verdes
-Quería darte esto- me extendió un sobre blanco
-¿Y qué es?- pregunté
-Ya mismo
lo averiguarás- sonrió
-Esta bien- lo abracé
-¿Alejandra?- una voz demasiado conocida se escuchó a mis espaldas
Me volteé y lo vi, lo vi ahí parado acompañado por Kimberly.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté
-¿Quién es él?- preguntó Leo con evidente enojo en su voz
-Es un asunto que no te importa- espeté
-Alex, ¿qué pasa?- preguntó Zac
-¿Alex? ¿Ya te tiene hasta nuevo apodo?- preguntó Leo
-Te dije que no es de tu importancia Leonardo- volví a decir fríamente
-Vámonos Leo- dijo Kimberly
-Sí, váyanse- dije enojada -A ver si te sigue cogiendo de estúpido.
-¿De qué hablas?- habló la zorra
-¿De qué hablo?- me dirigí hacia ella -¿Porqué no le cuentas a Leo quien es "El Dante" para que entonces me entiendas?- su cara habló por si sola
-¿De qué habla Ale, Kimberly?- preguntó Leo
-De nada, de nada. Es una niña malcriada y envidiosa- lo tomó por la mano -Mejor vámonos.
-Sí, mejor lárguense- puntualicé
-Alejandra- Leo me tomó por el brazo
-Suéltame- quería llorar, pero no iba a parecer vulnerable en frente de ellos dos
-Alejandra, hablemos por favor.- me pidió
-¿Para qué?- lo miré directo a los ojos -No tenemos nada de que hablar.
No sentía las palabras que estaba diciendo. Me moría por hablar con él y contarle todo lo que había averiguado para salvarlo de las garras de la zorra de Kimberly, pero no podía. Algo me impedía hacerlo.
-Alejandra, ¡te lo pido!
-Me tengo que ir Leo- fue todo lo que dije
-Alejandra...
-Adiós- tomé
a Zac por el brazo y caminé lejos de ellos
Quise voltear para ver si Leo me estaba mirando o seguía ahí, pero el orgullo que me invadía no me permitía hacerlo. Era demasiado.
Fui hasta el parque que quedaba a unos minutos de mi escuela, la temperatura estaba fría, pero el enojo no me dejaba sentirla demasiado. Me senté con Zac en uno de los bancos y envié un mensaje a mamá.
Ale: Recógeme en el parque.
-¿Quién era él Alex?- preguntó Zac
-El chico del que te hablé- le conté -Estaba allí con la estúpida que dice que él es el padre de su hija cuando no es así Zac- lo miré -Y lo más que me duele es que no tengo el valor de hablar con él para contarle toda la verdad que sé que ella le va a negar- dije triste
-Pero tienes que luchar por él Alex, por lo que quieres. Si sabes que ella lo está amarrando solo por gusto, no puedes dejar que te gane la batalla- amaba a este chico, siempre sabía como hacerme sentir bien
-No es tan fácil como parece.
Escuché una bocina y cuando miré, mi mamá me estaba esperando.
-Me vinieron a recoger- le avisé -Tu mamá está ahí, le diré que me voy.
-Espera- dijo Zac -Abrázame Alex- sonreí y lo abracé -Te quiero mucho, por favor, nunca te olvides de mí.
-No lo haré tonto. Es más, ¿qué tal si el sábado paso por ti y vamos a la pista de nuevo?- sonrió
-Sería perfecto- lo abracé de nuevo y besé su frente -Adiós Zac, nos vemos el sábado.
-Técnicamente me veras tú- sabía que lo diría -Adiós, Alex.
Fui y le avisé a la señora Nora que me iría, y tan pronto lo hice
subí al auto de mamá.
-¿Y él quién es?- preguntó
-Larga historia mamá y estoy muy cansada como para contártela hoy- le dije
-Esta bien, esta bien. Vámonos a casa- dijo arrancando el auto
El viaje hasta casa fue callado y tranquilo. Ni mamá ni yo dijimos ni una sola palabra. Cuando llegamos, se estacionó y yo sin pensarlo, subí a mi habitación a darme un baño y lavarme el cabello.
Fue un baño largo y relajante que me ayudó a soltar todo el estrés que tenía. Mucho exceso de presente en mi vida.
Cuando terminé mi baño, salí, me puse una bata de baño y con una toalla comencé a secar y escurrir el exceso de agua en mi cabello. Encima de mi cama, había un sobre y me di cuenta de que era el mismo que Zac me había dado hace unos momentos en frente de la escuela, pero se me había olvidado completamente así que lo tomé, me senté y leí.
En el sobre escrito estaba "Esto es todo lo que no dije".
Abrí el sobre y comencé a leer:
"Alex:
Tal vez lo único que me duele más que decirte adiós, es el no haber tenido el valor de despedirme de ti. Sé que es una decisión cobarde y por favor, no me odies de por vida. Tengo cáncer óptico etapa cuatro y me dieron una semana de vida. No te lo quise decir nunca, porque no quería que me buscaras por lástima, quería una amistad verdadera, que descubriera mi parte graciosa, sensible y amorosa. Finalmente puedo decir que me puedo ir en paz porque te conocí. No te he visto, pero me imagino tu rostro y tu sonrisa todas las noches antes de dormir, sintiendo tantas cosas a la vez que no puedo ni
siquiera explicar. Eres asombrosa, impresionante, maravillosa y me encanta cada momento que puedo sentir tu presencia con la mía. Respirando el mismo aire, ocupando el mismo espacio. Alex, mi loca desquiciada favorita, gracias porque despertaste los ojos de mi alma y pude ver todas las cosas hermosas que tiene la vida. Me enseñaste que no todo está perdido. Tus fuerzas fueron mis fuerzas, tu alegría me contagió y fuiste mis ojos en muchas ocasiones. Hoy te digo adiós de la mejor manera que puedo expresarme. A través de las palabras. No, no es mi letra, pero si son mis palabras y quiero que sepas que te las digo desde el fondo de mi corazón. Me enamoré de ti, y sé que cuando te vea desde el cielo, lo haré como un ciego miraría el mundo por primera vez. No llores por mí Alex, yo, donde quiera que esté, velaré por ti y procuraré que nada te pase. Gracias por enseñarme, que las mejores cosas de la vida no son cosas. Gracias por serlo todo, gracias, porque sé que fuiste, eres y siempre serás, mi mapa de carreteras.
Adiós,
Zac"
Las lágrimas bajaban como manantial por mi rostro. Esto no podía estar pasando, la vida no me podía estar jugando esta carta ahora, no ahora. Zac no se podía estar muriendo, no. Esto no lo podía permitir para nada. Él tenía que estar conmigo, tenía que estar conmigo. Me niego a aceptar que se va y que nunca volverá.
Con lágrimas en los ojos y dolor en mi corazón, me puse lo primero que encontré en mi armario y bajé las escaleras.
Agarré las llaves del auto de mamá y salí sin avisar.
No tenía tiempo para pensar en nada. Mi único
objetivo era llegar a la casa de Zac y detener su muerte. Él no podía morir, simplemente no podía. Era mi único amigo aquí y no podía aceptar la idea de que se iba a ir de mi vida y no volvería jamás.
Llegué a la casa de Zac, me bajé corriendo del auto y toqué la puerta lo más rápido que pude.
-Ale- apareció la señora Nora, con su cara roja del llanto y entré sin decirle nada, dirigiéndome hacia el cuarto de Zac
Lo vi a él, en la cama, muy tranquilo y acostado, sus ojos cerrados.
-¡ZAC!- grité llorando y puse mi cabeza en su pecho -¡ZAC NO TE VAYAS ZAC!- gritaba
Sentí una mano en mi cabello y levanté mi cabeza, los ojos de Zac estaban abiertos.
-Al... Alex- su voz era ronca y débil
-¡Zac!
-Hola- sonrió débilmente
-Gracias a Dios que estás bien- lo abracé -Casi me muero del susto pensando que te había perdido- confesé
-Alex, no me queda tiempo- decía
-¿Qué?- pregunté confusa -No, no Zac, no digas tonterías. Todavía te queda mucho tiempo- estaba en negación -Recuerda que iremos a patinar, en verano te llevaré conmigo a Miami para que conozcas la playa y haremos muchas cosas juntos- decía con lágrimas
-Alex- su voz era cada vez más débil
-No digas nada Zac- dije acariciándole el cabello -Estoy aquí contigo- las lágrimas no paraban de bajar por mi rostro
La señora Nora nos miraba con llanto desde la puerta, pero yo no le prestaba atención, toda mi atención estaba puesta en Zac.
Puse mi cabeza en su pecho de nuevo y le decía cosas, le decía que todo iba a estar bien, que nos faltaban muchas metas por alcanzar, que era el mejor amigo del mundo y que no sabría en donde estaría hoy si él no hubiera cedido su asiento en el tren para mí aquel 24 de diciembre.
-Mandé a mamá a escribir la carta el día en que fuimos a la pista de patinaje- dijo con voz débil -Fue el mejor día de mi vida- continuó
-Y habrán muchos más así- aseguré pero el no dijo nada
-Alex
-¿Sí?
-¿Sabes que eres para mí?- me prenguntó
-Dime, ¿que soy?- pregunté
-Mi mapa de carreteras.
Tan pronto dijo eso último, dio un gran suspiro y su respiración dejó de escucharse.
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20. Ahora que te vas
El vestido negro que tenía puesto reflejaba tristeza en lugar de elegancia. Así lo veía yo. Toda la decepción, tristeza, depresión y vibras negativas que llenaban mi vida ahora, se reflejaban en este negro vestido de funeral que nunca pensé que lo usaría para visitar a Zac. Estaba destruída, completamente destruída. ¿Cómo pueden pasarle tantas cosas a una misma persona? Ahora cuando mi vida cobraba un poco de sentido, que tenía aquí en Chicago un amigo, tenía que irse. ¿Por qué a mí?
Hace 2 días vi morir a Zac, y con él murieron mis sonrisas. Quizá el esté feliz porque desde donde quiera que esté, me está mirando de verdad y ya descubrió la apariencia que llevaba la amiga a quien el apreciaba tanto. Su carta, su último recuerdo, reemplazo la antigua carta de Lucas que guardaba y llevaba conmigo a todas partes. Todo esto me estaba matando por dentro.
-Alejandra, ya, ven.- me dijo mi mamá que me acompañaría al funeral de Zac
Bajé sin decir absolutamente nada. Agarré mi abrigo y me senté en el asiento delantero del pasajero. No me di cuenta que mamá ya se había montado y comencé a botar las lágrimas que pensaba que se me habían acabado ya. Las lágrimas que agoté en estos dos días continuaban bajando, recordando todas las cosas que pasé con Zac, todos los momentos que atesoro muy dentro de mí iban acompañados de mi llanto y mis sollozos. ¿Con quién hablaría ahora que se fue? ¿A quién le contaría mis penas?
Zac ha sido la persona más fuerte que he conocido en mis 16 años de vida. Me enseñó a que las cosas no se tienen que ver para sentirlas
muy profundo en el corazón y siempre le estaré agradecida porque es la mayor lección que voy a poder aprender en todo lo que me queda de mi miserable y estúpida vida.
-ALE- gritó mi mamá sacándome de mis pensamientos -Llevo llamándote durante cinco minutos, ¿te sientes bien?- me preguntó
-Si mamá- mentí -solo que, aún no acepto la pérdida de Zac- admití
-Después de la tormenta siempre llega la calma Alejandra- decía mi mamá tranquilizándome
-La tormenta ha reinado en mi vida mamá- dije con lágrimas
Llegamos al funeral y yo llevaba un marco con una foto mía y de Zac el día de navidad cuando estábamos en Downtown. Quería que se fuera con él bajo tierra porque sé que el lo hubiese querido así. Bajé del auto y me dirigí hasta la entrada principal en donde habían un montón de personas encima de la señora Nora.
La vi entre muchas personas que la abrazaban demostrándole su amor y más sentido pésame por la pérdida de su único y gran amor de la vida, su hijo Zac. Cómo era de esperarse, su rostro estaba hinchado y sin una sola gota de maquillaje por el hecho de que probablemente había estado llorando toda la noche porque su hijo, mi gran amigo, se fue.
La señora Nora se dio cuenta de mi presencia y apartó a todas y cada una de las personas que se encontraba encima de ella y fue hacia donde mí a darme un abrazo profundo y lleno de dolor. Se sentía la tristeza y la soledad que ahora llevaba consigo.
-Gracias- me apretó -Por todo lo que hiciste por él. Fue muy feliz en sus últimos días de vida- todos los momentos volvieron
a mi mente
-Él merece ser feliz- contesté
Despegamos el abrazo y nos miramos. Ambas con lágrimas de dolor en los ojos.
Entré al lugar en donde se encontraba Zac descansando.
****leer con la canción del video en multimedia****
Había una gran fila para ver a Zac descansando. Me imaginaba su cara pacífica y sus ojos cerrados con una sonrisa en sus rostro porque ya se encontraba descansando en paz, ya no había dolor. Mi corazón se arrugó. Mientras más avanzaba la fila, más aumentaba el dolor que sentía por su pérdida. Tardé unos tres minutos más o menos en llegar a la caja color gris en donde estaba el acostado con sus manos entrelazadas.
Estaba tal y como me lo imaginé. Ya no podía ver el color de sus ojos perdidos, ya no podía apreciar la sonrisa que siempre ponía cuando sentía mi presencia cerca de él. Mis lágrimas al verlo se fueron multiplicando y mi felicidad se fue dividiendo. Veía en su cara durmiente momentos plasmados.
*flashback*
-¿Qué quieres estudiar cuando salgas de la escuela Alex?- me preguntó mientras yo lo ayudaba a comer sopa de pollo que la señora Nora nos había preparado luego de un largo día en el zoológico decorado con hermosas luces navideñas
-Medicina- contesté -Quiero ser una gran doctora- añadí
Sonrió.
-Lo serás, estoy seguro- le di un beso en la mejilla y continué ayudándolo a tomar su sopa
*fin del flashback*
Mis lágrimas bajaban mientras más recuerdos llegaban a mí.
*flashback*
Zac caminaba agarrado de mi brazo para no perder su rumbo.
-Siento que
eres la brújula que dicta mi norte- me sonrojé
-¿Porqué lo dices?- le pregunté
-No lo sé, siento que si camino contigo guiándome, camino en la dirección correcta- dijo
-Tonto- dije
-Tonto fue el Leo ese que te perdió- espetó y paró en seco -Pero no permitiré que estés triste por él
Entrelacé sus dedos con los míos.
-Sigamos.
*fin del flashback*
Y más recuerdos llegaban.
*flashback*
Estábamos acostados en la cama de Zac.
-Aquí le traigo unos helados de fresa con banana- entró Nora mientras yo le ponía canciones a Zac en youtube
-Gracias Nora- levanté mi cabeza de la almohada y Zac me imitó
Me tendió los dos vasos de cristal y yo los cogí, ayudando a Zac a comérselo. Nora salió.
-Quiero que busques una canción que amo- dijo Zac
-Claro- dije cogiendo la tableta que había dejado a un lado de la cama -¿Cómo se llama?- le pregunté presionando la barra de búsqueda
-Aunque no te pueda ver- contestó y lo miré -Quiero que la escuches.
Mi corazón se acelero y rápidamente escribí la canción cuyo coro decía:
"Creo que ver la lluvia caer, en mi ventana te veo pero no está lloviendo, no es más que un reflejo de mis pensamientos hoy te echo de menos, yo solo quiero hacerte saber amiga estés donde estés que si te falta el aliento yo te lo daré. Si te sientes sola háblame, que te estaré escuchando, aunque no te pueda ver... aunque no te pueda ver"
La escuché toda atentamente sin perder ninguna palabra que decía. Cuando terminó me abalancé sobre él.
-Eres el mejor
amigo del mundo- le dije muy feliz
-Y tú también lo eres- contestó -Siempre lo serás- añadió
*fin del flashback*
Todos esos momentos los guardaba dentro de mí como si fueran tesoros. Lo más preciado. Miré para atrás, pero no había fila para ver a Zac, por lo que me quedé observándolo y levanté el velo transparente que nos separaba.
Acaricié su frente mientras mis lágrimas bajaban rápidamente y caían en mis labios. Estaba frío y no sé porqué, pero muy dentro de mí, esperaba que él despertara en algún momento, diciéndome que despertara de esta pesadilla que estaba viviendo. Que todo esto que estaba ocurriendo era una simple mentira, que todo acabaría al despertar al día siguiente y él seguiría vivo.
-Zac- comencé a hablarle con la esperanza de que pudiera escucharme -Zac, escúchame- decía mientras mis lágrimas bajaban y resbalaban hasta la cara pálida y durmiente de él -Quédate por favor- sollozaba -Te necesito mucho Zac- hablaba alto. Estoy segura de que todos me escuchaban, pero era lo menos que me importaba en estos momentos -Zac, todos aquí estamos destrozados por tu pérdida, no te vayas por favor. Vuelve. Las risas serán vacías sin tu Zac. Perdóname por no ser la amiga perfecta, pero estoy feliz porque tus últimas palabras fueron para mí Zac. Te estás llevando mi vida entera, amigo, te necesito.- me faltaba la respiración
-Hija- mamá me tomó por el brazo
-¡SUÉLTAME!- le grité aferrándome a la caja en donde se encontraba Zac -Quiero quedarme con él hasta que se lo lleven- dije
-Alejandra no puedes, ya vámonos-
decía mamá pero yo estaba en negación
-Zac- continuaba hablándole -Te quiero Zac, eres la mejor persona que he conocido en este mundo.- sobé su cabello -No me abandones ¿si? Cuídame en cada paso, te prometo que voy a hacer que estés cien por ciento orgulloso de mí Zac, tanto como yo lo estoy de ti. Porque si yo para ti soy tu mapa de carreteras y la brújula que dicta tu norte, tú para mí eres el sol, la luna y las estrellas. Si me estás escuchando, quiero que sepas que siempre guardaré nuestros retratos como recuerdos sólidos de los buenos momentos- puse la foto que había llevado a su lado -Ten, esta es tuya. Nunca olvides que Alex, tu Alex siempre te querrá como a nadie- seguía hablando
-Alejandra ya es hora- dijo mi mamá y esta vez no me negué a irme -Ven- agarró mi brazo -Vamos.
Me alejé de la caja como si mi corazón completo se hubiese desprendido completamente de mí.
No me di cuenta de lo que pasó en todo el camino hasta casa. Solo sé que llegué, me acosté y me olvidé del mundo por horas que parecieron años...
(...)
-No paraba de llorar- escuchaba que mi mamá le decía a alguien pero yo no quería abrir los ojos para escuchar la misma mierda e hipocresía -No quería despegarse de la caja, estaba destruída. Está durmiendo desde que llegamos y no ha comido absolutamente nada- continuaba hablándole a quien quiera que sea que me estaba acariciando el cabello
-Hay que dejarla sola- la voz que más conocía en el mundo habló -Yo sé lo que se siente perder un amigo- dijo Leo
-Es que, él no era solo un amigo para
ella Leo, era como un ángel guardián- asentí para mis adentros -Ellos estaban conectados de alguna manera especial y la madre del muchacho ni yo nos explicamos cómo- seguía hablando y yo más de acuerdo estaba con ella
-Que lástima que no vio en mí lo que pudo ver en él- decía él
-Ella te ama Leo. De eso no cabe dudas- ellos no tenían ni idea de que yo estaba escuchando toda su conversación -Pero, entiéndela. Tiene toda razón en sentirse como se siente al enterarse de que tienes una hija- decía mamá
-¡Pero es que esa niña no es mi hija!- respondió
-Y Alejandra lo sabe...
-Yo sé que lo sabe, y yo también sé todo lo que ella sabe.- dijo
-Entonces si amas tanto a mi hija, ¿qué pasa que no luchas por ella Leo?- le preguntó y esta respuesta la quería escuchar con tantas fuerzas que incluso me pequé un poco más a él, haciendo que estaba dormida claro
-Señora- comenzó y agudicé más mis oídos -Yo amo a su hija con todas las fuerzas que tiene mi alma y sin duda algunas ella es lo mejor de mi vida, la amo tanto que daría mi vida y más por ella, pero ella es la que no quiere volver conmigo. Trato de buscarla pero me evita- mentiroso -No entiendo que hice mal. No entiendo. Si ella sabe todo lo que yo también sé, ¿porqué no vuelve? ¿Porqué me evade? ¿Porqué no me da la oportunidad de demostrarle que la amo? Que ella lo es todo para mí- sus palabras me conmovieron
-Me da gusto escuchar eso- dijo mi mamá
¿Que haría ahora que escuché todo eso? Lo amo. ¿A quién se lo puedo negar? Es el amor de mi vida.
-Dejémosla sola- dijo mamá
y sentí como Leo se levantó de mi cama -¿Quieres un té?
-Eso estaría bien- dijo y sentí como se dirigían a mi puerta, pero antes de que salieran de mi habitación...
-¿Leo?- hablé con voz de dormida y abrí mis ojos. La luz de mi habitación estaba prendida porque era de noche.
-Ale. ¿Cómo te sientes?- me preguntó
-Mucho mejor ahora...
Mi mamá nos miró.
-Los dejo solos- habló -Si necesitan cualquier cosa estoy en mi habitación descansando un poco- salió y cerró la puerta
Levanté la cabeza pero tan pronto lo hice, sentí una punzada de dolor y eso me obligó a bajarla otra vez.
-¿Te duele la cabeza?- me preguntó con tono preocupado
-Un poco- respondí
-¿Quieres que salga a comprarte algunas pastillas?
-No- lo aguanté -Quédate aquí conmigo, ¿vale?- le pedí
-Esta bien- aceptó
Hubo un silencio incómodo y los dos quisimos romper el silencio al mismo tiempo.
-Yo...- dijimos al unísono
-Tú primero- volvimos a decir al unísono
-Habla primero- me dijo
-Yo quiero pedirte disculpas por la manera en que actué el día en que rompimos. No debí menospreciar tu capacidad de hombre responsable- dije
-Yo fui el que actué mal. Tenía que entender como te sentías y reaccioné de una manera que no debía. Perdón- dijo
-Los dos actuamos de mala manera- admití
-¿Crees que podemos volverlo a intentar?- me preguntó
-Leo yo...- empecé
-Si no te sientes segura, no hay presión Ale, tranquila- me dijo
Sin pensarlo más, agarré su rostro y uní sus labios
con los míos en un beso desesperado.
-¿Eso es un sí?- me preguntó cuando despegamos nuestros labios
-Lo es- contesté -Pero prométeme que esta vez permaneceremos juntos sin importar lo que esté pasando.
-Lo prometo- alzó su mano derecha
Sonreí. Lo extrañaba.
-¿Qué hora es?- pregunté
-Las tres de la mañana.- dijo -Tu mamá me llamó tan pronto llegaron porque estaba muy preocupada por ti- me contó -Me dijo que no comiste nada y que lo que hiciste fue echarte a llorar y poco después te quedaste dormida. Salí del trabajo y vine lo más rápido posible- continuó -Tu cara estaba muy hinchada y no quería despertarte, pero me quedé aquí contigo. No me he despegado ni un solo segundo desde que llegué.
-Gracias- fue lo único que pude decir
-Es lo menos que puedo hacer....
-Creo que debo ir a bañarme- dije -Huelo a peo
-Sí, y los que te tiraste mientras dormías parecían bombas nucleares- dijo
Me sonrojé.
-Pero me acostumbraré a ellos- con eso lo arregló y reí -Pero si ya estás bien, entonces me iré a casa.
-No- lo detuve -Quédate.- le pedí
-Alejandra pero no puedo, si tu mamá se entera me mata- dijo
-Duerme conmigo. Por favor...- le pedí de nuevo
Me miró pensándolo y lo miré con ojos de gato con botas de Shrek.
-Solo esta noche- le pedí
-Está bien- accedió -Pero me voy temprano
-¡Son las tres de la mañana!- me quejé
-Es mi condición- puntualizó
-Esta bien- acepté de mala gana
Me di un baño super extremadamente y puercamente corto.
Me puse la pijama y me tiré a la cama en donde estaba Leo con mahones y una camisa color amarilla.
-¿No se te hace incómodo dormir así?- le pregunté
-Sí. Demasiado- admitió -Pero no me quitaré la ropa aquí- dijo
-Ay esta bien- me acomodé en su regazo -Leo...
-¿Sí?
-¿Me pasas la foto mía y de Zac que está en la coqueta?- le pregunté
-¿Para que?- preguntó
-Duermo con ella.
Me miró.
-Tienes que aceptar el hecho de que ya no está Alejandra...
-El hecho de que lo acepte no va a cambiar el que duerma con su foto- determiné -Pásamela.
Se levantó, la tomó y me la dio de mala gana.
La tomé ignorando su mal humor por el hecho de que le pedí la foto y me volteé a la pared abrazando la foto.
Minutos más tardes, sentí el brazo de Leo abrazándome y me sentí segura.
-Te amo aunque me saques canas verdes- me susurró al oído
-Yo también- contesté -Yo también te amo.
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Nota de la autora
Hola!!!!! Creo que es la primera vez que les hago un aviso, pero quería agradecer a todos el apoyo a mis historia!! Me encanta que les encante!!
Quería informales varias cosas!
1. Subiré capitulos nuevos cuando cada capitulo llegue por lo menos a 50 favoritos porque así me informan que están leyendo!
2. De ahora en adelante acompañaré cada capítulo con una Nota de autora para que me den sus recomendaciones y me digan que les va pareciendo!
3. Quiero portada nueva!!! Pero soy un asco en eso xD por eso cualquier voluntario que quiera hacerme una puede enviarme un mensaje privado!!
AHHHH!!!
También tengo algunos datos curiosos sobre mi historia que les podrán interesar y pondré uno o dos en cada Nota de autora que les deje en cada nuevo capitulo!
Por favor no dejen de comentar y seguir mi historia para ir actualizando poco a poco!!
Gracias por todo el apoyo!!
Los quiere, desde Puerto Rico,
-Alanis Indira
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21. Cita por equivocación
Desperté con los rayos del sol, pero Leo no estaba a mi lado. ¿A dónde había ido?
Miré la hora en mi celular y ya era poco más del medio día. Bajé las escaleras y vi a mi mamá sentada en la mesa tomando una taza de café.
-¡Alejandra!- se alegró de verme -Al fin despiertas. Llevas casi todo un día durmiendo- dijo
-¿A dónde fue Leo?- fue lo primero que pregunté
-¿Leo?- me miró extrañada
-Sí mamá, Leo. Vino ayer porque lo llamaste...
-No hija, Leo no ha estado aquí- fingió
-Ay mamá- protesté -No finjas y dime en donde está- espeté
-No estoy fingiendo nada Alejandra. Y en vez de estar aquí abajo, ve a darte un buen baño, quitarte ese traje y baja a comer algo luego- dijo seria
¡Pero si me di un baño tardísimo y me puse la pija...
Aún llevaba puesto el traje que me puse para el funeral de Zac. Pero, ¿cómo?
-Mamá, ¿estás segura de que Leo no estuvo aquí?- le pregunté
-Pues claro que sí...- confirmó
Entonces, ¿todo había sido un simple sueño?
-Alejandra- mi mamá interrumpió mis pensamientos
-¿Ah?- pregunté
-¿Estás bien?
-Sí, si lo estoy...
No dije más y subí a mi habitación para bañarme.
No podía creer que todo había sido un simple y estúpido sueño. ¿Cómo? Lo sentí tan real... Como si hubiera pasado. Pero no, la vida de Alejandra Collins no puede ser tan fácil como eso. Por eso es que siempre que me pasa algo bueno, es difícil de creer para mí. Completamente difícil.
Terminé de bañarme y ni me molesté en bajar para comer algo. No tenía hambre, mi
estómago por ahora no necesitaba comida. Me tiré en la cama y agarré mi celular.
Isa: Alejandra Collins, si no me contestas tu madre se quedará viuda de hija, ¿quedó claro?
Isabela Grey... Hace días que no me comunicaba con ella, pero con todo esto no había tenido tiempo para contactarla.
En las redes sociales no había nada nuevo... Nada de lo que me pudiera interesar.
Tiré el celular a un lado y miré mi techo. Que vida tan insípida me tocó vivir. Soy una chica tan ordinaria... sin talentos, no-deportista, despistada, anormal, con problemas mentales y todo lo malo que pueda tener una simple chica que tiene 16 años. Ni siquiera sabía que día era, no tenía presente la noción del tiempo.
Leo... Ay Leo... que mucho dueles pendejo de mierda. Dueles como una bala directita en el corazón. Dueles y dueles tanto. Me enojo, porque siempre estuve dispuesta a aguantar balas por ti, y tú fuiste quien haló el estúpido gatillo. No he perdido la razón porque tengo la esperanza de que algún día volverás tú o volveré yo, porque sinceramente he tratado de imaginarme la vida sin ti y me resulta imposible.
-¿Porqué a mí?- pensé en voz alta
Este era de los pocos momentos que tenía para reflexionar.
Tomé el teléfono en la mano.
¿Lo llamo? ¿No lo llamo?
No seas estúpida Alejandra Collins, llámalo pinche pendeja.
Puse su contacto en la pantalla.
-Pero, ¿qué le voy a decir?- seguía hablando en voz alta
Lo llamaré. Me armaré de valor y lo llamaré y no me importa nada.
Pulsé el botón verde y
coloqué el teléfono en mi oreja.
-¿Alejandra?- contestó
-¡Antes de que digas nada escúchame por favor!- dije rápidamente -Fui una estúpida al terminar contigo de la manera en que lo hice, no debí hacerlo. Debí confiar en ti y en tus capacidades.- hablaba muy rápido y él escuchaba sin decir una palabra -Por favor, dame una oportunidad de demostrarte que te amo y que te apoyaré en todo lo que quieras. Eres el amor de mi vida y no puedo dejar de pensar en ti. Estoy vacía sin ti... Este tiempo me ha servido para reflexionar que las cosas malas, son buenas contigo y las buenas, mejores. Ayer soñé que estabas conmigo aquí y eso me dio a entender que así es como te quiero el resto de mi vida. Te amo. Por favor, perdóname por ser la chica más estúpida- dije sin pensarlo
-A...
-No digas nada.- lo interrumpí -Encuéntrame en Chicago Café y hablamos mejor ahí, ¿si? Te amo... No me falles- colgué
¡SI! ¡Eso es Alejandra!
Tuve el valor de llamarlo y ahora hablaría con él en persona, porque estoy cien por ciento segura de que Leo no me fallaría...
-¡MAMÁAAA!- bajé corriendo las escaleras
Cuando llegué al último escalón me caí como un pionono al piso.
-¡Mierda!- dije
-Jajajajajaja- reía mi hermana -Que patética
Bufé.
-No te quedes ahí parada y ayúdame a levantarme de aquí- le ordené
Se acercó a mí y cuando me extendió la mano para ayudarme, la soltó y me caí de nuevo.
Alejandra, recuérdate una vez más no confiar nunca en Jenna.
Me levanté yo misma y me dolía un poco el tobillo,
pero nada grave.
-¡Mamá!- grité de nuevo cuando me hube levantado del suelo sin ayuda de mi no-sensible hermana
-¿Qué pasó?- se asomó en las escaleras con las greñas de su cabello todas alborotadas
-¡Iré a ver a Leo!- dije feliz
-Pero si estás hecha un desastre- contestó
Miré mi aspecto. Estaba hecha un asco. No podía ir a ver a Leo así...
-Ve a cambiarte- me dijo
-¡Si!- subí las escaleras lo más rápido que mi tobillo lastimado me lo permitía, pues pensé que era un golpe tonto pero me dolía mucho
-Auch- exclamé
Me cambié rápidamente. Me puse un leggin color vino, una camisa de lana y manga larga color crema, solté mi cabello y caía ondulado por mis hombros. Decidí agarrar mi gorro favorito y me puse una bufanda con mis botas militares.
Mi cara estaba horrible. Había estado llorando durante días y eso no ayudaba para nada a mi aspecto. Decidí ponerme un poco de polvo y mascara para que mis ojos se vieran un poco mejor.
Terminé rapidísimo para poder llegar a donde Leo.
Bajé las escaleras con más cuidado que la última vez para no lastimarme.
-Mamá, me voy- le avisé
-¿Caminando?- me preguntó
-Sí- contesté -Queda a veinticinco minutos caminando, no creo que haya ningún problema- le dije
Hice una mueca de dolor porque el tobillo comenzó a dolerme.
-¿Te pasa algo?- me preguntó mamá cuando vio mi mueca
-No- mentí -Bueno, ya me voy- avisé -Adiós- le di un beso a mamá y salí
El viento azotó mi cara. Mis ojos se secaron tanto que irónicamente me salieron lágrimas.
Miré
la hora y me apresuré un poco para que la noche no cayera antes de que llegara.
¿Que le diría? Hablar por celular es algo, pero encontrármelo de frente es otra cosa totalmente diferente. Me pondría nerviosa.
Me acordé de la última vez que lo vi cuando me lo encontré en frente de mi escuela con Kimberly. Ugh, esa puta saca lo peor de mí.
Llegué a Chicago Café. No habían tantas personas, pero aún así ni lograba ver si Leo había llegado.
-Bienvenida a Chicago Café- me recibió la anfitriona -¿Mesa para cuántos?
-De hecho, quería saber si alguien ya ha llegado y me ha guardado un lugar- le dije
-¿Su nombre?- preguntó rápidamente buscando algo entre los menús
-Alejandra Collins- contesté
-No señorita- me dijo
-Bueno, pues quiero una mesa para dos- contesté
-¿A quién espera?- me preguntó agarrando un bolígrafo
-Él me verá...- contesté y ella asintió y me dirigió hacia una mesa que estaba pegada a una pared
-Mi nombre es Jess Fields- me dijo la mujer trigueña de ojos grises y pelo en afro -Cualquier cosa, puede procurar por mí- asentí
Miré el menú y habían variedades de deliciosos postres, batidas, frappéz, cafés, capuchinos y muchas cosas más que tentaban mi paladar.
Pasaban los minutos y Leo aún no llegaba, ya comenzaba a desesperarme. Miré mi teléfono y no tenía ningún mensaje disculpándose por estar tardando ni nada.
Y justo cuando iba a llamarlo, alguien se sentó en frente de mí, pero no era Leo.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté
-Me citaste...- contestó
-¿Qué?-
le pregunté idiotizada -Estás loco- contesté
-¿Loco yo? Alejandra- sacó su celular -Mira- me mostró una llamada entrante mía...
-Pero es imposible...
Busqué mi celular y verifiqué las llamadas entrantes.
¡MALDITA IDIOTA!
Me había equivocado de contacto...
-Lucas, lo siento... Pensé que había hablado con Leo- le admití
-Sabía yo que era demasiado bueno para ser cierto- dijo triste
-Mira- comencé -Ya que estás aquí, ¿qué te parece si hablamos? Platicar... Arreglar las cosas entre nosotros. Ser amigos- propuse
-No lo sé- dudó -Tú sabes muy bien lo que yo siento por ti Alejandra y me duele verte con otra persona- dijo
-Pero tienes que darte otra oportunidad con otra chica Lucas. No puedes quedarte estancado en mí- le dije
-¡Pero es que no me entiendes!- protestó
-Si te entiendo.. Te entiendo más que nadie porque estoy prácticamente en la misma situación que estás tú- confesé
-Pero no lo has superado ¿verdad?- me dijo -Porque cuando me llamaste pensando que era Leo dijiste muchas cosas que demuestran que aún estas estancada en Leo, ¿cómo puedes decirme que lo supere? ¿Ah?- seguía diciendo y tenía la razón
-Pero esto es diferente- dije -Yo sé que Leo me quiere, solo que estamos pasando momentos difíciles como cualquier pareja...
Bajó la mirada.
-¿Desean algo?- preguntó Jess
-Un french vanilla por favor- pedí
-Para mí un expresso- pidió Lucas y Jess retiró los menús de nuestra mesa
-Lucas- dije tan pronto Jess se había retirado -Por favor, quiero que seamos amigos. Te amé
en el pasado, pero seamos sinceros ¿quién se fue? Tienes diecisiete años y te queda una gran vida por delante...
Me miró.
-Me arrepiento tanto de haberte dejado... Maduraste tanto. No te escuchas ni siquiera como una chica de dieciséis años Ale- dijo mirando fijamente mis ojos
Sonreí.
-La vida me ha obligado.
-Antes eras tan ingenua y tan... tan
-¿Torpe?- pregunté
-No- negó -¿Graciosa?
-Sí claro- reí
-Aquí está- llegó Jess con una bandeja
-French Vanilla para la chica- colocó el vaso en frente de mí -Y Expresso para el chico- colocó el vaso frente a Lucas -¿Se les ofrece algo más?- preguntó amablemente
-No- negué -Estamos bien por ahora, gracias.
Asintió y se retiró.
-Alejandra- dijo Lucas y agarró mi mano -Esta bien, estoy de acuerdo contigo. Pienso que ha sido muy egoísta de mi parte el actuar como he actuado. Tú no te lo mereces después de todo...
-Tranquilo...
Toda la tarde estuvimos hablando y recordando viejos tiempos, cuando éramos novios y todas las cosas locas que nos tocó vivir juntos. A pesar de todo pasé una tarde agradable con Lucas.
-Bueno- dije cuando vi que el cielo estaba oscuro -Ya es tarde. Me tengo que ir- dije
-Yo te llevo- se ofreció
-No tienes porque molestarte...
-No me molesta, de verdad...- dijo -Déjame llevarte a tu casa por favor.
Acepté. Después de todo caminar sola a estas horas no era conveniente ni seguro para una chica.
Salimos de la cafetería y nos dirigimos hasta el Lancer color amarillo de Lucas que estaba estacionado en frente.
Me abrió la puerta del auto y me sorprendí pero entré sin decir ni una sola palabra.
El subió al auto y encendió el motor. En auto mi casa quedaba muy cerca, a unos 10 minutos aproximadamente.
En el camino le pregunté por su mamá, su papá y sus hermanas. El hizo lo mismo.
Llegamos en frente de mi casa.
-Bueno- dije abriendo la puerta -Gracias por traerme- dije -Nos vemos en la escuela.
Puse un pie fuera del auto pero Lucas agarró mi brazo y me acercó a él plantándome un beso en los labios. ¿Qué no le había quedado claro?
-Lucas...- dije
-Perdón- contestó
-Esta bien- no estaba para peleas -Pero que no vuelva a suceder.
Me bajé y entré a mi casa.
-¿Cómo te fue?- preguntó mamá que estaba sentada en la mesa del comedor
-Mamá, no creerás lo que pasó- dije sentándome a su lado
-Cuéntame- dijo
Le conté todo lo que había sucedido con lujo de detalles y ella se quedó sorprendida.
-Así de grande es mi mala suerte mamá- me quejé
-Eso no es nada. Míralo por el lado positivo- dijo -Arreglaste las cosas son Lucas y ahora son amigos.
Mamá decía la verdad. Pero para ser sincera, a mi no me interesaba para nada arreglar las cosas con Lucas aunque suene un poco cruel. Mi único interés era arreglar las cosas con Leo...
-Voy a dormir- le avisé a mamá y me levanté de la mesa
Subí las escaleras y me desprendí de todas las prendas de ropa que tenía puesta.
Mi teléfono vibró avisándome que tenía un mensaje.
No sales de uno para meterte con otro. Yo te hacía diferente Alejandra Collins, pero ya veo que me equivoqué.
................... Leo
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Hola!!! Les dejo este capítulo porque ya lo tenía escrito y no quería esperar para publicarlo!!
¿Qué les parece mi historia?
¿Qué piensan sobre la equivocación de Alejandra?
¿Qué opinan sobre el mensaje que envió Leo?
Déjenme saber su pensar!!!!
Datos curiosos:
1. Ésta historia está inspirada y basada en hechos reales de mi vida. No, no todos los capítulos pero hay algunas situaciones que sí me han sucedido!
NO dejen de comentar y darle favorito a mi historia para seguir publicando capítulos!
Les adelanto que.... Ya estamos llegando a la mitad y no, esta historia no tendrá una secuela.
¿Sugerencias? ¿Dudas? ¿Preguntas?
¡Háganse sentir!
Los quiere, desde Puerto Rico,
-Alanis Indira
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22. Llora corazón
Releí el texto una y mil veces. ¿Y ahora qué hice? No he estado con nadie desde que Leo y yo nos separamos y ya va poco más de un mes.
Pensé en qué hacer... ¿Le contesto? ¿No le contesto? ¿Lo mando al diablo por pendejo? Ugh... Hombres.
Tiré mi teléfono a un lado frustrada y arqueé mis cejas mirando hacia el techo. Todos mis momentos pasados con Leo pasaron por mi mente como una película a la cual le daría repetir cada día de mi vida.
La vida era dura con nosotros. Él y yo luchamos mucho contra todos por estar juntos y el mundo se nos vino encima cuando creíamos que lo teníamos todo solucionado. Pero así es la vida ¿no?
Uno aprende de caídas y difíciles son las despedidas.
Después de todo, me decidí enviarle un mensaje a Leo.
Ale: No sé de que estarás hablando Leonardo, pero no tienes el más mínimo derecho de reclamarme cuando tú ya tienes una hija, una vida que rehacer. ¿Porqué no te ocupas de educarla correctamente? En vez de estar pendiente a lo que yo hago o dejo de hacer... ¿Es que no tienes más nada qué hacer con tu vida? Déjame en Paz.
¿Qué diablos? No sé porque le envié este mensaje a Leo pero estaba harta de que toda la culpa me la llevara yo cuando estamos en esta situación por su culpa.
Bueno, la verdad es que no era culpa de él, pero ¡tampoco mía!
Leo: Yo no te voy a dejar en paz. ¡Te necesito maldita sea! ¿Qué no entiendes?
¡Ughhhhhhhhhhh! Maldito estúpido, ¡ME CONFUNDES TANTO IDIOTA!
Ale: ¡Idiota! A ti no hay quien pueda entenderte. Un segundo me insultas y al otro
me necesitas.
Leo: ¿Porqué estabas hoy con Lucas?
Abrí los ojos como platos. Este gilipollas me estaba espiando.
Ale: ¿Porqué me espías?
Leo: ¿Porqué contestas mis preguntas con otras preguntas?
Ale: ¡Oh! ¿En serio lo hago?
Los textos no paraban de llegar y llegar y llegar.
Leo: ¡Sí idiota!
Ale: No me importa.
Leo: Contéstame que hacías hoy con el idiota de Lucas y ¿porque te llevó a tu casa?
Ale: Confieso que decidí darle una oportunidad, ¿feliz?
Leo: ¿Oportunidad? ¡No seas tan estúpida Alejandra Collins!
¿Qué se cree?
Ale: Pues fíjate que tú no eres el único que tiene derecho de estar con una persona, ¿cómo la ves?
Leo: Es inútil hablar contigo...
Ale: ¡Y CONTIGO!
Puse todo eso en letras mayúsculas.
Leo: ¡NO ME GRITES!
¿Qué diablos? ¿Cómo podía estar gritándole? Eran simple y sencillamente textos...
Ale: No voy a perder mi tiempo hablando contigo estúpido. Adiós.
Puse mi teléfono en modo de silencio para que cualquier texto que me llegara, pudiera ignorarlo con facilidad. Me acomodé del lado izquierdo de la cama y cerré los ojos tratando de dormir, cuando de momento escuché unos extraños ruidos provenientes de no sé donde.
Me levanté y prendí la luz para abrir la puerta y asegurarme que no hubiera ningún mounstro come galletas en el pasillo. Nada. Pasillo libre de mounstros come galletas.
Abrí la puerta del baño para asegurarme que no hubiera ningún psicópata con ganas de violar a una adolescente. Nada. Baño libre de psicópatas
con desórdenes sexuales.
Entonces, se volvió a escuchar otro ruido, y esta vez sabía de donde venía...
Caminé hasta la ventana y la abrí. Cuando miré hacia abajo para ver si había algo, una piedra me golpeó la frente haciendo que estúpidamente me cayera hacia atrás y por si fuera poco me diera en la cabeza con la cabecera de la cama y para colmo, que me doblara otra vez el mismo tobillo que me había lastimado anteriormente. Vida de Alejandra, una vida caóticamente patética.
-Auch- me quejé y me levanté
Esta vez me asomé a la ventana y vi la silueta de alguien abajo.
-¡Ey!- decía -Alejandra...
Aflojé mi mirada y luego de que me diera cuenta que mi frente estaba sangrando gracias a la pedrada que me acababan de dar, pude visualizar a Leo, con un abrigo y un puñado de piedras en sus manos.
-¿Qué diablos haces aquí maldito loco?- le pregunté en un susurro lo bastante alto como para que él pudiera escucharme
-No contestas ni mis mensajes, ni mis llamadas, ni mis preguntas- contestó -Entonces decidí acudir al método Romeo y Julieta para ver si de una vez y por todas me explicas que carajos hacías con Lucas- dijo como si fuera a obtener lo que quería
-Pues fíjate que ni tengo ganas ni quiero escucharte ni me da la gana de explicarte una mierda, ¿entiendes?- le dije
-Entonces no me iré- dijo plantándose decidido
-Bien, como quieras- fui cerrando la ventana poco a poco
-No, no, no Ale- decía Leo evitando que yo cerrara por completo la ventana y lo dejara ahí parado como un completo tarado
-¿QUÉ?- le pregunté fastidiada
-¿Porqué
no puedes escucharme chica?- preguntó
-¿Preguntas porqué? Pues mira el primer mensaje que me enviaste estúpido. Me hiciste sentir como una puta- admití
-Ale, perdóname- dijo sincero -Es que me muero de celos cada vez que sé que estás con un chico que no soy yo- admitió
-Y, ¿tú crees que yo no?- pregunté -¿Crees que no me dan ganas de arrancarle la cabeza a la zorra de Kimberly cada vez que la veo pegada a ti como un chicle? Pues fíjate que sí...
-¿Podemos hablar?- preguntó
-Hoy no Leo de verdad- le dije -Estoy muy cansada y además mañana tengo clases...
-Mañana es sábado- dijo Leo
-¿Sábado?- pregunté
-Sí estúpida, ¿qué no sabes ni en qué día estamos?
La verdad es que con todo esto que me había pasado, había perdido la noción del tiempo completamente.
-¿Entonces?- interrumpió Leo mis pensamientos
-Estoy muy cansada- dije
-Alejandra- se quejó
-Ay esta bien, esta bien- acepté -Te voy a abrir pero no hagas ni un solo ruido, ¿entendiste?- le advertí
Asintió. Cerré la ventana e hice un pequeño baile de victoria antes de bajar a la cocina para poder abrirle a Leo.
Caminé en puntillas para evitar cualquier ruido que pudiera despertar a mamá o a Jenna.
Agarré las llaves y con la suavidad más grande que puede haber en el mundo, abrí la puerta. Y ahí estaba él, con la sonrisa más hermosa que puede haber en todo el mundo. Con sus ojos oscuros e intensos. Ahí estaba mi felicidad justo en frente de mí, y aunque la verdad es que me moría de ganas por abrazarlo y besarlo, esperaría
a que él lo hiciera.
-Pasa- dije en un susurro -Pero no te atrevas a hacer ningún tipo de ruidos- dije amenazante apuntándolo con mi dedo
La luz estaba apagada y literalmente no se veía nada, pero yo conocía muy bien mi casa y podía caminar por ella a ojos cerra...
-¡MIERDAAAAAA!- solté ese gran grito de dolor cuando mi meñique del pie en donde también tenía el tobillo fracturado, se dobló con la esquina de la mesa de comedor
Leo me tapó la boca para que dejara de gritar.
-¿Alejandra?- escuché que mi mamá se levantaba
Leo y yo comenzamos en un corre y corre para que se escondiera y no lo viera aquí, porque aunque ella le tenía mucho cariño, iba a matarme.
-¡AHÍ!- dije señalando para el lado de uno de los muebles de la sala en donde no se podía ver desde arriba
-¿Estás bien?- me preguntó mamá asomándose en la parte de arriba
-Sí mamá- dije -Es que vine a buscar un vaso de agua y sin querer pues, tropecé- mentí
-Ah bueno- dijo y se dirigió a las escaleras
-¿P-Para dónde vas?- le pregunté nerviosa, si daba un paso más, de seguro que vería a Leo
-A tomar un vaso de agua yo también- contestó
-Ay mamá, pero vete tranquila a tu cama- dije evitando que bajara un escalón más -Yo te lo llevo- dije agarrándola por los hombros y virándola hacia su habitación
Miré hacia donde se encontraba Leo supuestamente escondido y le saqué la lengua, acto que el imitó.
Escolté a mamá hacia su habitación y cerré la puerta.
Llegué a donde Leo.
-Casi, casi nos agarra- dije -Nos
salvamos por un pelo- susurré -Pero anda, sube a mi cuarto en lo que yo le llevo el vaso de agua a mi mamá
Leo no dio ni un solo paso.
-¿Qué esperas?- le pregunté
Sus ojos se movieron hacia arriba y yo volteé.
Mi madre estaba parada en la baranda de las escaleras y tenía una sonrisa hipócrita.
-Es que dime Alejandra- comenzó mamá -¿De cuándo acá tienes la amabilidad de llevarme un vaso de agua a mi cuarto?- preguntó y yo no supe ni qué decir
(...)
-Ten- mi mamá me extendía una gasa con agua para que limpiara la sangre seca de mi frente a causa de la pedrada de Leo -Ahora- habló -¿Me podrían explicar que haces aquí a estas horas?- dirigió su mirada a Leo
-Señora yo le puedo explicar- comenzó
-Pues eso es lo que estoy esperando- dijo mamá
No estaba enojada, pero tampoco estaba contenta.
-Mamá- comencé a hablar -Te explico- le dije mirándola -Leo andaba comprándole pañales a la bebé y le dieron ganas de ir para el baño- mentí y Leo me miró con los ojos muy abiertos
-¿A estas horas?- sabía que mamá no me creía pero no tenía más remedio
-Si. Si, si- continuó Leo mentira -Es que mire, pensaba que tenía y cuando fui a cambiarla me di cuenta de que no tenía- mintió al igual que yo
-Sí, entonces de camino a su casa le entraron unas FUEEERTES ganas de entrar al baño y estaba muy cerca de aquí. Por lo que me pidió que le abriera- seguía mintiendo
-Y, ¿porqué lo estabas escondiendo?- preguntó
-¿Escondiéndolo?- reí -Ay mamá noooooooo- alargué la O -¿Cómo puedes
estar pensando eso?- pregunté -Jamás, jamás escondería a Leo, ¿verdad que no?- puse mi mano brazo por su cuello y reí falsamente
Le sonreímos a mamá.
-Bueno, me voy a dormir entonces- avisó mamá
-Mamá- la detuve -¿Leo puede quedarse? Digo, no a dormir, pero para hablar...
Lo pensó unos segundos.
-Es muy tarde- habló
La miré con cara de gato con botas.
-Bueno, Leo- se dirigió a él -Es muy tarde y aunque eres mayor de edad no deberías andar solo por ahí a estas horas y más como están las cosas...- dijo -Duermes en el cuarto de huéspedes. ¿De acuerdo? No traicionen mi confianza -me dio una mirada asesina -confío en ti Alejandra.
Se volteó sin dejarnos decir una palabra y abracé a Leo feliz.
Cuando me di cuenta de que tenía que estar enojada con él en lugar de feliz, me despegué y lo miré mal.
-Bueno, habla- dije
-¿Tenemos que hablar aquí?- preguntó
-Ah, ¿también tienes exigencias?
-¿Seguirás contestando mis preguntas con preguntas?
-¿Sigo haciendo eso?
Rió. Lo extrañaba.
-Te extrañé- admitió y sonreí
-Ya escuchaste a mamá- dije
-Ella dijo que tendría que dormir en el cuarto de huésped Alejandra, pero podemos hablar en tu cuarto- dijo
Asentí. Después de todo íbamos a hablar solamente.
Subimos tranquilamente pero el tobillo comenzó a dolerme más de lo normal. Hice una mueca de dolor.
-¿Estás bien?- preguntó Leo
-Sí- mentí -Me duele un poco el tobillo pero estoy bien...
-¿Segura?- preguntó preocupado
-Sí, si, segura-
le sonreí
Entramos a mi cuarto.
-¿Quieres algo?- le pregunté
Negó con la cabeza y se subió a mi cama.
-¡Ey ey ey!- dije -Bájate de ahí. Ese es mi espacio, tu vas en el suelo.
-Tú vas en el suelo- dijo
-Es MI- me señalé -MI CAMA
-¿Y?
Ugh, idiota...
Me acerqué a él y traté de sacarlo a la fuerza pero obviamente, él era mucho más fuerte que yo y mis intenciones de sacarlo y empujarlo de la cama fueron fallidas.
-Que floja- dijo feliz de la vida
-No es que yo sea floja, es que tú eres una vaca- me quejé
-Cabemos los dos- me miró
Sonreí.
-Esta bien...- me rendí y me subí con él a la cama -No te duermas aquí.
-No lo haré- dijo
Me acomodé en su regazo y los dos estábamos mirando el techo.
*leer con canción del video multimedia*
-Esto no es un sueño, ¿verdad?- hablé
-Dudo mucho que lo sea, y si lo es, espero no despertarme nunca- contestó
Levanté mi cabeza y lo miré.
-Alejandra...- habló -Yo quería hablar contigo...
-Sí, claro. Estás aquí. Tenemos tiempo demás para hablar- le dije
-Tengo algo muy importante que decirte. No sé como lo tomes, pero es muy importante- dijo y me asusté
-Claro, claro- dije -Habla...
Agarró mis mejillas y me miró fijamente a los ojos.
-No sé ni como comenzar a hablar- admitió
-¿Q-Qué pasa?- pregunté nerviosa
-Mira Ale, últimamente he pasado por algunas situaciones que no son fáciles para mí- empezó -He tenido problemas con mamá y ella está muy molesta conmigo desde que
eché a Kimberly de la casa...
-¿Qué tú qué?
-Sí. La eché de la casa Alejandra porque esa bebé no es mi hija y además, ella tiene a toda su familia aquí. ¿Porqué tiene que vivir conmigo?
-Exacto- dije -Esos eran puros caprichos porque te quiere a su lado a como de lugar
-Sí, pero ella ya no es un problema- colocó mi cabello detrás de la oreja
Lo miré y sonreí bajando mi mirada.
-Pero Alejandra yo...
Él me tenía que decir algo malo. Lo presentía. Leo no le da tanta vuelta a los asuntos y esta vez estaba haciéndolo constantemente.
-¡Leo habla!- le exigí -Me tienes nerviosa- le admití
-Mira Ale- respiro muy hondo para poder hablar -Hay un problema
-¿Qué problema?- le pregunté
Se quedaba callado.
-¡Habla maldita sea!
-Me tengo que ir- al fin dijo
-¿Qué? ¿Cómo que te tienes que ir?- le pregunté
-¡Sí Alejandra sí! Me tengo que ir- dijo
-Pero, ¿a dónde?- pregunté con el corazón hecho pedazos
-Me vuelvo a Miami- dijo
-¿Qué?- una lágrima bajó por mis mejillas y Leo con su pulgar la limpió
-Ey, ey, ey. No, no me llores Ale- decía, pero él también tenía la voz quebrada a punto de llorar
-Leo- dije -No te vayas- le pedí
-Ale- juntó su frente con la mía -Perdóname, perdóname pero tengo que irme- decía
-No tienes que irte Leo... No tienes que hacerlo. Mira, podemos volver a intentar lo nuestro y te prometo que esta vez todo saldrá bien y estaremos bien y... y no te vayas- le pedí
Cerré los ojos para que las lágrimas estancadas
pudieran salir.
-No me lo hagas más difícil Ale- me pidió
-¿Difícil? ¿Difícil? ¿Yo te lo estoy haciendo difícil a ti? ¿Yo?- le preguntaba en tono de reclamo
-Ale, cálmate- me pedía
-Tú ni siquiera piensas en mí- le espeté levantándome de la cama
-¡¿Que no pienso en ti?!- se levantó también -¡Te amo más que a mi propia vida maldita sea!- las lágrimas le bajaron -¡Esto me duele mucho más a mí! ¿Crees que no me duele irte y dejarte?
-¡Entonces simple! No te vayas y punto- lo dije como si fuera tan fácil
-¡Es que no puedo! ¡En Miami está mi trabajo, mi vida!
-¡Pero yo estoy aquí!- le dije -Leo, yo estoy aquí y te quiero conmigo. ¿Porqué tienen que sucedernos tantas cosas? ¿Dime? Siempre tiene que pasar algo que nos separa, que nos aleja Leonardo...
-Lo sé- me pegó a su pecho y comenzó a acariciarme el cabello -lo sé, lo sé y por eso es que al final del día sé que todo esto valdrá la pena mi amor, lo sé porque los dos hemos luchado demasiado por estar juntos y los dos hemos sido pacientes y hemos esperado demasiado, por eso es que te amo Alejandra...
-Si me amas tanto como dices, no te vayas Leonardo- despegué mi cabeza de su pecho y lo miré agarrando su cara entre mis manos -Mírame- evitaba mi mirada -¡Mírame Leonardo maldita sea!- le grité y me miró con una lágrima bajando de su rostro -Saldremos de esto juntos, ¿de acuerdo? ¡Juntos! No tú por allá y yo por acá ¡No! Los dos, juntos.
-Nunca vas a entenderlo- dijo -¡No me puedo quedar Alejandra!
Asentí llorando.
-Esta
bien... Vale- dije -Entonces que todo lo que hemos sufrido se vaya a la mierda, ¿verdad?
-No, Ale, no- decía tratando de evitar las lágrimas
-Si, ya entendí- dije asintiendo -Tu felicidad está lejos de mí y tu tranquilidad también- decía
-No Alejandra, no es eso mi amor. Por favor. ¡Entiende!- reclamaba
-Perfecto- dije -¿Cuándo te vas?- le pregunté dándole la espalda
-Mañana a primera hora...
Asentí.
-Esta bien- dije adolorida, con el alma hecha pedazos
Sentí los brazos de Leo por mi cintura, me estaba abrazando por la espalda. Cerré los ojos y lloré, lloré como si mi mundo se estuviera terminando.
-Lo siento- dijo y sentí sus lágrimas en mis hombros
-El significado de amar es aceptar ¿no?
Asintió y me dio un beso en la cabeza.
-Mírame- dijo
Lo miré.
-Nos volveremos a encontrar- dijo -Te lo prometo- asentí -No me olvides- negué -Te amo...
Besó mi frente y después, salió de mi habitación.
Traté de asimilar todo lo que había pasado hace un momento y me senté en la esquina de mi cama para llorar y llorar. Dejar que mis tristezas y mis penas salieran por mis ojos como agua.
El destino me robó un gran amor, pero tenía que dejarlo ir... No lo puedo amarrar a mi lado. Leo es un alma libre, yo lo conocí así y así tenía que ser todo.
Tengo que aceptar la realidad de que esto no podrá ser más, de que todo lo que pasé con Leo tenía que olvidarlo.
Miré al techo.
-¿PORQUÉ?- gritaba -¡Arráncame este dolor!- le pedía al viento y a la noche
Pero sabía que todo sería en vano, no tenía caso que llorara como lo estaba haciendo. Él se iba y no había marcha atrás, ya su decisión estaba tomada y yo no podía hacer nada para que el cambiara de opinión.
Era hora de volver a comenzar, de olvidarme de Leo aunque él me pidió que no lo hiciera, pero todo me iba a doler menos si yo lo borraba de mi mente... Todo.
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HOLA!!!!!!!!!!!!!! Aquí les dejo el capítulo 22 porque me lo estaban pidiendo a gritos!!!!
Espero que les haya gustado y por favooooor COMENTEN Y VOTEN!!!
¿Qué piensan de la ida de Leo?
¿Cómo clasificas la pareja de Alejandra y Leo?
¿Algún nombre para su pareja?
¿Que creen que pasará?
Pueden preguntarme lo que sea y con mucho gusto les voy a contestar!!!
¿Qué van opinando de la historia?
¡Háganse sentirrrrr!
Les quiere, desde Puerto Rico,
-Alanis Indira
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23. Por encontrarte
Miré el reloj. 4:56. No he pegado ojo en toda la noche pensando en Leo y en la mala suerte que he tenido en la vida para el amor.
Daba vueltas en mi cama buscando una comodidad que no encontraba y todas las mierdas daban rondas eternas por mi cabeza. ¿Qué hago? Leo se va en una hora y yo estoy aquí plantada como una mierda sin poder detenerlo porque el ya tiene seguro que se va.
Él me duele, me duele como un buen amor sabe doler.
Tenía sed. Decidí dejar mis lágrimas a un lado y bajar por un vaso de agua, pero tan pronto puse el pie en el suelo, me dolió tanto que no pude ni pararme.
¡Mierda! Lo que me faltaba para que este fuera el peor día de mi vida. Quedar inválida. Maldita suerte Alejandra Collins, maldita suerte y maldita vida la tuya.
Ya que mi jodido pie se decidió a joderme más de lo que estoy me quedé en la cama para ver si el sueño me hacía un favor y llegaba...
(...)
-Ale- alguien me sacudía el hombro
Abrí mis ojos lentamente y vi a Jenna.
-¿Qué quieres?- le pregunté colocándome la almohada en la cabeza
-Alguien te dejó esta nota en el refrigerador- dijo y me quité la almohada de la cara más rápido que ligero y le arrebaté el papelito color verde que tenía en la mano
Terminal C9
¿Terminal C9? ¿Eso era todo lo que decía? ¿Porqué?
-¿Cómo sabes que es para mí?- le pregunté a Jenna y se encogió de hombros
Entonces...
-¡LEO!- dije en voz alta -Claro, quiere que vaya detenerlo...
-¿Detenerlo?- preguntó Jenna confundida
-No entenderás- traté de
bajarme de la cama pero el pie me lo impidió una vez más
Hice una mueca de dolor.
-¿Estás bien?- preguntó Jenna
-Sí, ve a buscar a mamá- le dije
-No está
-¿Cómo que no está Jenna?- le pregunté
-Salió muy temprano y no me dijo para donde iba- explicó
Mierda.
-Pásame el celular- le pedí
-No soy tu sirvienta estúpida- me dijo la grosera
-¡Jenna, me duele el pie y no estoy de humor para tus malcriadeces!- le dije en tono autoritario
-No me importa- dijo abriendo la puerta de mi cuarto -cógelo tú si te da la gana- salió y tiró la puerta
-ERES UNA ESTÚPIDA JENNA COLLINS- le grité desde la cama
Me dolía mucho el pie y no es juego. Lo alcé y lo observé. Rayos, está el tobillo bien hinchado.
Coloqué el pie sano en el suelo y salté en una sola pata hasta mi gavetero para agarrar el celular y poder llamar a mamá.
Sonaba y sonaba, pero nada que contestaba. Estaba frita. ¿A quién más podía llamar? Nadie. No tengo a nadie cerca o que yo sepa que sea lo suficientemente buena gente para llevarme al aeropuerto para detener a Leo.
¡CLARO! ¡Lucas!
Marqué su número y contestó rapidísimo.
-Hola Ale- se oía
-Lucas, ¿como estas?- le pregunté
-Bien- contestó -¿Qué hay de ti?
-No puedo decir lo mismo- confesé
-¿Pasó algo malo?- preguntó
-¿Malo? ¡MALÍSIMO! El mundo está conspirando en mi contra Lucas- me quejé
-¿Estás en tu casa?
-Sí
-Voy para allá- colgó
Me tiré de espalda frustrada en la cama para esperar a que Lucas llegara.
Era muy tarde. Ya Leo tenía que haberse ido. Pero si quería que lo detuviera a lo mejor estaría esperándome en el aeropuerto y solo tenía que ir a detenerlo y ya, fin de la historia. Un final feliz como el de Romeo y Julieta.
Espera... ellos no tuvieron un final feliz. ¡Murieron!
No pasaron bien cinco minutos cuando Jenna ya me avisaba que Lucas estaba aquí.
-¡SUBE!- le grité a Lucas desde mi habitación y lecho de muerte
Dos segundos después...
-Hola- se asomó a la puerta
-Pasa- lo invité
Me acomodé para que pudiera sentarse al pie de mi cama y así poder pedirle que me llevara al aeropuerto.
-Lucas yo quería pedirte un favor- hablé tan pronto se hubo sentado
-Claro, habla- dijo
-Necesito que me lleves al aeropuerto.
-¿Aeropuerto?- preguntó en tono de confusión
-Sí- afirmé -Aeropuerto. Ese lugar en donde tu compras boletos para ir a la parte del mundo que te de la gana y luego subes a un medio de transporte con alas que te eleva a los aires y te hace ver las nubes y todo muyyyyyyy- alargué la y -pequeñito y luego...
-Sí Alejandra. ¡Ya entendí!- dijo -Lo que no comprendo es, ¿para qué?
Seguramente se enojaría si le digo que quiero que me lleve al aeropuerto para detener a Leo de que se vaya.
-Pues...- tenía que inventarme algo -Pues porque mi tía llega de Alemania y como mi mamá tenía cosas que hacer pues me preguntó que si podía decirte a ti para que me hicieras el favor de llevarme- le mentí
-Ahhh...
No estoy muy segura de que se haya creído la mentira, pero daba igual.
-Pues,
vamos. Te llevo- sonreí
Miró mis pies y se fijó en mi tobillo
-Alejandra- dijo tan pronto vio lo hinchado que estaba -Alejandra pero es que tienes que ir al hospital- dijo
-¡No Lucas! Claro que no. Mi tía nos tiene que estar esperando en el aeropuerto y ella es muy desesperada- mentí
-Bueno, ¿pues que prefieres?- me preguntó -¿Ah? ¿Una tía desesperada o una Alejandra sin pie?
-No seas exagerado- le dije -Solo está un poco hinchado...
La verdad es que no. Incluso se estaba volviendo color morado de tan hinchado que estaba.
-Te voy a llevar al hospital- puntualizó
-Lucas. No quiero ni necesito ir al maldito hospital. ¡ME LLEVAS AL AEROPUERTO!- le reclamé
(...)
-Habrá que enyesarle el pie jovencita- decía el doctor mientras que Lucas me miraba con cara de te lo dije.
Después de una ardua discusión, Lucas finalmente se impuso a traerme al hospital.
Leo ya tenía que estar de camino a Miami decepcionado porque no fui a detenerlo. Pero, ¿qué diablos? Si el hubiera querido quedarse conmigo, no me haría pasar toda esta angustia y pensaría más en mí de lo que lo hizo. Es un estúpido y un egoísta que solo piensa en él.
El doctor salió en busca de los materiales y me quedé en el cuarto médico junto con Lucas. Estaba sentada en la camilla forrada de papel y su mirada estaba clavada en mí.
-¿Qué miras?- le pregunté un poco grosera
-¿Por casualidad tu tía se llama Leonardo?- me preguntó
-¿Qué?- pregunté sin entender
-Que estoy cien por ciento seguro de que lo de tu tia
era una simple mentira y que la persona que de verdad querías ir a ver era a Leonardo, Ale- dijo y bajé la mirada
No sabía que decir.
-¿Porqué me mientes?- me preguntó
-Bueno- entró el doctor por la puerta con los materiales ahorrándome explicaciones bochornosas -Ahora señorita, procederé a enyesarle ese pequeño pie que sin duda alguna está muy mal- decía mientras desenvolvía vendas y todo lo necesario
Miraba atentamente cada paso del proceso y no dije ni una sola palabra. Nos rodeaba un silencio incómodo que prefería no romper para nada.
Después de unos minutos cortando y envolviendo vendas alrededor de mi pie, el doctor anunció que ya había terminado.
-Lo conveniente es que lo tengas durante un mes entero- avisó
-Dudo que sea posible doctor- dijo Lucas -Es demasiado hiperactiva- le lancé una mirada asesina
-Bueno pues creo que tendrás que calmar un poco esa hiperactividad- dijo el doctor mirándome
-No se preocupe doctor- dijo Lucas -Yo me haré cargo de eso.
JÁ, en sus sueños.
Una enfermera entró con un sillón de ruedas a la habitación y Lucas me ayudó a sentarme en él. Salimos y cuando estábamos por el pasillo me coloqué un abrigo en la cara para que nadie me la viera, que vergüenza.
-Apúrate- le dije a Lucas que iba más lento que una caravana de cojos
-¿Estás segura de que quieres que me apure Alejandra Collins?- me preguntó
-SÍ- le contesté, pero creo que fue una pésima idea...
Lucas empujaba el sillón con todas sus fuerzas mientras corría a toda velocidad por los grandes
pasillos del hospital. Me quité el abrigo de la cara y la brisa la azotó, mientras veía una luz al final del túnel que anunciaba el final de mi vida si Lucas no reducía en ese mismo instante. Esquivaba personas, pacientes en camillas, enfermeras y doctores que estaban por los pasillos.
-LUCAS- le grité -PARA
-¡EY! ¡DETENTE!- escuché una voz detrás de nosotros y cuando miré, dos guardias de seguridad venían corriendo para atraparnos
-LUCAS- volví a gritarle -ACELERA
Veía la puerta mecánica a unos cuantos pies de nosotros y la adrenalina de llegar para que esos tontos guardias no nos atraparan era inmensa.
Cruzamos la puerta y al llegar afuera, Lucas no agarró bien el sillón de ruedas y caí en la acera, golpeándome las rodillas.
-¿Estás bien?- me preguntó Lucas ayudándome a levantar -Lo siento, no sabía que correr dentro del hospital era algo indebido- lo miré mal
Cuando me senté, vi mis rodillas sangrando, las dos. Lo que me faltaba...
-Estás sangrando...- dijo Lucas
-Oh, ¿en serio?- pregunté sarcástica -pensé que era una ilusión óptica.
-Iré a buscar agua oxigenada o algo para curarte- dijo
-No, no Lucas- dije -Llévame a casa mejor, por favor...
-Pero estás sangrando- dijo protestando
-Llévame a casa- me límite a decir
-Si eso es lo que quieres...- se acercó a mi y cuando pensé que me iba a dar la mano para ayudarme a levantarme del sillón, me alzó en el aire y obligó a mis brazos a pasarlos por su cuello
No dije ni una sola palabra, no estaba dispuesta a protestar porque después de
todo, lo hacía por ayudarme y no verme mal, y apreciaba demasiado eso.
No hablé mientras Lucas me cargaba en sus brazos hasta el auto, me limité a solo respirar.
-Te llevaré al aeropuerto- dijo
-¿Uh?-
-Como escuchaste, te llevaré al aeropuerto- repitió
-¿Para qué?- pregunté
-Por que lo amas...
-Llévame a casa Lucas. Ya no tiene caso... Leo tiene que estar ya en Miami muy bien. Además, ya son las siete y media. Es muy tarde- dije
-Sea lo que sea, te llevaré...
Estúpido, idiota y cabrón Lucas.
Quería llegar a casa para darme un baño y acostarme a dormir. Cuando logré pegar ojo, Jenna llegó a joder mi existencia.
Lucas me ayudó a subirme al asiento delantero de su auto y cerró la puerta. Ya estaba oscuro y por sus cojones grandes íbamos de camino al aeropuerto.
-¿Cómo sabías que te mentía Lucas?- le pregunté
-Es simple, yo te amé- dijo
-Y, ¿qué tiene que ver el amor en esto?
-Que cuando amas a una persona, te aprendes cada detalle de ella. Desde cuando esconde algo hasta cuando miente...
-Oh...- me limité a contestar y miré mis rodillas mutiladas
No había salido del hospital y ya estaba poniendo mi vida en riesgo otra vez como estoy acostumbrada a hacer.
Incluso, mi madre me contó que al nacer, quería ahorcarme con el cordón umbilical... Con la vida en mi contra desde pequeña. Pero si he llegado hasta aquí, algún propósito tendrá la vida conmigo. Eso creo...
Encendí el radio y bajé los cristales del auto para cantar tan alto que mis cuerdas vocales
se fundieran...
-MAKING MY WAY DOWTOWN- comenzaba y Lucas bajó el volumen -Oyeeeee- protesté
-¿Te quieres bajar o no?- me preguntó
Miré por la ventana. No me había percatado de que ya habíamos llegado.
-Aún no entiendo porque quieres que haga esto Lucas, de verdad...- le dije mirándolo
-Solo hazlo Alejandra- me pidió
-¡Estoy inválida!- exageré -¡No puedo caminar!- me quejé
-¿Quieres que te cargue como hace rato?- me preguntó
-Sí...- dije sin pensar -No, no, no, no- arreglé -No quiero que me cargues como hace rato, yo puedo sola...
Me miró... Miró mi pie enyesado.
-Bueno, esta bien. No puedo sola, pero no necesito tu ayuda- mentí
Abrí la puerta y coloqué mi pie sano en la acera, pero tan pronto intenté colocar el enyesado, obviamente me dolió demasiado. Sin contar con que aún la sangre de mis rodillas estaba presente.
-Esta bien, acepto que necesito tu ayuda- me rendí
-Y como sé que eres una jodida terca- dirigió sus manos al asiento trasero y sacó unas muletas -Traje esto- mis ojos brillaron y sonreí
Agarré las muletas.
-Gracias Lucas- lo dije de todo corazón
-Todo por ti Ale- lo dijo de todo corazón
Inexpertamente, coloqué las muletas en el suelo y pisé firme con mi pie sano para luego dejar el pie con impedimentos en el aire y comenzar a dar saltitos hacia la puerta principal de aeropuerto.
Lucas no se bajó en ningún momento del auto y yo no sabía hacia donde ir. Sin embargo, me acordé de la nota que me había dejado Leo en donde con muy buena caligrafía
decía "Terminal C9", entonces me dirigiría hacia allá...
Estaba lleno, pero no abarrotado de personas como otras veces. Al verme con muletas un guardia joven se acercó a mí.
-¿Necesita ayuda señorita?- me preguntó con un tono muy amable
-Sí- respondí -Estoy buscando el terminal ce nueve...
-¿Ya pasó por registro y todo?- me preguntó
-No- dije -Es que no voy a viajar, solo quiero ir a ver a alguien que creo que se encuentra en ese terminal.- terminé
-Bueno señorita, es que el problema es que no la puedo dejar pasar sin un boleto de avión...
-Por favor- lo miré directo a los ojos -Si quiere acompáñeme usted. Necesito verificar si la persona que busco está en ese terminal...- le pedí
Lo pensó por unos segundos que se hicieron eternos para mí.
-Bien- dijo por fin -Pero déjeme traerle un sillón de ruedas porque se le hará demasiado difícil, y- miró mis rodillas -Traeré el botiquín de primeros auxilios para poder curarle esas rodillas...
No me negué. La idea del sillón de ruedas no me agradaba del todo, pero me estaba ayudando a hacer algo que no debía y no podía exigir demasiado que digamos. Visualicé una silla vacía no muy lejos de donde estaba y di saltos hacia ella para poder sentarme y esperar. Ya sentada, de lejos vi a un señor con un bastón para personas ciegas y sin más demoras, Zac entró en mi mente.
Lo extraño. Fueron momentos espectaculares a su lado y nuestra amistad venció barreras en tan poco tiempo, tantas barreras que ninguna otra amistad pudiera romper.
-Bueno- llegó el
guardia con un sillón de ruedas y el botiquín de primeros auxilios -Primero curaré tus rodillas y luego iremos a donde quieres, ¿de acuerdo?
Asentí estirando mis piernas para que mis rodillas quedaran derechas y fuera un poco más fácil.
Poco a poco fue poniendo un poco de alcohol, antibiótico y gasas para que no quedara al aire libre. Cuando hubo terminado abrió el sillón de ruedas y me estiró la mano para ayudarme a sentarme.
-Tengo trabajo que hacer- me dijo -Pero luego que te pase de registro y seguridad, dejaré que lo sigas sola, ¿esta bien?
-Esta bien y muchísimas gracias...- dije con sinceridad
Me guió hasta atravesar seguridad como me lo había dicho.
-Bueno, aquí te dejo- dijo -El terminal ce nueve queda todo directo. Lo verás a tu mano izquierda. Mucho cuidado niña, y mejórate pronto- le agradecía internamente lo que había hecho por mí pero en estos momentos en lo único que estaba pensando era en lo loca que estaba por venir hasta acá sabiendo que Leo ya estaba en Miami, pero no tenía nada que perder.
Con mis manos, movía las ruedas del sillón inexpertamente, atropellando a todas las personas que se encontraban frente a mí por el poco control que tenía.
Estuve moviéndome durante 5 largos minutos hasta que por fin vi el letrero que brillaba Terminal C9.
Era de noche, y la luz no alumbraba lo suficiente como para distinguir si una de las 6 personas que estaban sentadas en el terminal era Leo.
Me paseé por cada fila de asientos pero no, Leo no estaba entre esas personas. Sin dudas ya estaba en Miami.
-Que estupidez-
pensé en voz baja -¿Qué hago aquí?- me pregunté -Me voy...
Moví el sillón de ruedas pero no podía, me había quedado estancada entre una de las filas de sillas y la otra.
-¡Mierda!- exclamé
No iba a perder tiempo en esta mierda. Agarré mis muletas y comencé a dar saltos para salir de ese lugar. Fue entonces cuando...
-Sabía que vendrías- su voz resonó en mi como si hubiera utilizado un altoparlante
Me viré en medio de todas las personas que habían y lo vi frente a mí.
El mundo se me detuvo por ese instante y me di cuenta de que vale la pena luchar, por quien vale la pena tener.
Estaba a unos pies de distancia pero no me molesté en acercarme y él tampoco lo hizo.
-Sabía que al fin y al cabo vendrías a detenerme- dijo
-¿Eso era todo? ¿Una prueba para saber si vendría a detenerte?- le pregunté enojada y no contestó -¡Tú no me detuviste cuando tuve que venir para acá!- le reclamé
-Intenté- dijo pasivo -Pero acuérdate quien fue la que no me dejó explicarle nada- terminó
Tenía toda la razón...
-No justifica el hecho de que me hicieras desvelarme toda una noche y llamar a Lucas, ir al hospital, dejar que me enyesaran un pie y para colmo caerme como estúpida y golpearme todas las rodillas simple y sencillamente porque querías ponerme a pruebas Leonardo- dije sentida
-Te lo juro que esa no era mi intención- la gente nos miraba
-No me importa cual era, es o será tu intención, no me importa que ganas con esto. Pero ya, ¿no? Ya viste que vine, te diste cuenta de que estoy dispuesta a todo
por ti. ¿Feliz? Ya sabes que me tienes en la palma de tu mano- dije rencorosa
-Alejandra no...
-¡Me hiciste derramar lágrimas solo por un capricho!- le dije -¡¿Porqué?! ¿Porqué tienes que ponerme a prueba si sabes que te amo? Si ya hemos pasado más pruebas de las que puedo contar... Dime, ¿porqué?
-Por estúpido- dijo -Por cobarde, porque sé que me amas pero aún quiero más, porque cuando de trata de ti, no puedo parar, no me puedo contener. Siempre, cada día quiero más de ti- se acercaba cada vez que decía algo -Me tienes amarrado Alejandra y no puedo parar, no puedo parar de amarte, de desearte, de quererte conmigo para toda la vida -agarró mis mejillas entre sus ambas manos -Porque te amo, y sé que lo mismo que tú haces por mí, sin duda alguna lo haría yo por ti...
Lo miré a los ojos y vi sinceridad, amor, arrepentimiento...
-Entonces para- le pedí -Deja de ponerme pruebas porque ya sabes que te amo Leonardo, y que haría cualquier cosa por ti.
-Lo haré- pegó su frente con la mía -Lo haré mi amor, perdóname por ser tan estúpido y no confiar en el amor que sientes por mí...- me regaló un ligero beso en los labios
-Por favor- dije separandome -Ya pasé por demasiado dolor sin ti. No me hagas pasar por más- le pedí
-No lo haré- afirmó
Bajé la cabeza y sonreí...
-Lucas me dijo que te pusieron muletas- dijo
-¿Lucas?- pregunté idiotizada -¿Cuándo hablaste con Lucas?-
-Me llamó. Me contó todo. Me contó que le dijiste que tenías que buscar a tu tía en el aeropuerto, pero que el sabía que a quien venías a buscar era a mí. Yo fui quien le dije que te trajera, pero que si en algún momento te oponías, que no insistiera. Porque el amor vive de la esperanza, y si tu no tenías la esperanza de venir y encontrarme, entonces de nada serviría- finalizó -Y eres fuerte mi amor, vienes en esas condiciones solo porque sabes que vas a encontrarme. Y te voy a decir una cosa Alejandra, yo siempre voy a encontrarte- sus palabras movieron mi corazón de sitio
-Yo siempre voy a encontrarte- repetí y lo abracé soltando las muletas, sin importarme a donde cayeran, en este momento solo éramos Leo y yo.
********************************
AL FIN ACTUALICÉ!!!
Holaaaaaaaaaaaaaa!!!
¿Extrañaron "Lo mejor de mi vida"?
Lo siento, pero estos últimos días no tuve tiempo ni de respirar.
¿Qué les pareció este capítulo?
Les cuento que ya solo quedan 12 capítulos para que termine y lamentablemente no tendrá secuela :(
Nota: YA ESTOY TRABAJANDO EN MI PRÓXIMA NOVELA Y ME ENCANTA. Espero que tan pronto la publique tenga tanto apoyo como esta!
No se olviden de comentar y votar por favor!
¿Dudas? ¿Preguntas? Con mucho gusto las contestaré!
Un beso grande desde Puerto Rico!!!
-Alanis Indira
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24. Sintiendo por primera vez
-Eeeeeeeehh, la negra- dije
-¿Segura?- me preguntó Leo mirándose al espejo por milésima vez
-¡Sí! ¡Segurísima!- afirmé desde mi cama con la pierna enyesada estirada
Leo había llegado muy temprano a mi casa porque a las 3 pm tenía una entrevista de trabajo para una gran compañía de publicidad y se estaba probando sus camisas más elegantes para causar una buena impresión.
-Creo que me probaré la blanca de nuevo...- dijo
-La entrevista es en dos horas Leo, decídete ya- dije
-Está bien- dijo finalmente -La negra es la que me acompañará
Se dio la vuelta y me miró nervioso.
-Tranquilo- dije tratando de tranquilizarlo -Todo te va a salir bien- estiré mi mano para que la agarrara y se sentara al pie de mi cama mientras yo me acomodaba -No te pongas nervioso. El trabajo es tuyo, ¿vale?- agarré su mejilla y lo miré directo a los ojos
Puso su mano sobre la mía que ya estaba en su mejilla y cerró los ojos dando un gran suspiro.
-Eres mi mayor motivación- dijo y sonreí -¿Cuando comienzas la escuela?- me preguntó
-El doctor me recomendó estar tres días aquí en casa, pero yo no quiero ir más nunca a la escuela- dije
-¿Porqué?- me preguntó
-Siento que falta una eternidad para que termine- contesté
-Pero ya estamos en febrero, ya no falta tanto...
-Ajá, pero me falta un año más- dije lamentándome
-Se irá rápido y luego desearás volver a la escuela, eso me pasa a mí- dijo
-No creo que sea mi caso- contesté
Se levantó de la cama.
-Entonces, ¿esta?- me preguntó
Asentí...
(...)
Son
las 5 y aún Leo no me ha llamado. ¿Qué le habrán dicho? ¿Le habrá ido bien? Ugh, estaba demasiado nerviosa, como si la entrevista me la fueran a hacer a mí.
Como si estuviéramos comunicados por la telepatía, mi teléfono sonó. Sin pensarlo, lo agarré y contesté:
-¡Dime que te fue bien mi amor!- fue lo primero que dije
-Ehhh...- su voz se escuchaba desmotivada, como si estuviera triste
-¡Leo!- le grité
-¡EXCELENTE!- dijo con voz de felicidad y mi corazón dio un gran brinco
-¡SIIIIIIIIIIII!- grité con ganas de brincar en la cama pero luego me acordé de que estaba prácticamente parapléjica y se me pasó -¡Cuéntamelo tooooooodo!- le pedí
-Está bien- aceptó -¿Qué quieres? ¿Pizza o Hamburguesas?- me preguntó y sonreí idiotamente
-Pizza está perfecto- contesté
-Perfecto, te veo en veinte...-
-Te veo en veinte...
-Alejandra...
-¿Si?
-...- no habló
-¿ALÓ?-
-TE AMOOOOOOOOOOOOOO- gritó casi explotándome el tímpano
-TE AMO MÁS A TI LEONARDO- contesté riendo a carcajadas y colgué
Fueron los 20 minutos más largos de toda mi vida. Sentía que Leo estaba tardando demasiado y ya me estaba desesperando más de lo normal.
Tenía picazón en el pie enyesado y no encontraba la manera de rascarme, me sentía literalmente inútil con esta mierda.
*DIN DON* el timbre sonó y mi primer instinto fue levantarme rápidamente olvidando el hecho de que estaba inválida e inservible, por lo que pisé firme y el dolor que eso provocó me hizo gemir.
-Auch- grité involuntariamente
pero con mucho sentimiento.
Leo abrió la puerta de mi habitación con una caja de pizza y vio mi cara de dolor.
-Ale- se acercó a mí preocupado -¿Estás bien? ¿Te llevo al hospital?
Otra vez no...
-No, no, estoy bien. De verdad, gracias por preocuparte- mentí
-Alejandra...
-Tengo el yeso, estoy bien Leo...
-Esta bien, si te sientes mal, me avisas, ¿de acuerdo?- asentí y plantó un beso en mi frente -Bueeeeno- alargó la e -¿Hora de comer?- sonreí
Para el dolor no hay mejor calmante que el amor, la risa y... LA PIZZA.
Leo me ayudó a bajarme de la cama para sentarnos en el suelo de mi habitación y poder comer tranquilos, a parte de que también tenía que contarme como le había ido y todo.
Reímos mientras comíamos y él me contaba todo. Estaba muy entusiasmado con su nuevo trabajo, tanto que la felicidad se le salía por los poros. Lo amo. Jamás había estado tan orgullosa en mi vida por tener a alguien como él, me siento afortunada, dichosa, amada, enamorada, suertuda... És maravilloso.
Las palabras me fallan cuando se trata de explicar lo maravilloso que es él. Y lo miro como un ciego miraría el mundo por primera vez.
-¿Entonces la secretaria de tu jefe estaba coqueteándote?- pregunté
-Sí y de hecho, estaba buenísima- hizo un movimiento de arriba hacia abajo con las cejas y le lancé un pedazo de pizza
Me miró y tenía la cara llena de salsa, eso me dieron muchas ganas de reir.
-¿Pelea?- preguntó
-Serías un abusador si te atreves a enfrentar a una parapléjica- dije con voz de víctima y lo vi
levantarse del suelo
-Bueno...-
Dijo eso y en cuestión de segundos estaba en el aire debido a que Leo me cargó y comenzó a darme mil vueltas que me hacían reír y era tanta la adrenalina que sentía que el aire me faltaba y comenzaba a respirar agitadamente.
Cuando Leo se dio cuenta de eso, me llevó a la cama preocupado.
-Perdón Ale- dijo
-Tranquilo- contesté -Ven- lo invité a acostarse al lado mío y lo hizo
-Me quedaría aquí toda la vida- dijo mientras yo me acomodaba en su pecho y mirábamos el techo
-Hazlo- contesté
-Claro que lo haré, pero no aquí. Viajaremos el mundo, te llevaré a lugares que ni siquiera sabes que existen y descubrirás cosas sensacionales- decía
-A donde sea...- comencé y le di un ligero beso en los labios -pero contigo.
Sus ojos me miraron y agarró mi cara. Sus labios chocaron con los míos y nuestras lenguas se buscaban con desesperación, el me acariciaba el rostro mientras me besaba y eso me volvía loca.
El beso se intensificaba cada vez más, nuestras lenguas enredadas no querían despegarse, querían que ese beso fuera eterno, que nunca terminase. Sus manos fueron bajando poco a poco desde mi rostro hasta mi cintura en donde comenzó a tocar mi barriga y me daban escalofríos. Sus dedos no paraban de acariciarla y nuestras bocas aún juntas seguían saboreándose.
Subió su mano hasta uno de mis pechos y comenzó a acariciarlo, primero lentamente y luego con más intensidad. Se sentía increíble esta sensación que estaba experimentando en estos momentos.
Cuando hubo acariciado
mi pecho, me levantó la camisa y tuvimos que separar nuestros labios para que me la pudiera quitar, quedé en sostén y luego de darnos una mirada profunda, volví a besarlo, esta vez con más fuerzas que antes...
Tenía el yeso, eso me impedía muchas cosas, pero lo deseaba demasiado, lo deseaba mucho y estas ganas solo podía quitármelas él.
Sus manos iban bajando desde mi cara hasta mi abdomen, causando más escalofríos. Fue entonces cuando llegó a mi pantalón y lo desabotonó. Mi respiración era agitada al igual que la de él y no queríamos parar. Era algo totalmente increíble. Lo bajó lentamente hasta dejarlo por las rodillas y su mano tocó mis partes. Me volvía loca. Nuestras bocas aún estaban juntas y no paraban de besarse. Acariciaba mi clítoris lentamente haciendo que cosquillas subieran por todo mi cuerpo y que me estremeciera.
Mi mano agarró su cabello y lo apretó fuertemente ya que la excitación estaba llevándome al borde del orgasmo. Lo atraje hasta encima de mi y con ayuda de mis pies temblorosos (y uno enyesado) logré quitarme el short completamente.
Él encima de mi acariciando cada parte y yo dejando que todo pasara con esperanza de que el tiempo se detuviera en estos momentos.
Fue entonces cuando separó su boca de la mía y fue bajando, besando mis pechos, mi abdomen, ni ombligo y...
-Ahh- solté un gemido de placer al sentir su lengua
Me estremecía, mis piernas temblaban y mis manos tambien, no sabía como reaccionar ante esa sensación...
Estaba demasiado excitada, no podía más... El sudor me recorría toda y los gritos ahogados no me dejaban ni si quiera hablar...
-Le..L- no podía decir nada -Leo- logré decir y el paró
Mi respiración estaba agitadísima, todo mi cuerpo estremecido y el sudor cayendo como cascada por mi frente era abundante.
-¿Pasa algo Ale?- me preguntó respirando igual de rápido que yo
-No- respondí
-¿Quieres que pare?- me preguntó
-Ni siquiera es sexo- contesté
-Lo sé. ¿Nunca habías hecho nada?- me preguntó
Negué con la cabeza. Cuando estaba con Lucas nunca pasé de algunos roces con los dedos por encima del pantalón y besos profundos.
-No quiero obligarte a hacer nada, quiero que lo hagas cuando estés preparada- me dijo
Asentí.
Se acomodó y me ayudó a ponerme el pantalón y la camisa.
Me dio un beso en la frente.
-¿Paso mañana a llevarte a la escuela?
-No, tengo certificado médico hasta el viernes.- puntualicé
-Bueno, entonces el viernes paso por ti y te llevo, ¿si?-
-Pero el viernes es San Valentín y no quiero ir tampoco- me quejé
-Pues vas a ir- dijo
Lo miré mal.
-Te amo, vengo mañana luego de trabajar-
-Te amo- contesté
Sonreí y esperé a que cerrara la puerta para imaginarme más encuentros sexuales con mi sexy novio....
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N/A
Holaaaa! Disculpen por haber tardado tanto tiempo pero es que la escuela me tiene llena de trabajos.
No es un capitulo largo, pero algo es algo!
Dejen sus comentarios y opiniones!!!
Con amor, desde Puerto Rico
-Alanis Indira
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25. A ciegas
-Y, ¿lo hicieron?- me preguntó Isa desde el otro lado del teléfono
-No- contesté con algo de risas
-Pero entonces, ¿que pasó?- me preguntó interesada
-Olvídalo- dije con más risas -No te contaré, es mi intimidad...
-¡Ayyyy!- se quejó y rió -Bueno, si no vas a contarme me voy, es San Valentín y quiero llegar temprano a la escuela- dijo
-¡Cierto!- exclamé -Hoy es San Valentín, quiero llegar temprano y aún no me he levantado de la cama. Bye, te amo- me despedí de mi amiga
Miré mi yeso y las ganas de ir a la escuela por el día del amor y la amistad desapareció, pero llevaba días sin ir y esta vez quería de verdad...
-¡Mamá!- grité para que mamá me escuchara y subiera a mi habitación
Tardó unos 3 minutos en llegar.
-¿Pasó algo Ale?- preguntó asomando la cabeza a la puerta
-Voy a la escuela hoy. ¿Tienes algún sillón de ruedas?- pregunté
-Sillón de ruedas- dijo mamá para ella misma pensativa -No Ale, lo único que tengo son unas muletas.
Odiaba las muletas.
-Bueno, esta bien- acepté
Mamá cerró la puerta de mi habitación y al cabo de unos minutos la abrió de nuevo y esta vez llevaba en sus manos un par de muletas color gris que serían mis dos piernas hoy.
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-¿Estás segura que no necesitas ayuda Alejandra Collins?- preguntó mi mamá mientras yo me bajaba del auto para entrar a la escuela
-Si mamá, ya ve a trabajar y olvídate de mí. Leo pasará por mi y a la tarde, te veo en casa- cerré la puerta del auto y le dije adiós con mi mano
Me
volteé y miré mi escuela. Sonará un poco raro pero ya extrañaba este lugar. Estaba muy bien decorado con muchos corazones y cupidos por donde quiera que pasaras. Habían carteles con frases motivadoras y chichos rubios con pañales y arcos caminando por todo el lugar. Se veían muchos chicos con osos enormes para sus chicas y proposiciones de amor.
Amor... El amor estaba en el aire sin lugar a dudas. Era un día muy bonito, siempre me ha gustado el día de San Valentín porque aunque sea por un día las personas recuerdan porque se enamoraron la una de la otra, por un día la mayoría de las personas olvidan sus diferencias para memorar sus similitudes, por un día el amor se siente...
Mis compañeros me vieron con muletas y fueron muy amables al querer ayudarme con mi mochila y mi abrigo, la verdad es que al parecer estaban todos de muy buen humor. Todos se reían, todos hablaban entre todos. No habían personas caminando solas por los pasillos, todos parecían estar muy felices.
De momento, una banda color negra tapó mis ojos, impidiendo mi vista, y una voz que no pude reconocer susurró.
-Tranquila, te estoy guiando hacia la felicidad...- era la voz de un chico
Sentía la presencia de muchas personas a mi al rededor, sentía como se abrían paso y dejaban que yo pasara. El chico había retirado mis muletas y me ayudaba a caminar sin ellas, no sé como lo hacía, pero no las necesitaba. Tenía intriga, pero no me resistí a que el chico me guiara, la curiosidad me estaba matando.
-¿A dónde vamos?- pregunté después de una larga caminata que al parecer no tenía
fin
-Querrás preguntar... ¿A dónde llegamos?- se colocó detrás de mí y quitó la banda negra que impedía mi vista
Estábamos en la cancha de mi escuela, y en ella estaban todos mis compañeros, sujetando unas letras que decían.
<ERES LO MEJOR DE MI VIDA>
Mi corazón se aceleró al ver todo eso, esto solamente podía ser obra de Leo, pero, ¿dónde estaba él?
Mi mirada lo buscaba con desesperación, quería darle un abrazo y decirle cuando lo amaba por todo. Fue ahí, cuando no tuve que buscar más... Leo estaba de pie justo en medio de las letras J y O que formaban la palabra "mejor" con un ramo de flores gigante y una sonrisa brillante que causó la mía.
Quería correr hacia él, pero mi maldito pié me lo impedía...
-Ale- dijo muy alto desde el lugar en el que se encontraba -Antes de darte esto, quiero que sepas algo, o algunas cosas que sé que nunca te he dicho, o al menos no he tenido la oportunidad de decirlas correctamente...
Comenzaba a bajar escalón por escalón lentamente.
-Desde que llegaste a mí, le diste vuelta a mi universo- sus palabras hacían enloquecer a mi corazón -Nunca, jamás, sabrás lo feliz que soy contigo- no quería que terminara su discurso amoroso jamás -Desde que te sujeté la mano, comenzó el viaje, el viaje que nunca quiero terminar-
"yo tampoco quiero terminarlo"- pensé
-No quiero estar en ningún otro lugar, quiero gozar de la vida teniéndote cerca de mí- seguía diciendo mientra mis ojos se cristalizaban -Las palabras me fallan cuando se trata de explicar lo maravillosa que eres,
lo extraordinaria que puedes llegar a ser...
"al igual que tú" -pensé
-Siempre me han dicho que el amor es un mito, pero, explícame, ¿a qué mito se le ama con tantas fuerzas?- dijo tocando su corazón y yo repetí el gesto -Desde que me di cuenta que quiero pasar el resto de mis días contigo, no hago más que querer que el resto de mi vida llegue lo más rápido posible...- se acercaba lentamente a mí -La vida que me queda, la quiero toda contigo, porque estás como para no soltarte jamás.
"ni yo quiero soltarte" -pensé
-Mi mejor prenda de vestir, son tus brazos Ale. Me alegra saber que estás es mi vida porque me haces el hombre más afortunado del mundo- mis lágrimas comenzaban a bajar mientras escuchaba cada palabra con detenimiento -Tienes la sonrisa que calma mi corazón, y jamás había estado tan orgulloso en mi vida como ahora...
"ni yo había estado tan orgullosa" -pensé
-Sin esa sonrisa no se puede vivir, eres la mejor persona del mundo porque contigo soy yo sin explicación- caminaba lentamente -Todo de ti me hace feliz, te encontré sin buscarte...
"y yo te encontré sin aún saber que te buscaba" -pensé
-Me has enseñado demasiado, me enseñaste a mirar con otros ojos. Nuestro nudo es uno demasiado enredado como para que nos puedan separar.
"no nos van a poder separar" -pensé
-No te cambiaría por nada en el mundo Ale, eres demasiado mía, me alegras el alma- mis ojos eran cascada -Soy demasiado privilegiado con tenerte en mi vida, eres la mejor chica del mundo.
"y tú eres el mejor chico del mundo" -pensé
-La
parte más brillante que tengo, eres tú y juro que cada vez que pongo mis brazos a tu al rededor, me
siento seguro porque sé que estoy en casa, tú eres mi casa...
"tú eres mi hogar" -pensé
-Puedo ir a donde sea siempre y cuando tu estés a mi lado, porque todo es mejor cuando tú estás ahí. Aún recuerdo aquel cuatro de julio, como si fuera ayer... Te miré a ti como un ciego miraría al mundo por primera vez...
"yo aún te miro así" -pensé
-Amo amarte como te amo y estoy seguro de que podría conquistar el mundo con una sola mano siempre y cuando la otra esté atada a la tuya...
"siempre estará atada a la mía" -pensé
-Alejandra, yo no me bajo del barco si tú estás en el. Quiero que mi mundo empiece y acabe contigo...
"el mío ya ha empezado contigo" -pensé
-Quiero mi vida con la tuya porque probablemente yo no esté seguro de muchas cosas, pero estoy seguro de ti, de que tenías que llegar- lágrimas y más lágrimas -Siempre cuidaré tu corazón antes que al mío, incluso si eso implica que yo salga jodido. Estoy dispuesto a todo por ti.
"estoy dispuesta a todo por ti" -pensé
-Y sí, tal vez en estos momentos de mi vida yo no sepa a donde ir, pero si pudiera levantarme una mañana y ver tus ojos, sabría en donde quedarme.
"yo lo sabría también" -pensé
-Te amo demasiado porque cuando no quería nada, comencé a quererte a ti, porque después de pasarme la vida corriendo, alguien me atrapó.- ya estaba a unos pasos de mí -Porque no importa a donde me lleve la vida si tú estás junto a mí- ya estaba en frente de mí
Agarró
mi cara y dijo:
-Y si esto no es amor Alejandra, dime tú, ¿qué es?
Lo único que veía era un brillo en sus ojos que demostraba que me amaban, que nunca me dejaría ir no importa cuan fuerte fuera todo lo que tuviéramos que pasar. Nada ni nadie nos separaría, porque esto es más fuerte que los dos.
Me olvidé de toda la gente que había en ese lugar con nosotros y lo besé.
Escuchaba aplausos y personas silbando a nuestro favor, sin duda algunas, este iba a ser el mejor San Valentin de toda mi vida, junto a la mejor persona que ha pasado por ella. Leo fue y es un huracán que vino a desordenar todo dentro de mí, pero lo hizo tan silenciosamente que ni siquiera había notado cuanto lo amaba, que daría hasta lo que no tengo por él.
Muchos dicen que el primer amor nunca se olvida, y es cierto, pero, ¿qué hay del segundo amor? Ese que te hace amar intensamente después de que creíste que no ibas a hacerlo, ese que te hace creer después de haber sido tan decepcionado, el que te hace llegar a los límites de la locura y te hace soñar que puedes quedarte con él para siempre...
Y es que mi mamá me lo dijo una vez... Tu primer amor te ayudará a que te des cuenta de que tu primer amor no lo era verdaderamente.
Y aquí me encontraba... Amando demasiado a una persona como nunca creí posible.
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Primeramente quiero pedir disculpas a todos mis lectores y seguidores de mi novela por haber tardado tanto en publicar un nuevo capitulo, espero que desde hoy tenga el tiempo de poder escribir y publicar más seguido ya que está a punto de finalizar!
Es un capitulo corto pero se los dejo con mucho cariño y espero que les guste, el siguiente será más largo y trataré de hacer un maratón de al menos tres capitulos.
No dejen de poner sus opiniones y no olviden de marcar como favorito.
Con cariño, desde Puerto Rico
-Alanis Indira
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Epilogo
La brisa de la playa de Miami acariciaba mi cabello, se sentia tan bien estar de vuelta aqui, al lugar que me vio crecer y en donde quiero volver a estar hasta el dia en que mis ojos se cierren por ultima vez. Admiraba a luz de los rayos del sol con mucho amor, extrañe tanto todo esto... La playa, el calor, los peces, el agua, la arena, los trajes de baño y el viento. Mi alma se sentia tranquila, mi vida ya estaba en orden. Hoy, hoy era el día de mi cumpleaños, hoy dejaba de tener 16 para finalmente tener 17. Wow, que gran avance (sarcasmo).
Leo caminaba por la arena buscando caracoles y estrellas de mar, pero de un momento a otro lo vi sentandose en la orilla del ma como acostumbra a hacer cuando esta enojado o estresado, por lo que me levante de donde estaba y camine hacia donde el. Me sente a su lado sin dudarlo un solo segundo.
-Hey, pasa algo?- le pregunte y el dirigió su mirada a mi
-Hey- dijo -No, no pasa nada- estiro su mano para que la tomara y me sentase a su lado
-Entonces, por que te sientas aquí a la orilla? Eso solo lo sueles hacer cuando tienes enojo o algo por el estilo.- dije acomodandome a su lado y poniendo mi cabeza en su hombro. Esta acción me trajo recuerdos, del día en que conocí a Kimberly, en esta misma playa, en este mismo lugar.
-Creo que ahora también lo hago cuando me siento tranquilo, feliz y sobre todo enamorado- levante mi cabeza de su hombro
-Después de tantas cosas, ahora estamos aquí Leo. Juntos. Eso es lo que mas importa de todo, hemos pasado por muchas altas y muchas bajas, pero seguimos aquí y creo
que eso es lo mas importante del amor, luchar aunque no queden fuerzas- le dije
-Ale, eres todo y mas para mi. Feliz cumpleaños- de su espalda saco una envoltura en forma de una concha de mar color rosa
La abrió y dentro había un collar muy hermoso en forma de concha que cuando lo abrías tenia una foto mía al lado izquierdo y una foto de Leo al lado derecho. Esto me conmovió demasiado, era el detalle mas hermoso que me habían hecho en toda mi vida.
-Leo- lo mire
-No digas nada, no des las gracias... Te mereces eso y mucho mas.- dijo
Le di un abrazo y las olas mojaron nuestros pies. Cuando despegue el abrazo, Leo me limpio la parte baja del ojo derecho, extrayendo una pestaña que se encontraba ahi.
-Pidamos un deseo- dijo -Coloca tu dedo encima de esta pestaña que acabo de agarrar y presiona fuerte, pidiendo un deseo, el deseo que mas quieres que se cumpla. Luego de que lo dos lo pidamos, retiraremos los dedos y el que se quede con ella de los dos, la soplara y el deseo se cumplirá.
-Y, como sabes que se va a cumplir?- pregunte
-Porque siempre lo hacia desde pequeño, con mi abuela y cada vez que la pestaña quedaba de mi parte, se me cumplían los deseos.- contesto
-Entonces, hagamoslo.
Hice todo exactamente como Leo me dijo, pedi un deseo, pero cuento retire mi dedo, la pestaña quedo pegada en el de el. Lo vi soplarla y agarro mis manos.
-Pedi que siempre te pueda tener conmigo- confeso
-Pero, porque me lo dices? Dicen que si cuentas tus deseos nunca se cumplen.
-Porque estoy seguro
que no voy a dejar que nada, ni nadie te separen de mi. Luchare por esto cada segundo porque quien único tiene el poder de cumplir los deseos, es la misma persona que los pide.- lo miraba como un ciego miraría al mundo por primera vez.
-No sabes cuanto te amo Leonardo. Entiendo que estoy comenzando a vivir, que aun me queda toda la vida por delante, pero estoy completamente segura de que todos esos días que me faltan por vivir quiero vivirlos contigo, porque eso si seria vivirlos de verdad, llenos de amor y llenos de ti. Te amo, te amo y jamas cambiaría nada de lo que paso entre nosotros porque eso nos ha hecho las personas que somos hoy. Gracias, gracias por existir.- dije con mi corazón en la mano
Me dio un abrazo y beso mis labios. Luego nos levantamos y agarro mi mano para caminar por la orilla, con el atardecer de testigo.
Caminamos y caminamos sin importarnos cuanto nos alejáramos del mundo, y me di cuenta. Ahora era que empezaba nuestro largo camino, ahora era que comenzábamos a vivir uno al lado del otro. Mi vida cambio drásticamente después de ese 4 de julio, cuando lo conocí, cuando choque con el, cuando me di cuenta de que esos ojos son los que quiero mirar cada vez que me levante en las mañanas, y que todas las cosas que pasamos valieron la pena porque llegamos hasta aquí.
Nada me hacia mas feliz que dejarme guiar por el y que el se dejara guiar por mi, que nos complementáramos el uno al otro y que cada día nuestro amor creciera. Ahora Leo era una persona de provecho y yo iba a entrar a mi ultimo año de escuela, mi mama volvió para Miami y todo iba viento en popa. Se que muchas veces, a lo largo de este año, me queje de que a mi, Alejandra Collins, lo único que me pasaban eran cosas malas, pero no me daba cuenta de que las cosas buenas estuvieron siempre frente a mi, que no hay nada mejor que saber que te rodean los que aman y que los problemas se resuelven con positivismo.
Pero ahora, ahora todo parece un cuento, tengo a Leo a mi lado, creo que con eso me basta y me sobra para ser feliz, porque sin duda algunas esta persona que hoy camina a mi lado, es lo mejor de mi vida.
Fin.
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Hola! Como pueden leer, este es el capitulo final de "Lo mejor de mi vida", pienso que ya los personajes han pasado por todo lo que tenia pensado y que seguir alargando la novela seria matar la magia de la historia, por eso este es su fin.
Fue un inmenso placer para mi el haber escrito esto y que ustedes se la vivieran tanto como yo lo hice. Gracias a todos por el apoyo y por sus comentarios, escribir es mi pasión y se los juro que por ahí viene una nueva novela la cual ya tiene titulo y se los voy a adelantar...
"ALMAS GEMELAS"
Espero que tenga el mismo apoyo que recibió "Lo mejor de mi vida".
Confieso que me duele terminarla, pero toda historia tiene que llegar a su fin, no?
Con amor, desde Puerto Rico
-Alanis Indira
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AVISO
Holaaaaaaa!! Estoy muy muy muy muy contenta de volver a escribirles y ver todos esos comentarios que me dejan haciéndome saber que mi novela es una que les encanta y que aprecian. Solo quería dejar aquí una serie de preguntas que me encantaría que contestaran para mis futuros planes!
Hoy releí mi novela y volví a enamorarme de ella, por lo tanto quería saber... ¿Qué opinan de una segunda temporada?
•MÁS PERSONAJES
•MÁS DRAMA
•MÁS HUMOR
•MÁS LEOJANDRA
•MÁS SORPRESAS
Sé que muchos se quedaron con muchas ganas de seguir leyendo algo más... por eso se me ocurrió esa idea. Solo necesito de su opinión y su apoyo para así poder hacerlo posible!
Gracias por su apoyo y cariño!!! Espero sus comentarios!!!!!!!!!
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PARTE 2: EL AMOR DE MI VIDA
El amor de mi vida
Nadie piensa que pueda pasar algo más para que el amor de Alejandra y Leo se ponga a prueba. Han pasado muchas cosas en donde el desenlace siempre es el mismo: el triunfo de su amor. Pero, ¿qué pasa si ese amor se vuelve a poner a prueba y esta vez, no triunfa? ¿Qué si un pasado oscuro regresa a nublar el presente y dudar de un futuro? Los años lo cambian todo, y las personas no son la excepción... ¿Serán verdaderamente el uno del otro "Lo mejor de mi vida"?
*SEGUNDA TEMPORADA DE LO MEJOR DE MI VIDA*
*ES NECESARIO LEER "LO MEJOR DE MI VIDA" PARA LEER ESTA*
*SOLO UN ADELANTO DE LA SINOPSIS*
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Aviso
Solo quería avisar que el primer capítulo de "El amor de mi vida" YA ESTÁ DISPONIBLE!
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