
FLAMES
by overflytheocean
Pensaban que estaba acabado, pero ¿cómo iban a acabar con el mismísimo fuego quemándolo?
FLAMES
¿En qué demonios se había metido? Las carreras ilegales de coches no eran lo suyo y jamás pensó en llegar a ver una en persona y menos vivirla.
Estaba agarrada con fuerza al asiento, tenía miedo, este tipo de cosas eran peligrosas, muy peligrosas, sin embargo él estaba de lo más tranquilo sentado en el asiento del conductor. Su rostro era serio como siempre, su mirada fija en la oscura carretera y sus manos sujetando con fuerza el volante.
Sus pequeños rizos le tapaban los ojos, pensó en apartarlos de su cara pero lo dejó estar, después de que la hubiera forzado a montarse con él no le apetecía dirigirle palabra alguna.
Respiró hondo y miró al coche oscuro que yacía a su lado con el que se iba a enfrentar su novio, bueno, se podría llamar así. Sus ventanas estaban polarizadas así que no sabía cómo era la persona que se escondía tras ese cristal.
Llevando su vista de nuevo al frente, ve como una muchacha vestida de una forma bastante provocativa pase delante de los dos coches con unos carteles enormes con la cuenta atrás.
Al sentir el coche arrancar, cerró los ojos con fuerza y espero a que esa pequeña pesadilla terminara lo más rápido posible.
El viento azotaba con fuerza su cara, no se atrevía a abrir los ojos, el coche iba demasiado rápido y tenía miedo de que sucediera cualquier cosa, pero por alguna extraña razón los abrió, algo dentro de ella se lo pedía.
Volvió a mirar al coche de al lado que iba a la misma velocidad que ellos, ahora tenía la ventanilla baja, forzó su vista intentando ver algo, pero lo único que veía era a alguien con una capucha oscura, se trataba de un chico por su gran espalda y sus enormes manos que eran lo único visible en ese momento, pero entonces aquel encapuchado miró en su dirección y sus miradas se encontraron, su pecho se contrajo con fuerza, era de noche, pero podía ver perfectamente la mitad de su rostro deformado, era él, aquellos ojos y esa mirada eran nada menos que de él.
De repente una brillante luz los iluminó de golpe casi cegándolos, cuando miró al frente se encontró con un enorme vehículo que venía con rapidez hacia ellos.
"¡Tegan para!" Gritaba Aya desesperada, lo último que recuerda era la imagen de llamas a su alrededor.
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Capítulo 1.
Después de salir del psiquiátrico decidí volver a crear mi nueva vida sin nadie a mi alrededor que fuera dañino para mí, aunque desgraciadamente no tenía a nadie.
Estaba de camino a la pequeña casa que había alquilado en mi antiguo barrio de Londres con los pocos ahorros que tenía por lo que tenía que conseguir trabajo para poder seguir pagando. Podría haber escogido un lugar mejor, pero había crecido aquí, la gente me conocía en ese lugar y me sería más fácil vivir.
El taxista iba demasiado despacio para hacerme pagar más y yo estaba de los nervios porque quería llegar a mi casa lo más pronto posible. Mientras más se adentraba en el barrio podía ver cómo todo había cambiado, ya no era lo mismo desde la última vez que estuve aquí, no seguía teniendo ese ambiente tranquilo, ahora era todo más movidito y más ruidoso.
No sabía muy bien dónde se encontraba situada mi casa, así que le di la dirección al taxista y que él me llevara donde supiera, y pocos minutos después se detuvo frente una pequeña casita que jamás había visto en todo el barrio, las casas solían ser mucho más grandes, no había ni una sola del mismo tamaño que esa.
"Es una obra nueva." Dijo el taxista al ver mi cara extrañada, sólo asentí.
Salí del taxi, agarré mis maletas y le cobré lo que me debía, y justo cuando el coche se alejó de mí, levanté mi vista y caí en la cuenta del lugar en el que estaba, era el barrio de Colton y su casa debía encontrarse justo detrás de mí, o era la mía o era la que se encontraba a su lado que la habían construido
nueva después de ser derrumbada aquella vez la de Colton. Fruncí el ceño al ver aquella casa, sí, estaba situada justamente donde se encontraba anteriormente la de mi amigo y podría asegurar que por los coches que había fuera se encontraba habitada.
Después de estar un buen rato observándolo todo, unas voces bastante fuertes me sacaron de mis pensamientos, corrí a esconderme en la pequeña entrada de casa para poder observar todo más disimuladamente. Minutos después la puerta de la casa se abrió y de ella salió una chica rubia bastante joven, de unos veinte años seguramente, con lágrimas en los ojos. Pensé en acercarme a ella para ver si se encontraba bien o necesitaba ayuda, pero no quería problemas y menos con mis nuevos vecinos por meterme donde no debo.
Después de que la chica se alejara la puerta de la casa se cerró d un portazo, como si alguien había estado todo este tiempo vigilándola hasta que se marchara, y ya, después de lo sucedido no se volvieron a oír más voces.
Me di la vuelta y metí las llaves en la cerradura de casa, ya era hora de que le echara un vistazo a mi nuevo hogar. Bueno, no estaba nada mal, una vivienda para una o dos personas, perfecta para mí, con un salón algo grande, la cocina y un gran baño situados en la planta baja, y dos habitaciones con baño cada una arriba. Subí a la que sería mi habitación, la que tenía la ventana que se encontraba frente a otra de una habitación de mía vecinos. Ambas casas no se encontraban alejadas una de la otra, no llegaba a los quince metros de distancia, así que yo podía ver perfectamente lo que sucedía
en esa habitación y viceversa.
Desempaqueté mis maletas y fui colocando la ropa en el enorme armario de pared que había en mi habitación, que por cierto era la más grande de las dos y la más bonita, con las paredes pintadas de color pastel y con una enorme y preciosa cama para una pareja.
Mientras seguía doblando y colocando mi ropa escuché un fuerte ruido, caminé hacia la ventana y discretamente detrás de la cortina pude ver como la ventana de enfrente ahora se encontraba cerrada y con la cortina echada, todo lo contrario a como estaba antes.
Después de estar varios minutos embobada mirando a la nada, ladeé mi cabeza hacia un lado y hacia otro y me dispuse a seguir lo que estaba haciendo, pero mi estómago no paraba de rugir.
Bajé las escaleras corriendo hacia la cocina y justo cuando estaba a punto de entrar en ella se oyó el timbre de la puerta. ¿Quién debería ser? Pensé. Caminé de vuelta hacia la puerta y abrí sólo un poco para poder ver bien, me encontré con una mujer de pelo castaño con más o menos la mía edad que mi madre que me miraba sonriente y que sujetaba una bolsa entre sus manos.
"Emm...hola." Dije extrañada.
"Hola cielo, soy Sam Doyle, tu vecina." Señala con el dedo la casa de al lado.
"Oh, yo soy Aya, Aya Morrison." Dicho con una sonrisa estrechándole la mano. "¿Quiere pasar?" Pregunto después del silencio que se había formado entre nosotras.
"Acabas de llegar y no te quiero molestar cariño."
"Que va, no molesta señora." Abrí la puerta para que pudiera pasar. caminamos juntas hasta el salón y nos sentamos una frente a la otra.
"¿Eres nueva en el barrio?" Preguntó.
"No, llevo aquí casi toda mi vida, usted si, ¿verdad?"
"Sí, nos mudamos aquí hace tres meses mi hijo y yo, teníamos pensado venir más antes pero no encontrábamos casa y la que tenemos la han tenido que volver a construir." Respondió.
"¿Y su marido?" Pregunté de golpe.
"Nos abandonó hace diez años, no teníamos absolutamente nada, ahora gracias a dios me mantiene mi hijo que con sus veinte años recién cumplidos es uno de los empresarios más ricos del Reino Unido."
"¿Tan joven?" Pregunté.
"Sí, ha tenido que madurar bastante temprano y buscarse la vida como fuera para mantenernos, yo estaba enferma en aquellos tiempos y apenas podía moverme de la cama. Quería darme todo lo que su padre no me había dado, pero no te quiero agobiar, ¿y tú? ¿estás aquí sola?"
"Yo prefiero no hablar de ello, tuve problemas con mis padres y decidí mi nueva vida por mi misma." Dije sin mirarle a la cara.
"Bueno, cualquier cosa ya sabes dónde está mi casa." Añadió con una dulce sonrisa.
"¿Quiere tomar algo?" Me levanté del sofá.
" Oh no, estoy bien. Toma." Me ofrece la bolsa que estaba sujetando. "Te había preparado una tarta de manzana para darte la bienvenida, espero que te guste."
"¿Se va a ir ya?" Pregunto al ver que se levanta del sofá.
"Sí, te dejo terminar con lo tuyo, ya volveré otro día." Se acerca a la puerta y antes de salir se da la vuelta. " Ha sido un placer Aya." Le muestro una de mis mejores sonrisas como respuesta y cierra la puerta dejándome sola.
Bueno, no me había dejado tan sola, estaba acompañada de esta rica tarta de manzana que con el hambre que tenía no iba a tardar mucho en desaparecer.
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Capítulo 2.
Dejé pasar una semana desde que me mudé, para poder instalarme y todas esas cosas. No había vuelto a saber nada de mis vecinos, sólo veía sombras a través de la cortina de la habitación que había frente a mi ventana.
Hoy era el día, tenía que ir a buscar trabajo y también salir para despejareme un poco, pero la pregunta era ¿dónde iba? Saqué mi teléfono y empecé a buscar oficinas de trabajo que estuvieran cerca, pero se encontraban todas en el centro de Londres así que no me quedaba otra que ir.
Caminé hasta la parada de autobuses y esperé a que el bus llegara, una vez que lo hizo, le cobré el billete y le dije donde me tenía que llevar. Me senté al final del todo para no tener que sentarme con nadie. Apoyé mi cabeza en el cristal de la ventana para después observar fijamente lo de fuera.
Condujo varios kilómetros hasta que se detuvo en otra parada para recoger a gente, aparté mi cara y observé en dirección opuesta a la que me encontraba yo, el cementerio, ahí estaba, lo primero que cruzó por mi mente fue aquella vez que mi padre me atropelló cuando intentaba alcanzar la madre de Colton. Agité mi cabeza de un lado para otro intentando no recordar nada de aquella mierda, no quería saber nada de lo que sucedió aquella vez, estaba mejor así, sin saber absolutamente nada de lo que pasó después, aunque la curiosidad me comía por dentro.
Después de subir los pasajeros el conductor arrancó otra vez y no tardó mucho en llegar al centro de la ciudad, pero con lo que había de tráfico no llegaba a la parada.
"Señores y señoras,
me temo que por culpa del tráfico no podrán llegar a tiempo a la parada, les ruego que bajen aquí mismo si no es molestia, mil disculpas." Dijo el conductor después de parar en una acera apartada de todos los coches. En el momento en el que se abrió la puerta salí disparada de ahí.
El aire frío y agradable de Londres me inundaba por completo, pocas veces había estado en la ciudad. Volví a sacar mi teléfono del bolsillo y miré la dirección de las oficinas de empleo, no estaban tan lejos, había una justo a pocos metros de donde me encontraba.
Me metí entre toda aquella multitud de gente que se movía de un lado a otro y justo unos pocos minutos después de caminar pude distinguir la oficina situada en la esquina de una calle, me apresuré un poco y por suerte llegué antes de que cerraran, ya que solían cerrar temprano no como los otros comercios y demás.
Entré por la enorme puerta principal y me dirigí a la chica que había en recepción, me dijo que me esperara hasta que saliera la persona a la que estaban atendiendo en ese momento. Después de estar sentada más de diez minutos vi como un señor salía de aquel despacho y detrás de él una chica joven que por la placa que llevaba en la camisa debía ser la trabajadora social o algo por el estilo.
Después de irse el señor me dijo que entrara, le comenté que estaba buscando un trabajo de lo que fuera, me ofreció el que según ella era el único que les quedaba y nadie quería, un trabajo de día
y noche en una gasolinera a las afueras de la ciudad, me comentó que había otra chica trabajando así que no me quedaría sola, no me quedó otra que aceptarlo.
Agarré el contrato y los demás papeles que había rellenado y retomé el camino de vuelta a casa para prepararme, esta noche empezaba.
Después de llegar a casa me di una ducha rápida, me vestí, comí un poco y limpié la casa, tenía mucho tiempo de sobra así que descansé un poco hasta que llegaran las siete de la tarde.
Justo cuando iba a subir las escaleras para ir a mi cuarto escuché el ruido de un coche detenerse cerca de mi casa, volví al salón y observé discretamente por la ventana. Mis ojos se abrieron como dos platos, menudo coche había aparcado delante de la casa de mi vecina, minutos después salió de él un chico que no pude ver bien pero si reconocí el rostro de la rubia plástica que hace una semana salió de esa casa llorando, ese debía ser el hijo multimillonario de la señora Doyle.
Creo que habían sentido mi mirada sobre ellos porque se detuvieron y miraron hacia mi casa, rápidamente corrí la cortina y subí a mi cuarto, que vergüenza, ahora pensarán que les vigilaba, pero sólo es curiosidad, a todo el mundo le pica la curiosidad.
Preparé mi bolso y miré la hora, faltaban diez minutos para dar las siete, agarré el teléfono y marqué el número del taxista que me había traído de vuelta esta mañana.
No tardó mucho en llegar y agarré mis cosas rápidamente para no llegar tarde mi primer día de trabajo, le di la dirección de la gasolinera y me senté en los asientos de atrás.
Pasaron como entra una y dos horas,
justo cuando estaba a punto de dormirme frenó el coche de golpe.
Miré a mi alrededor y era justo eso, una gasolinera a las afueras de la ciudad, para ser sincera daba un poco de miedo, estaba todo oscuro y además tenía que cruzar la enorme carretera para llegar a ella.
Después de alejarse el taxista me quedé ahí sola parada, esperando a que no pasara ningún coche para poder cruzar, pero parecía que eso no se iba a detener por nada de mundo.
Caminaba de un lado a otro buscando un paso de cebra, pero estaba demasiado oscuro para ver nada, pero hubo un momento en que las luces delanteras de un coche me iluminaron, asustada miré a mi alrededor y entonces entendí por qué aquel conductor me iluminaba, había un paso de cebra justo a mi lado, le regalé una pequeña sonrisa y crucé la carretera con rapidez.
Cada vez que me acercaba más a la gasolinera todo se iba iluminando más. Iba con la lengua fuera de lo cansada y agotada que estaba, maldita gasolinera, tan lejos tenía que estar.
Antes de entrara, me senté en la acera para descansar y segundos después escuché la puerta de atrás abrirse, estaba demasiado cansada para darme la vuelta.
"Tú debes ser Aya, ¿verdad?" Dijo una dulce voz femenina. Giré mi cabeza y me encontré con una divertida pelirroja mirándome sonriente.
"Sí, ¿tú eres...?" Pregunté levantándome del suelo.
"Lucy Williams, tu compañera de trabajo, encantada." Respondió dulcemente. "¡Por fin no estoy sola!" Exclamó dando saltos, yo solo reí, parecía una chica bastante agradable, divertida y simpática.
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Entramos en la tienda y me explicó como iba todo, parecía bastante fácil. Cuando terminó me dio la ropa que tenía que llevar, camiseta azul celeste y pantalones negros, después nos sentamos juntas cerca de la caja y encendió el pequeño televisor que había.
"Han sido filtradas en la red las polémicas fotos del multimillonario Tegan Doyle, en la que se muestran momentos bastante íntimos entre su pareja y él..." Decía el periodista que había en esos momentos en las noticias.
¿Doyle? ¿Dónde había oído yo ese apellido? Entonces caí, era el hijo de mi vecina, aquel empresario con tanto dinero.
"Menudo notición." Dijo Lucy. "¿Lo has visto alguna vez?" Preguntó.
"¿A quién?" Fruncí el ceño sin entender a qué se refería.
" A Tegan, menudo hombre." Se mordió el labio.
"No, pero es mi vecino, su madre vino el primer día que llegué a darme la bienvenida." Respondí.
"Bueno, no tardarás mucho en verlo." Se dio la vuelta y caminó hacia una estantería para coger una caja de galletas. "Mañana por la mañana si quieres paso por ti, así no te tienes que gastar tanto dinero en el taxi, espero que no vivas en el centro de la ciudad porque eso es bastante camino."
"Vivo en un barrio a las afueras, pero no muy lejos de la ciudad." Me extendió la caja de galletas y agarré unas cuantas.
Estaba a punto de volver a hablar cuando escuchamos el fuerte ruido de varias ruedas frenar y bastantes luces de coches, Lucy me miró algo asustada y se colocó rápidamente a mi lado.
"Ya están aquí." Susurró.
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Capítulo 3.
*Manchester*
"¡Despierta, despierta!" Gritaba una voz masculina a lo lejos. Entre abrí mis ojos y pude ver a mi amigo Jack Daniels quitándome las sábanas de encima.
"¿Qué demonios quieres Daniels?" Pregunté, mientras él se sentaba en el borde de la cama.
"Quiero que salgas de esa maldita cama, desde que volvimos a Reino Unido no haces más que encerrarte en casa. Somos dos hombres guapos, fuertes y atractivos, tenemos que salir a divertirnos y a pasarlo bien con cualquier bombón que se nos cruce." Respondió.
"Eso dilo por ti."
"Vamos Colton, no me vengas con la excusa de la quemadura otra vez, tú mismo dijiste que era temporal, que poco a poco iba a ir desapareciendo, ¿por qué dejas que te afecte? " Bufó molesto.
Me levanté de la cama y caminé hasta el espejo que había pegado en la pared y observé mi reflejo. Me llevé la mano a la cara y rocé mi mejilla derecha con suavidad, mi piel ya no era lisa, mi mejilla ya no seguía manteniendo ese color carne, pero aquello era lo único que me seguía haciendo recordarla.
"Tú no lo entiendes." Susurré.
"Bueno, haz lo que quieras, yo voy a salir y tú quédate aquí encerrado, a ver que consigues con eso." Se levantó de la cama y salió de la habitación.
"Aya, Aya..." Pronunciaba ese nombre que tanto me torturaba por dentro.
Llevé mis manos a mi cabeza y la apreté con fuerza, caí de rodillas en el suelo y grité, grité con todas mi fuerzas,
tenía que borrar su doloroso recuerdo como fuera.
"Tú vas a salir conmigo te guste o no, no te voy a dejar aquí solo, a ver si haces alguna locura." No sé con que rapidez había entrado Jack a mi habitación. Me agarró del brazo, me levantó y me colocó encima de la cama para ir él al armario, pero caí de nuevos en mis pensamientos, ¿por qué?, ¿por qué esto había pasado tan rápido?, ¿por qué Aya?, ¿por qué me dueles tanto?.
"Deja de pensar tanto que te va a estallar la cabeza." Me lanzó un par de prendas y con un movimiento rápido logré alcanzarlas.
"No sé cómo me puedes aguantar." Dije.
"No sé cómo me aguantas tú, soy yo el que cada noche se trae una princesita diferente y no te deja dormir." Rió.
"Todavía me pregunto cómo lo haces, con lo imbécil e insoportable que sueles ser a veces, no hay mujer que te aguante." Se sentó a mi lado y me colocó el brazo encima.
"Amigo, lo importante es aquello que a ellas les produce miles de sensaciones, y si lo sabes utilizar bien, ninguna se olvida de ti." Dijo sonriendo.
"Maldito cabrón." Le golpeé en el hombre.
"A lo mejor hoy te puedes llevar tú una a la cama, pero vamos, que antes de que la toques ya estará caliente." Se rió, sabía a lo que se refería, todavía seguía teniendo ese poder sobrenatural, pero no quería que ninguna otra mujer supiera aquello, solo Aya.
"¿Sabes qué estaría bien?" Preguntó Jack.
"¿El qué?" Lo miré mientras me colocaba la camiseta.
"Volver a tu antiguo barrio de Londres, me lo prometiste cuando vinimos aquí." Puso
cara de cachorrito.
"Hay veces que me arrepiento de haberte traído, te hubieras quedado mejor en New York."
"Vamos, tampoco es para tanto, te vendrá bien recordar aquellos tiempos, supongo." Dijo subiendo los hombros.
"¿En serio?, ¿en serio crees que me vendrá bien recordar cómo quemé a mi padre, cómo me convertí en esta mierda, cómo la perdí?. ¿Quieres que siga?" La ira me había consumido y estaba gritando a mi amigo que no me había hecho absolutamente nada. "Lo siento." Dije calmándome.
"No te preocupes, tienes razón, es mejor alejarte de lo que te hace daño. Ahora ves a desayunar para salir a dar una vuelta." Me dio dos palmaditas en la espalda y salió de mi cuarto.
Después de terminar de desayunar volví a mi habitación y agarré del armario una sudadera con capucha, tenía pensado salir pero no que me vieran la cara. Cogí las llaves de casa y salimos juntos, ambos vivíamos en un apartamento en el centro de Manchester, ese ha sido mi único refugio desde todo lo ocurrido esa vez, quería mantenerme alejado de Londres pero sin salir de Reino Unido.
Tardé varios meses en recuperarme del todo y cuando por fin lo hice contacté con Jack, era la única persona que me quedaba, sin contar a mi madre que no volví a saber nada de ella, a lo mejor acabó con ella el gran hijo de puta de Dan igual que hizo con mi abuelo. Esa era otra, no sé dónde se puede llegar a encontrar en estos momentos, pero ojalá me lo cruce algún día y logre acabar con él como lo deseo.
Cuando salimos a la calle me coloqué la capucha, quería evitar cualquier comentario grosero de alguien y terminar en comisaría por cometer algún error indebido.
Estuvimos caminando por las grandes calles de Manchester durante un buen rato, Jack hablaba de muchas cosas, pero no le estaba prestando atención, mi cabeza le estaba dando vueltas a aquello que había dicho, ¿volver a Londres? Eso no estaba en mis planes, pero pensándolo bien le podría hacer algún hueco. No estaría mal volver y ver cómo está todo aquello.
"Gracias por no hacerme caso Colton." La voz de Jack me hizo salir de mis pensamientos.
"Perdona, es que estaba pensando en lo que habías dicho antes." Digo rascándome la cabeza.
"¿Si? ¿qué vas a hacer?" Pregunta mientras entramos en una heladería.
"No sé, no estaría mal ir a dar una pequeña vuelta, ¿sabes?." Respondí caminando hacia las mesas que había al final del local.
"Voy a pedir los helados, ahora vuelvo." Me quedé sentado mirando a través del cristal como pasaba la gente, hasta que mis ojos se posaron en una chica idéntica a Aya. Sabía que era imposible que fuera ella pero algo me impulsaba a ir detrás de ella con la esperanza de encontrármela, y eso fue lo que hice.
Salí de la heladería y corrí, empujando a todo aquel que no me dejaba pasar, hasta que llegué a ella y la agarré del brazo haciéndola girar.
"Aya." Dije con la respiración agitada. La chica al ver mi rostro pegó un grito que hizo que toda la gente a mi alrededor se fijara en la escena que acababa de montar.
"¡Suéltame monstruo, suéltame!" Gritaba intentando zafarse de mi agarre.
"Colton, ¿qué demonios haces?" Escuché a Jack por detrás que me miraba perplejo.
"Quiero irme de aquí, quiero desaparecer de este horrible lugar ahora." Susurré.
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Capítulo 4.
Chicas siento tardar tanto en subir de verdad, mil perdones, pero sabéis que hago todo lo posible y sé que quizás este capítulo no sea suficiente, pero intentaré seguir haciendo lo posible, muchas gracias por ser tan pacientes de verdad.♥
*Narra Aya*
Todavía seguía parada frente al mostrador sin intender a qué demonios se refería Lucy con lo de que ya están aquí, ¿quién está aquí?
Miré a la puerta principal de la tienda y vi como las luces de los coches que habían aparcado hace un rato se apagaban y seguido el ruido de las puertas cerrándose. Asustada corrí en busca de mi compañera que hace apenas segundos estaba a mi lado, pero al darme la vuelta no había absolutamente nadie en la tienda, solamente yo y lo que estaba por llegar.
Estaba a punto de salir corriendo y esconderme en la parte de atrás de ma tienda, pero justo cuando quería dar un paso la puerta se abrió de par en par mostrando frente a mí un grupo de cuatro o
cinco chicos bastante enormes y uno de ellos con la cara tapada con la gorra de la chaqueta o lo que fuera que llevaba.
"¿Ibas a algún lado preciosa?" Dijo uno de ellos acercándose sigilosamente a mí.
Asustada empecé a dar pequeños pasos torpemente sin mirarle a la cara pues su infinita estatura me intimidaba, y sin darme cuenta topé con una de las estanterías y tiré todo lo que había en ella al suelo, él rió y los demás hicieron lo mismo.
Me agaché y empecé a recoger con las manos temblorosas todo aquello que había tirado. Una vez en el suelo levanté mi mirada hacia los demás que ahora estaban saqueando la caja registradora.
"¡No toquéis eso!" Grité corriendo hacia ellos, pero el maldito monstruo que había detrás mío y agarró por la cintura con una sola mano y me colgó a su hombre.
"Esta noche tenemos cena." Dijo con un tono de malicia.
"¡Suéltame!" Gritaba pataleando.
"¿Lo habéis cogido todo?" Preguntó, todos respondieron al mismo tiempo. "Entonces nos vamos muñeca." Finalizó dándome una fuerte palmada en el trasero.
"¡¿Qué?! ¡Suéltame maldito imbécil, suéltame!" Seguía gritando, pero mis gritos iban en vano.
Salímos de la tienda y nos dirigíamos a sus coches, mis gritos cada vez eran más fuerte, intentando a ver si así llamaba la atención de algún conductor que pasara por allí, pero cuando quise volver a gritar sentí como un trapo con un extraño olor me tapaba la boca y la nariz impidiéndome
respirar, por lo que pocos segundos después caí inconsciente.
***
Abrí los ojos medio mareada y con dolor de cabeza, aunque tardé bastante en recobrar el sentido, pero cuando lo hice observé detenidamente todo lo que había a mi alrededor llegando a pensar que estaba en mi habitación, pero justo cuando quería levantarme de la cama en la que me encontraba algo tiró de mi hacia atrás, tenía las manos atadas al cabecero de la cama con cadenas de hierro.
Empecé a pegar gritos nuevamente y a forzar mis muñecas contra las cadenas, pero cuanto más lo intentaba más daño me hacía. Así que sólo me dediqué a gritar y gritar hasta que mi garganta no pudiera más, quizás era algo tonto pues nadie me escucharía, pero no me quedaba otra.
"¿Quieres cerrar tu maldita boca?" La puerta de la habitación se abrió con un fuerte golpe mostrando a un chico alto y de pelo rizado parado allí mirándome con el mismísimo fuego encendiéndose en sus ojos.
"¡No quiero!" Dije sin miedo alguno.
"Te he dicho que cierres esa jodida boca." Dijo con su gruesa voz y acercándose a la cama en la que me encontraba para agarrarme de la cara muy duramente.
Quería responderle en ese instante, pero no podía, mis ojos se habían perdido en los suyos, en aquellos ojos marrón avellana que tenía un brillo especial, que hipnotizaban a cualquiera.
Ambos rostros bastante pegados y cada uno observando cada fracción del otro. Entonces por alguna razón, me dejé llevar por mis impulsos y le escupí en la cara. Él cerró los ojos y frunció el ceño.
Estuvo así durante unos pocos segundos, yo lo miraba asustada, todavía tenía su rostro pegado al mío y no quería saber lo que podría llegar a pasar después, daba miedo tenerlo así de cerca.
Volvió a abrir los ojos y por miedo yo los cerré, entonces una risa malvada salió de su boca provocando escalofríos por todo mi cuerpo. Todavía más asustada apreté mis ojos con fuerza, pero entonces sentí mi cara libre y después de varios minutos en silencio la puerta se cerró de golpe.
Abrí los ojos disimuladamente para asegurarme de que no seguía allí, y acerté, no estaba. Me quedé mirando el techo de la habitación y al cerrar los ojos lo primero que se me vino a la cabeza era aquel chico que tenía la mirada de fuego, aquella mirada que tanto me recordaba a él, a Colton, pero sin embargo plasmada en otra persona.
Colton, ¿qué habrá sido de ti?. Una lágrima rodó por mi mejilla al recordar su nombre y los recuerdos que vivimos juntos, no me quería hacer la idea de qué le habrá pasado, todavía lo seguía queriendo como el primer día, pero se ma hacía muy difícil evitar el dolor que me provocaba todo lo relacionado a él, aún así no me voy a denter, voy a seguir adelante como hice durante todo este tiempo, seguiré adelante, sin él.
***
"¿Qué vamos a hacer con ella?" Decía una voz.
No paraba de escuchar murmullos a mi alrededor, pensaba que era una pesadilla, pero al despertar de golpe me los encontré a todos al lado de la cama observándome con frialdad, me había quedado dormida otra vez.
Volví a recorrerlos todos y cada uno de ellos con la vista, pero él no estaba, ¿desde cuándo me importaba la presencia de ese imbécil?, lo acababa de conocer y no de una forma tan agradable que digamos.
"¿Qué vais a hacer conmigo?" Pregunté interrumpiéndoles.
"Bueno, sería buena idea matarte ya que nos has visto la cara y ya tienes suficientes datos para que la policía venga a por nosotros y nos detenga, cosa que no tendría que haber pasado, supongo que tu compañera de trabajo no te ha contado todo sobre nosotros, porque si lo hubiera hecho no te hubieras quedado en la tienda, sin embargo no somos asesino así que, no seas tan impaciente por saber lo que te va a suceder." Dijo uno de ellos dándome la espalda.
"Soltadme y no diré nada, lo juro." Dije lo más convincente posible. Todos estallaron a carcajadas.
"Que inocente eres pequeña." Habló ahora el mismo monstruo de anoche.
"¡Chicos nos tenemos que ir ya de aquí, nos acaban de localizar!" Entró gritando el chico de rizos.
"¿Y ella?" Preguntó otro.
"No me importa ella ni nadie más, daros prisa." Con esto último salió disparado escaleras abajo con todo el grupito detrás, dejándome ahí sola. ¿Quién venía?
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Capítulo 5
"Bueno señorita, ¿nos dirá qué hacía en esa casa y qué hacía atada a la cama?" Preguntó el policía detuviéndose frente a mí. Me moví nerviosa en mi asiento y le volví a repetir que no me acordaba de cómo había llegado a esa casa y que no podía darles ningún dato que les ayudara ya que no había podido lograr ver a nadie. Pero, ¿por qué los estaba encubriendo? O mejor dicho, ¿por qué le estaba encubriendo a él? No lo entendía, más bien no me entendía a mí, ¿qué se supone que estaba haciendo?
Después de terminar el interrogatorio agarré mis cosas que había podido sacar de la casa cuando llegó la policía después de haberse ido ellos y me fui de la comisaria.
Tomé el bus y me encaminé de vuelta a casa. Mi cabeza se encontraba pegada al cristal de la ventana y mis ojos mirando al cielo, los cerré por un momento y lo primero que me vino a la mente fueron aquellos ojos avellana. Su jodida imagen no se me borraba de la cabeza.
***
Llegué a casa y fui directamente a la ducha, necesitaba relajarme después te todo lo sucedido, pero había ocurrido todo tan rápido que me costaba creer en ello.
Abrí el grifo, cerré los ojos y dejé que el agua caliente cayera sobre mí y relajara mis músculos.
Después de darme esa relajante ducha, me preparé algo para comer y me fui al salón. Coloqué el plato de comida encima de la pequeña mesa y busqué con la vista el mando del televisor, lo agarré y puse el primer canal que salía. Me tumbé cómodamente en el sofá y cerré los ojos muy fuerte, respiré hondo y los volví a abrir, menudo día.
El partido de tenis cada vez se estaba haciendo
más aburrido, así que apagué la televisión, cogí uno de los cojines y me lo puse debajo de la cabeza, necesitaba descansar.
***
*"Ding-dong"
El sonido del timbre de la puerta me despertó de golpe. Intenté levantarme del sofá, pero todos mis intentos eran fallidos, no sé qué demonios me estaba sucediendo, pero ya me empezaba a asustar demasiado. Por un momento pensé que tenía las piernas dormidas por eso no era capaz de moverlas, pero no era así puesto que las sentía, sólo que mi cerebro no era capaz de recibir la señal de llevar a cabo la acción de moverlas.
Como no
me quedaba otra, me tiré al suelo y empecé arrastrarme con las manos por él, aunque tampoco lograba ver algo ya que había anochecido, pero lo raro era que fuera también estaba todo oscuro. Intenté arrastrarme como pude hacia la ventana y una vez llegué observé el panorama de fuera, por suerta eran ventanas algo bajas por lo que no me hacía falta ponerme de pie, cosa que tampoco estaba en esos momentos a mi alcance.
Estuve por un largo rato con la vista fija en la ventana
cuando de repente apareció el rostro deforme de un muchacho pegado a la ventana, gritando y envuelto en llamas.
Grité, grité tan fuerte que llegué a tal punto en el que perdí el conocimiento y caí rendida al suelo.*
Me desperté con el corazón a mil y la respiración agitada, había sido tan solo un sueño me convencí a mi misma. Miré a mi alrededor y estaba todo escuro, asustada intenté moverme y respiré hondo al saber que mis piernas me obedecían.
Afuera estaba todo iluminado como siempre. Encendí el interruptor de la luz y miré la hora, eran casi las nueve y media de la noche, ¿tanto había dormido?
Recogí la comida que me había sobrado, pero justo cuando entré en la cocina una oleada de brisa fresca golpeó mi cara y me erizó la piel, me di la vuelta hacia la puerta que había en la cocina y se encontraba justo como pensé, abierta.
Caminé a paso lento y asustada, cuando llegué a la puerta asomé un poco mi cabeza por la puerta y miré a un lado y a otro, pero el patio trasero estaba completamente vacío.
Cerré la puerta
con seguro y volví a seguir con lo que estaba haciendo. No recuerdo haberla abierto cuando llegué, ni cuando me fui ayer, esto estaba empezando a ser bastante raro.
Terminé de fregar el plato en el cual había comido y subí arriba a mi cuarto, sinceramente no tenía mucho sueño que digamos ya que me pasé la tarde durmiendo, así que leería algún libro o me distraería haciendo cualquier cosa.
Caminé hacia la pequeña estantería que tenía en mi cuarto y agarré uno de mis libros favoritos La bibliotecaria de Auschwitz, me acomodé en la cama y empecé a leer tranquilamente.
***
Pasaron más o menos como dos horas y medía cuando mis párpados empezaron a sentirse pesados. Coloqué el libro en la mesilla de noche y agarré la manta, apagué las luces y me recosté por unos minutos.
La luz de la luna iluminaba la habitación dándole un color tenue y relajante. Me puse a pensar que si los colores para la gente podían llegar a significar algo, no sé, el color de la luz que emitía la luna a través de las cortinas me relajaba.
Estaba tan metida en mis pensamientos cuando de repente oí un fuerte ruido que provenía de la casa de en frente, justo de la habitación que daba a mi ventana. Me sacudí de la cama con un movimiento rápido y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba asomada discretamente a través de la cortina observando la habitación que se encontraba a pocos metros de mí. Pero no podía lograr ver nada puesto que
las cortinas de color naranja sólo me proporcionaban sombras, me conformé con eso.
Por la sombra que podía lograr ver cuando aquel individuo estaba cerca de la ventana supuse que se trataba de un hombre bastante corpulento, supuse que era ese hijo millonario de la señora Sam, mi vecina, pero, ¿a qué se debía tanto ruido y alboroto?
Estaba atentamente mirando a aquella habitación que no me había dado cuenta de que corrí la cortina mucho más y ahora se me podía ver claramente. Pestañeé al ver como aquella sombra se acercaba más a su ventana y de un momento a otro la cortina se corrió mostrando a aquel chico al que no pude lograr ver claramente ya que intenté volver a tapar mi ventana con la cortina pero ésta no se movía, se había quedado atascada.
"Mierda." Gruñí y me agaché rápidamente al suelo evitando que él me viera, pero de seguro que sabía que lo había estado observando durante un largo rato.
Después de varios minutos levanté mi cabeza discretamente y miré hacia su ventana otra vez, estaba todo oscuro, respiré aliviada. Pero la tranquilidad me duró pocos segundos puesto que el tiembre de la puerta comenzó a sonar.
Me quedé en estado de shock, mi cuerpo no respondía, ¿era él?, no por favor, que vergüenza, habrá venido para regañarme por haber estado espiándole, que patético que sería eso, el caso es que no tenía pensando abrirle. Volví a intentar correr la cortina que se había quedado atascada, pero el maldito timbre no paraba de sonar cada vez más rápido, por un momento pensé que sería capaz
de romper la puerta de una patada, pero me tranquilicé cuando se detuvo y pude divisar una sombra cruzar mi jardín para pasar a la otra casa, la cuestión es que no estaba muy segura de que fuera él.
Una vez terminé de arreglar la cortina volví a mi cama y no pasó mucho tiempo para que cayera en un profundo sueño.
***
"Ding-dong" me sobresalté de la cama al volver a oír el timbre, ¿qué mierdas le pasaba a ese jodido timbre? Miré el reloj de la mesilla, eran las diez de la mañana, ¿quién podría ser?
Me levanté de la cama y me puse mis zapatillas, bajé las escaleras medio dormida y caminé hacia la puerta, la abrí con cuidado y me sorprendí al ver el rostro de mi vecina.
"Buenos días cielo, siento despertarte de esta forma, pero me asusté, anoche se nos fue la luz y estuve tocando el timbre durante la noche, pero al ver que no respondías me preocupé." Dijo con dulzura. ¿Así que fue ella? Por eso cuando volví a mirar hacia su ventana estaba todo oscuro.
"Oh, lo siento muchísimo, suelo tener el sueño muy pesado algunas veces." Me aparté de la puerta para que pasara, pero negó con la cabeza.
"Vine aquí para ofrecerte algo, no sé si estarás interesada, pero verás, es una oferta de trabajo, como secretaria en la empresa de mi hijo, no hace falta que tengas experiencia, sólo tienes que hacer papeleos, encargarte de organizar sus reuniones y cosas así. La chica que había antes tenía un tipo de relación con mi hijo, pero parece ser que terminó y el trabajo de ella también." Hace un gesto con la cabeza y me esboza una sonrisa. "¿Qué te parece? Se lo puedo comentar a mi hijo y mañana mismo puedes empezar."
"Suena bien, me lo pensaré y esta tarde le digo algo." Me vuelve a sonreír en forma de despedida y hago lo mismo. Necesitaba un trabajo nuevo, porque después de lo ocurrido no pensaba volver a esa tienda, sintiéndolo mucho por Lucy, pero no podía.
Aya Morrison trabajando para un millonario, eso sonaba bien, pero le tenía que ver la cara después del teatro que monté anoche, quizás su madre no le diga que soy yo, tenía la esperanza de ello, pero no podía perder esta oportunidad.
¡Feliz año nuevo mis amores! Espero que os vaya todo súper éste año, os deseo lo mejor.♥
Por cierto seguidme en instargam @overflytheocean, os seguiré de vuelta.
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Capítulo 6.
Me levanté de la cama a toda prisa al oír mi alarma sonar, eran las 7 am, tenía que estar preparada para las 8, hoy mismo empezaba a trabajar en el edificio Lloyd's, la mayor empresa británica del mercado de seguros.
Estaba bastante nerviosa, no sabía que ponerme, quería estar presentable, pero no tan formal, así que rebusco en mi armario y saco una camisa blanca lisa, una falda de tubo azul marino que me llega por encima de las rodillas y unos tacones lisos de color negro.
Camino al tocador y rizo mi cabello, me maquillo un poco, agarro mi cartera y bajo abajo a esperar a que la señora Doyle venga a recogerme para ir.
Mis nervios estaban tan a flor de piel que se me había olvidado desayunar, miro mi reloj y todavía son las 7.30 am, tengo media hora para desayunar antes de que ella llegue.
Después de que ayer se fuera estuve pensando muy bien la oferta que me ofreció y decidí aceptarla, total, no me quedaba otra.
Cojo la cafetera y deposito en ella un poco de café molido y luego el agua, no tardo más de cinco minutos en ver como el café comienza a bajar por la pequeña boquilla de ésta y coloco una taza debajo.
Me siento en una silla que se encuentra al lado de la pequeña mesa que hay en la cocina y tomo mi café tranquilamente. Cuando termino dejo mi taza en el fregadero y el timbre de la puerta suena.
Camino hacia la puerta y doy dos besos a Sam cuando la veo, ella me devuelve el beso y agarro mi cartera antes de salir tras ella hacia su coche, pero antes de cerrar la puerta echo un pequeño vistazo
atrás y me aseguro de que la puerta trasera no se encuentre abierta como la noche anterior.
"Aya, vamos." Dice ella y yo me apresuro a llegar a su coche.
El camino no se me hizo muy largo puesto que ella me había entretenido con sus historias de cuando era joven, todas las aventuras que había tenido hasta llegar al padre de Tegan, noté que se puso tensa en su asiento cuando lo nombró, pero decidí no preguntarle nada sobre él o el hecho de por qué no está aquí con ellos, me limito a sonreír a todo lo que ella dice hasta llegar a aquel enorme edificio que hace que mi boca toque el suelo de lo impresionante que es.
"Bonito, ¿verdad?" Ella pregunta y yo asiento, no podía hablar. ¿Todo esto era de su hijo?
Siento la puerta abrirse y giro mi vista hacia ella que está bajando del coche y yo hago lo mismo siguiéndola. Mientras íbamos caminando la multitud de gente cada vez era más grande y ya empezaba a sentir agobio, ella parece haberlo notado ya que coloca su mano en mi hombro en un intento de tranquilizarme.
"Hoy hay reunión por eso esto está de esta manera." Dice y solamente asiento. Entramos dentro de aquel bello edificio y yo no paro de mirar todo boquiabierta. La planta baja en la que nos encontrábamos nosotras era muy elegante, parecía la recepción de un hotel pero mucho más enorme. El suelo estaba cubierto por una alfombra que iba hasta el final de la habitación, a un lado había unos cómodos sillones de estilo barroco alrededor de una pequeña y baja mesa, el otro extremo estaba ocupado por sofás enormes en este momento llenos de hombres y mujeres charlando alegremente. Había dos recepciones
y más al fondo una sala con el letrero de cafetería escrito a un lado.
Caminamos hacia el ascensor sin pasar antes por recepción, algo raro, pero suspe que al ser su madre entraba y salía libremente. Al entrar presionó el botón con el número 9 grabado en éste y no tardo mucho en llegar ya que iba demasiado rápido para mi gusto.
El ascensor nos deja en la planta y vuelve a bajar, ésta luce más elegante que la primera, pero no con tanta gente. Los pocos sofás y sillones que hay son de color blanco, la pared es de rojos ladrillos, el suelo está cubierto por largas láminas de madera y hay cuadros colgados por todas partes pero no me fijo, realmente no me había fijado tan bien en la sala, sólo noté que había unas cuantas puertas más allá que supuse que eran las oficinas de los otros empleados.
Sam camina hacia la pequeña recepción que hay y pregunta a la dulce chica de pelo rubio y ojos marrones si su hijo se encuentra solo, ella asiente, la señora Doyle me hace un gesto para que espere y ella camina por un largo pasillo que dirigía al despacho de su hijo. Minutos después aparece con su agradable sonrisa en la cara y camina hacia mí.
"Te espera dentro, yo me tengo que ir." Dice con un tono de pena. "Suerte." Me muestra el despacho antes de darme dos besos y desaparecer, respiro hondo e intento relajarme pero no funciona.
Me dirijo al despacho y golpeo la puerta dos veces antes de entrar, una voz masculina desde dentro me ordena a que pase y lo hago tímidamente. El despacho era enorme y tenía dos escritorios, uno más pequeño
en la esquina y el suyo que casi ocupaba toda la habitación.
"¿Hola?" Dice su voz y me sobresalto, estaba bastante concentrada analizando cada detalle de la habitación. Giro mi cara hacia él pero antes de poder llegar a ver su completo rostro mi mirada se queda fija en la suya y mi corazón empieza a palpitar tan fuerte que juro que él podría escucharlo si no se hubiera quedado igual de sorprendido que yo.
"Tú... no puede ser, tú, tú eres un..." Tartamudeo mientras lo escaneo otra vez, ahí está con sus rizos cayéndole por la frente hasta los ojos, esos jodidos ojos que ahora tomaban un tono color miel. Él no sabe que decir, está igual o peor que yo, ¿cómo podía ser él el dueño de todo esto cuando hace menos de 48 horas estaba atacando con sus amigos la tienda de una gasolinera? Parpadeo una y otra vez deseando que sólo fueran imaginaciones mías, pero ahí seguía sentado en su escritorio con la mirada fija en mí y en todas y cada una de mis acciones y reacciones.
"¿Qué haces tú aquí?" Pregunta fríamente y me estremezco.
"La pregunta es ¿qué haces tú aquí?" Digo enfrentándome a él, ¿se puede saber qué demonios hago? Y, ¿qué me importa a mí lo que haga él aquí? Solamente estoy impresionada y a la vez confundida.
"¿Perdona?" Se levanta de su silla giratoria y camina hacia mí. "Tienes el descaro de venir a mi despacho y hablarme de esta forma después de haberte ofrecido trabajo, supongo que no sabía que fueras
a ser tú porque sino no te dejo ni acercarte a la acera." Escupe.
Mi pecho sube y baja, estoy demasiado asustada, pero, ¿por qué debería estarlo? No entiendo absolutamente nada. "¿Tienes doble personalidad o algo? ¿De día multimillonario y de noche delincuente que se dedica a robar en gasolineras?" Mis palabras salen antes de que pueda procesarlas y eso parece molestarle, bastante diría yo.
"¡¿Por qué tú?!" Grita tirando todo lo que hay encima de su escritorio al suelo. "Tú...sé lo que quieres, tú vas a acabar conmigo." Dice en un susurro, observo sus ojos, están oscuros y llenos de rabia. ¿Acabar con él? ¿Qué? No llevo ni veinte minutos aquí, menudo comienzo. Estaba a punto de volver a decirme algo, pero la puerta se abre y un hombre no muy mayor se presenta ante nosotros, por alguna razón su rostro me resulta muy familiar, pero no lo conozco.
"Mierda Daniels, ¿no puedes tocar?" Gruñe, el hombre dirige su mirada hacia mí y me estrecha la mano.
"Scott, Scott Daniels, cualquier cosa que usted necesite señorita no dude en avisarme." Ofrece amablemente y sale de el despacho. Me quedo boquiabierta, ¿acaba de entrar y ver toda la habitación hecha un desperdicio y no dice nada? Por la actitud tan normal de Scott siento que esto ya había ocurrido antes, pero con otras mujeres.
Voy a darme la vuelta para salir de ahí cuando siento su brazo agarrar el mío y tirarme de él hacia atrás.
"Puedes empezar hoy." Dice con indiferencia. "Trabajarás ahí." Señala el pequeño escritorio que hay en la esquina. "Voy a tomar aire." Añade y sale del despacho. Me quedo en mi lugar igual de desencajada como lo estaba al entrar por primera vez, ¿qué es todo esto? Primero me grita y dice que si supiera que iba a ser yo no me dejaría entrar y me acusa de intentar acabar con él y luego me señala mi puesto de trabajo, ¿qué mierdas he hecho yo? Agarro mi cabello y tiro de él con suavidad, esto es demasiado estresante y apenas llevo una hora aquí, estoy empezando a pensar que fue una muy mala idea aceptar la oferta de Sam.
La puerta se vuelve a abrir y su cabeza se asoma, me mira detenidamente y yo me muevo nerviosa ante su intimidante mirada. "Bonito sujetador." Dice, mi boca cae literamente al suelo, miro hacia mi camisa y me doy cuenta de a qué se refería, mi sujetador rojo se transparentaba a través de la camisa blanca.
"Mierda." Digo para mí misma, pero él también lo oye y se ríe, su risa inunda toda la habitación, me entran ganas de levantarme y pegarle un buen tortazo pero me quedo en mi lugar.
Vuelve a salir del despacho pero antes me regala una de sus sonrisas, ¿hola? ¿bipolaridad modo on o qué? Siento que esto va a ser más duro de lo que esperaba, me tiro en la silla de mi escritorio y respiro profundamente.
***
Chicas, el actor que interpreta al personaje de Tegan Doyle es Diego Boneta, espero que el capítulo os haya gustado.
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Capítulo 7.
La primera semana en el trabajo fue algo más calmada, Tegan no me volvió a dirigir la palabra y eso que trabajamos en el mismo despacho, pero sabía que quería evitarme a toda costa.
Miré el reloj de pared y marcaba las nueve menos cuarto de la noche. Me había quedado hasta tan tarde porque quería terminar de ordenar varios documentos que me fueron asignados.
Caminé hacia su escritorio y dejé encima de éste los documentos que me había dado tiempo ordenar. Volví a mi sitio y agarré mi bolso antes de de cerrar la puerta detrás de mí.
La planta en la que me encontraba estaba completamente vacío, bueno, eso creía yo. Apreté el botón del ascensor y esperé a que éste subiera.
Bajé del ascensor y observé el vestíbulo, estaba igual de vacío, las únicas personas que había eran los encargados de limpieza.
Salí del edificio y una oleada de aire frío golpeó mi cara.
"Mierda." Gruñí abrazándome con los brazos.
Caminé hacia la carretera en busca de algún taxi desocupado que me llevara de vuelta a casa. Para llegar a ésta tenía que cruzar el estacionamiento de coches de la empresa. Doblé la esquina y caminé a través de éste. Una vez dentro y rodeada de tantos coches escuché un fuerte golpe que hizo que pegara un pequeño grito, no muy audible para mi suerte.
Me agaché y observé lo que sucedía al otro lado a través de la ventana del coche que ahora me cubría.
Había un cuerpo tirado en el suelo, por la forma podía asegurar que se trataba de
un hombre, rodeado de otro cuatro bastante enormes en comparación a éste. Me arrastré un poco por el suelo para alejarme del coche y tener mejor vista.
Uno de los hombres que se encontraban de pie agarró al que yacía en el suelo y lo puso de pie abrazándolo por detrás mientras el otro se encargaba de estrellar su puño contra éste. Mi cuerpo se estremeció al ver aquello, y sin poder evitarlo mi garganta se las apañó para emitir un grito más fuerte al ver como cada vez le golpeaban más.
Después de varios golpes más y contendiendo mis lágrimas pude ver como los faros de un coche iluminaban el estacionamiento por completo, para luego oír el fuerte ruido del motor de un coche arrancar y salir disparado de ahí.
Una vez que me aseguré de que todo estaba despejado corrí hacia el individuo qie yacía inconsciente en el suelo. Me arrodillé frente a él y le aparté el cabello de la cara.
"Tegan." Logré decir con la respiración entrecortada. No había mucha luz en en estacionamiento, pero su rostro era irreemplazable, sólo que ahora estaba desgraciadamente decorado con moratones, sangre en abundancia y alguna que otra herida en la ceja y el labio.
Agarré su rostro entre mis manos con el mayor cuidado posible, pero en el momento que mis manos se posaron debajo de su cabeza sus ojos se abrieron de golpe y sus enormes manos chocaron contra mi pecho tirándome con fuerza hacia atrás. Me arrastré unos pocos centímetros lejos de él y lo miré asustada.
"¿Qué mierda haces aquí?" Escupió intentando levantarse del suelo, pero todos sus intentos
eran fallidos.
No obtuvo respuesta por mi parte, me levanté del suelo y volví hacia él, abrí mi bolso y saqué varios pañuelos de éste para limpiarte la sangre pero ignoró mi gesto.
"No me toques." Su mirada estaba fija en la mía. Parpadeé varias veces y acomodé mi falda antes de ponerme de pie para irme.
"¿Dónde vas?" Volvió a preguntar, bufé molesta y me di la vuelta para encontrarme con él, éste ahora de pie.
"Me voy a casa." Respondí molesta y retomé mi camino.
"Espera." Siento su mano agarrar mi brazo. "Yo te llevo, total, somos vecino, ¿no?" ¿Qué demonios? ¿Hace un segundo había dicho que no le tocara y ahora se ofrece voluntario para llevarme a casa? Sin duda este chico es bipolar, pero ya que estaba, tampoco llevaba mucho dinero encima para el taxi por lo que no me iba a alcanzar y el taxista seguramente me hubiera dejado a media hora de casa.
El viaje de vuelta a casa fue bastante incómodo, él apenas me dirigía la palabra, pero podía ver de reojo como más de una vez se había girado para verme, sin embargo yo seguía con la vista fija en la ventana.
No paraba de rondar por mi cabeza aquella situación en la que lo encontré, quería preguntarle pero no era algo de mi incumbencia, así que me aguanté hasta llegar a casa.
"Gracias." Digo saliendo del coche y caminando por la acera.
Siento cómo todavía su coche no arranca y me extraño, pero no me doy la vuelta, meto las llaves en la cerradura y abro la puerta de casa antes de adentrarme en ella.
Justo cuando cierro la
puerta detrás de mí siento unos pasos acelerarse y cierro la puerta con fuerza, pero su enorme cuerpo logra empujarla antes de que la cierre y caigo al suelo por su fuerte golpe.
"¿Qué demonios haces?" Grito levantándome del suelo.
"Lo siento...yo sólo, lo siento..." Dice saliendo de casa.
Lo seguí con la mirada hasta que vuelve a subirse en el coche y cierro la puerta más tranquilamente. ¿Qué narices le pasa a ese chico?
Me alejo de la puerta y camino hacia mi cuarto para tomar una ducha y descansar. Mientras iba de camino al cuarto de baño seguía pensando en todas las razones por las cuáles le podrían haber hecho daño, aunque él por si mismo ya era peligroso, así que me puedo imaginar.
Termino de vestirme y secarme el pelo y vuelvo a mi cuarto. Antes de meterme en la cama echo un vistazo por la ventana y miro la suya, estaba todo oscuro. Vuelvo mi vista hacia otro lado y veo una sombra moverse de un lado a otro. Asustada corro abajo y cierro la puerta principal más de lo que podría estar cerrada y cuando camino de vuelta a la de la cocina la puerta se abre y aparece su figura oscura con esos rizos cayendo en forma de cascada sobre su cara.
"¿Se puede saber qué te pasa?" Grito furiosa.
"Deja que me quede esta noche por favor, sólo ésta." Dice casi en un susurro.
Le señalo el sofá con el dedo y subo las escaleras de vuelta a mi cuarto. No quería preguntarle el por qué de quedarse aquí y no en su casa, puesto se le veía demasiado preocupado por mi respuesta, sólo espero que no se le pase por la cabeza subir aquí.
***
A la mañana siguiente cuando me despierto no está. El sofá en el que supuestamente había dormido se encuentra completamente vacío. Camino hacia la cocina y todo está en su sitio, inmóvil, pensé que quizás pudo haberse preparado algo para desayunar antes de irse, pero no.
****
*Narra Colton*
"Bro, ¡tengo noticias!" Oigo la molesta voz de Jack desde la otra punta del apartamento.
"¿Qué pasa ahora?" Escupo.
"Vamos a ir a Londres, los dos." Mis ojos casi se salen de sus órbitas al oír eso.
"¡¿Qué?!" Pregunto atragantándome con el agua que baja por mi garganta.
"Lo que oyes. Anoche estuve hablando con mi padre que trabaja allí en una de las mejores empresas británicas y quiere que vayamos, podemos irnos esta misma tarde." Dice con una sonrisa de oreja a oreja.
¡Mis amores! Siento muchísimo tardar en subir y sé que el capítulo estuvo corto, pero he estado mala durante estas últimas semanas y no pude escribir, mil perdones.♥
Hoy es un día muy especial, hace un año que empecé FIRE y ay, muchísimas gracias a todos y todas por estar ahí, porque sin vosotros esto no podría haber sido posible, gracias por ser esa pequeña y a la vez tan grande familia, se os quiere muchísimo! Muchísimas gracias de todo corazón.
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Capítulo 8.
*Narra Colton*
Después de meses, mi horrible pesadilla empezaba de nuevo a producirse, volver ahí. No quería, no quería recordar jodidamente nada, porque sabía que al llegar todo me inundaría de ella, todo.
Agarré una fuerte bocanada de aire y la solté relajando mi cuerpo. Llevé mi vista a la ventana del coche y mi corazón se estremeció al hacerse todo tan conocido de nuevo. Ya estaba aquí, no había marcha atrás, todos los pensamientos bombardearon mi mente de forma brusca causándome un fuerte dolor de cabeza.
"Oye, ¿te encuentras bien?" Pregunta Jack enviándome una pequeña mirada sin apartarla de la carretera.
"Sí, es sólo que todo esto me puede..." Digo en un susurro.
"Bah, tonterías, nos lo vamos a pasar muy bien tío, los dos juntos, bueno, ahora con mi padre, pero es un tío enrollado." Dice con una sonrisa y sujetando el cigarro entre sus labios.
Agito la cabeza de un lado a otro y me dispongo a cerrar los ojos hasta llegar donde trabaja su padre, pero todavía hay algo que me sorprendía bastante, lo bien que se conocía Jack la ciudad, incluso mejor que yo.
***
"Colton, Colton despierta." Siento mi cuerpo moverse de un lado hacia otro con fuerza. Abro los ojos y me doy cuenta de que el coche se ha detenido y estamos parados frente a un enorme edificio que a saber de cuántas plantas contaba. Aparto a Jack de mi lado y me acomodo. Miro mi rostro al espejo retrovisor y es horrible, tengo los ojos hinchados de dormir, y tengo toda la pinta de estar agotado,
muy agotado.
"Vamos, mi padre nos espera." Dice y baja del coche, sin embargo yo tardo unos cuantos minutos más antes de seguirle.
Nos adentramos en aquel edificio tan increíblemente grande y caminamos a recepción, una joven muchacha con sonrisa pícara nos señala el ascensor para subir a la planta en la que se encontraba Scott Daniels, su padre.
Caminamos hacia éste observando cada zona por la que pasábamos. Presiona el botón con el número nueve dibujado en éste y con una gran rapidez ya estamos arriba y otra gran sala se abre ante nuestros ojos.
Una vez entrar en ésta otra chica en recepción nos recibe con una gran sonrisa, llevo mi vista hacia otro lado y me topo con un hombre no muy mayor caminando hacia nosotros y con la vista fija en Jack. Por la sonrisa que llevaba grabada en su rostro podría asegurar que era su padre, eran idénticos.
"¡Papá!" Grita Jack caminando hacia él y envolviéndolo en un fuerte abrazo a lo que él responde igual.
"Cuanto has crecido jodido." Dice entre risas.
"Bueno jaja, sólo un poquito." La mirada de su padre ahora está posada en mí. "Oh, éste es Colton, Colton Miller, mi mejor amigo." Dice con tono orgulloso.
"Encantado." Estrecho mi mano para agarrar la suya.
"Lo mismo." Mira mis ojos fijamente. "¿A qué le tienes miedo?" Pregunta y lo miro con los ojos bien abiertos, no me esperaba eso, me ha pillado con la guardia baja.
"¿Qué?" Lo miro frunciendo el ceño.
"Nada, me pareció ver miedo en tus ojos, pero no me hagas caso." Susurra.
"Estás loco, no le escuches." Me dice dándole golpecitos en la espalda
a su padre.
"Bueno chicos, siento dejaros, pero tengo que seguir con mi trabajo, voy a buscar las llaves de la casita que os voy a dejar, ahora vengo." Añade por último y se va.
******
*Narra Aya*
Pago al taxista y salgo a toda prisa cruzando el aparcamiento corriendo y pidiendo disculpas a todo aquel con el que me chocaba. Estaba llegando tarde, muy tarde y lo último que quería era perder el trabajo por mi impuntualidad.
Sujeté con fuerza mi cartera, la carpeta llena de archivos y entré con rapidez en el edificio saludando antes a la recepcionista como siempre.
Me monté en el ascensor y al llegar a mi planta corrí por el enorme pasillo chocándome con dos chicos jóvenes a los que ni siquiera miré a la cara. Me detuve en frente de la puerta de su despacho, nuestro, agarré aire y abrí la puerta. Estaba de pie dándome la espalda, sus manos jugaban con toda la pila de carpetas que había en los cajones.
Caminé sigilosa a mí escritorio, aun así sabiendo que se había percatado de mi presencia y de lo tarde que había llegado.
"Me gusta mucho esa falda, se ciñe perfectamente a tu culo." Dice con su ronca y sexy voz cuando me acomodo en mi silla giratoria.
No pronuncio palabra alguna puesto me parece muy brusco con sus palabras, ¿cómo tiene cara para decirme semejante cosa? Sin olvidar aquella vez cuando se fijó en mi sujetador.
Saco todos los papeles que tenía en la carpeta con la intención de hacer algo o simplemente estar distraída y evitar cualquier tipo de contacto con él.
Oigo sus pasos acercase a mí hasta que su enorme figura se posa a mi lado y corro la silla hacia atrás.
"¿No me vas ni a mirar? Llegas tarde al trabajo, no pides ni disculpas y ahora esto. ¿Qué te sucede muñeca?" Coloca sus manos a cada lado de mi escritorio y agacha su cabeza hasta mi altura.
"¡¿Qué te sucede a ti?!" Pregunto casi gritando. Me mira sorprendido y forma una traviesa sonrisa con sus labios.
"¿Te pongo nerviosa?" Su voz suena como un susurro.
"No, ¡déjeme en paz!" Añado antes de levantarme y empujarlo.
"Me encanta cuando me hablas de usted." Dice agarrando mis muñecas y colocándome contra la pared.
Su rostro está demasiado pegado al mío y puedo ver perfectamente el deseo y la lujuria en sus ojos, pero no, conmigo no.
"Suéltame o gritaré." Intento sonar amenazante.
"Me gustan las que gritan." Siento su tono sensual en cada palabra que dice.
"Eres asqueroso." Escupo.
"Pero tu cuerpo reacciona muy bien a mí." Pega su cuerpo más al mío.
"¡¿Qué?!" Intento empujarlo pero de nuevo fallo.
"Sé que estás mojada, déjame tocarte." Susurra en mis labios.
"No, ¿qué dices? ¡Suéltame!" Coloco la palma de mi mano en su rostro y lo empujo.
Sus dientes se apoderan de un trozo de carne de mi palma y lo muerden haciéndome gritar a lo que éste aprovecha y junta sus labios con los míos sujetando mi trasero con fuerza con la otra mano.
Sus labios succionaban con fuera los míos, coloqué mis manos en su pecho para empujarlo pero entonces cambió el ritmo de sus besos, esta vez eran delicados, suaves, saboreando cada parte de éstos, y me dejé llevar.
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Capítulo 9.
Una semana después de lo ocurrido con Tegan en la oficina, decidí no ir más a trabajar, no de momento. No sé cómo fui tan estúpida por dejarme llevar en el beso, debí pararlo, pero no podía negar que hasta yo lo deseaba.
Después de terminar de hacer la limpieza en la planta de arriba bajé a la cocina y empecé a preparar algo de comida. Estaba cortando en trozos la verdura cuando el timbre de la puerta me sobresaltó, dejé el cuchillo y caminé hacia la puerta.
Asomé la cabeza pero no había absolutamente nadie, la calle estaba completamente vacía. Cerré la puerta y me introduje en casa de nuevo, cuando me si la vuelta pegué un grito ahogado, ahí estaba, parado frente a mí observándome con esa sonrisa maliciosa.
"¿Qu...qué haces aquí?" Pregunté en un hilo de voz.
"Bueno, ya que una de mis empleadas ha faltado durante una semana al trabajo lo menos que podía hacer era preocuparme y venir a ver cómo se encuentr." Su mirada cada vez se hacía más intensa y sentía que pesaba.
Me aparté de la puerta y me dirigí a la cocina a terminar con lo que estaba haciendo minutos atrás.
"Estoy bien." Dije agarrando el cuchillo de nuevo.
"¿Estás segura? Te noto nerviosa, no sé." Añadió acercándose de nuevo a mí.
"Tú me pones nerviosa " Susurré deseando que no lo hubiese escuchado.
"Así que te pongo nerviosa, ¿verdad?" Su voz ahora sonaba más baja e intensa.
Su enorme figura esta vez estaba
pegada justo a mí lado y pegué un salto al sentir su mano en mi cintura.
"Déjame." Respiré hondo alejándome de él, pero éste me agarró del codo y tiró de mí hacia él.
"El otro día en la oficina no estabas así de gruñona." Colocó su mano debajo de mi barbilla y subió mi cabeza conectando nuestras miradas.
"Suéltame." Me moví entre sus brazos, pero era incapaz de escaparme.
"Vamos pequeña, a mí no me engañas." Me pegó más a su cuerpo.
"¡Te he dicho que me sueltes!" Grité empujándolo y golpeándole el brazo con la mano en la que llevaba el cuchillo, cosa de la que me había percatado justo en ese momento.
"Mierda, joder." Gruñó agarrándose el brazo, éste chorreando de sangre.
Miré hacia la mano que sujetaba y éste se encontraba tenido de un rojo brillante, lo tiré al suelo y lo miré horroriza sin saber qué hacer o decir.
"¿Te vas a quedar ahí observando cómo me desangro?"
"Voy a llamar a una ambulancia." Fue lo primero que se me pasó por la cabeza.
"¡No!" Gritó. "Llévame al salón, necesito sentarme." Corrí hacia él y le coloqué uno de sus nariz encima de mi homro y caminamos al salón cayendo uno encima del otro en el sofá.
"Lo...lo siento." Dije entre sollozos.
"Busca un botiquín o algo, date prisa." Dijo con dureza apartándose de mí.
Subí a zancadas las escaleras y me dirgí con prisa al baño. Empecé a tirar todo lo que había en el armario de baño hasta encontrar el botiquín de emergencias para luego bajar las escaleras corriendo.
Me coloqué de rodillas frente a el y abrí el botiquín sacando
vendas y alcohol para desinfectar la herida.
"Ayudame a quitarme la camiseta." Seguí sus movimientos y le quité la camiseta con cuidado.
El corte no muy profundo de la parte superior de su brazo izquierdo estaba palpitando de dolor.
Agarré un par de vendas y la botella de alcohol y me acerqué a él, pero éste me cogió de la cintura y me puso a horcajadas encima de él. Intenté ignorar su acción tan repentina y me dispuse a curarle lo que había provocado.
Después de varios quejidos por su parte al sentir el escozor del alcohol con la herida terminé, pero todavía seguía sentada encima de él.
Nuestras miradas se cruzaron y todo a nuestro alrededor desapareció, eramos sólo él, yo y lo que fuese que estuviese creciendo entre nosotros en ese momento.
Parpadeé y cerré los ojis al sentir su cálida mano sobre mi mejilla y antes de que pudiese abrirlos sus labios se posaron con dulzura sobre los míos.
Poco a poco me fue tumbando sobre el sofá hasta quedarse encima y entre mis piernas. Estiré los brazos hasta llegar a su cabellos y tirar delicadamente se sus rizos acercándolo más a mí haciendo más intenso el beso.
Nuestras bocas se movían al compás y ambas lenguas habían creado una lucha interior. Bajó su mano hasta el borde de mi camiseta y la metió por detrás erizándome la piel al sentir su tacto. Fui deslizando mis manos por sus hombros y sin querer presioné sobre la herida de la cual me había olvidado, éste emitió un grave sonido saliente del fondo de su garganta, pero sonaba tan bien, tan mágico,
excitante, tan él.
Sus manos ahora intentaban quitarme la camiseta, pero se las aparté y rápidamente me puse de pie separándome de él.
"¿Qué?" Me miró sorprendido e incorporándose en el sofá. Simplemente negué con la cabeza y volví a la cocina para recoger todo, se me había quitado el hambre.
"¿No vas a hacer de comer? Yo que pensaba quedarme." Su figura esbelta se encontraba apoyada en el umbral de la puerta de la cocina.
"No tengo hambre." Dije sin mirarle. Pude ver cómo una sonrisa traviesa se le formaba en los labios.
"Pues yo sí, y si no te importa voy a pedir algo." Se dio la vuelta y agarró el teléfono que había encima de la mesa del salón.
Subí al cuarto de baño y comencé a recoger todo lo que había tirando antes. Observé mi rostro en el espejo y me veía... ¿bien?, agité mi cabeza de un lado a otro y salí de ahí en dirección a mi cuarto.
Me tiré en la cama boca arriba con los brazos encima de la cabeza y mirando al techo, respiré hondo y cerré los ojos con fuerza dejándome invadir por lo que había ocurrido minutos atrás.
***
Estiré mis brazos en la cama y me di la vuelta y ahí estaba otra vez, pero ahora de espaldas y...¿rebuscando en los cajones de la ropa interior?
"¿Qué haces?" Me levanté de golpe.
"Nada, haciendo una inspección. Tienes una sección de braguitas muy intetesantes, creo que tendré que hacer una remodelación a ésto." Cogió una prenda fina rosa llena de dibujos de conejitos.
"¡No toques eso!" Salté de la cama quitándole la prenda de la mano.
"Eh, ten cuidado, suficiente con lo de antes." Hace un mohín con los labios. "Estás demasiado sexy cuando te enfadas." Pasa su dedo pulgar sobre mi labio, pero en ese momento el timbre de la puerta suena de nuevo e interrumpe el momento.
"Debe de ser mi pizza." Dice como un niño pequeño.
"¿Todavía?" Pregunto sorprendida. "¿Cuánti tiempo he dormido?"
"Unos diez minutos, pero esto no seguirá así cuando te tenga debajo de mí pidiendo más, ahí si que te dejaré profundamente dormida nena." Acerca su cara a la mía y sin previo aviso agarra mi labio inferior entre sus dientes y lo chupa, seguido introduce su lengua en mi boca sin dejarme oportunidad de besarlo y desaparece escaleras abajo.
Después de varios minutos colocando en su sitio la ropa interior que había desordenado me dispongo a bajar, entonces oigo una voz bastante conocida que hasta me da miedo, y después esa risa, no, no puede ser.
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Capítulo 10.
Salí de la habitación corriendo y bajé las escaleras dando zancadas, pero entonces Tegan ya había cerrado la puerta.
"¿Qui...quién era?" Pregunté mirándolo nerviosa.
"Uno de mis empleados, creo que lo conoces, Scott Daniels, me llamó porque necesitaba entregarme unos documentos y le dije que estaba aquí." Me muestra la carpeta de color azul oscuro que tiene en la otra mano. "Vino acompañado de su hijo y su amigo, muy simpáticos por cierto, aunque el amigo me resultaba bastante misterioso." Frunce el ceño.
Un escalofrío me recorrió la espalda por completo mientras seguía con los ojos clavados en la ventana.
"Oye, ¿te encuentras bien?" La confusión estaba teñida en su rostro.
"Sí." Sacudí mi cabeza de un lado a otro.
....
Tegan pasó toda la tarde en casa, pero se limitó a quedarse en el salón ya que me encontraba bastante cansada y preferí volver a dormir.
Sentía que mi cabeza iba a estallar, era sólo el maldito sonido de una risa, nada más, tenía que dejar de ser tan paranoica, debía dejar todo atrás.
Agarré la almohada que se encontraba bajo mi cabeza y me tapé la cara con ella para luego pegar un fuerte grito.
"¿Todo bien?" Entró con rapidez en la habitación.
"¿Todavía sigues aquí?" Me senté en la cama.
"No me he ido en ningún momento." Parado en frente de la cama, agarra mis tobillos y tira de mí hasta tenerme a su alcance.
"¿Qué?" Ladeo la cabeza hacia un lado.
"Me voy a tomar
una ducha, ¿te apuntas?" Su lengua ahora se asomaba humedeciendo su labio inferior.
"¿Por qué no te vas a tomar una ducha a tu casa?" Lo empujé colocándome de pie.
"No quieras obligarme a meterte conmigo." Coloca sus manos en el cuello de la camiseta y tira de ella hacia arriba.
No pude evitar mirarle a escondidas mientras giraba la cara hacia otro lado, aunque me sentía lo peor al ver la herida.
"Ven aquí." Me agarró desprevenida y me colocó encima de su hombro.
"¡Suéltame!" Mis pequeñas manos hechas puños golpeaban su enorme espalda, pero fue nulo.
Me sacó a cuestas de la habitación y entró en el baño cerrando con seguro para luego acorralarme en la pared.
"Esto va a ser intenso nena." Sentía su aliento cerca, tan cerca que me asfixiaba. Su pecho subía y bajaba debido a su entrecortada respiración.
"Por favor..." Supliqué.
"¿Por favor qué? ¿Que no te haga daño cuando esté tan dentro tuyo que no puedas ni respirar?" Mis ojos se salieron de su órbita, y al ver mi expresión una fuerte carcajada salió de su garganta haciendo que todo mi cuerpo temblara.
"Dime, ¿cómo te gusta?, ¿lento y tierno o rápido y salvaje?" Con cada palabra que pronunciaba mi boca se iba secando más, sentía que todo mi ser despertaba desde lo más adentro de mí.
Tragué saliva y cerré los ojos con fuerza durante una milésima de segundo y volví a mirarlo, sus ojos color avellana parecían llamas, y esa mirada una para mí, sólo para mí, me estaba mirando a mí de
esa forma, lo encendía por dentro, pero, ¿de verdad quería eso? Recuerdo la última vez que lo intenté, fue con Colton y no salió bien porque me hacía daño, y ni sé si llegué a perder mi virginidad, pero él no era Colton.
"No, no puedo." Susurré jugueteando con mis dedos.
"Vale, sal del cuarto de baño, quiero intimidad." ¿hola? ¿qué diablos le pasa a ese chico?
Oh vamos, ¿qué esperaba?, ¿que volviese a insistir o que me hablase de esa forma tan sucia otra vez? Que ingenua soy, aunque me encantaría volver a sentir mi cuerpo tan encendido como antes, era una sensación extraña, pero agradable. Tenía unas ganas enorme de meterme en el baño otra vez y dejar que me hiciese de todo, ¿pero se puede saber qué digo? Es mi jefe, y apenas lo conozco, ¿qué me está pasando?
***
*Narra Colton*
Era sábado noche y Jack tenía pensado llevarme de fiestas a conocer a alguien o simplemente a despejarme de todo, aunque estar aquí de nuevo me hacía recordar todo y me resultaba extremadamente difícil no pensar en ella, pero ya era un caso perdido, no sabía dónde estaba ni lo iba a saber jamás, lo tenía más que seguro.
Miré la mitad de mi rostro deforme, éste mayoritariamente curado, debía ser gracias a la crema que me recetó el médico o al hecho de ser un hombre fuego y realmente nada me podía quemar, me decabtaba más por ésto último, pero por suerte durante los últimos meses he logrado controlarlo gracias a la ayuda de Jack.
"Tío, date prisa." Se podía oler desde la otra punta de la casa el perfume
carísimo de Jack.
Me puse mi camisa blanca junto a mis vaqueros oscuros y mi chupa negra y me dirigí a la puerta principal donde el padre de Jack nos esperaba para entregarnos las llaves del coche.
"Cualquier cosa estoy en mi apartamento del centro, conduce con cuidado granuja." Rodea a su hijo por encima de hombro.
....
"Dios, este sitio es increíble." Dice Jack con sorpresa al entrar en la enorme discoteca.
"Creo que mejor me quedo fuera." Grité en su oído por encima de la música.
"Oh vamos Colton." Me guiñó un ojo mientras se iba adentrando más acompañado de una morena de pelo rizado.
No me quedó remedio, así que entré dentro del establecimiento y pedí un trago de lo más fuerte que tuviesen, necesitaba olvidar.
***
*Narra Aya*
Lenna, la única de mis compañeras de trabajo con las que me llevaba bien y coincidía en la cafetería a la hora de comer, iba celebrar esta noche su despedida de soltera y nada más y nada menos que en una discoteca del centro, el Brixton Jamm. Sinceramente no tenía muchas ganas de salir de fiesta, pero desde que había llegado aquí no hacía nada más que leer todas las noches y quedarme sola en casa, y además era una buena oportunidad para hacer buenas migas con las otras compañeras.
....
"¡Toda pasarlo bien chicas!" Exclamó Lenna contoneándose con su mini vestido rojo.
Mi vestido sin embargo llegaba más o menos hasta las rodillas, era de color negro, sin mangas y con la espalda abierta. era la primera vez que me vestía con tan poca ropa, algo muy incómodo para mí, pero me veía guapa y eso era lo importante.
Nos abrimos paso entre toda la multitud de gente que contoneaba sus cuerpos al ritmo de la música hasta llegar a la barra y una de las chicas pidió no sé qué bebida.
"Vamos muñeca, muévete así." Se escuchaba de fondo una voz distorsionada por el alcohol. Empecé a pensar que ahora sí estaba paranoica, escuchaba a Colton por todos lados, la risa, aquella voz.
Me levanté de los taburetes de la barra y seguí en dirección hacía esa voz, pero justo cuando se oía más cerca sentí como alguien me agarraba de la cintura y tiraba de mí hacia atrás pegándome a él.
"Parece que te has perdido, ven conmigo que yo te llevaré a un sitio seguro." No podía ver su rostro perfectamente a causa de la tenue luz que había, pero apestaba a alcohol y resultaba asqueroso.
"¡Déjame!" Grité empujándolo e intentando zafarme de él, pero era imposible.
Me volvió a agarrar esta vez con más fuerza y se adentró en una sala oscura o lo que fuese, completamente insonorizada.
Empecé a dar gritos y pegar golpes en la puerta, pero todo fue en vano, y justo cuando encendió las luces apareció la figura de una persona atacándole por detrás.
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Capítulo 11.
Mi cuerpo se congeló al descifrar el rostro de aquel individuo, no podía respirar, la sangre retumbaba presionando con fuerza en cada parte de mi ser.
Observaba muda la escena, la botella de cristal chocando contra la parte trasera de la cabeza del otro individuo y éste cayendo inconsciente al suelo, sin embargo mi atención la había captado el otro.
Sus ojos estaban hinchados y rojos y sentía que de un momento iba a caer en el suelo, estaba borracho, pero eso era lo de menos, su mirada cada vez se hacía más intensa y sentía miedo, pero, ¿por qué?
"¿Aya?" El tono de diversión y los efectos del alcohol estaban teñidos en su voz.
Creo que mi cara de sorpresa y a la vez temor era de película, no, no podía ser, negué con la cabeza y cerré los ojos con fuerza, pero esto no era un sueño, estaba ahí, delante de mí.
"J..Jack..." Susurré en un hilo de voz a la vez que me iba recomponiendo.
Un silencio incómodo cayó encima de nosotros, ninguno era capaz de decir palabra, almenos por mi parte, él parecía pensativo, como si estuviese buscando las palabras adecuadas decirme algo, pero entonces una carcajada estalló desde el fondo de su carganta y me sobresalté.
"¿Sabes? Justo había venido con un amigo a olvidar las penas y pasarlo bien y apareces aquí, es muy curioso todo." Su cuerpo empezó a tambalearse y se dejó caer sobre el sillón del cual había notado su existencia justo en ese momento, nos encontrábamos en una pequeña sala de estar con un mini bar al fondo de ésta y adornada con pósteres de muchachas poco vestidas, y no olvidar el enorme
televisor que yacía colgado en la pared en frente de el sillón y el enorme sofá de piel. ¿Qué demonios hacía analizando la habitación? Me acaba de decir que había venido con un amigo, ¿qué amigo? Mi pulso empezó a acelerar de manera descontrolada y sentía que mi cuerpo en nada iba a golpear el suelo.
Necesitaba preguntárselo, necesitaba aclarar el infierno de ideas que atormentaban mi mente, pero entonces, como si hubiese leído mis pensamientos, siguió hablando. "Sí Aya, es él, está aquí, pero no para ti, ya no más, has hecho demasiado daño." se detiene y coloca su cuerpo conforme al sillón, rebusca en los bolsillos de su chaqueta y saca un paquete de tabaco, coloca uno entre sus labios, lo enciende y guarda el resto de nuevo. "Está fuera, bailando, pasándolo bien con la que se le cruce, como debía de haber hecho hace tiempo." Un recuerdo me golpeó la cabeza, aquella voz que había escuchado minutos atrás era él, mi garganta se secó, mi vista empezó a nublarse a causa de las lágrimas que amenazaban por salir, pero no podía derrumbarme, no delante de él, suficiente humillación tenía ya. "Aléjate." Y con eso último acabó conmigo.
El sonido que emitió mi corazón al romperse fue tan desgarrador que me quiebré por completo. Caí de rodillas al suelo con la cabeza agarra entre las manos, los recuerdos se iban disipando en mi mente, lo único que me quedaba de esperanza, de vida, había sido arrollado, sólo quedaba yo, en el fondo de ese oscuro túnel. No podía alguien como él venir y llevarse todo por delante y dejarme
así, sin más.
Me incorporé con lágrimas en los ojos y miré a Jack, que me observaba con una mirada divertida y expulsando el humo de tabaco por su boca.
Estiré mis pequeñas manos al pequeño cinturón que mantenía los zapatos de plataforma sujetos a mis pies y lo desabroché haciendo lo mismo con el otro, los sujeté con fuerza entre mi pecho y salí de ahí corriendo golpeando por el camino a varias personas que bailaban descontroladamente, no pensé en darme la vuelta para avisar a Lenna ni para buscarlo a él, simplemente quería huir, quería huir del dolor y de la única persona que era capaz de sanarlo.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir el frío suelo de la calle bajo mis descalzos pies, pero no me importó, seguí corriendo.
Estaba en el centro de la ciudad pero no me importaba, tampoco tenía pensado volver sabiendo que él ya estaba aquí, necesitaba ir lejos, escapar de esa pesadilla. Soñé tanto con este día, con volverlo a ver o saber algo sobre él y para esto ha valido mi espera, para que me den un golpe en toda la cara, maldita ingenua.
"Él está aquí, pero no para ti", "has hecho demasiado daño", "aléjate." Esas palabras retumbaban una y otra vez en mi cabeza destrozándome si es que había algo más por destrozar.
....
Seguí andando en la penumbra de la noche durante varias horas más, no recuerdo cuántas exactamente, ¿tres?, ¿cuatro?
Mis brazos eran lo único que podían cubrirme del frío
y el viento que soplaba, pero no era suficiente y menos con las pintas que llevaba.
La calle estaba completamente vacía, debía de ser muy tarde porque no había rastro de tienda abierta o de coche circulando por la carretera.
El miedo empezó a invadir mi cuerpo, estaba sólo acompañada de la luz que emitían las farolas y de la blanca luz de la luna, pero estaba sola y al mirar a mi alrededor me di cuenta de que estaba perdida. Me encontraba en una zona bastante alejada del centro y no tenía ni idea de cómo había llegado hasta ahí. Me detuve en seco durante unos segundos y una voz que provenía de lo lejos me cegó por completo, era un coche, tenía una pequeña esperanza de que se fuese a detener, pero no lo hizo, pasó de largo y no me quedó otra que seguir andando hasta llegar a donde quiera que sea, pero entonces unas luces reflejaron perfectamente mi sombra grabada en el suelo, me di la vuelta para ver de dónde provenía esa fuerte luz y vi cómo el coche echaba marcha atrás hasta llegar a mí. Retrocedí varios pasos ante su cercanía y observé a través del oscuro cristal que separaba al individuo de mí.
"Hola preciosa, ¿te has perdido?" Un hombre de cabeza rapada y de apariencia corpulenta me miraba por encima de sus gafas de sol, ¿quién llevaba gafas de noche? Estaba paralizada frente a él, el hombre apartó la vista de mí y me pareció escuchar un intercambio de palabras con otra persona dentro. Mi cuerpo reaccionó justo en el momento en el que escuchó la otra puerta del coche abrirse y
no dude ni un sólo segundo más para echar a correr con las pocas fuerzas que me quedaban.
Otro hombre de su mismo tamaño pero éste de piel morena me seguía a toda prisa casi alcanzándome y sentía que con sólo alargar el brazo podía atraparme.
Estaba agotada, mis piernas no daban para mucho y podía sentir la muerte cerca o almenos tenía ese sentimiento.
No sabía hacia dónde corría, pero no me quedaba otra que meterme en un callejón lejos de su vista y esconderme tras los cubos de basura que había. Me senté y apoyé mi espalda en la fría y húmeda pared, abracé mis rodillas e intenté controlar mi respiración para que no fuese audible. El sonido de los pasos cada vez se oía más cerca y mi cuerpo no dejaba de temblar, mis dientes chocaban unos con otros por culpa del frío y el miedo, pero entonces se detuvo, sólo se escuchaba su respiración agitada, ya me daba por muerta, no había marcha atrás. Empecé a rezar para mis adentros, todo esto era mucho en una sola noche y no daba para más, pero justo cuando estaba a punto de dar otro paso más y alcanzarme el sonido de las ruedasbde un coche derrapando en el suelo nos sobresaltaron a ambos, su amigo le gritaba desde lo lejos que lo dejase estar y que se diese prisa que tenían algo más importante pendiente por ahí cerca.
Hasta que el coche no desapareció no pude respirar con alivio, pero no me apresuré a salir de mi cobijo porque se podría tratar también de una trampa, así que intenté asomar mi cabeza por detrás
del cubo de basura, y no había nadie, absolutamente nadie.
Me despegué de la pared con cuidado y caminé con despacio hacia la entrada del callejón que daba a la carretera y miré a ambos lados, no había nadie, alcé mi vista al cielo y agarré una fuerte bocanada de aire, pero mi momento de paz fue interrumpido por el estruendo de un motor, se podría que varios, en marcha.
Volví a mirar la carretera y eso estaba completamente vacío, entonces me di cuenta de que provenía del fondo del callejón, pero se oía lejos, de seguro que estaba desde antes sólo que no me había percatado de ello por el miedo.
Me atreví a seguir aquel alboroto, con miedo, pero lo hice, no todo el mundo tendría que ser malo y por suerte me encontraba con alguien que me llevase de vuelta a casa, si ésto era realmente lo que me traía huir, preferiría no seguir haciéndolo, almenos no de noche.
El callejón era demasiado estrecho y apestaba a alcantarillado y basura, pero no tardé mucho en llegar al final de éste y observé con curiosidad lo que había frente a mí, era un descampado, lleno de gente que bailaba y bebía de forma descontrolada. La música era tan fuerte que podía sentir los golpes en mi cabeza, ésta reproducida a todo volumen en uno de los coches que había en la carretera.
Observé más detenidamente y entonces la realidad me golpeó, no era una fiesta sino una carrera de coches ilegales, aquello estaba lleno de coches aparcados pero a lo lejos y sólo dos ocupando la carretera, estos con conductor incluido.
Una chica que vestía con un top dorado por encima del ombligo y shorts, más bien bragas, también del mismo color empezó a gritar en voz alta y la gente empezó a esparcirse por todo el lugar dejando el campo de vista de los coches libre. Alguien de la nada apareció y le entregó a la muchacha una banderilla de cuadros blancos y negros y ésta se colocó en el espacio que quedaba entre ambos coches, los dos con cristales polarizados, por lo que era difícil saber quién se encontraba dentro.
La gente empezó a amontonarse y comenzaron a gritar el nombre de los participantes. El suelo me comenzó a dar vueltas mientras la gente seguía gritando cada vez más fuerte, tenía las piernas agotadas, mi cuerpo no era capaz de rendir más y caí, golpeándo mi cabeza contra el duro suelo.
"!Tegan, Tegan!" Oía gritar a la gente, pero sus gritos cada vez eran más lejanos, hasta que ya no pude escuchar nada más.
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Capítulo 12.
El dolor que residía en mi cabeza era horrible, sentía una presión tan fuerte que parecía que iba a estallar dentro de nada. Empecé a dar vueltas sobre mí misma encima de la superficie sólida, pero blanda, en la que me encontraba. Parpadeé varias veces hasta tener la vista clara. Me encontraba tirada en una cama redonda enorme, dentro nada más ni nada menos que de una habitación bastante lujosa, amplia y agradable, las vistas eran impresionantes, se veía todo Londres.
Me incorporé en la cama y analicé la habitación por segunda vez, las paredes eran de un azul claro con pequeños cuadros de color blanco y negro. Justo enfrente de la cama se encontraba una mesa sosteniendo un televisor que ocupaba casi la pared completa y al otro lado de la cama, había un gran armario de pared con puertas correderas.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me tapé rápidamente, pero entonces caí en la cuenta de que sólo llevaba una camiseta de dormir puesta, y ésta de hombre.
Miré a mi alrededor asustada en busca de mi ropa, pero al dar un paso fuera de la cama, una puerta de la que no me había percatado, se abrió, ésta justo al lado del armario y de la entrada de la habitación. De ésta salió él, cabizbajo, agitando su húmedo cabello y con el cuerpo lleno pequeñas gotitas de agua que resbalaban por su torso hasta llegar a la cintura, cubierta por una fina toalla blanca.
"Tegan..." Susurré para mí misma.
"Buenos días." Levantó la vista hacia mí y la aparté rápidamente. "¿Te pone nerviosa verme así?" Añadió en un tono divertido mientras caminaba hacia
la cama.
"¿Qu...qué hago aquí?" Pregunté jugueteando con mis dedos y mirando en dirección a la venta evitando contacto visual con él.
"¿Qué hacías anoche dando vueltas por la calle a esas horas?" Su tono ahora era frío y duro.
"Te he preguntado yo primero." Espeté volviéndome hacia él y encontrándome con sus enormes ojos color avellana fijos en mí. Se encontraba arrodillado delante de mí con el peso puesto sobre sus puños que le sujetaban.
"Te encontré desmayada por ahí." Respondió apartando la vista.
"¿Por ahí?" Volvió la vista hacia mí y no pensé en volver a preguntar nada, estaba enfadado, bueno, más que eso.
"Estás en mi apartamento." Añadió después de un minuto de silencio. Se incorporó mejor en la cama y acercó su cara a la mía, cerré los ojos pensado que debido a su cercanía me iba a besar, pero no lo hizo, rozó mis mejillas con su nariz y luego se dirigió a mi cuello, entonces se detuvo, lo único que sentía era su aliento chocar contra éste erizándome la piel. "Eres realmente bonita." Dijo con voz ronca y todo mi cuerpo se estremeció.
Sus caricias eran tan delicadas y a la vez lejanas que me estaba poniendo nerviosa.
"¿Y mi ropa?"Aclaré mi voz. Tonta, tonta, ¿no había mejor cosa que preguntar en ese momento?
"No pensaba dejarte dormir con ese vestido, que por cierto te quedaba de muerte." Sentí su sonrisa todavía sobre mi cuello.
Lo miré de reojo y en ese momento él también lo estaba haciendo. Aparató su cara de mi cuello y en un rápido movimiento agarró mi cara y me besó.
Sus besos eran tan desesperados que eso
me mataba más, colocó su mano en la parte baja de mi espalda y me tumbó, colocándose encima.
Su lengua quería desesperadamente abrirse paso entre mi boca y se lo permití. Coloqué mis manos alrededor de su cuello y tiré de sus cabello húmedo, un pequeño gemido se escapó del fondo de su garganta explotando en el interior de mi boca. Sus guresas manos me agarraron desprevenida por el trasero y rodeé su cintura con mis piernas.
"Me encantaría tenerte toda desnuda en la bañera, mojada, cubierta de jabón, sólo mía." Su mirada ahora era intensa y pesada, llena de deseo.
Nuestros labios estaban separados por una milésima de distancia, sus labios habían adoptado un color rojo y estaban hinchados.
Se aparató de mí y se tumbó en el otro lado de la cama tirándome con él. Enredó su brazo a mi cintura y me pegó a su pecho. Comencé a trazarle dibujos en la piel con el dedo y a juguetear con las gotas de agua que goteaban de su pelo y caían sobre su cuerpo.
Alcé la vista hacia él y su mirada desprendía amor y ternura, algo dentro de mi pecho se encogió y me escondí entre sus brazos.
"Oye, ¿qué pasa?" Agarró mi cara y me obligó a mirarle.
"Que tengo hambre." Dije como una niña pequeña.
"Sí, será eso." Una enorme sonrisa se formó en su cara y no pude evitar sonreír también.
....
"¿Te puedo observar mientras te cambias?" Preguntó mordiéndose los labios.
"No Tegan, sal." Lo empujé fuera de la habitación y cerré la puerta. Caminé al baño y me miré en el espejo, estaba feliz y no paraba de sonreír. ¿Qué me estaba pasando? Entonces el recuerdo
de anoche me golpeó, pero no iba a dejar que me arruinara el día, Colton estaba haciendo su nueva vida, ¿acaso yo no tengo derecho a hacer lo mismo? Claro que me dolía tener que enterame de esa forma, de que ya no le importaba, pero esta mañana, mientras estaba con Tegan, todo lo malo había desaparecido, por minutos, pero lo había hecho.
Me sequé mi cabello mojado y me quité la toalla que envolvía mi cuerpo. La mañana había pasado muy rápido y Tegan no dejaba de insistir que era él quien me quería duchar, pero eso es algo muy íntimo, y nosotros no eramos nada como para llegar a tal.
Terminé de colocarme el vestido de anoche y salí de la habitación en su busca. El salón era enorme, con un gran ventanal igual que en la habitación, lleno de sofás blancos más que lujosos y muebles carísimos, la cocina era pequeña pero más que bonita y se encontraba abierta al salón, sin embargo no estaba por ningún lado.
Al fondo había otra puerta que supuse que era su despacho o algo parecido y caminé hacia éste, di dos golpes en la puerta e inmediatamente la abrió, estaba vestido de traje, pero se quitó la chaqueta al verme y me la colocó encima porque hacía mucho frío. Tenía que adimitr que la camisa blanca y los pantalones negros le quedaban estupendamente y lo hacían más sexy.
"Vamos a pasar por el trabajo que tengo que coger unos papeles y luego te llevo a casa." Besó mi frente antes de agarrar mi mano y entrelazar nuestros dedos.
....
"¿Quieres quedarte en mi casa?" Ofreció a mis espaldas mientras metía la llave en la cerradura de casa.
"No Tegan, además está tu madre, ¿qué pensaría?" Abrí la puerta y me introducí dentro seguida de él.
"Ya bueno..." Se apartó los rizos de la cara.
"¿Quieres un café?" Pregunté caminando hacia la cocina.
"Te quiero a ti." Respondió y sonreí sin darme la vuelta hacia él.
"Por cierto, ¿tu madre está siempre en casa sola? Digo yo, ¿no hay noticias de tu padre?" Eché un vistazo al salón y su cara había cambiado completamente, que daba miedo. "Tegan, ¿pasa algo?" Caminé hacia él con preocupación, pero se alejó de mí y agarró el aparato que ni dejaba de sonar en su bolsillo.
"¿Qué?" Dijo en un tono duro y desagradable. "Te he dicho que no me llames a estas horas...vale, no me importa, ya hablaremos más tarde de lo de anoche, adiós." Escupió y colgó la llamada.
"Lo de anoche son las carreras ilegales, ¿verdad?" Pregunté con miedo.
"¡Ocúpate de tus cosas!" Gritó saliendo por la puerta y dando un fuerte portazo.
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Capítulo 13.
*Narra Colton*
El interior de mi cabeza se comprimía y contraía de forma violenta. ¿Dónde estaba? Froté mis ojos con la palma de la mano y los abrí, parpadeé varias veces para darme cuenta de que no me encontraba en la habitación de la casa del señor Daniels. Me removí incómodo en la cama en la que me encontraba, pero medio cuerpo femenino estaba expuesto encima de mi dorso desnudo. ¿Qué demonios? No recordaba absolutamente nada y el dolor se estaba haciendo cada vez más fuerte y prolongado.
"Mmm..." Gruñó por debajo la chica y levantó su vista para mirarme. "Buenos días." Dijo mordiéndose el labio inferior.
"¿Qué es ésto? ¿dónde estoy?" Pregunté apartándola con cuidado.
"Es lo que ves." Respondió con una risa tonta.
"Debo irme." Me levanté de la cama y busqué mi ropa con la mirada hasta dar con ella en una esquina de la habitación.
"¿Te vas ya?" Se acercó a mi con el cuerpo rodeado por la sábana.
"Ésto no debió haber pasado." Dije furioso.
"¿Qué te ha pasado en la cara?" Acercó sus dedos a la zona lastimada de mi rostro y los aparté.
"No me toques." Agarré mi chaqueta y salí de ese lugar.
El aire fresco del día impregnaba cada centímetro que cubría mis pulmones. Maldita resaca, maldito Jack por dejarme solo, maldito todo. Las imágenes de anoche aparecían en mi mente en forma de rompecabezas, pero mi mente no estaba centrada en la fiesta, sino en la chica, caí en la cuenta de que supuestamente había pasado la noche con ella, pero no le había hecho daño, la última chica con
la que lo intenté salió lastimada, Aya..., pero ella no, no mostraba signos de quemaduras o cualquier cosa, eso quería decir que me estaba controlando o que almenos estando hasta los huesos de alcohol me dejaba llevar. Sacudí mi cabeza y me centré en qué camino tomar, si volver a casa o a la oficina siendo casi las tres de la tarde y haber más posibilidades de encontrarles.
Las puertas del edificio Lloyd's se abrieron automáticamente al aparecer, el brisa fría que emitía el aire acondicionado me erizó la piel.
Caminé hasta el ascensor y subí a la planta en la que trabaja el padre de Jack, pero estaba desierta. La chica de recepción tampoco se encontraba en el lugar.
Me senté en uno de los sillones y rebusqué mi teléfono en la chaqueta, marqué el número de Jack pero no lo cogía.
"Maldito inútil." Me pasé las manos por la cara.
"Perdone señor, ¿a quién espera?" Una chica de cabello casi dorado y vestida completamente de azul apareció frente a mí.
"Estaba buscando al señor Daniels, no sé si estará por aquí." Dije levantándome del asiento.
"Sí, pero en estos momentos se encuentra en una reunión, si desea esperar puede hacerlo." Añadió con una sonrisa antes de desaparecer por uno de los pasillos.
Después de que otra chica me ofreciera un café se fueron y me quedé solo de nuevo. Empecé a juguetear con el dobladillo de las páginas de las revistas que supongo que fueron vistas por alguien igual de impaciente que yo y que no tuvo más que dejarla a medias, pero entonces un teléfono empezó a sonar, decidí pasar el rato y seguí el sonido hasta dar con el aparato detrás de uno de los sofás.
/>*Llamada perdida de Aya* indicaba parpadeando la pantalla cuando dejó de sonar. Miré el teléfono con el ceño fruncido y pensé en volver a llamar yo, manteniendo la esperanza de que fuera ella, pero esperé a que volviera a sonar y cuando lo hizo no dudé en cogerlo.
"Hol..." No alcancé a terminar cuando alguien me interrumpió.
"¿Qué haces con mi teléfono?" Un chico de cabello rizado de la misma altura que yo y vestido con traje de pies a cabeza me miraba enfadado.
Se lo entregué mirándole con curiosidad y se fué.
....
Después de pasarme una hora esperando al padre de Jack tuve que volver a casa para ver al jodido de mi amigo.
"Hola." Dije entrado en casa, pero no hubo respuesta como esperaba. Caminé al cuarto de Jack pasando antes por el salón que permanecía vacío.
"Hey, hola bro." Saludó con la cabeza haciendo abdominales en el suelo. "¿Qué tal has pasado la noche?" Golpeó mi brazo cuando se levantó del suelo.
"Te dije que no quería acercarme a ninguna mujer, no ahora." Dije apretando los puños.
"A mí no me digas nada, échale la culpa al alcohol amigo, además, te viene bien cambiar de aires, olvida a Aya de una jodida vez tío, te lo digo de verdad." Palmeó mi hombro.
"Tú no me dices lo que debo hacer o no." Escupí furioso y salí de la habitación.
***
*Narra Aya*
Sé que no debía haber preguntado por su padre, pero tampoco hice algo malo como para que me cogiera la llamada y luego colgara. Me tiré en el sofá y cerré los ojos con
fuerza, eran sobre las diez de la noche y pensé que vendría, no sé...
Coloqué el cojín correctamente debajo de mi cabeza y me dispuse a dormir un poco.
Llamas, todo a mi alrededor eran llamas. Estaba en una carretera oscura y desierta en medio de un círculo de fuego, pero no quemaba, esta vez el dolor venía de dentro, desde muy el fondo de mi alma y ardía con tal brutalidad que el calor que emitía el fuego de fuera parecía insignificante.
El interior de mi pecho comenzó a doler, justo en el corazón, era leve, pero cada vez iba aumentando, entonces las luces de dos coches cada uno a un lado del círculo me cegaron, y cuando el faro de luz logró disminuir no pude descifrar bien que se encontraba en cada automóvil.
El rugido de los motores, que habían estado apagados hasta entonces, volvió a sonar y cada vez que aumentaba el dolor en mi pecho se hacía más tortuoso hasta que llegó el punto en el caí rendida en suelo, gritando y con las manos sobre el pecho.
"Aya, Aya despierta." Aquella voz tan lejana cada vez se escuchaba más clara. Abrí los ojos y me encontré con Tegan mirándome con preocupación.
"¿Qué pasa?" Pregunté medio adormilada y sintiendo la frente húmeda por el sudor.
"Has tenido una pesadilla, pero estoy aquí, tranquila, va a estar todo bien, ¿quieres seguir durmiendo en el sofá o te llevo a la cama?"
"Cama." Susurré antes de volver a cerrar los ojos.
....
Los fuertes golpes que recibía una puerta me sobresaltaron, miré a mi alrededor y estaba sola. Me levanté con cuidado y bajé, pero no tocaban en mi puerta, me acerqué a la ventana del salón y observé a través de las cortinas la casa de Tegan, es de ahí de donde provenía el estruendo, pensé que quizá estuvieran haciendo reformas, pero los dos Audi A4 color negro que estaban estacionados en la acera no confirmaron mi suposición. Un hombre bastante parecido al cabeza rapada que me paró aquella noche y vestido completamente de negro golpeaba con fuerza la puerta de su casa pero nadie atendía. Volvió a dar unos cuantos golpes más y como si se hubiese sentido mi mirada se giró y camino hacia mi dirección, corrí la cortina rápidamente y me metí en la cocina.
"¡Sé que estás ahí, abre desgraciado!" Me tapé los oídos y me senté en el suelo a que todo pasara, deseando que no tirase la puerta de una patada.
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Capítulo 14.
Los golpes en la puerta cada vez se hacían más fuertes y por un momento pensé que ésta iba a ser derribada.
Y ya no se escuchaba nada, solamente mi agitada respiración. Caminé hasta la ventana y eché un vistazo rápido para ver si aquellos hombres se habían ido pero el coche seguía ahí.
Estuve a punto de darme la vuelta cuando alguien me agarró por detrás. Solté un pequeño grito pero Tegan me cubrió la boca con su mano rápidamente y me subió a rastras por las escaleras.
"¿Qué te pasa? ¿Estás loco?" Lo empujé al llegar a mi cuarto.
"Cállate y recoge tus cosas." Corrió hacia mi armario y empezó a sacar de éste varias prendas para luego depositarlas en una pequeña maleta.
"¿Qu-Qué? ¿Nos vamos? Oh sí, ahora sí qué estás loco. ¿Se puede saber qué pasa?" Dije enfadada y cruzando los brazos delante de mi pecho.
"Joder Aya, no pongas esto más difícil, esos hombres de ahí fuera vienen a por mí."
"Vienen a por ti, no a por mí, ¿qué has hecho y por qué me tengo que ir yo también?" Apoyé mi espalda en la pared mientras observaba como agarraba más prendas.
"Bueno...no quiero estar solo y aburrido, en compañía se hace todo mejor." Alzó la vista y sus ojos se clavaron en los míos mientras se mordía el labio inferior.
Agaché la cara rápidamente porque sabía que mis mejillas me estaban delamtando y corrí a ayudarle.
....
"¿Me dirás ahora por qué hemos huido?" Pregunté jugueteando con mis dedos.
Salimos por la puerta trasera por la cual había entrado
Tegan también y nos montamos en su coche para luego salir disparados por la carretera donde quiera que fuéramos a ir.
"No de momento, necesito ordenar todas las cosas que tengo en la cabeza, pero te lo diré... supongo." Apretó tan fuerte sus manos en el volante que sus nudillos se tornaron blancos.
No volví a preguntar nada ni a intentar mantener una conversación con él.
Después de tres largas hora llegamos a una pequeña casita muchísimo más alejada de la ciudad que donde vivía antes.
"¿Dónde estamos?" Pregunté mirando al rededor desde la ventanilla del coche.
"A salvo." Respondió saliendo de éste y cerrando la puertas detrás de él.
Nos encontrábamos en un pequeño vecindario, no podría decir exactamente las casas a cada lado de la carretera, pero no eran muchas. Al final se veía una hilera de árboles que daban el aspecto de estar perdiendo la carretera que llevaba hasta ellos.
Salí del coche y me coloqué a su lado mientras saca mi maleta y entramos juntos a la casa.
Dentro era como una casita rústica, con un sofá marrón oscuro en frente de una chimenea con restos de madera quemada y el televisor más arriba. De las paredes sobresalían piedras dándole más magia a ese toque rústico. Detrás de la el sofá se encontraba el espacio donde estaba la mesa junto a cuatro sillas, la cocina de fondo, a la izquierda un cuarto de baño y justo antes de llegar a éste, estaban las escaleras que llevaban a la planta de arriba.
Me guió hasta el que iba a ser nuestro cuarto y dejó mis cosas encima de la cama matrimonial y empezó a desprenderse de su traje
de trabajo hasta quedarse en camiseta de tirantes.
No puede evitar no mirar aquella escena, pero me hice la tonta con el teléfono cuando giró en mi dirección mientras se cambiaba de pantalone para ponerse unos de pijama cortos de color gris.
"¿No te vas a cambiar?" Dijo de espaldas mientras colocaba su traje en el perchero.
"¿Pa-para qué?" Dije tragando saliva.
"No sé, para estar en casa, ¿o tienes pensado salir?" Arqueó una ceja.
"Más tarde." Levanté la vista para encontrarme con unos ojos muy intensos fijos en mí.
"Vamos Aya, te puedo ayudar si lo que tienes es pereza." Empezó a acercarse lentamente hacia mí hasta que mi espalda chocó contra la pared.
Arqueé la espalda como en respuesta a su tacto en mi trasero pegándome más a él.
"Me encantas." Susurró encima de mis labios. "Pero prefiero dejar lo mejor para el final del día." Me soltó de su agarre y salió del cuarto dejándome sola.
....
Después de haber descansado un poco y ordenado mis cosas, bajé a ver qué estaba haciendo Tegan.
El salón estaba impregnado de un olor delicioso, pero no de comida justamente, no provenía del salón, sino del baño a mis espaldas.
Quise dirigirme a éste y ver qué estaba haciendo, pero la idea que se me cruzó por la cabeza hizo que toda mi temperatura corporal aumentara de forma exagerada.
"¿Te encuentras bien?" Preguntó sacándome de mi fantasía erótica. "Estás muy roja, ¿no tendrás fiebre?"
"No, no, estoy bien." Dije dándome la vuelta.
"Hey, espérate.
No tan rápido muñeca." Rodeo mi cintura por detrás pegando mi trasero a sus caderas. "Tengo hambre." Dijo con voz ronca y empezó a depositar pequeños besos en mi hombro.
"Mmm..." Gemí.
"Ven." Enttelazó nuestros dedos y me introdujo en el baño.
Mi corazón empezó a ir a mil por hora y a chocar contra mi caja torácica de forma brutal. El sudor empezaba a caer como lluvia por mi frente y no dudé en soltar su mano para que no lo notara.
La bañera redonda estaba llena de espuma con un todo rosada y los alrededores de la bañera con velas perfumadas.
"No tengas miedo" Dijo en voz baja. Colocó sus manos en mi espalda, al final de mi camiseta y la levantó por encima de mi cabeza. Agarró mi cabello e hizo una bola con éste y lo sujeto con una goma.
"Sólo nos vamos a bañar, ¿vale?" Volvió a besar mi cuello.
"Y-yo, no puedo..." Tartamudeé nerviosa mientras buscaba con los ojos mi camiseta.
"Aya, tranquila, báñate con la ropa interior puesta, si quieres." Apoyó su cabeza en mi hombro y por un momento me sentí tranquila, pero, ¿realmente estaba preparada para bañarme con él?
Respiré profundamente y me giré repentinamente para encontrarme con su rostro preocupado, y lo besé. Agarré su cara entre mis manos y lo besé como aprobación.
"Con ropa interior." Dije tímidamente. Asintió con la cabeza y siguió besándome y deshaciéndose de las prendas principales.
Agarró mi pequeño trasero entre sus manos y rodeé su cintura con mis piernas.
Me condujo con cuidado hasta la bañera y me depostió delicadamente en ésta.
"Ven." Hizo una seña con sus dedo para que me metiese entre sus piernas.
Mi espalda estaba pegada a su pecho desnudo y mis dedos jugueteaban con la espuma que nos cubría casi todo el cuerpo.
"Tienes una espalda realmente bonita." La acarició de arriba hacia abajo erizándome la piel. "No estés nerviosa, no va a pasar nada." Susurró en mi oído.
"Es demasiado pronto, todo está sucediendo muy rápido, y ni siquiera sé que somos." Dije cabizbaja.
"¿Qué quieres que seamos?"
"No sé, dímelo tú." Dije mirándole a los ojos.
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Capítulo 15.
Habían pasado casi dos semanas después de que Tegan y yo nos marchamos de aquella casa. Él no había vuelto a trabajar y claramente yo tampoco lo había hecho.
Estábamos comenzando un tipo de relación sobre la cual yo no estaba muy segura, pero me estaba dejando llevar.
Los días en esta casita de las afueras se hacían muy largos y él la mayoría del tiempo se la pasaba encerrado en una pequeña habitación hablando por teléfono de trabajo, siempre era trabajo...
Me abracé más a la manta marrón que cubría mi cuerpo y seguí observando por ventana como iba anocheciendo poco a poco.
"Hey bonita." susurró en mi oreja haciendo chocar contra ésta su gélido aliento.
"Hola." Acomodé mi cuerpo en el sillón de tal manera que quedé frente a él mientras atraía una silla de madera junto a mí.
"¿Te aburres?" Sacó un paquete de tabaco del bolsillo trasero del pantalón y colocó un cigarrillo entre sus labios.
"No lo sé, nos pasamos todos los días encerrados y quieras o no se hace muy aburrido."
"Oh, ¿así que te aburre estar conmigo?" Ladeó la cabeza a un lado mientras expulsaba un anillo de humo por su boca y luego me regaló una sonrisa pícara. "Bueno, quizá si no fueses tan estirada podríamos estar pasándolo como nunca."
"No soy una estirada." Agarré el cojín que había detrás de mí y se lo lancé.
"¿Entonces por qué te molestas?" Una risa ronca brotó desde el fondo de su garganta mientras esquivaba el
objeto. "Aya, ¿te puedo preguntar algo?" Asentí. "¿Has mantenido relaciones alguna vez? Ya sabes..." Lo miré por unos segundos y escondí mi cabeza debajo de la manta. "Oh vamos Aya, por favor."
"¡No lo sé!" Grité cubriéndome más, si es que era posible.
"¿Cómo que no sabes? Aya quítate eso de la cabeza y mírame." Tiró de el material que me cubría hasta tener toda la cabeza despejada.
"Yo...bueno, es que, no sé, lo intenté una vez con alguien y no sé realmente pasó algo y no sé..., ¡ahora déjame en paz!" Me volví a cubrir.
"Ya que estamos, ¿por qué no comprobarlo?" Su voz había adoptado un tono más grave y sin verlo venir ya se encontraba encima de mí haciéndome cosquillas por todas partes.
Me agarró como si fuese un saco y empezó a subir las escaleras en dirección a nuestra habitación. Abrió la puerta de un golpe y depositó mi cuerpo con suavidad en la cama.
"Tegan, no." Salté de la cama y empecé a corretear por la pequeña habitación en el momento que vi que se deshacía de su camisa.
"Sólo he dicho que quiero comprobarlo, me sirve con meter unos cuantos dedos para saber lo jodidamentre estrecha que estás." Susurró en mi boca acorralándome contra la pared.
"Eres un asqueroso." Golpeé su pecho.
"Un asqueroso que te gusta." Besó una de mis manos, apartó la otra de su pecho y las colocó por encima de mi cabeza. "Vamos Aya, prometo parar en el momento que tú me digas." Mordió su labio.
"Entonces para ahora." Dije sonriendo.
"Cuando esté en acción." Guiñó un ojo y me llevó de nuevo hasta la cama.
Tiró de mí hacia él hasta quedar encima de sus piernas. Agarró mi rostro y me miró detenidamente, depositó un dulce beso en mis labios y luego bajó su mano a mi trasero para agarrar éste con fuerza, por suerte no llevaba shorts cortos, sino mi pijama largo de color lavanda. El beso fue subiendo de intensidad, me agarré a su cuello con fuerza y tiré de él para profundizarlo todavía más.
Ambos seguíamos perdidos en el beso y en nuestras lenguas que estaban realizando su propia batalla interna. Sus manos se colocaron en mi cintura y retiró la primera prenda que cubría mi cuerpo, inmediatamente me separé jadeando y cubrí mi pecho, él me mandó una tierna sonrisa y besó mi cabeza para separase de mí y retiraste los vaqueros y quedarse en bóxers ¿rosas? No pude evitar omitir una pequeña risita y él me miró divertido.
"Es tu turno, aunque si prefieres puedo hacerlo yo." Me miré a mí misma y luego a él y luego a mí.
"No mires." Le señalé con el dedo.
"Aya, dentro de unos minutos vas a estar completamente desnuda y toda para mí, ¿qué más te da? Además te tienes que quitar ese precioso sujetador morado, tenemos que estar igual, yo ahora mismo sólo llevo mi taparrabos rosa, así que fuera todo muñeca." Alzó las cejas con diversión.
"Te odio." Dije y el sonrió triunfalmente.
Me quité el pantalón de pijama con su vista fija a cada movimiento que realizaba y me quedé en unas finas braguitas negras. Volví mi cuerpo hacia
él e hizo una seña con los dedos hacia su pecho recordando que debía estar igual que él. Le di la espalda y desabroché el sujetador, sin embargo esta vez no me di la vuelta, él mismo con su suave tacto me lo impidió. Empezó a recorrer toda mi espalda con el dedo y a depositar de vez en cuando un beso.
"Espera." Su peso desapareció de la cama y observé por encima del hombro como se dirigía al armario.
""Bonito trasero."" Pensé.
Volvió a la cama con un elástico negro entre los dedos y se colocó de rodillas a mis espaldas para quedar un poco por encima de mí. Agarró mi cabello y empezó a cepillárlo con los dedos para luego darle unas cuantas vueltas y sujetarlo en la parte de atrás con la goma que había cogido.
"Así mejor." Sentí como volvía a estar a mi misma altura. Colocó de nuevo sus manos en mi cintura y tiró de mí hacia atrás de tal modo que mi cabeza se encontraba apoyada entre sus piernas cruzadas y él mirándome por encima. Curvó su cuerpo hasta alcanzar mi rostro y me besó.
Mis manos cubrían mi pecho. Seguimos besándonos de ese modo durante un buen rato aunque se me hacía raro tener la cabeza de forma contraria a él, pero me gustaba, él me gustaba.
Retiró sus labios de los míos unos pocos milímetros y dejó que tanto su respiración como la mía se calmasen.
"Me encantas." Dijo entre jadeos "Pero me vas a encantar más si retiras tus manos de ahí, quiero disfrutar de cada centímetro de tu cuerpo, pero eso será poco a poco, hoy solamente quiero quitarte
los miedos."
"Pero si yo no tengo ningún miedo." Reí mirando hacia arriba para encontrar sus ojos.
"Claro, lo que tú digas. Después de hoy nunca más en tu vida vas a volver a decir que te aburre estar aquí conmigo." Golpeó la punta de mi nariz.
"¿Y quién ha dicho que quiera pasar el resto de mi vida aquí, contigo?" Su cara en esos momentos era un auténtico cuadro y empecé a reír a carcajadas cada vez más y más fuertes hasta que sentí su mano deslizarse hacia abajo y me aparté rápidamente.
"Eres muy tonta." Volvió a golpear la punta de mi nariz. Agarré la almohada que se encontraba a unos centímetros de mí y tapé mi pecho con ella. Me senté frente a él a su mismo modo y sin ninguna razón empecé a reír de nuevo. "¿Sufres retraso o algo?" Preguntó frustrado.
"No tanto como tú." Le saqué la lengua y se abalanzó sobre mí quitando de en medio el objeto que separaba nuestros desnudos cuerpos.
Por un momento quise volver a tapar mi pecho pero era demasiado tarde, tenía mis muñecas agarradas a mi espalda dándole una visión completa de mi desnudo. Abrió la boca para decir algo pero lo único que salió de ella fue su lengua la cual pasó indiscretamente por el labio inferior.
Su boca se dirigió a mi cuello y comenzó a succionar y a dar pequeños mordiscos en éste provocando pequeñas convulsiones en mi cuerpo.
Soltó mis muñecas y se dispuso a recorrer todo mi cuerpo con sus manos mientras iba depositando pequeños besos a medida que bajaba.
"Me gusta éste" pellizco mi pezón izquierdo "aunque éste tiene pinta de ser más sabroso."
Besó el hueco que había entre mi pecho y lo golpeé en el hombro.
Todo mi cuerpo se había sensibilizado ante su tu taco y entonces una oleada de vergüenza me inundó, sentía mi entrepierna completamente mojada. Me removí un poco pero él pareció no notarlo. Sus manos llegaron a mi cintura y no se detuvo a mirarme antes de retirar lo único que quedaba.
Besó mi ombligo y luego subió hasta mi boca y ahí se quedó.
"Si no te sientes bien con ello sólo dilo." Asentí y lo seguí con la mirada mientras sacaba de la mesita de noche un paquetito plateado de plástico y se ayudaba con los dientes para abrirlos.
Se quitó los boxers de color rosa y no pueda abrir los ojos como platos, ¿esa cosa iba a poder entrar dentro de mí?
Terminó de colocarse el preservativo, besó mi cuello y cuidadosamente fue separando mis piernas. Me echó un último vistazo y con cuidado se introdujo dentro de mí. No pude evitar retener un gemido de dolor a medida que intentaba moverse de forma regular.
El leve dolor fue desapareciendo y sus movimientos iban aumentado. Al principio se sentía una sensación rara, desconocida, algo que no podía controlar y todo ello era placer. Despegó sus labios de los míos y colocó sus brazos flexionados a cada lado de mi cabeza pero sin dejar de moverse. De mi boca empezaron a salir pequeños gemidos de placer cada vez más fuertes, él sin embargo me miraba detenidamente, con los ojos completamente oscuros, mordiéndose el labio y con la frente impregnada de sudor y con pequeños rizos pegados a ella.
"Te...Tegan" Solté entre jadeos sintiendo el placer
crecer cada vez más dentro de mí.
"Aya, mírame." Agarró mi cara con una mano y apoyó todo su peso en la otra. Una oleada de calor intenso inundó mi cuerpo, clavé mis uñas en su espalda y con una última embestida arqueé mi espalda y me dejé llevar.
***
*Narra Colton*
*Esa cálida voz, su risa, estaba allí, ella de nuevo.
Estábamos en el despacho del padre de Jack cuando éste me mandó a llevar a la sala del jefe unos papeles, estaba parado en la jodida puerta, con el pomo en la mano, batallando interiormente en si entrar y enfrentarme a aquello que me estaba matando por dentro o quedarme con la duda, pero antes de que pudiese hacer algo la puerta se abrió y apareció ella, con una blusa estampada de flores y unos pantalones negros ajustados.
La llamé, la toqué, pero ella no reaccionaba ante nada, era como si estuviese tocando el vacío, como si ella no me viese, no existía.
Comencé a gritar su nombre cada vez más fuerte pero cada intento fracasaba y me destruía más.
La vi alejarse con él, sonriendo, siendo feliz, lejos de mí.*
"Colton, ¿estás bien?" Alguien agitaba mi cuerpo con fuerza, pero seguía inmóvil hasta que un frío líquido cayó sobre mi cara.
"¿Qu...qué pasa?" Froté los ojos y me encontré con un Jack preocupado.
"Tío, estás jodidamente pálido y no dejabas de gritar el nombre de Aya como si te fuese la vida en ello." Retiró el paño mojado que reposaba sobre mi cabeza.
"¿Cuándo has dicho que volvía el jefe de tu padre?"
"No lo sé Colton, ¿está todo bien? ¿qué pasa con él?" Su rostro mostraba confusión al igual que el mío.
"Nada, simplemente me parece un tío interesante." Respondí mirando al vacío.
Siento si tengo alguna que otra falta, lo he repasado pero con lo tonta que soy seguro que se me ha pasado algo, espero que os guste :)
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Capítulo 16.
"Señor Doyle, su próxima reunión es dentro de 10 min." Alexandra una de las empleadas se retiró dejándonos solos de nuevo. Tegan no dejaba de golpear el lápiz contra su carpeta azul. Lloyd's estaba pasando por uno de sus peores momentos y que su jefe hubiese desaparecido durante semanas tampoco ayudó mucho.
Tiempo después de haber huido de nuestro antiguo barrio y a la casita pequeña a las afueras en la nada, Tegan y yo decidimos buscar una casa en el barrio de Ealing, yo no quería ir a vivir con él, no por el momento, pero se empeñaba en que era lo mejor, por mi seguridad, ¿pero por qué?
En los últimos días no ha dejado de recibir llamas constantes, sin embargo evadía todo tipo de preguntas curiosas por mi parte, "El 23 de Abril a medianoche, donde siempre.", fue lo único que pude atrapar un día cuando sin querer puso el altavoz. Era esta noche, esperé a que me comentase algo sobre su salida, pero nada, no me contaba nada y me estaba empezado a cansar de tanto misterio y juego.
"Tegan, te tienes que ir ya, te están esperando." Le entregué un par de carpetas y me fui de su despacho dejándolo solo.
Me dirigí hacia Alexandra que se encontraba en el mostrador como siempre y decidí charlar un poco con ella, era más bien una charla para conseguir información sobre él.
"Alexandra, sé que tú te encargas de pasar a Tegan todas las llamadas que recibe y me gustaría saber si hay alguna de ellas que no tenga que ver con el trabajo, si me pudieses facilitar esa información,
me sería de gran ayuda." Me miró curiosa y con una media sonrisa empezó a teclear en su ordenador en busca de lo que le había pedido.
"Hay por aquí un tal Marcus Banner que no ha dejado de llamar en lo que va de semana, supongo que será un amigo suyo, pero por lo demás no le puedo dar más información señorita Morrison." Asentí con la cabeza y volví al despacho de Tegan.
¿Amigo? Tegan nunca me había hablado de sus amigos, en general nunca me había hablado de nada que se refiera a él o a su vida personal. Si él no lo hacía investigaría por mí misma y empezaré por la salida de esta noche.
***
*Narra Colton*
La quemadura de mi cara estaba desapareciendo por completo, pero mis poderes seguían ahí, ¿poderes?, sí, así podría llamarse a la respuesta que tenía mi cuerpo ante los peligros, o no tan peligros.
Todo había empezado cuando yo tenía dos años, siempre jugaba con el fuego pero no era un pirómano ni tenía tendencia a ello. Mi madre me contó que a mi abuela le cayó una maldición por parte de una de las que fue su amiga por años, una bruja, y todo por un hombre, mi abuelo. Mi abuela llevó consigo esa desgracia hasta el último de sus días, pero por suerte mi madre no la heredó, sin embargo yo sí y sólo había una cura para ello, enamorarte perdidamente de una persona que no te correspondiese hasta tal punto que todas tus fuerzas se agoten en un intento de estar con ella y todo termine, eso era lo que quería la bruja, Mandy, más bien dicho eso era lo que predicaba la maldición y ella al ver que mi abuela encontraba el amor con el que estaba a punto
de ser su esposo se la echó para vengar el dolor que sentía ante el arrebato de su marido con el fin de que por mucho que mi abuela estuviese con el amor de su vida él no podría acercarse a ella y viviría en contínuo dolor.
¿Será Aya mi cura? Pero lo nuestro no era imposible, ella me ama, me amaba...
....
"Colton tío, tengo un plan genial para esta tarde, bueno, noche." Dijo Jack entrando en el salón. Le hice un gesto con la cabeza para que siguiese hablando. "¡Una carrera de coches!" Soltó emocionado. "Sé que no eres fan de ese tipo de cosas, pero va a haber mucha gente, mucho alcohol, mucha música, muchas chicas...ya sabes, por pasarlo bien un rato." Guiñó un ojo. "Se encuentra como a unas dos o tres de la ciudad, es un polígono industrial abandonado y ahí se reúnen varias bandas cada semana, me han comentado también que hay una banda de mafiosos o algo así, todo muy siniestro. ¿Te apuntas?" Se sentó a mi lado en el sofá y golpeó mi hombro.
"No me queda otra." Respondí.
***
*Narra Aya*
Eran las cinco de la tarde y Tegan no había vuelto del trabajo. Me estaba empezando a poner histérica con tanto misterio, subí a su mini despacho y me dirigí a su ordenador portátil que estaba apagado encima del escritorio.
"Mierda, tiene contraseña." Escupí furiosa mientras lo dejaba como estaba hace cinco segundos.
"Ya estoy en casa." Escuché su voz y salí corriendo dando un portazo sin querer. "Aya, ¿qué
haces?" Subió las escaleras en menos de lo que canta un gallo. "¿Qué hacías ahí dentro?" Preguntó agarrándome del brazo.
"Estaba ordenando un poco el papeleo que tenías ahí dentro." Me miró con desconfianza pero lo dejó pasar y bajó a la cocina.
"Esta noche saldré, quizá no vuelva hasta muy tarde así que no me esperes."
"¿Se puede saber dónde vas?" Pregunté apoyando mi cuerpo en la encimera.
"Cosas del trabajo Aya."
"No sabía que también trabajabas hasta las tantas de la noche, pero bueno, da igual, no voy a preguntar más porque va a ser lo mismo de siempre."
"Aya por favor no empieces." Bufó molesto.
"No empezaría si me dijeras las cosas, pero claro, al niño le gusta jugar a ser el chico misterioso."
"¡¿Por qué no haces el favor de largarte y dejar de meterte en mi vida?!" Gritó tirando el vaso de cristal que tenía en la mano al suelo.
"Claro, como desees."
Hoy no se iba a salir con la suya, había llamado a la oficina de alquiler temporal de coches mientras estaba en casa sola y esta noche me estaría esperando el mío unas calles más abajo, lo pensaba seguir hasta donde fuese.
*22:45*
Tegan no me había vuelto a hablar desde la discusión de esta tarde, estaba arriba haciendo no sé qué, preparándose para salir. Seguía con el pijama puesto y tirada en el sofá mientras hacía zapping por la televisión.
Sus fuertes pisadas mientras bajaba hacían eco en toda la casa. Abrió la puerta principal y la cerró detrás de él sin decir nada. Me despojé de mi pijama lo más rápido que pude y saqué de debajo
del sofá mi ropa que había guardado antes sin darse cuenta él.
Me aseguré de apagar todo y salir con cuidado para no llamar su atención pues todavía seguía caminando en dirección a su coche aparcado en el parking privado de la zona. Tomé la dirección contraria a él y doblé la esquina de la casa donde a un par a metros me esperaba el coche que debía devolver mañana. Pagué al encargado que lo había traído hasta aquí y me dirigí a la entrada del parking esperando a que saliese por el lado contrario y seguirlo.
Una vez dentro de la carretera dejé que dos coches fuesen delante para pasar desapercibida.
***
"Teníamos que haber tomado otro camino, esta carretera está llena."
"Cállate y conduce Jack, agradece que esté aquí aguantándote." Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a aquella maldición y a Aya, ¿y si tengo que renunciar a ella para poder curarme? No, no puedo rendirme, no todavía, necesito encontrarla.
....
"Por fin nos hemos librado de ese maldito tráfico." Dijo Jack con alivio.
Cada vez que nos adentrábamos más en la carretera todo se iba volviendo más oscuro y los altos edificios ahora se estaban convirtiendo en árboles enormes. A unos mentros de nosotros había un coche y un poco más adelante otro y por el camino que estábamos tomando parecía que los tres nos dirigíamos al mismo lugar, así fue una hora después.
Llegamos a aquél polígono. Los coches se peleaban unos con otros por conseguir un lugar donde aparcar, la música parecía que te iba a taladrar el tímpano y el olor a gasolina era asfixiante. Salimos del coche y seguimos a toda la multitud que acababa de llegar.
***
*Narra Aya*
Nos adentramos en una especie de zona con fábricas abandonadas de la que provenía el fuerte sonido de la música que retumbaba por todos lados. A medida que nos adentrábamos el lugar no para de llenarse de coches y personas, aparqué en una zona más alejada pero seguí con la vista fija en el coche de Tegan que parecía desaparecer entre todas aquellas personas.
Tuve que empujar a varias personas para no perderlo de vista y ahí estaba. Lo sabía, lo sabía, desde la primera vez que lo vi en aquella calle, desde lo ocurrido con Jack en el club, al huir de aquellos matones que me seguían. ¿Esto es lo que ocultas Tegan? ¿Carreras de coches ilegales? ¿Por qué? Agité mi cabeza de un lado a otro y volví a fijar mi vista en él, esta vez lo único que sentí fue asco y unas ganas inmensas de ir corriendo y partiele la cara, tanto a él como a la chica que sujetaba por la cintura.
Caminé hacia ellos con la furia creciendo cada vez más en mi interior.
"¡Eres un asqueroso!" Grité golpeando la palma de mi mano lo más fuerte que pude contra su cara. Alguien detuvo la música y toda la atención recayó sobre mí. Miré a toda aquella multitud con asco y me di la vuelta para salir corriendo.
"¡Aya!" Gritó Tegan mientras corría detrás de mí intentado alcanzarme pero un cuerpo se interpuso entre nosotros y lo detuvo.
Seguí corriendo hasta donde estaba el coche pero mis pies frenaron en seco al oír aquellas palabras, todo mi cuerpo dejó de funcionar. "¡Corre detrás de ella Colton!" Gritó una voz masculina.
*Os recuerdo que todo contenido de esta novela está más que alejado de la realidad, es todo ficticio, tanto ella como los hechos y actitudes de sus personajes.*
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Capítulo 17.
*Narra Colton*
Después de que Jack y yo nos adentrasemos entre toda aquella multitud de personas vimos como todas se dirigían a un punto en concreto, la música se apagó. Miré a mi izquierda y allí estaba ella, con su larga melena castaño oscuro cayendo por su espalda, no quise acercarme a ella porque no parecía real, todo aquello no estaba dentro de mis expectativas, pero ¿qué hacía ella en un lugar como este? Poco después lo supe. Sus facciones irradiaban rabia y odio, sí, hacia él, el jefe del padre de Jack. Ambos nos dirigimos una mirada de confusión al reconocerlo. Nunca me gustó ese tío.
Aya se acercó a él gritándole un par de cosas y golpeó su cara. Se lo merecía, pensé. Jack y yo no pudimos evitar la risa ante la expresión que se le quedó a éste.
"Esa es nuestra chica." Dijo Jack.
Corrió empujando a todo lo que se cruzaba en su camino. Jack gritó que la siguiese y ella pareció responder a esto, se detuvo por un segundo y siguió corriendo, hice lo mismo, no podía dejarla escapar, no de nuevo. Las llaves resbalaban de sus dedos en un intento de introdcurilas en el coche. Agarré su brazo antes de que entrase al coche y la atraje hacia mí. Cayó de rodillas al suelo y siguió llorando. Mis brazos no se despegaron de ella en ningún momento. Sus pequeñas manos agarraban con fuerza mi camisa mientras hundía más su cabeza en mi pecho. Quería que alzase su cabeza y me mirase pero cada vez lloraba y se encogía más.
"Aya, mírame." Ella negaba con la cabeza y seguía sollozando. "Por favor." No hubo respuesta
por su parte. Le retiré las llaves del coche de la mano, respiré hondo y me levanté del suelo con ella en brazos. Una vez abierto su coche, la coloqué en el asiento del copiloto y di la vuelta al coche.
Conduje sin rumbo alguno durante varios minutos. Ella seguía encogida, pero ya no lloraba, ¿tendrá miedo de mí, de mi presencia, o habrá sido por ese tipo?
"¿Por qué?" Retiré mi vista de la carretera y la fijé en ella, cuanto había echado de menos su voz. "¿Por qué me dejaste?" Esas palabras se clavaron como dagas en mi pecho. Yo nunca la dejé, yo jamás me hubiese separado de ella, ellos nos separaron.
"Sabes que no fue así..." Respondí en su mismo tono de voz. "Estuve mucho tiempo buscándote, muchísimo, pero nadie sabía de ti. Lo he pasado tan mal desde que te fuiste, todo el mundo me odiaba y doy por seguro que todavía lo hacen. Me quemaron la cara, pensaban qua podían acabar conmigo, pero estaban completamente equivocados. Estoy hecho de fuego Aya y no puedo hacer nada para poder controlar esta mierda, nada. Tengo una jodida maldición encima, y estuve luchando contra ella para poder estar contigo, sabes perfectamente que no es mentira, quizá te cueste entender todo esto, pero sabes que lo hice, que luché por ti, no puedes venir y preguntarme el por qué te dejé cuando ambos sabemos lo que pasó. Pero tienes razón, te dejé, te dejé porque soy un monstruo y tú no te mereces eso y sobretodo porque te quiero, por eso lo hice." Levantó su cabeza y me miró, tenía los ojos hinchados de tanto llorar.
"¿Lo
sigues haciendo?" Preguntó con miedo.
"¿Realmente importa ahora? Estás haciendo tu vida con otra persona, ¿no es así?" Apreté mis dedos al volante y aceleré.
"Una persona que no merece la pena."
....
No me había dicho donde quería que la llevase así que al llegar a la ciudad opté por ir a algún parque. Nos sentamos cada uno en los columpios y nos quedamos un largo rato en silencio.
"No quiero volver con él, no quiero verle." Dijo cabizbaja.
"No lo hagas, no hagas nada que no quieras."
"Tengo mis cosas en su casa, me mudé con él hace un par de semanas... Estuvimos viviendo en una casita muy a las afueras, huimos allí porque parece ser que un hombre iba en su busca, pero no entiendo por qué me arrastró consigo." Suspiró.
"¿Dónde estabas viviendo antes?"
"En...bueno, en tu antiguo barrio, la que era tu casa se derrumbó y se construyó en la que estaban viviendo él y su madre, yo vivo en la casa de al lado. Supongo que volveré allí."
"¿Sabías que tu empresario pijo es el jefe del padre de Jack? Más de una vez tuve la sensación de que estabas ahí, y creo que no era del todo mentira. Me cae tan mal, ¿cómo tú con ese tío?" Apoyé mi cabeza en una mano y la miré sonriente.
"No lo sé, quizá me aferré a él porque estaba sola, no lo sé. No tenía ni idea de que estaba en todo esto, lo sospechaba, pero nunca me contaba nada y esta noche decidí seguirle, alquilé ese
coche y nada, aquí estoy." Me devolvió la sonrisa. Joder, la echaba tanto de menos, tenía unas ganas tremendas de acercarme a ella y besarla. Tranquilo Colton, respira.
"Wow, que extraño, Aya siendo curiosa." Reí. "Si quieres podemos ir a recoger tus pertenencias, el coche lo puede devolver Jack sin problema." Asintió y volvimos a retomar nuestro camino.
***
*Narra Aya*
De vez en cuando le miraba de reojo mientras conducía. En un principio tenía miedo, estaba dolida por lo ocurrido con Tegan y verle después de tanto tiempo me había roto, pero ahora no podría estar más que agradecida, tanto a él como a Jack aunque hubiese sido un estúpido aquella vez que nos vimos en el pub. No estaba sola, los tenía a los dos o al menos eso esperaba.
Paramos en la acerca de casa y entre los dos nos apresuramos a recoger mis cosas. Mientras Colton echaba un vistazo a la casa yo iba sacando mis cosas de los cajones y las colocaba en mi maleta.
"¿Lo has hecho con él?" Me sorprendió bastante que me preguntase aquello, me di la vuelta y lo encontré tumbado en la cama. "Eso es un sí. Al menos él no te hizo daño." Sabía lo mucho que le dolía no poder acercarse a mí. Corrí hace él cuando se puso de pie y lo abracé.
"¿Qué pasa aquí?" Ambos nos dimos la vuelta sin soltarnos y nos encontramos con Tegan apoyado en el umbral de la puerta. "A ti te conozco, te he visto por mi empresa. ¿Qué se supone que haces
tocando a mi chica?"
"¿Tu chica?" Solté una carcajada. "¿Cuál de todas? ¿A la que te estabas a punto de comer en ese polígono? ¿O a las muchas otras con las que seguramente te has estado viendo sin yo saberlo? Haz el favor de cerrar la boca." Caminé hacia él para propinarle otro golpe pero Colton me sujetó de los brazos.
"Vámonos." Susurró en mi oído pero éste lo oyó de todos modos.
"¿Te vas con él?"
"No, me voy a quedar contigo un ratito más." Agarré mis cosas y salimos de ahí lo más rápido posible.
"¡Os acordaréis de esta!" Gritó antes de que cerrasemos la puerta principal por completo.
Colton me propuso ir a casa del señor Daniels donde se estaban quedando ellos a pasar unos días porque temía que Tegan me siguiese a la otra, acepté no muy segura.
El camino a su casa fue tranquilo, Colton puso algo de música en la radio, sin embargo ambos sabíamos la tensión que se estaba creando entre nosotros, no iba a ser así después de tanto tiempo, de tantos sentimientos.
"¿Cómo te sientes?" Me sacó de mis pensamientos.
"Bien, supongo." Respondí mirando por la ventana.
"¿Bien? No es así como se siente una persona cuando le acaban de romper el corazón."
"Pero tú no me has roto el corazón Colton ." Espera ¿QUÉ? ¿Por qué demonios había dicho eso? No se puede ser más tonta que tú Aya, no, no se puede. "Quiero decir....nada, olvídalo." Una pequeña risa brotó de sus labios,
sonreí también.
...
Dejó mis cosas en una pequeña habitación de la casa y se retiró. El padre de Jack no se opuso en ningún momento a que me quedase con ello pues también nos conocíamos de la empresa y teníamos una buena relación, Jack por su lado no dejaba de lanzarme piropos, yo sólo le repetía lo mucho que lo odiaba por haberme dicho todas aquellas cosas de Colton cuando nos vimos, justificaba sus actos por medio del alcohol.
"¿Te la vas a tirar?" La voz de Jack se escuhaba tan alta, ambos estaban hablando de mí. Caminé unos pasos hasta la puerta de done provenían sus voces y me quedé ahí escuchando.
"Eres imbécil, ¿cómo me la voy a tirar?"
"Estás loco por ella tío, yo no la dejaba ni pestañear." Una fuerte carcajada brotó del fondo de su garganta
.
"Quiero hablar con ella pero no está en condiciones, acaba de romper con ese idiota y no quiero aprovecharme de la situación ."
"Colton, no es aprovecharte de la situación, he visto la forma en la que te miraba antes y ha sido volver a aparecer tú en su vida y todas sus penas han desaparecido, así que no me vengas con cuentos. Me voy." Mierda, maldije al ser descubierta por Jack. Me lanzó un guiño y me hizo un gesto con la cabeza para que entrase a la habitación. Entré tímidamente y lo primero con lo que me encontré fue la espalda desnuda de Colton. Di pasitos pequeños hasta él, recorrí toda su espalda pero me aparté de inmediato cuando se giró.
"No lo hagas más difícil de lo que es por favor." Echó su cabello hacia atrás.
"Siempre he querido ser suficiente para ti ¿sabes? Yo también me jugué todo por ti y lo hice porque de verdad te quería, pero es imposible acercarse a ti sin salir dañada. Es muy frustrante."
"¿Es? ¿Sigues creyendo que es imposible acercarse a mí?" Tenía la mandíbula tensa. Alcanzó mi cuerpo y lo pegó a su torso desnudo. Rodeé su cintura con mis brazos y elevé mi cara a la vez que él la agarraba para besarme. Fue un beso lento, por un momento éramos sólo él y yo pero el monstruo estaba despertando de nuevo. Empecé a sentir su piel muy caliente, intenté retirarme pero él no se despegaba, su beso insistía en que aguantase un poco más.
"Por favor." Dije entre el beso. "Duele mucho." Me sentía como si estuviese en un horno al tope de calor. Todo mi cuerpo picaba por el sudor que estaba derramando, era insoportable.
"Lo siento, lo siento tanto." Dijo con frustración . Su puño chocó con la madera del armario. Sabía que él no podía hacer nada para controlarlo y me dolía tanto.
"Siempre te he querido y te querré, no importa de qué estés hecho."
Espero que os haya gustado el capítulo mis amores, dejad vuestros comentarios abajo. Os recuerdo también que hace unos días subí capítulo de Espejismos por si alguien está interesado en leerlo. Un beso fuerte❤
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Capítulo 18.
Bueno, os contaré qué es lo que ha pasado durante estas últimas semanas, desde que me instalé en casa de los Daniels. Colton y yo estábamos bien, bueno, hacíamos lo posible. Era difícil, él seguía sin poder controlar aquello que le pasaba. Sabía que estaba luchando consigo mismo para poder hacer lo posible y controlarlo, pero, ¿cómo controlar a la bestia? ¿Era así cómo se le podría llamar exactamente? No, él no era una bestia, su furia interior sí.
En ningún momento le pregunté sobre dónde había estado durante todo este tiempo, no quería hacer las cosas difíciles entre los dos, lo importante es que lo tenía de vuelta.
El padre de Jack fue despedido de la empresa de Tegan al saber que tenía que ver con nosotros y Tegan, bueno, no había vuelto a saber nada de él hasta entonces, ni quería.
Las cosas estaban empezando a ir mejor, o eso parecía, hasta anoche...Colton había desparecido y lo seguía estando. Jack no sabía nada, su padre tampoco, nadie.
***
''Tienes que dejarla ir, es la única forma de salvarte y de salvarla. Tú decides.'' Las palabras de la vieja Mandy rebotaban una y otra vez en mi cabeza.
Desde que Aya volvió con nosotros decidí investigar sobre la bruja Mandy, quería encontrarla, quería que me ayudase y me quitase esta maldita maldición, y la encontré, pero ella ya estaba muy vieja, no le quedaban fuerzas, incluso estuvo dispuesta a ayudarme a pesar de lo ocurrido años atrás con mi abuela, pero ya no podía, ella no, ya era tarde, ahora todo estaba en mis manos.
Llevaba desde anoche sin dar señales por casa, había tenido
de salir temprano para llegar a la localidad de Seaford donde había podido localizar a la bruja. Nunca había estado en esa zona, era precioso y a Aya le encantaría estar aquí, cerca del mar.
¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? No podía dejarla ir ahora que la tenía de nuevo, no, no podía, pero tampoco hacerle daño.
Tres noches atrás recibí una llamada amenazante de Tegan, no sé cómo pudo conseguir mi número de teléfono, pero lo importante no era eso, sino que quería a Aya de vuelta y que iba a hacer lo imposible para ello.
La recuerdo tímida y jugueteando con sus dedos cuando nos volvimos a encontrar. Serena, dócil y con miedo, miedo porque sabía que cuando uno juega con fuego siempre sale herido...
Siempre me he preguntado por qué las cosas malas pasan siempre a las personas buenas, ¿es necesario sufrir para darse cuenta de lo valioso y poderoso que es uno? ¿Pero cuánto sufrimiento es capaz de soportar uno? ¿Cuál es el límite? Quizá no lo haya, quizá están hechos para luchar constantemente contra el peligro para poder sobrevivir.
Aya era demasiado buena para mí, no se merecía más dolor, pero ¿qué era lo correcto? ¿Alejarme y hacerle daño o quedarme y herirla? No había otra cosa en la que pensara cada segundo que pasaba con ella.
La destrucción de muchos es la salvación de otros.
***
Pasaron dos días y seguíamos sin saber nada de Colton, Jack y su padre salieron a buscarlo hacia un par de horas y todavía no habían vuelto. No dejaba de dar vueltas desesperada por toda la casa, como si aquello iba a solucionar
algo.
Sonó el timbre de la puerta, me paralicé en el lugar, hubo un momento en que la emoción me invadió pensando que era él, que había vuelto o Jack y su padre, pero tanto ellos como él tenían su propia llave.
Me quité las zapatillas de andar por casa y bajé las escaleras con sumo cuidado. Tenía la puerta enfrente de las escaleras y me quedé allí observando aquella figura oscura moviéndose a través del pequeño vidrio opaco que había incrustado en la madera de la puerta.
Volvió a golpear la puerta, no respondí. Observé como el pomo de dentro empezaba a moverse porque la persona de fuera estaba insertando algo en la cerradura. Comencé a subir los escalones de espaldas sin quitar la vista de la puerta y me resguardé en una esquina de la planta de arriba que me daba una vista completa de lo que ocurría.
Volvió a forzar la cerradura, pero fue en vano. Un pequeño sobre blanco fue introducido por debajo de la puerta y la figura desapareció. Esperé varios minutos hasta acercarme, agarrarlo entre mis manos y subir corriendo a mi cuarto para mirar por la ventana. Un hombre bastante corpulento de cabello negro entraba en aquel coche negro con otros hombres.
''Volveré''. Era lo único grabado en el folio blanco que contenía el sobre.
Por un momento llegué a pensar que podría tratarse de Colton, pero él no tenía nada que ver con esos hombres que había ahí fuera, tampoco forzaría la puerta de ese modo. Me dirigí al salón, agarré el teléfono y marqué el número de Jack, no lo cogía. Me estaba empezando a desesperar.
***
La brisa del mar
soplaba con fuerza, maldita sea. Mi teléfono seguía apagado, ¿debía encenderlo y avisar a Aya? ¿Avisarle de qué? ¿De mí? ¿De Tegan? ¿De qué? Quizá lo que tendría que hacer sería volver y explicarle todo, no, mejor será escribirle una carta de despedida o simplemente volver a desaparecer.
***
Ya se hacía de noche y tanto Jack como su padre seguían sin aparecer. Estaba en la cocina preparándome un té caliente cuando escuché un ruido que provenía de la puerta otra vez. Apagué las luces de la cocina y con ayuda de la linterna del teléfono subí las escaleras corriendo otra vez para observar. Esta vez pude distinguir no solo uno, sino dos cuerpos, ambos igual de grandes que el de esa misma mañana.
Un fuerte estruendo provocó la puerta al ser derribada por aquellos dos hombres, corrí inmediatamente hacia el cuarto de Colton y lo cerré con llave, aunque ¿Quién no me aseguraba que aquellos dos hombres no iban a hacer lo mismo con la puerta del cuarto?
Los pasos se oían cada vez más cerca; esconderse debajo de la cama o en el armario podría ser una opción pero no me quedaba mucho tiempo e hice algo que podría arriesgar mi vida por completo, salté por la ventana que daba al patio trasero, la distancia no era muy grande ni muy pequeña, pero lo suficiente para que me fracturase algún hueso si no caía de la forma correcta, por suerte no pasó. Me hice algunas heridas en la rodilla pero pude continuar corriendo en dirección contraria a donde supuse que podría estar su coche. Otro fuerte estruendo se oyó una vez que crucé los arbustos que me separaban
de la carretera, habían roto la puerta del dormitorio.
Corrí más deprisa cuando escuché alguien gritando mi nombre, no me detuve ni a mirar, pero por alguna razón me sonaba más que familiar aquella voz femenina, tan familiar que daba miedo.
***
Las estrellas brillaban más que nunca aquella noche, estaba tirando en la arena de las playas de Seaford, todavía sin saber qué hacer con todo aquello que me carcomía por dentro.
Aquella misma tarde había recibido otra llamada de Tegan, esta vez no estaba solo, esta vez iba acompañado de alguien, y yo, sabía quién era ese alguien.
***
Agarré el teléfono, marqué el numero de Jack, luego el de su padre, ninguno de los dos contestaba a la llamada, marqué a Colton, nada. Estaba en mitad de un vecindario oscuro huyendo de no sé quién sin saber por qué, mis piernas no podían aguantar más tiempo de pie y caí rendida al suelo.
Estaba sola, Colton se había marchado, Jack y su padre también, ¿mis padres? no hay necesidad de que los mencione. Tantas personas habían desaparecido en tan poco tiempo, ¿Dónde estarán en estos momentos? pensé, limpié la lágrima que caía rodando por mi mejilla y me levanté del suelo, debía seguir mi rumbo, si es que tenía alguno, ¿Qué hace uno cuando está perdido, solo...? seguir.
***
''Señor, la chica a logrado huir.'' Frotó su cabeza avergonzado esperando una respuesta de él. La silla giratoria vieja chirrió al darse éste la vuelta y enfrentar a aquella voz que le hablaba.
''¡No sabéis hacer nada bien!'' Agarró su cabello rubio entre las manos de manera frustrante. '' A Tegan no le va a gustar para nada todo esto, no sé qué mierdas hacemos aquí si no somos capaces de coger a esa maldita.'' Se levantó de la silla vieja y se acercó a la morena que había sentada en uno de los sillones de la habitación. ''Es la última vez que tú intervienes en estos asuntos.'' No hubo respuesta por su parte, sabía que podía haber metido la pata, querían actuar si ser descubiertos, tal como Tegan había ordenado.
''Me encantaría acabar con ella.'' Dijo la morena sin levantar la vista del suelo.
''A mí también, sobretodo acabar con él, otra vez.'' Respondió el rubio.
Seguira la histotia? O donde puedo encontrarla completa
ResponderEliminardonde puedo encontrarla completa?
ResponderEliminarLa autora del libro lo borró..haci que no, no esta completó
ResponderEliminarHola disculpa pero ¿el primer libro no lo tienes?
ResponderEliminarX2 el primer libro lo tienes?
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